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martes, 28 de diciembre de 2010

FINAL DE AÑO


Hay momentos de agradecimiento. A algunos de los que leen lo que escribo lo hago en persona. A otros no los conozco, por lo que escribo estas escasas líneas para decir eso tan necesario: gracias.

Como un blog es una relación virtual os hago un regalo de la misma especie. A mí me gusta esta música:


Y como la literatura también va conmigo, una frase de la novela de Elvira Lindo Una palabra tuya (p. 112), que comencé a leer con prejuicios y acabé con ganas de más:

“…lo que yo debería hacer, de una vez por todas, es pensar en mí misma, tener por fin una vida que se pareciera un poco a lo que yo deseaba.

¿Y qué deseaba usted?, me preguntó el médico.

Se me hizo un nudo en la garganta, me entró la necesidad repentina de llorar. Le miré con los ojos llorosos pero no quise que me viera frágil, no quería que me tratara como a cualquiera de sus pacientes.

Ya no me acuerdo, le dije, no me acuerdo”.

martes, 21 de diciembre de 2010

FATIGA ZEN CON POSDATA


El solsticio de invierno obsequia desde las lentas horas
una lluvia que fragmenta el mundo en dos mitades:
los centros comerciales y, al otro lado, la tristeza.

(
Full moon, ojos verdes, ropa nueva:
un brote de luz en los trigales).

domingo, 12 de diciembre de 2010

AROMAS (Y OLORES)


Hace muchos años viví en el tercer piso de un edificio en cuya planta baja había una panificadora. Mi primer contacto con la realidad era el chute diario con el aroma del pan recién hecho que subía hasta la terraza en la que encendía el calentador cada mañana. Tras la ducha, el segundo aroma ya se había hecho con la tristeza nocturna de la casa: el café negrísimo, que nunca sabe tan bien como promete.

Me gusta el vino por la felicidad que me da meter la nariz en la copa. Me gustan un par de perfumes de mujer, seguramente por sus dueñas, que me gustan más aún. Me gusta asomarme a la terraza porque unos vecinos cocinan muy a menudo pollo al curry. Me gusta olfatear el mar muchos kilómetros antes de llegar. Me gusta el olor del lápiz mientras le saco punta. Y de las gomas Milán. Y de los libros nuevos. Y de la tierra mojada, claro. Me gusta el olor del fuego, del invierno cuando amenaza con su llegada inminente, del limón, de las especias, del whisky de malta, de ciertas zonas del cuerpo de una mujer que sólo un zafio patán confundiría entre sí.

No me gusta comprar la fruta o la carne envasadas porque huelen a plástico y a nada. Ni los hospitales, menos aún las consultas de los dentistas, ni los licores dulces, ni el mal aliento, ni la leche caliente. Aborrezco las mañanas en las que la ropa sigue oliendo a tabaco. A veces hasta los zapatos, una semana después, empujan hacia ti ese olor nauseabundo que impregna tanto las prendas que llevas. Odio entrar a un garito como un salmón fresco y salir como un salmón ahumado. Tengo ganas de ir a bares y restaurantes en los que no se fume. Ya sé que esto suena a prohibicionista. Es verdad que los no fumadores debimos hacer más esfuerzo cuando los bares pudieron elegir y acudir a ellos, pero es que hay una gran diferencia entre una pizzería con orégano en el aire y otra con Ducados en suspensión permanente e invasiva.

Recuerdo algún olor que me ha asaltado (a la nariz y al corazón), como el de la maleta que abrí al volver de Estambul. La cerré de inmediato, y así permaneció unas horas, consciente de que cuando sacase todo su contenido, sus aromas se mezclarían para siempre con el presente occidental.

La memoria tiene un aroma especial. A veces un olor nauseabundo. En todo caso, sospechoso. Los proyectos de futuro, por el contrario, siempre huelen bien.

viernes, 3 de diciembre de 2010

CINE INDEPENDIENTE

Queda muy bien eso de ver cine de autor en el cine-club, las pelis en versión original subtitulada, lo indie. Pero, a riesgo de que se me abalancen las hordas de puretas, voy a decir lo que pienso de verdad: estoy hasta los mismísimos de que me tomen la cabellera, de que se confunda independiente con malo y de que a cualquier experimento se le llame película.

Ancho me he quedado.

El año pasado vi La teta asustada. Dicen que era una buena película peruana; llegó a estar nominada a los Oscar, pero yo sólo vi una historia plana de desgracias contada por una actriz tan expresiva como una pared de ladrillo caravista. Eso sí, estaba financiada por la Generalitat catalana, será porque hablaban a veces en quechua, que es una lengua tan humillada y minoritzada como el catalán. Algunos, a la salida, ponían la típica cara de progre solidario que se topa con un producto genuino de la problemática indígena, fruto del capitalismo imperialista, bla, bla, bla. También vi Gerry, una ¿historia? en la que dos tipos se pierden en el desierto y se llaman gerry (algo así como capullo o gilipollas, según creo) el uno al otro mientras caminan y la cámara les acompaña en sus devaneos de metafísica ramplona y peripatética. Eso: patético y peripatético. Este año, una sobre (supuestamente) Bob Dylan, I`m not here, que soporté estoicamente durante una hora. Después me dijeron que era una película poliédrica. Es decir, a cachos, incomprensible, sin estructura, como sin montar o deconstruida. En otra, Canino, una tipa se destroza los dientes, otro liquida a un gato a machetazos y el chico se beneficia a la segurata mientras a ésta lo único que le gusta es que la hermanas del individuo le laman salva sea la parte. Apasionante como se ve. También vi una japonesa en la que, durante la primera media hora, la familia se cuenta banalidades mientras come.

Sí, ya sé, tengo una vena masoquista. Es posible. Lo cierto es que muy de vez en cuando aparece la joya. Y por eso voy. De esas pelis maravillosas hablaré otro día. Lo que quería decir hoy es que conviene restaurar el valor de los adjetivos, dejar de impostar la voz y comenzar a hablar verazmente: hay películas que son basura (basura independiente, eso sí). De paso, también hay que comenzar a decir que Woody Allen se dedica últimamente a filmar simplezas y poner la mano; y debemos dejar de mirar con admiración lo que no es admirable.

Casablanca fue un encargo, su director un artesano y la película pertenece a un gran estudio. Seguro que alguno de esos individuos tan cultos anteriormente citados no iría a verla bajo ningún concepto, pero se apuntaría rápidamente a la última sandez del finlandés de turno que rueda con actores coreanos y paquistaníes sobre el concepto de zen absoluto e incontaminado en la selva amazónica. Por supuesto, en versión original en esloveno con subtítulos en georgiano.

jueves, 25 de noviembre de 2010

PERDER EL NORTE (Y EL SUR Y EL ESTE Y EL OESTE)

Las dos Coreas se lían: los mesiánicos del norte bombardean a los laboriosos del sur sin que sepamos muy bien por qué; y nos aterra su poder nuclear y su liderazgo tan falso como peligroso. En Irlanda no se van a tener que apretar el cinturón, sino darle un par de vueltas; y nadie sabe pedir responsabilidades directas mientras el gobierno (ése, también el nuestro, y el griego, y tantos) ponen cara de gilipollas: no ha habido más remedio, lo hacemos por el bien de todos, bla, bla, bla. Huelga general en Portugal, rebelión estudiantil en Londres.

