domingo, 4 de abril de 2010

ALBERT CAMUS II: "CALÍGULA"


Hace unas semanas estuve en Madrid viendo este montaje teatral, más de dos horas de enorme densidad filosófica. No puedo entrar en un análisis literario, no sé. Pero me pareció una gran obra, con excelentes interpretaciones y muy hermosa puesta en escena. Y eso que el listón estaba muy alto, pues se trata de uno de los textos más conocidos de Albert Camus, que ya vi en los lejanos 80 en el Teatro Romano de Sagunto, siendo Calígula nada menos que José María Rodero.

La obra trata sobre la libertad. No es un texto histórico, no lo pretende. Calígula es el tirano de turno en Roma (lo que es lo mismo que decir en el mundo); ha renunciado a la razón, a la tradición y al sentido. Calígula quiere ser un dios: más que un hombre, casi Júpiter. Quiere la omnipotencia.

Y se tropieza con la triste ramplonería humana, las limitaciones de este mundo. Pero Calígula es el emperador, esto es, tiene poder. Y lo ejerce. Con arbitrariedad, sin limitaciones. Porque entiende que los límites son impedimentos. Calígula confunde libertad con omnipotencia. No sabe que la libertad no es poder hacerlo todo sino saber qué es lo mejor en cada circunstancia, es decir, elegir entre lo posible.

La obra es también una reflexión sobre el poder. Está escrito al final de los difíciles años 30. El tiempo del fascismo, del estalinismo. Y hay que decir que Camus fue uno de los pocos que no se dejó seducir por las palabras peligrosas (Socialismo, Patria, Pueblo, Justicia…) y vio claro, y denunció, y pagó por ello. Pero la verdad era la que evidenció en sus escritos. Lo cierto es que el mundo sigue lleno de calígulas, de tipos que, en nombre de la democracia, la seguridad y hasta los derechos humanos, no dudan en atropellar la democracia, la seguridad y los derechos humanos…

Al final de la obra, el protagonista grita: “¡A la historia, Calígula!”. ¿No nos suena? ¿No han dicho algo parecido esos tiranos contemporáneos (“La Historia me juzgará”, “La Historia me dará la razón”…)?

Por último, cuando creemos que todo ha terminado, las últimas palabras musitadas por Calígula: “Aún estoy vivo”. Confieso que las pasé por alto la primera vez que leí el texto. Ahora me dan miedo. Cualquier monstruo de siete cabezas puede hibernar, falsamente muerto, cataléptico, y rebrotar en las mentes de las nuevas generaciones. Gente de 30 años, de 20, de 15, sostiene con arrogancia que con Franco se vivía mejor, que Hitler hizo grande a Alemania, que con Stalin nada faltaba al pueblo soviético… Hay quien sigue viendo a los Castro como liberadores y adalides de la justicia universal… Campeones de la libertad, qué broma macabra.

Por eso leemos con gusto a Camus. Porque sigue vivo. Porque todos conocemos a Calígula.

14 comentarios:

  1. El primer libro que leí de Albert Camus fue "El extranjero" y provocó tantos sentimientos en mí... A veces me ponía nerviosa, otras alucinaba y al final me pareció una obra increíble. Disfruté mucho con su lectura.

    Si hablo de Calígula, diré que es un personaje que siempre me impactó. Creo que es difícil que deje indiferente a alguien, ya sea para bien o para mal.

    ¿En qué teatro ponen la obra? ¿Hasta que fecha? Si me es posible pasaré a verla.

    Un abrazo Atticus!

    ResponderEliminar
  2. “El extranjero” es una obra mayor de Camus.
    Como este año hace 50 que murió, y a mí “me pone”, le dedicaré algún otro post. Meursault, el extranjero, es extraño a sí mismo y a todos. No quiere jugar/vivir con los valores y el estilo de vida de los demás. Por eso habita en ese nihilismo descarnado y devastador. Reléelo, y más aún “La peste”; en mi modesta opinión su obra más honda y personal.

    Calígula como personaje histórico me interesa relativamente. Robert Graves lo dibujó muy bien en “Yo, Claudio”. No es exactamente el Calígula de Camus.

