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lunes, 29 de junio de 2015

EVALUACIONES

Esto de las evaluaciones, si está bien hecho y es sincero y anónimo, está muy bien.

Hace poco me preguntaron si había sido de mi agrado un tóner para mi impresora. Lo valoré muy mal: un mes me duró, cuando lo normal es casi un año. A las pocas horas recibí un correo ofreciéndome el cambio por otro o la devolución del dinero. Eso se llama atención al cliente.

Un año atrás, en una sesión del tribunal del que formé parte, hacía un calor casi tan horroroso como el de hoy. Compré una botella de agua en la máquina del pasillo… y nada, que no salía por muchos botones que apretase, ni el agua ni las monedas. Apunté los datos de la empresa y escribí un correo desde casa. Tampoco tuve que esperar más que unas horas para recibir respuesta: con gran atención se disculparon y me ofrecieron la restitución del dinero “perdido”. Excelente, en plazo, tono y proporción.

Ahora estoy en los últimos días del curso. En el último examen, doy a mis alumnos un cuestionario (anónimo) sobre 20 cuestiones para que puntúen. También pregunto lo mejor y lo peor, de ellos y de mí como profesor. Me llama la atención el apartado que pregunta por lo peor de la asignatura y profesor. Nunca me faltan al respeto, pero encuentro frases como éstas:

-“Habla mucho cuando los alumnos hacemos un examen”. Cierto, me aburro, debo callarme y dejar que se concentren. Supongo igualmente que se darán cuenta de lo que se molesta cuando alguien habla mientras otro trabaja.

-“El libro es muy antiguo y el profesor, cuando suena el timbre, aún no ha acabado, aunque no pasa nada”. Verdad todo ello. Se refiere al libro de Ciudadanía, que tiene ya ocho años, en los que muchos alumnos lo han manoseado (debe ser hasta tóxico). También es verdad que suelo alargarme uno o dos minutos; son como el tiempo añadido en un partido, por lo que se ha perdido al principio.

-“Muy pocas veces habla de cosas que no son tan importantes”. Qué pena que sea anónimo, porque no entiendo nada.

-“Tiene algo de prisa (siempre) y no suele explicar las palabras. Cuando pregunta si lo entendemos decimos que sí, pero muchos no”. Lo de la prisa… no sé qué quiere decir, tal vez que explico rápido, no creo. Lo otro… no soy adivino.

-“Debería limitarse al libro, a leerlo en clase y a comentar lo que pone”. Estas palabras me asustaron, pertenecen a un alumno de 2º de Bachillerato. Creo que no he sabido explicarle lo que es un profesor y menos aún qué es la filosofía.

-“Se va por las ramas, y a veces ya no sabemos en qué autor o tema estamos”. Lo acepto, tiendo a la dispersión, intento controlarme. En mi descargo diré que tengo pocas horas y que por mi cabeza pasan demasiadas cosas. Además, aprecio la inteligencia de mis alumnos como para tomarlos por simples copistas.

-“Nos pone ejemplos que a veces nos hacen daño, como muertes, guerras, conflictos, malos tratos, separaciones…”. También lo acepto, sé que los estudiantes padecen algunos de estos problemas y no quiero nunca ser hiriente con ellos, pero tampoco tratar como niños a los que no lo son. Nunca he hecho daño a nadie a sabiendas, pero lamento si mis clases hieren sentimientos. No obstante, no doy matemáticas, que es más algo tan elegante como frío y aséptico.

Bien, termino. Me gusta el asunto de las evaluaciones bien diseñadas. Lo que me pregunto siempre, en mi calidad de profesor, es por qué la evaluación acaba aquí, por qué los equipos directivos no se someten a evaluación por los profesores que dirigen. Tampoco se someten a partir de ahí inspectores, altos cargos, asesores, delegados y demás aristócratas de la cosa educativa. Un inciso: a veces sí nos han pasado un cuestionario sobre la función inspectora, pero ni es completo ni anónimo; en las circunstancias actuales, cualquiera dice lo que piensa…

lunes, 22 de junio de 2015

ELVIRA SASTRE

Descubrí a esta maravillosa poeta por un chivatazo, de ésos que se transmiten en secreto y se descubren como una descarga.

Elvira Sastre es muy joven, tiene apenas publicados dos libros (recomiendo muy especialmente Baluarte) y eso no la incapacita para escribir con melancolía y con entusiasmo. Al contrario: Elvira Sastre escribe poemas de vida y amor, de materia, de la materia con la que está hecha el alma. Y a mí me gusta lo que escribe y me gusta especialmente cómo lee sus poemas.