Menos mal que a Ana Mª Matute le dan el Cervantes.

Pero para las cadenas de televisión es muy importante, mucho más que las anteriores, que Rouco Varela ya tiene su camiseta de la selección española de fúlbol.

Vaya por Dios.

lunes, 15 de noviembre de 2010

RENOIR Y ALREDEDORES

Renoir, retratos, paisajes. Alrededor, muchas mujeres hermosas, más aún, lienzos de luz. Su aroma va configurando y envolviendo las pinturas. “La celebración de la eterna belleza femenina”, dice la hermenéutica de uno de los cuadros. Una mujer magrebí vagabundea y se detiene ante los retratos. Va sin maquillar, con un pañuelo del que se escapan unos mechones que en ese instante me parecen deliciosamente pecaminosos. Salgo de la brevísima exposición, no me interesa demasiado, y me encuentro con Ribera y una joven postexistencialista; sentada, consulta una PDA mientras, a su lado, espera una guía del Museo del Prado. Va de negro, boina parisina ladeada, rubia. Su rostro es más intelectual que hermoso, que también, que por eso es bello. Camino de la salida entro en una de las salas de Velázquez: se me inunda la nariz de Carolina Herrera for Her. Recorro la estancia y busco a su propietaria natural, pero me desoriento tras un aroma conocido, usurpado ahora. Las Meninas se burlan de mí, ese cuadro que me fascina y no sé si me gusta, tan extraño tratado de ontología que siempre me recuerda la caverna de Platón con sus luces y sombras, son sus engañados y engañadores, con la verdad tal vez al fondo o bien oculta y custodiada por el propio Velázquez que ya no es él sino su sombra. Una madre de no más de 35 años explica a tres hijas de escaparate los secretos del cuadro; la pequeña la mira a ella, con arrobo y confianza. Sigo, La fragua de Vulcano, más caverna de Platón, trampantojo del genio. Pasa una joven, otra, no saben que las miro ni que me interesan más aún que esa pintura contemplada mil veces. Les preguntaría si encuentran lo mismo que yo y por qué han venido; no lo haré. En el pasillo, nuevamente la postexistencialista, descanso en el banco y se sienta a mi lado a leer el libro. Lleva ropa de marca, cutis transparente y unos tacones desconcertantes. Huele a gel de baño y tiene los ojos tristes.

martes, 9 de noviembre de 2010

PALABRAS


Hay palabras como cristales de celofán, palabras de tosca madera, palabras que nunca han sido escuchadas pese a que alguien las pensó para otra piel.

Inventar, seducir al lenguaje y hacerlo cómplice de nuestros latidos, es algo que no está al alcance de un humano. Babel fue el peor de los castigos; también el mejor obsequio.

jueves, 4 de noviembre de 2010

SMS


Los pasos arrastran el transcurrir del humo

y pasan las horas como barcos cansados.

El invierno se conjura contra la luz.


Ahora debo limpiar mis gafas, recoger las palabras:

las nuevas, las distantes.

miércoles, 27 de octubre de 2010

VOCEROS


A veces, antes de comer, hago un repaso por las distintas cadenas de televisión. En alguna ocasión he visto los últimos minutos de un programa de Tele 5 llamado (creo) “De buena ley”. En los últimos días he contemplado a una mujer pelearse con su madre allí porque había llevado a su hijo -su nieto- al psicólogo sin su consentimiento; también a una joven de unos 20 años que discutía con su madre porque ésta la controlaba demasiado. Graves delitos que perturban la paz ciudadana, sin duda.

El juez escucha a las partes y se retira a deliberar. Mientras tanto… comienza el espectáculo. El público opina sin sonrojo ni prudencia, se levanta de repente, se grita, se insulta, se descalifica a los que allí van, no sé si de buena fe: “Eres una mala madre”, “Lo que has hecho no es un error, es un acto malvado”, “Demuestras ser una mala persona y muy poco hombre”… Y todo esto a voces, con la vena hinchada y el colmillo retorcido, señalando amenazadoramente con el dedo, diciendo esto de “Te voy a decir una cosa”, “No te equivoques” y demás contundentes frases que aparentemente proporcionan seguridad y prestancia al emisor.

Me dan miedo. Me da miedo el programa: es pornografía, y de la peor, indecente exhibicionismo, exaltación de la ocurrencia más radical en lugar de la reflexión sosegada.

Al final del programa, regresa el juez, llega la ley y el sentido común. Callan los voceros. De momento.

De los 30 minutos que dura el programa, me sobran 25.

Comienzo a comer unas patatas guisadas. Mientras Zapatero cambia gozosamente su gobierno yo estoy dando vueltas a lo que acabo de ver. Y me pregunto cómo es que los magistrados se prestan a ese espectáculo de turbas, cómo es que las personas (humanas) somos capaces de tanta miseria, de tanta apología de la ignorancia enfebrecida.

¿O todo esto es una campaña de promoción de la lectura?

lunes, 18 de octubre de 2010

GRADAS

Por razones largas de explicar, estoy viendo un partido de balonmano femenino. Las chicas deben tener en torno a los 16 años. Juegan bien, son rápidas y fuertes, se empujan, se miran con fiereza. Una de ellas cae al suelo y se aprieta las costillas con gesto de dolor. La parte derecha de las gradas ruge, aúlla, se levanta de un salto e increpa a los árbitros y a las jugadoras contrarias. Insulta gravemente. La jugadora que ha caído es cambiada y se sienta en el banquillo apretándose el costado. La causante del dolor va hacia ella y le dice algo durante unos segundos, le pasa la mano por el hombro izquierdo. Hay ternura y verdad en ese gesto. Algunos espectadores aplauden, no muchos entre los familiares de la dolorida jugadora.

Ellas entienden lo que es el deporte, la diferencia entre un contrincante y un enemigo. Pero a mi alrededor hay algunos padres enloquecidos, demasiados, de los que siempre parecen estar a punto de echar espuma por la boca. Incluyo madres, paritariamente. Veo en ellos una confusión peligrosa entre la competición y la guerra, entre el juego y la agresión pandillera. Demasiado sentimiento de pertenencia a lugares absurdos que nadie hubiera elegido en el mapa bajo un velo de ignorancia. Lo siento por las chicas, que merecen padres con ideas más claras.