    El teatro es el Fernando Fernán-Gómez, y creo que está hasta fin de mes, así que no lo dejes. Después, la compañía hace bolos, y representan, entre otras ciudades, en Guadalajara, en el teatro Buero Vallejo. No sé exactamente días y horas, pero seguro que lo encuentras en las páginas web de los teatros.

    Me alegro de que te guste Camus. Ya has visto como me moja la oreja Olenska en el blog de CrisCrac: ¡un comelimones desgarbado! Esta chica no tiene remedio, debe ser que no lo ha leído bien. O que confunde alegría con banalidad.

    Un abrazo también para ti, Clothy.

    ResponderEliminar
  3. Identifico el rostro de Calígula con el magnífico actor británico John Hurt. A Rodero, mis respetos, mi admiración y, sobre todo, mi agradecimiento.

    Creo que todo hombre quiere la plenitud, la incondicionalidad, y de ahí el deseo de ser un dios. Como esto no es posible, el Poder es un sucedáneo de esa omnipotencia. Suele ser, no obstante, lo habitual, que el Poder se emplee no tanto para ser un dios, en el sentido tradicional, cuanto para comportarse como una mala bestia demoníaca (quizás Luzbel aparte).

    En efecto, libertad y omnipotencia no son conmensurables. De hecho, la libertad cuenta con las limitaciones humanas y se hace valer desde ellas.

    Permíteme añadir, Atticus, a tu observación de que el mundo está lleno de calígulas que acometen y cometen barbaridades cuando su ejercicio del Poder se lo permite, otro hecho: el mundo está lleno de calígulas potenciales a la espera de su oportunidad. No hay más que darse un paseo por cualquier gran superficie, programa de televisión o chiringuito playero para verlos. Soeces hasta la arcada.

    El capullo de Fukuyama proclamó el fin de la historia, pero no el fin de estos calígulas de todo a cien. Los peores. Son los que presientes en su matrix hibernante.

    El viejo chivo Castro es un hijo de perra (mis respetos a su madre) y los castristas de salón (actorzuelos desnucaos de medio pelo y otras especies intelectualmente estultas y moralmente acanalladas) son unos gilis cum laude.

    Sigue vivo, desde luego. Ese Calígula latente. Pero no todos lo ven.

    ResponderEliminar
  4. Si, lo sé, soy una pesada,y una mosca coj..., pero es que no entiendo cómo os puede gustar L'Etranger. El protagonista en vez ce un ser humano podría ser una piedra, todo se lo trae al pairo, desde que se muera su madre o su padre ( no lo recuerdo) a que su chica se vaya con otro. La verdad, hay piedras más interesantes y mucho más sentidas.

    En cuanto a La peste, recuerdo empezar a leerlo con 17 años y provocarme tal subidón de angustia, desasosiego, tristeza infinita , claustrofobia, que tuve que dejarlo. Si lo que pretendia el comelim...digo, Camus, era provocar esos sentimientos en el lector, chapeau, lo consigue magistralmente. Ahora, reconocerme que sois un poco masoquis para que os guste un libro que literalmente os "ahoga" en el desasosiego más asfixiante.

    Y sí, Atticus, tu que me conoces un poco, sabes que soy alegre y banal. Y es que los que somos de naturaleza optimista o somos banales unas ciertas horas al día o lo tenemos muy chungo, porque siendo profundo, el mundo está como para vomitar, la verdad. Mejor escondernos en la banalidad que si no, acabamos tan amargados como el gabacho manjacítricos.

    Coincido con C. en que John Hurt es insuperable como Calígula ( a Rodero no lo he visto). Sin embargo desde mi humilde opinión, el actor que lo representa en el Fernán Gómez no logra convencer. ¿ A quién se le ha ocurrido un Calígula gordo y rosadito?. Pero si el hombre tenia una pinta de sanote de pueblo que pa qué. Un depravado como lo fue Calígula tiene que ser delgado en extremo, con esa palidez casi enfermiza de Hurt, sus facciones puntiagudas, esos ojillos de loco que dan miedo, su gesto refinado, frio y contenido de todo psicópata semidiós que se precie.

