Pero llega la noche: a las diez y media ya estoy en la cama. Ay, me sube la fiebre, me duele todo el cuerpo. Me levanto a expulsar el líquido que he bebido y tiemblo como si estuviéramos bajo cero. Toso violentamente y el pecho parece romperse. No consigo conciliar el sueño desde las cinco de la mañana. Me asalta un duermevela confuso, con sueños absurdos e inquietantes.
De modo que no puedo ir a trabajar y vuelvo al médico, que pone cara de reñirme porque no he mejorado, sino al revés. Añade ibuprofeno al tratamiento y me promete que el lunes estaré perfectamente. Soy un funcionario modelo: la enfermedad para el fin de semana.
No quiero, naturalmente, decir que estoy muy mal. Una gripe es absolutamente común y pasajera, plebeya, casi democrática; pero qué mal te sientes, con ese cuerpo que no es tuyo, con una cabeza que te perforan dos antidisturbios. De madrugada tenía 38 grados, que es la fiebre con la que los varones hacemos testamento. Pienso si habrá notario de guardia para casos así...
Por la mañana deambulo por la casa y me arrastro del sofá a la cocina y de ahí al cuarto de aseo. Pongo la tele. En mi ingenuidad pienso que tal vez haya algo interesante… ¡Dios!: Undangarín en todas las cadenas, y también la tipa ésta que, tras arruinar a su entidad bancaria y a los ahorradores, aún demanda a su caja de ahorros por despido improcedente. Soraya&Soraya juegan una y otra vez al “y tú más”, da igual el tema. En una cadena hay un debate sobre la intervención policial en Valencia y los recortes en la enseñanza. Un individuo niega los recortes y afirma que la policía actuó con mesura ante la provocación de la izquierda. Lo dice con energía y convicción. No estaba enterado de que emitieran pornografía a estas horas.
Me voy a La Sexta 3, ponen “Todo Cine”, pero no paran de repetir lo mismo. Cambio de cadena: más Urdangarín. Para mí, la tele mañanera es tan ajena como la flora de Marte, así que me alucina su vaciedad y sinsustancia. En Tele 5 empieza “De buena ley”: un padre de 70 años le dice a su hijo que es gay y el vástago monta en cólera. Me sorprende la homofobia de gente que no ha cumplido 30 años: uno de ellos dice echar de menos la ley de peligrosidad social; pienso que él sí es un peligro social, así como la cadena y el programa que ponen todos los días un micro ante sus fauces. Me paso a los telediarios, que ya han empezado: más de Urdangarín y de la banquera avariciosa, más de los recortes negados y de las manis de Valencia.
Me tomo el enésimo paracetamol. Debo ducharme pero me duele mucho la cabeza y tengo escalofríos. Me miro al espejo: qué ruina. Cojo toallas limpias y abro el grifo. Si llego en este estado al médico, me ingresa en el hospital.