Antes de que el partido termine me fijo en los gesticulantes entrenadores. Son la clave, son los profesores del deporte: no sólo han de saber entrenar ciertas habilidades deportivas, sino a saber estar, a ser. Son la clave en este peligroso juego de metáforas.

martes, 12 de octubre de 2010

domingo, 3 de octubre de 2010

MUDANZA



Una de las mayores pesadillas que le pueden ocurrir a alguien es una mudanza. Llevo tres en siete años. Hace varias semanas que un montón de cajas se amontonan en casa.  Unos días atrás descubrí dónde estaban los manteles y dejé de comer en una bandeja y con servilletas de papel. Las cajas contienen de todo, pero sobre todo libros. Hoy les ha tocado el turno a ellos. No sé cómo me cupieron en la casa anterior: en ésta no parece que haya sitio, y eso que es más grande.  Comienzo a ponerlos en riguroso orden alfabético: Alders,  Aldecoa… ¿Por qué está Aldecoa después de Alders? Errores de párvulo. Llego a Chandler. Antes estaba en la “Ch”; pienso si debo respetar esa letra derogada o someterme y ponerlo tras Cela y Cervantes. Cedo al dictamen de los expertos. Tengo en el salón un libro de Zweig que llevo al estudio: lo pongo al final y me da pena, tan sólo en la última balda, casi a ras de suelo, el último. Abro otra caja, sale Camus. ¿Dónde lo catalogo? No quiero separar sus ensayos del teatro y las novelas; finalmente opto por ubicarlo en “Historia de la Filosofía”, junto a Sartre, pero no estoy muy satisfecho. La tele está sobre dos grandes cajas que, a juzgar por el peso, contienen libros. No me apetece moverla y las dejo ahí: confío en que sean tomos de gran tamaño, de los que uno pone orgullosamente en el salón, como si fueran más exhibibles que una colección de novela negra o los principales textos de Kant. Veo otras dos cajas que hacen las veces de mesita de noche; en éstas he escrito “libros de salón”, bien, lo dejo de momento, hasta que compre muebles hacen servicio. ¿Por qué no rotulé todas las cajas? Encuentro otra más pequeña: “DVDs y CDs”. Creí que ya habían salido, pero hay más, claro, toda la música clásica. ¿La mezclo con el resto o la ordeno aparte? Por cierto, ¿por orden alfabético o por géneros? Y si es orden alfabético, ¿Wim Mertens en la W o en la M? Al fondo de la caja estaba la Biblia, no sé por qué. No tengo apenas libros de religión: ¿la pongo en Ética, en Historia, o es inapropiado, tal vez blasfemo? Sale la caja con la B: Borges, Benet... ¿Pongo a Borges todo junto o separo cuentos y poesía? Y Benet… tengo tres libros que no he leído nunca, pese a haberlos empezado en múltiples ocasiones. ¿Los tiro? Entre las hojas hay papeles antiguos: entradas de cine (siempre dos), rastros amarillentos de lo que fue un proyecto de poema, notas con una letra de alguien a quien habíamos olvidado. Tiro casi todo; me sorprendo sin sentir lástima ni nostalgia. Aparece una felicitación de cumpleaños de una hermosa mujer; la dejo caer en la papelera, pero la recupero de inmediato: su sonrisa está demasiado próxima. Intento ser disciplinado y sólo pensar en criterios de clasificación; repito mentalmente el alfabeto. Llevo casi tres horas; apenas una cuarta parte de los libros están en su sitio, tengo los dedos sucios, me molesta lo que se pueden llegar a deteriorar. Abro uno al azar, leo lo que subrayé, con el entusiasmo y la ingenuidad de un hombre demasiado joven.

Mejor dejarlo por hoy: no siempre es agradable sentir el viento del pasado. Tengo que pintar, comprar cortinas, matricularme en inglés...


¿Michael Nyman en la M o en la N?


sábado, 25 de septiembre de 2010

MATAR UN RUISEÑOR

A mí esto de los aniversarios literarios, como que me deja frío. Leo cuando me apetece. Y a veces coincide con ciertos números redondos de la muerte, nacimiento o publicación. Me acabo de enterar de que hace 50 años se publicó la novela Matar un ruiseñor (To kill a mockingbird), cuya autora, Harper Lee, no dio a la imprenta ninguna novela más.

Conviene obviar los tópicos: las películas a veces son mejores. Creo que es el caso. El director Robert Mulligan hizo un trabajo único. Extrajo un gran personaje de Gregory Peck, actor un tanto blando e inexpresivo que había participado, entre otras que yo recuerde, en algunos films de Hitchcock en los que no hay la necesaria entrega y pasión (Recuerda, El proceso Paradine). Pero el Atticus que crea en la película es único, mucho más complejo y cercano, más matizado, más próximo. Es el mejor padre de la historia del cine, un papel intenso, sin gritos, sin llantos, sin superfluos histrionismos. Un personaje contenido, pero de los que hacen grande a un actor. Inolvidable. De esos que llenan la pantalla con una mirada, un movimiento de ojos, una frase certera.

Los niños, sus hijos en la ficción, no volvieron a actuar, que yo sepa. Pero sobrecoge su naturalidad e intensidad. De hecho, es Scout quien narra, pero Jem, su hermano, es el contrapunto necesario, porque es un varón y porque está abandonando la niñez, a veces con dolor. Es también la fuente de información (la evocación más bien) de Scout sobre otro de los personajes poderosos: la madre muerta y ausente, que Scout quiere recordar sin conseguirlo.

Son tantos los temas planteados que daría para varios folios. Sólo quiero recordar algunos: hablan (libro y peli) de la educación de los hijos, de abusos sexuales, de los derechos de las minorías, de los desajustes de la sociedad, de la función de la religión… Hay héroes y villanos en un momento en el que no era fácil colorear de negro a los héroes o las víctimas y tampoco mostrar a un blanco maltratador y borracho.

La película contiene una escena que siempre me pone los pelos de punta. Atticus Finch ha perdido el juicio y Robinson es condenado. El público abandona la sala. Todos menos la comunidad negra, en la planta alta: no se mueve nadie. Cuando Atticus se dispone a irse, ellos se ponen de pie. Y el reverendo le dice a Scout: “Levántese, señorita Jean Louise, su padre se marcha”. Nunca se ha rodado tan bien a un héroe que, pese a ser derrotado, ha triunfado. Sólo ellos saben qué es el bien y la verdad.

Pero hay un mensaje de esperanza en toda la devastación y tristeza que destila la historia. Somos así: crueles, falsos, despiadados y de fácil olvido. Sin embargo, gente como Atticus Finch, como sus hijos, hacen que no todo esté perdido y que la Justicia -con mayúscula- sea algo más que una palabra.

Y también está Boo Radley. La inocencia. El bien sin artificios. La ley natural.

http://www.youtube.com/watch?v=gKkS7fxMnEU&feature=fvsr

jueves, 16 de septiembre de 2010

PÈRE LACHAISE

Cuando ya se han cumplido con los ritos parisinos habituales, nos preguntamos aquello de “Hoy, ¿dónde vamos?”. Por eso hay que volver: para demorase en las calles y visitar los lugares que antes no considerábamos imprescindibles.