De modo que hoy, primer día de verano, nada mejor para empezar este tiempo gozoso de luz infinita, de noches devotas, de lentas cerezas que explotan despacio en la boca y nos llevan adónde.



sábado, 13 de junio de 2015

HOAX Y FAKES

Circulan por internet una serie de bulos, exageraciones y manipulaciones que se reproducen ad nauseam, o sea, viralmente. Algunos los llaman fakes.

Naturalmente, el DRAE no recoge este término. Al tiempo.

No me refiero a esos fakes de buscador de películas, en los que pones Wall-E y te sale Guarre; pones Siete mesas de billar francés y te sale Siete te hacen un francés encima de una mesa de billar. Éstas son muy conocidas y frecuentes.

Yo hablo de falsificaciones malintencionadas, esto es, de los hoax, que es como se conocen con precisión anglófila. Dichos bulos, que se distribuyen al modo de las cadenas, nunca son comprobados por los que las reenvían una y otra vez. Porque hay personas que pasan horas delante del ordenador, facebuqueando, tuiteando, blogueando y demás actividades güeberas, pero no se molestan en verificar si lo que están enviando a todos (antes por correo electrónico, luego por whatsapp) es una noticia verdadera o están colaborando en la extensión de una solemne tontería (en el mejor de los casos).

Casi siempre les digo que no es verdad, que lo comprueben. Y todos me dicen lo mismo: “Sí, me parecía raro, pero te lo envío por si acaso”. A lo que suelo responder esto: “Importantísimo. En una hora concentración ciudadana delante del ayuntamiento. El alcalde va a presentar su dimisión y el último decreto municipal: supresión de los impuestos y reparto entre los ciudadanos asistentes del sueldo de todos los concejales. Pásalo”. O bien este: “Charlize Theron en nuestra ciudad. Está ahora mismo en el restaurante X haciendo un estriptís sobre una bandeja de bizcochos borrachos. Acudid”. Algunos piensan que me he vuelto majara, pero lo que he recibido va en esa misma línea de verdad verdadera.

Algunos de los que me han enviado son éstos:
  


Pero para ampliar conocimientos, poned en google: “Imágenes de bulo en whatsapp”.

Tampoco está mal leer estas advertencias:



sábado, 6 de junio de 2015

UNA ESTUDIANTE

Acaba de terminar el curso en 2º de Bachillerato. Los alumnos vienen al instituto para preparar Selectividad, también llamada PAU. Asisten muy pocos. Hace unos días sólo llegó una. Tiene más años que sus compañeros y su vida no ha sido fácil. Es inmigrante. Ha trabajado en hostelería, en limpieza, cuidando niños. Me dijo que estaba haciendo gestiones para poner un pequeño negocio porque estaba harta de que la explotaran, de trabajar por menos del salario mínimo. Me contó que en un restaurante de postín de esta ciudad la habían contratado de pinche de cocina, pero que sólo le daban tareas de limpieza; sin protección, sin guantes, con productos muy fuertes y tóxicos. Me dijo que una tostada se cayó al suelo, que ella la recogió y la tiró a la basura y que la abroncaron por hacerlo, así que le tocó devolverla… al plato que salía a la sala. Tenían orden de reutilizar con los refrescos de cola los trozos de limón que volvían a la cocina en los platos de pescado.

Me contó también que el jefe insultaba a un amigo suyo en prácticas, gay. Y que casi todo lo que sirven lo tienen congelado, que hay poca elaboración y mucho postureo, pese a que dicen lo contrario con mucha palabrería (he comido allí, lo recuerdo). Confesó que ella no probaba la comida del restaurante (“Mejor un bocadillo”) y añadió que alguna vez quitó una cucaracha de encima de una ensalada que, por supuesto, salió en busca del cliente.

Le pregunté medio en broma si lo de Chicote era entonces verdad. Muy seria (porque es muy seria) me respondió: “Lo que yo he visto, sí, y peor”.

Ha aprobado con cincos, no tenía curso completo, le ha costado dos años y se echó a llorar cuando le entregué las notas. Le dije que fuera a su casa, abrazase a su madre y abriesen el champán, que mañana hay que ponerse otra vez a estudiar y a trabajar, pero esas lágrimas eran de mucho esfuerzo y grandes dificultades; eran el resultado de los desplantes que ha tenido que aguantar a una edad en la que otros tienen risas y facilidades.

De modo que, cuando pongas tu negocio, iré por allí. Si es de comer, estoy seguro de que tú no me pondrás tallarines à la cucarachoie o albóndigas à la poubelle con pelusas de crianza.

Y aprueba la PAU, criatura, no me des disgustos.