    En fin, que muy mal por el director de casting, que a el tipo este de la cara de pan y los colores daban ganas de invitarle a echar un trago de la bota. Ni os cuento cuando salió disfrazado de Venus, vamos, ni la Pantoja esa de Puerto Rico. Atticus, por supuesto, dirá lo contrario, pero es que él es oir Camus y ya todo le parece ideal.¡Qué le vamos a hacer! ¡todos tenemos nuestras debilidades!.Las mías ya las sabéis: los rizos al viento, pero eso sí, aseaditos, que dáis unas definiciones de perroflauta que dan ganas de echarse desinfectante encima sólo con leerlas.
    Muchos besos a todos/as por aguantar mis predicamentos. Au revoir.

    ResponderEliminar
  5. Muy pertinente la observación: el mundo está lleno de calígulas a la espera. Quieren pasarse a los demás por el forro. No son capaces de balbucear una frase de más de cinco palabras, pero están convencidos de poseer todos los derechos y derecho a todo. Gilis cum laude, of course, como el Güili ese, cuyas opiniones tienen el mismo fundamento que las que daría cualquier ficus o geranio.

    Todos pensamos en J. Hurt. Su Calígula es insuperable, esa mirada cruel, enloquecida y planificadora a la vez. Me da miedo hasta recordarlo.

    ResponderEliminar
  6. Sí, Olenska, eres una pesada. Pero es lo que tienen los amigos. Vayamos por partes:

    Que algo te guste no quiere decir que sea agradable. Para ver el mundo color de rosa no se ha inventado la literatura existencialista. Pero que algo hable del dolor no significa que esté desesperanzado. Al contrario: hay que mirarlo a los ojos, no narcotizarse.

    Eres alegre. No banal. Bueno, a ratos, como todos. Ser todo el día trascendente debe ser agotador.

    No veo igual que tú lo del actor. Su aspecto externo tampoco me gusta, pero su interpretación sí. Con excepción de la escena en la que sale de Venus, sobreactuada, like a drag queen.

    Me hiere que me consideres un hooligan de Camus. No lo soy. Simplemente me siento en sintonía con él. Pero no soy seguidor más que de mí mismo (y no siempre). Algunos libros de Camus me parecen prescindibles, pero su valentía, sus temas, su trayectoria vital son insuperables. Insisto en que no soy seguidor: hace tiempo que hice mío este eslógan, el único que sigo: "Sapere aude!" (¡Atrévete a pensar!). No debemos dejar que nadie piense por nosotros. No es lo mismo pensar como otro que dejar que otro piense por ti. No, nunca.

    Y creo que en blog de CrisC te esperan para que les expliques exactamente lo del perroflauta...

    ResponderEliminar
  7. ... no sé por qué, Mme. Olsky, dices eso de que somos "masoquis"..., pues lo de aquella noche de walpurgis, vestidos de cuero repujao y clavos, Atticus y yo, fue un experimento sociológico, una hermenéutica emogótica de las formas simbólicas, una pragmática epicúrea en la trastienda de la condición humana, no más, favor..., te lo podemos jurar por Snoppy, ya sabes que amamos a Laura, sí, pero también a ti...

    ... Atticus, díselo

    ResponderEliminar
  8. Se lo digo. Pero no me cree. De cuero repujao y clavos... Amar a Laura y jurar por Snoopy, oshea... No lo creerá ni pinchándose mistela en vena.

    Y hace bien, que una cosa son las debilidades y otra traicionar no la condición humana, sino los imperativos de la biología y del Yo.

    Oye, ¿qué es la hermenéutica emogótica? Eso es peor que lo del perroflauta, suena raro.

    (Ya ves, Olenskilla, que leer a Camus es de lo más normal, corrientillo y banal. Que te explique aquí el amigo qué lee él: droga dura, seguro).

    ResponderEliminar
  9. El último Calígula que tuve la ocasión de ver (yo también recuerdo gratamente el de Rodero en televisión) fue por un sorprendentemente genial Luis Merlo, más conocido por el "Mauri" gay de "Aquí no hay quien viva". Me encantó su fuerza y su voz desgarrada. Es curioso como algunos actores de teatro acaban tan desaprovechados en series que no están a la altura de su buen hacer profesional.
    Os veo de un existencialista subido, Atticus, a ti y a CrisCrac.¿Tiene que ver con la Semana Santa, las procesiones y los autofustigamientos?. Tengo que releer "El extranjero", aunque me dejó un regustillo amargo. Wallander y Mankell, más llevaderos de momento.