Una mañana, la última del viaje, estuve en el cementerio Père Lachaise. En sí es un monumento, con esculturas de importantes artistas, con muchísimas referencias laicas y de religiones no cristianas en sus tumbas, con epitafios ingeniosos y otros que encierran grandes historias y complejísimos dramas. A la entrada dan mapas que facilitan la idolatría póstuma. Pero yo recomiendo perderse sin prisa, leer en la piedra, no dejar de asombrarse.

Se encuentra uno, desde luego con la horrible tumba de Oscar Wilde, cubierta de besos y grafiteada con frases que uno desearía más ingeniosas (se trata de un literato, no de un ídolo de quinceañeras). Aparecen, discretas, las de Marcel Proust, de Gilbert Bècaud, de Yves Montand y Simone Signoret (conjunta), de Edith Piaf. Descubrimos, por el inconfundible y espeso aroma, y por los acordes de una armónica, que hemos llegado al espacio de los fieles de Jim Morrison.

Está también la zona napoleónica, encontramos al creador de la homeopatía, a Saint-Simon, al urbanista Haussmann, a Chopin…

En un lateral, de repente, desaparecen las referencias religiosas y empieza el horror. Enormes monumentos funerarios recuerdan los campos de concentración. El silencio es más espeso; conocemos qué ocurrió y es bueno que se recuerde. No hay complacencia. Decía Nietzsche que sólo lo que no deja de doler permanece en la memoria. En Francia parece que se pretende. Pero muchas nuevas generaciones ya no saben lo que es esto. Demasiada ignorancia.

Hay en este lugar del cementerio algunas tumbas, o únicamente monumentos funerarios, dedicados a españoles. Lo que no hay en España. Merece la pena detenerse, leer sus inscripciones, pensar.

Tras franquear las puertas de salida, París es otro, es más.

http://www.youtube.com/watch?v=l85WowbJeqc

lunes, 6 de septiembre de 2010

NUCOFILIA

Frente a la clásica división del deseo masculino en tetófilos y culófilos, me declaro absolutamente nucófilo (sin desdeñar lo otro, desde luego, que hablamos de poliédricos asuntos). Me gustan las nucas, qué le voy a hacer. Me gusta su deliciosa indefensión, su espacio y sutileza. Me gusta poderlas mirar impunemente, con morosidad, sin mostrarme ni parecer agresivo, sin que ninguna mujer pueda molestarse por el movimiento de los ojos, que, de frente, parecen no querer demorase y recorren furtivos y velocísimos. Con las nucas es distinto.

En una nuca la cabeza se desborda en cuerpo. El pelo desaparece y comienza la piel.

La nuca es curva suave y melancólica. Se desliza, construye los hombros, se opone abruptamente a ellos, tan rotundos, los prefigura y niega. Bajo la nuca aparecen las estribaciones de la columna. Comienza la espalda, tan negada y tan bella. La infinita espalda, el despliegue de la piel mesetaria.

La nuca exige ser besada y acariciada, de cualquier modo y de todos los modos, y entonces reparte erizamientos a lugares remotísimos y altera el ritmo preciso de la respiración. Hay en ella un secreto encriptado, pero no siempre es imposible encontrar la clave.

No existe orgulloso autoconocimiento, es belleza ignorada; tal vez por eso es importante.

Es materia, un lugar donde reposa y crece el erotismo, esa idea tan material.

Definitivamente, me gusta.

domingo, 29 de agosto de 2010

IMPRESIONES DE PARÍS


Temo escribir sobre París. Incurrir en tópicos es muy fácil, demasiado. Pero el riesgo no impide que me atreva a equivocarme.

Hay ciudades que tienen aroma, como Estambul. En París hay cine, palabras, historia, arte filosofía. Es una ciudad impresionista, es decir, hay que verla primero de cerca y después desde la distancia. En París está Camus, y también Brel, Rohmer, Descartes, Voltaire…

Hay puestos de libros a la orilla izquierda del Sena, en uno de los cuales compré L’amour et l’Occident, de Denis de Rougemont, que perdí en una mudanza (o alguien no me devolvió). Luce mucho, aunque mi nivel de francés está muy lejos de poder leer con fluidez un ensayo sesudo.

Comí un cuscús (¿cómo se escribe correctamente?) en Montmartre y galetes en el Marais. Vi en este barrio fascinante un establecimiento de pizza kosher (¿qué demonios será eso, si se me permite casi blasfemar?).

Hice casi todo lo que se espera de un turista. Pero también miré mucho a la gente, en el metro, por la calle. Vi parejas de distinto color, muchas, y mujeres muy hermosas de cualquier edad y procedencia. Lo siento si parezco un viejo verde: lo soy. Cerca del Centre Pompidou una joven llevaba uno de esos vestidos que sólo se ven en las pasarelas, altiva, delgada, con más superficie de pecho a la vista que oculto (ahora que caigo, no era como en las pasarelas: tenía vida en los ojos).

Fui al cementerio Père Lachaise, que no conocía. Allí vi, entre otras, la tumba de Edith Piaf. Pensé en ti, Clotho. En una zona, agrupadas, esperaban los terribles -por necesarios- monumentos funerarios que recuerdan el horror de los campos de concentración y a los republicanos españoles. Debo hablar con calma de este lugar. En otro momento.

París me pareció una ciudad de bicicletas municipales y de parejas que llevaban a parques y plazas una botella de vino, dos copas y un mantel y se miraban a los ojos; eso no se llama botellón ni tiene sentido prohibirlo.

Hice fotos absurdas, o no tanto. Boletus se rió de mí. Le dije que era para escribir sobre ellas, porque no quiero que mi memoria borre esos instantes. Y lo haré. Son fotos de mala calidad que intentan captar instantes de vida. Porque París es también la gente, los nómadas y los indígenas. Los que buscan el eco de un recuerdo o la posibilidad de un encuentro. Los que van a la compra y tiran la basura esquivando turistas. Los que simplemente buscan su vida y sustento.

Olvidé este verano tan difícil, tan cansado. No quise pensar más que en esa ciudad y sus calles. Cerré los ojos a menudo. Recobré el ansia por un cine y una música que siempre me han gustado pese a la murga de lo anglosajón.

Y pensé que no tenía sentido la pureza de lo parisino, con sonidos españoles que buscan un restaurante marroquí a la salida de un monumento en el que les ha atendido un senegalés, al igual que a una japonesa que viajaba sola y a dos italianos que le decían algo en un idioma parecido lejanamente al inglés.

Me sentí bien. París me pareció impresionista. Y mestizo.

martes, 17 de agosto de 2010

DE COMPRAS EN IKEA

Llego a Ikea a la hora de comer y tengo hambre. Albóndigas suecas, que no se parecen en nada a las de la abuela. Estoy solo en una mesa demasiado grande. Qué triste. A Ikea vienen familias, muchas parejas jóvenes, bastantes gays. No pertenezco a ninguna de esas categorías y por eso estoy comiendo solo en una mesa demasiado grande. En la caja me ha atendido un muchacho, muy joven. Parece que aquí es un mérito tener menos de 25 años. Los empleados trabajan deprisa. Al poco tiempo los he clasificado en dos grupos: los de mirada ausente y lo que no. Supongo que los primeros acumulan cansancio, infinitas horas de trabajo, sueldos poco acordes con el esfuerzo y mucha presión de sus jefes inmediatos (que a su vez serán presionados por los suyos). Pero está el otro grupo, con sus mismos problemas y necesidades, pese a lo cual llevan la sonrisa puesta. Hablo de una sonrisa natural, no aprendida en un cursillo rápido y prendida falsamente al rostro.


“Que tenga un buen día”, me ha dicho Manuel, el cajero, cuando me ha devuelto el dinero del cambio por la comida. “Tú también”, he contestado, y de inmediato me he sentido estúpido. Yo tendré un buen día, él probablemente no, intercambiando dinero con personas que, en la mayor parte de los casos, no miran, no contestan, no agradecen. Pero ahora, sentado mientras engullo la tercera albóndiga, pienso que sí tendrá un buen día, porque la alegría la pone él, porque ha decidido hacer de ese trabajo rutinario algo que merezca la pena. Y esas palabras le sacan de la alienación de la caja, el ticket y las vueltas. “Que tenga un buen día”: no es mucho, pero es más de lo que los antropoides saben decir. Me miraba a los ojos, yo no era únicamente alguien que se dejó 6,05 € en el restaurante. No, por un instante fuimos dos personas que se desearon un buen día.


Le miro desde mi cuarta albóndiga. Su ridícula gorra es demasiado
pequeña y la lleva ladeada. Qué importa. Seguro que algún jefe tarugo le llama al orden, un estreñido que no entiende más que de balances y objetivos. Este muchacho es educado, sincero, se gana el sueldo y no está de más en la vida.


Estoy con la quinta albóndiga cuando me dicen: “Disculpe, señor”. Una latinoamericana me solicita espacio para pasar con un montón de bandejas utilizando un castellano cantarín. Me aparto, claro. La sigo con la mirada. Una familia le pregunta algo unos pasos más allá. Veo su sonrisa y los brazos que señalan. “Gracias”, dice el padre. “No hay por qué darlas”, responde ella. ¿Cuánto cobrará, cuántas horas aquí haciendo un trabajo aún más rutinario que el cajero, quién la espera después?


Hace tiempo trabajé en un hipermercado. Alguna vez, mientras colocaba conservas de atún o botes de tomate en las baldas, un cliente pedía algo que no encontraba. Me echar
on una bronca por responder pormenorizadamente, incluso por acompañar o alcanzar una mercancía demasiado alta. “Los productos se venden solos”, me dijo el amargado que tuve como jefe. Creo que las grandes superficies han corregido ya esos errores. Necesitamos ojos y palabras. Una sonrisa del personal de limpieza y una inflexión amistosa en el tono de voz de un cajero son la imagen permanente de una marca, de un comercio. Y venden, claro que sí.


Sólo compré una vela aromática, un escurrecubiertos, dos sillas, un blíster de pilas alcalinas y un par de bombillas de bajo consumo. Pero con la sexta albóndiga ya estaba escribiendo este post.

miércoles, 11 de agosto de 2010

LIBERTÉ, ÉGALITÉ, FRATERNITÉ

Los doctrinarios siempre hablan a los demás como si fueran sus alumnos o sus siervos. Quien es humano lo hace como un hermano a otro hermano. De hombre a hombre.

Stefan Zweig: Castelio contra Calvino. Conciencia contra violencia, ed. Acantilado, pág. 175.

sábado, 7 de agosto de 2010

EN LA PLAYA


Durante los largos años de la infancia, la playa era el modo natural de pasar el verano. Vuelvo ahora, mucho tiempo después, renuente al principio. Pero descubro cada julio o agosto un plácido bienestar, una falta de actividad que me hace redescubrir la semántica de la palabra vacaciones.

Llevo sombrilla, bolsa con fruta y libro, silla, toalla, móvil, gafas de sol, protector solar y unas dosis inagotables de pereza.

Algunos días no me baño. Pero paseo siempre. La playa es el más barato, más democrático y más sencillo de los placeres. Sólo me molestan algunas cosas. Por ejemplo, el empeño de tanta gente en jugar a las palas al borde del mar. Tampoco me gusta el desorden de ciertos niños asilvestrados cuyos padres parecen haber renunciado a inculcarles lo que en otro tiempo se llamó urbanidad. Me molesta especialmente la suciedad, que nunca falta: la gente va a la playa y come y bebe y fuma, y a menudo allí quedan los restos y las sobras, las papeleras están tan lejos…; algunos incluso entierran superficialmente los restos, deben creerse civilizadísimos.

En el haber, el gran invento del MP3, que nos ha ahorrado el sonsonete de la Pantoja o las horterísimas canciones del verano. Otro elemento positivo, que es una forma de respeto epidérmico (en los dos sentidos de la palabra), es ese precepto que podríamos llamar “vaya usted como le dé la real gana”. Pues eso. Bañadores, bikinis, tangas, slips, toplesses, zonas nudistas… Gordos y flacos, tiburones marcapaquetes, siliconadas, corrientitos, adolescentes, ancianos, latinos,niños con pañales, madres jóvenes, desteñidos, algún que otro profesor de filosofía… Me gusta especialmente ver cómo hay personas reconciliadas con su cuerpo, que no dudan en exhibir kilos de más, tallas desmesuradas de pechos que hace tiempo perdieron la firmeza, o al revés, que nunca fueron más allá de una discreta 80. Porque los hombres casi nunca hemos tenido esos reparos; es un clásico el paseante con bigotazo y tripa cervecera, orgulloso de sí y burlón de ésos que han pasado el invierno en el gimnasio en vez de dedicarse a practicar el único deporte que conocen: el levantamiento de vaso.

Me gusta especialmente la transformación en la estética de las embarazadas: hace poco aún ocultaban su vientre prominente con mucha tela. Bañadores para embarazadas, no se esperaba otra cosa. Hoy pasan en bikini, orgullosas de su tripa, el ombligo hacia fuera, la sutil línea recorriendo su abdomen. Alguna se atreve a mostrar sus pechos. Demasiada belleza para puritanos y meapilas. Recuerdo una joven que paseaba su preñez hace un año y casi espero verla de nuevo. Llevaba la vida en el rostro, el futuro en su sonrisa.