    ResponderEliminar
  10. No conozco esa versión. Haré por verla.
    Estoy de acuerdo con lo de las series; salvo excepciones son de una ramplonería esperpéntica que en algunos genera adicción y en otros (myself) ignorancia y desprecio. No se puede perder el tiempo con tanta bobada. Se debe ser banal a ratos (hay que descansar), pero no todo el tiempo: la estulcicia se aduena de la mente y después no hay quien salga.

    Por lo que se refiere al existencialismo, es una corriente filosófica que tuvo tu tiempo, y que pasó de moda. Sí, también en filosofía hay modas, como lo fueron el estructuralismo o el marxismo. Algunos autores siguen muy vivos porque escribieron para su tiempo, pero también para todo tiempo. Yo me reconozco en ellos, especialmente en Camus. Pero todos estos escritores no son líderes, sino espejos para discutir con ellos, y romperlos violentamente si fuera necesario.

    No es casualidad que me guste la novela negra y el existencialismo. No son opuestos, al contrario. Lo que vive Wallander es un problema existencial.

    Otra cosa es el existencialismo cristiano, que conozco menos, y que puede tener relación son las procesiones y demás. Pero no me reconozco. Lee a Kierkegaard, pero que te aconseje CrisC, que sabrá más que yo de él.

    ResponderEliminar
  11. Quería comentar alguna cosa sobre la TV, las series, el mono de morbo, la manipulación que ejercen comunicadores y supuestos periodistas y, de repente, he recordado algo que leía hace unos días…

    “Anoche, mi padre y yo estábamos sentados en el salón hablando de las muchas cosas de la vida; entre otras, estábamos hablando del tema de vivir y de morir.
    En un momento de la conversación le dije, de la manera más convincente que pude:
    - Papá, nunca me dejes vivir en estado vegetativo, dependiendo de máquinas y líquidos de una botella. Si me ves en ese estado, desenchufa los artefactos y tira las botellas que me mantienen vivo. Prefiero morir.
    Entonces, mi papá se levantó con decisión exhibiendo una sonrisa irónica y me desenchufó el televisor, el DVD, el cable de internet, la PC, el mp3, la play y el teléfono. Seguidamente me quitó el móvil, la notebook y me tiró todas las cervezas a la basura.
    - ¿A quién se le ocurre? Casi me muero, me dije entre desconcertado y furioso”.

    El texto puede que sea un poco demagógico, artificial, forzado y todo lo que quieras pero apuesto mi ratón a que si se lo enseñas a un buen montón de tipos perfil universitario, adulto/joven, devoto tecnológico, “escuchador” continuo de música, curioso porque sí, y más, te dirán ¡PUES CLARO, YA TE DIGO!

    Yo, que no encajo en ese perfil, sí que creo que la televisión se ha convertido en el “color del cristal con que se mira” lo que hay que mirar, que el móvil, nos ata más que un teléfono con cable.
    Lo de internet lo dejamos para otro día…

    ResponderEliminar
  12. Sí, qué decir. Es un buen ejercicio para la voluntad desconcectarse de vez en cuando de alguno de esos cacharros. Y contar el tiempo que nos queda libre, y lo que se puede hacer con personas con piel durante ese tiempo.

    No es demagógico el texto: se queda corto, Aliénor (¿Leonor?).

    ResponderEliminar
  13. La piel... La piel puede entender todos los idiomas, pero hay que permitírselo.

    ¡Bingo!

    ResponderEliminar
  14. Bueno, sí, pero unos más que otros. ¿No habíamos quedado en que las mujeres sois verbosas y amáis las palabras? No es incompatible, ya sé. Todo es cuestión de entontrar el registro, las palabras adecuadas, la cadencia que va a registrar la piel, los ojos...

    ResponderEliminar

Puedes escribir tu comentario. Agradezco la inteligencia, la educación y el sentido del humor. Por favor, no enlacéis páginas con contenido comercial, religioso o político. Tampoco las que claramente constituyen una estafa.