Hoy luce amenazadora la bandera roja. Doy mi diario paseo y después cojo el voluminoso libro de Arturo Pérez-Reverte. Me quedan aún 400 páginas. A la sombra, sin prisas.

Qué placer.

miércoles, 4 de agosto de 2010

DIGNIDAD


-Si no debes defenderlo, ¿por qué lo defiendes?

-Por varios motivos -contestó Atticus-; pero el principal es que si no lo defendiese, no podría caminar por la ciudad con la cabeza alta, (...) ni siquiera podría ordenaros a Jem y a ti que hicieseis esto o aquello.

-¿Quieres decir que si no defendieses a ese hombre, Jem y yo ya no deberíamos obedecerte?

-Eso es, poco más o menos.

-¿Por qué?

-Porque ya no podría pediros que me obedecieseis. (...)

-¿Ganaremos el juicio, Atticus?

-No, cariño.

-Entonces, ¿cómo...?

-Simplemente, el que hayamos perdido cien años antes de empezar no es motivo para que no intentemos vencer -respondió Atticus.


Harper Lee: Matar un ruiseñor, ed. Z, págs. 116-117.

sábado, 31 de julio de 2010

martes, 27 de julio de 2010

VACACIONES


-¿Dill?

-Mmmm?

-¿Por qué no se ha fugado Boo Radley? ¿Qué crees?

Dill exhaló un largo suspiro y me volvió la espalda.

-Quizá no tenga adónde huir.

Harper Lee: Matar a un ruiseñor

http://www.youtube.com/watch?v=9Uir-0AXgJE&feature=related

jueves, 22 de julio de 2010

FLATUS VOCIS


Lo que se oye:

Aprendizaje significativo, actividades iniciales de motivación, LOE, competencias básicas, no se aprende filosofía se aprende a filosofar, ACNAES, programación de aula, el profesor vehiculiza el conocimiento, Decreto 85/2008, Plan de Trabajo Individualizado, Vitgotski, aprendizaje en espiral, Marchesi, PAU, Proyecto Educativo de Centro, actividades interdepartamentales, prueba objetiva de constatación epistemológica, estrecha colaboración con el Departamento de Orientación, Piaget, atención a la diversidad, el devenir espontáneo del propio diálogo en el aula, indicadores, pruebas de diagnóstico, PAEG, interdisciplinareidad, Lipman, Izuzquiza, Ekkehard Martens, hacer que el alumno sea el protagonista, Hot Potatoes, transversalidad competencial, aprender a aprender, conflicto cognitivo, indicadores de desempeño, Ausubel.

Alternativas:

Guillotina (conceptual), navaja de Ockham, silencio zen, vida sexual intensa, educa r a tus propios hijos, bricolaje. Realismo. Verdad.

jueves, 15 de julio de 2010

LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE

Ya estamos en la mitad del proceso de concurso oposición. Nadie todavía ha hablado de voluntad ni de esfuerzo. Sólo dos de responsabilidad. El mensaje está errado (y herrado). El medio es el mensaje. La invención de la ley es la invención de la realidad: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Wittgenstein me inspira. Y Nietzsche: el que acuña los conceptos acuña los valores. Y por lo tanto la cosmovisión.

Decía Camus que la verdadera destrucción del lenguaje reside en la consigna. Repitamos pues.

viernes, 9 de julio de 2010

TRIBUNAL

Llevo unos días de tribunal de oposiciones. Estamos ya recibiendo opositores, que han presentado una programación didáctica que tienen que defender y explicar ante el tribunal. Han llegado vendedores de humo, también algunos opositores muy tranquilos y seguros de su trabajo, y guías turísticos que recitan su cantinela. Hay resentimiento en ciertas miradas, hay cansancio, deseo, abatimiento. Pero no dejo de ver personas en lugar de exámenes.

El tribunal sabe que es mentira lo que el opositor le cuenta. El opositor sabe que es mentira lo que cuenta. El tribunal sabe que el opositor sabe que es mentira lo que cuenta. El opositor sabe que el tribunal sabe que es mentira lo que él cuenta. Pero todos fingen -fingimos- , todos colaboramos mansamente. Nada en este proceso tiene que ver con la realidad. Sin embargo, todos lo saben, pese a lo cual colaboran con una ficción hecha de palabras que edifican con luminosa apariencia eso que llamamos sistema educativo. Esas que se llaman escuela inclusiva, constructivismo, plan de trabajo individualizado, recursos cognitivos, implicación del profesorado en el Plan Educativo de Centro, atención a la diversidad, motivación, etc.

En este búnker no hay ventanas.

martes, 22 de junio de 2010

BÉRGAMO-BARAJAS

Cuando escribo estas líneas estoy volando hacia Madrid. Son las 22:45 de un 20 de junio, noche cerrada, cielo completamente cubierto de nubes. El avión da sacudidas, algunas laterales, oigo crujidos metálicos. Nada grave, según parece, pues el personal de cabina sigue pasillo adelante, ofreciendo productos absurdos. Nadie parece asustado, sólo yo, que cierro los ojos y respiro metódicamente, como si fuera una embarazada en un curso de preparación al parto. Pasa una azafata (o auxiliar de vuelo, no conozco la diferencia), preciosos ojos, con el carrito de las bebidas, pero no veo el whisky y me da vergüenza pedir uno. Pienso que si de repente apareciese otro avión y chocasen en el aire, nadie sabría de nosotros ya, nadie encontraría la libreta en la que escribo, y este post no llegaría a ver la luz. Por los altavoces dicen algo en inglés que no entiendo. No parece, a juzgar por el tono, que sea una advertencia de peligro, tipo “Recen sus oraciones” o “Despídanse de sus seres queridos y no olviden incluir sus últimas voluntades en un SMS”. En efecto, ahora lo dicen en español: ofrecen unos cartones de lotería a los que los pasajeros hacen menos caso aún que a las turbulencias. Este avión parece la teletienda.

No puedo dejar de fantasear con peligros que no son racionales, pero que brotan de algo profundo: el miedo no puede ser otra cosa que irracional, por eso no se remedia con argumentos. Intento fijarme en la azafata de los ojos hermosos, que ahora sonríe artificiosamente, sin convicción, seguramente ha aprendido en un cursillo rápido para líneas de bajo coste. Qué queríamos por ese precio. De hecho, se ha olvidado y ahora fija la mirada en el vacío. ¿Está cansada o piensa en alguien? ¿Quién la espera? ¿Dónde? ¿Le gustará besar su nuca que exhibe con elegancia y gracia?

Mi hijo está a mi lado y se ríe de mí. Hace lo correcto, en una hora estaremos en nuestra cama y yo cerraré los ojos pensando en estos temores estúpidos: los aviones no se caen. Pero no puedo evitar obsesionarme: lo natural es estar abajo, no aquí. Y vuelvo a lo que ocurriría si el avión se estrellase. Alguien abrirá la puerta de mi casa y vaciará los armarios, tirará los yogures que compré el jueves porque habrán caducado. Y no planchará las camisas que esperan en el armario. Abrirá este ordenador, leerá algo; después, cansado, borrará todos estos años de trabajo y todas las palabras que he escrito vanamente.

Noto un nuevo movimiento brusco. El piloto (o el sobrecargo, qué ignorante soy) nos informa de que estamos iniciando la maniobra de aterrizaje. Voy a sobrevivir otra vez. Tendré que planchar mañana.

sábado, 12 de junio de 2010

SOBRE EL DESEO

“No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso. No hay poeta, por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados. La belleza no es privilegio de unos cuantos nombres ilustres”

Jorge Luis Borges:
Los conjurados
Estoy leyendo Las arquitecturas del deseo, de José Antonio Marina. Recomiendo todos sus libros porque es un pensador concienzudo y metódico, un tipo que se ha pasado la vida leyendo y pensando, y ahora escribe de manera torrencial pero no precipitada.

Esta mañana he releído alguna de sus páginas y he encontrado estas dos joyas:

“El animal pervive solamente. El hombre super-vive. No es que viva por encima de sus posibilidades –esto sería quimérico-, sino por encima de sus realidades, es decir, vive en el amplio territorio de la posibilidad, de la irrealidad, del subjuntivo. (¡Ah, si hubiésemos sabido que eso era posible!)”. (pág. 125)

“Y una pregunta se impone. ¿De dónde procede esa hybris, esa soberbia, esa ansiedad inextinguible? De que la inteligencia humana, estando anclada en lo finito, es capaz de pensar la infinitud. Eso nos condena a la frustración o a la esperanza, según nos apoyemos en uno u otro de los términos –finitud o infinitud-, pero, sobre todo, nos convierte en experiencia metafísica. El espíritu transforma nuestros deseos eliminando su inocencia animal al penetrarlos de libertad y de indeterminación. Debemos elegir nuestra situación”. (pág. 126)

martes, 1 de junio de 2010

ONTOLOGÍA PEDAGÓGICA (EL EMPERADOR VA DESNUDO)


He corregido Selectividad unas cuantas veces. Este curso también, empiezo el lunes. Y siempre me sorprendo. En algún caso (pocos) por el altísimo nivel de ciertos alumnos, muy lejos de la madurez intelectual que yo tenía a su edad. En otras ocasiones, las más, por sus inexistentes conocimientos o sus impúdicas burradas. No puedo resistir la tentación de reproducir algunas, sin correcciones de ningún tipo, en bruto. Todas ellas pertenecen al mismo año, allá por 1999, en el que me asignaron la corrección de uno de esos Colegios en los que los chicos aprueban siempre. Porque están motivados, porque el ideario del centro les estimula, porque los profesores están a su lado, siempre apoyando... ¿Qué importan unos errores anecdóticos como los que vienen a continuación?

REDACCIÓN: LA CRÍTICA DE NIETZSCHE A LA MORAL Y A LA RAZÓN
• Los hombres han inventado el mundo del más allá, denominado supra-renal.
• El nihilismo es el kit de la cuestión.
• La filosofía de Nietzsche es muy enrrevesada cargada de metáforas y anaforismos, lo que hace que tenga diversas aceptaciones.
• Nietzsche divide la historia de la moral en 3 etapas, la pre-molar...
• Con la llegada del nihilismo, es decir, la no existencia de Dios, el mundo se ve arrojado a una vida sin sentido, que no llega a ningún sitio y cuyo fin es la evaporación de la raza humana.
• Hay dos reflexiones de Nietzsche sobre las que discierno en absoluto.
• Nietzsche aplica la voluntad de poder a la unidad del rebaño y esta unidad se transforma en estamento que puede modificar su vida. Cabe preguntarse si la perfección de Platón es posible, bueno puede serlo pero no todavía ya que esta unidad del rebaño tiene que evolucionar y perfeccionarse hasta llegar al concepto de superunidad y en el caso concreto del superhombre, este concepto está ligado con el antropocentrismo, es el hombre perfecto que ha ido evolucionando y corrigiéndose, es decir, aprende de sus errores, aprende del eterno retorno. Estos nuevos valores del hombre resentido por la antigua moral, es decir voluntad de poder, antropocentrismo y eterno retorno, destruyen la antigua moral, la moral del débil. El hombre deja de preguntar en la reacción de las cosas para basar su conocimiento en la realidad, es decir, deja de preguntar para llegar a crear él la respuesta.

REDACCIÓN: DIFERENCIA SEXUAL, NATURALEZA Y CULTURA EN ROUSSEAU
• Rousseau nació en Viena en el siglo XVIII fue un hombre muy introvertido, lo que le llevó a ser marginado por sus propios compañeros, llegando a actuar en la 'Enciclopedia’.
• El hombre al unirse en sociedad, forma como una piña, pero algo mal construida.
• El hombre cuando realizó la primera revolución no lo hizo por cultura sino por deducciones filosóficas, morales y naturales.
• A causa de la cultura el hombre se hace sediento de placer y necesita mujeres desvirtuosas, muy criticadas por él.
• En el estado de naturaleza, cuando el hombre sentía la necesidad de procrear se tiraba encima de cualquier hembra que pasara por delante sin darle importancia a su físico. Pero luego los sentimientos y las preferencias hacia la hembra empezaron a ser más comunes y de este modo se llegó al término de lo que hoy conocemos como pareja.
• Las figuras filosóficas nunca han ayudado mucho puesto que dejaban de lado a la mujer e incluso se declaraban misógenos como Platón o Nietzsche, hasta la aparición de J.P. Satre la figura de la mujer en la filosofía había sido nula, ponemos este ejemplo por la influencia de Simon de Bohuar en todas sus obras.

REDACCIÓN: VALORES MORALES, GENEALOGÍA Y NIHILISMO EN NIETZSCHE
• Como bien se ve en este pedazo de texto, dicha apreciación valorativa es una apreciación favoritiva, es decir, que favorezca a todos los hombres superiores.
• El pensamiento de Nietzsche fue contradictoriamente crítico.
• El Superhombre utiliza la vida vital.


Y de postre, una colección de las últimas insensateces cometidas por mis alumnos de 2º de Bachillerato, que no todo va a ser culpa de los colegas de los colegios privados.

• Wolff piensa en la acción de racionar para conocer.
• Nietzsche critica la ética odontológica porque la considera contraria a la vida.
• Ortega y Gassett trata de ligar la razón a la vida (raciovitismo).
• Anselmo de Canterbury intentó demostrar la existencia de dios a través de su argumento deontológico.
• Kant repercutió mucho en el s. XIX en Fietch y Haves y en el s. XX en Derrest y en otros 2 ingleses.
• En la actualidad Platón tiene una escasa influencia, pero aun se ve en su libro e incluso películas.
• El demiurgo crea las cosas a partir de las ideas porque está triste.
• El mundo inteligible se divide en razón (dianoia): basada en la superstición. Y la razón verdadera (noia): que es la sabiduría.

martes, 25 de mayo de 2010

ALBERT CAMUS III: LA ALEGRÍA

A Madame Olenska le gusta mojarme la oreja con este escritor. Sostiene que es un comelimones, una inyección de amargura y el tipo ideal para no salir con él de marcha. Se equivoca, claro. Y, además de esa cena que le pagaré para explicárselo, le he prometido indagar en sus libros para buscar la justificación de lo que pienso.

La clave, lo que quiero explicar con estas frases, es que no hay que confundir la alegría con ser un iluso. Alegre es el que se hace cargo de su vida sin narcóticos, el que mira cara a cara a la verdad, el que es consciente de que no hay más, pero también de que la respuesta no puede ser el nihilismo, ni el todo vale, ni el suicidio. Alegre es el que no se conforma, el que inventa, el que crea. No el que se pone una máscara encima de otra, no el que busca mensajes de consuelo que son pura mendacidad (y también mendicidad), no el que nutre de ideología a las arterias del cerebro, sino el artista, el que desafía, el que cree que algo mejor es posible. Y todo esto, contra los hechos, la Historia y los prejuicios.

Ahí van unos extractos de los libros de Camus. Que cada cual juzgue:

“La rebeldía nace del espectáculo de la sinrazón, ante una condición injusta e incomprensible. Pero su impulso ciego reivindica el orden en medio del caos y la unidad en el corazón mismo de lo que huye o desaparece. (…) Su preocupación es transformar” (El hombre rebelde, p. 17).

"Los hombres de mi generación han visto demasiadas cosas para imaginar que el mundo de hoy pueda parecerse a una biblioteca de novelas rosa. Saben que existen las cárceles y las ejecuciones al amanecer; saben que a veces se mata la inocencia y puede triunfar la mentira. Pero eso no es desesperación. Eso es lucidez. ¡La verdadera desesperación es totalmente ciega! La verdadera desesperación es la que consiente el odio, la violencia y el crimen. Yo nunca he cedido a ese tipo de desesperación” (Fragmento de una entrevista en Radio Argel, realizada por Emmanuel Roblès en noviembre de 1947; recogido por el mismo autor en su libro: Camus, hermano de sol, pp. 108-109).

“Desde el momento en que se le reconoce, el absurdo se convierte en una pasión, en la más desgarradora de todas. Pero toda la cuestión consiste en saber si uno puede vivir con sus pasiones, en saber si se puede aceptar su ley profunda que es la de quemar el corazón que al mismo tiempo exaltan” (El mito de Sísifo, p. 37).

“Seguro de su libertad a plazo, de su rebelión sin porvenir y de su conciencia perecedera, prosigue su aventura en el tiempo de la vida” (El mito de Sísifo, p. 91).

“La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con el desprecio. (…) Toda la alegría de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso” (El mito de Sísifo, pp. 160-162).

“Rieux decidió redactar la narración (…) para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” (La peste, p. 234)

“Por mi parte nunca dejé de luchar contra este deshonor y no odio sino a los crueles. En medio del más negro de nuestro nihilismo, sólo busqué razones que permitieran superarlo. Y no hice esto (…) por virtud ni por rara elevación del alma, sino por una fidelidad instintiva a una luz en la cual nací y en la cual, desde hace millares de años, los hombres aprendieron a celebrar la vida hasta en el sufrimiento” (El verano, p. 37).

“…la rebeldía, cuando desemboca en la destrucción, es ilógica. Reclamando la unidad de la condición humana, es fuerza de vida, no de muerte. Su lógica profunda no es la de la destrucción; es la de la creación” (El hombre rebelde, p. 331).

martes, 18 de mayo de 2010

SUCEDIDOS DE HOY

Por la mañana voy al instituto. Hablo con mis compañeros de la puñalada trapera que nos ha dado ese campeón de la clase trabajadora que nos gobierna. Leo que el 60% de la población apoya las medidas. Uno de mis colegas me dice que qué vamos a hacer si hay crisis. Otros, que de ninguna manera hacen huelga. Uno me dice que estoy muy revolucionario. El último en sumarse a la conversación añade que con Rajoy sería peor.

En el recreo me voy a tomar un café al bar de enfrente. A mi lado, un compañero que milita en el Partido Socialista. Saco el tema a relucir. Espero ingenuamente que me diga que ha devuelto su carnet y se ha dado de baja. También milita en UGT. Esquizofrenia se llama tal sinvivir.

Luego, examino a mis alumnos de 2º de Bachillerato. Algunos dicen unas tonterías como catedrales; a otros no les ha sido presentada la lengua castellana. Aprobarán: el sistema educativo prevarica. Y luego condenan a Garzón por prevaricación…

Por la tarde me pongo a corregir en casa. Enciendo la radio. El obispo de Sigüenza-Guadalajara considera que las medidas del gobierno son necesarias, aunque difíciles. Vaya, la Iglesia siempre echando una mano. Es que la economía es su fuerte, tal vez porque su reino no es de este mundo... Por supuesto, nada de tocar el sueldo a los curas ni de pagar ellos a los profesores de religión. José Sánchez se llama el monseñor.

Dejo de corregir. Pongo la tele. Hay un programa que se llama “El diario”. Llega una mujer joven a quejarse de su ex, que no paga las deudas, que la van a echar del piso. Llega el tipo, se sienta, se ponen tensos, ella rompe a llorar, él dice que no quiere hablar de eso, se levanta y se va. ¿A qué ha ido? ¿Y a qué ha ido ella? ¿Para qué sirven los tribunales y las leyes?


Comienzan los telediarios. Aniversario del wonderbra. Villa va a fichar por el Barça, Mouriño coquetea con el Madrid. Esperanza Aguirre inaugura una Ciudad Deportiva. Ni siquiera tengo ganas de que mañana gane el Atlético. Me iré al cine.

Y para que no se diga que estoy enfadado (que lo estoy) y que sólo hago crítica destructiva, ahí van unas sugerencias al Presidente Zapatero: despido o recorte de asesores, consejeros, autonomías de chichinabo, también un par de collejas a las otras, fin de gratuidades a quien pueda pagarlas, cierre inmediato de todas las televisiones públicas (muy especialmente las inutilísimas y carísimas de todas las autonomías), eliminación de subvenciones a todo tipo de festejos y chirigotas, incluidas las iglesias varias, supresión del senado, de las diputaciones, de los colegios privados gratuitos, de los profesores de religión con sueldo público, de las loterías que siempre tocan a Carlos Fabra y no a los demás, reducción del número de diputados o posibilidad de que voten por teléfono desde casa (total, todos hacen lo que les manda el jefe), venta de la patria a Alemania, deserción de la ciudadanía (yo me hago noruego)… Pues eso.