azul de una noche sin temor de día,
azul donde el desnudo del viento va quebrando
los camellos sonámbulos de las nubes vacías”.
Federico García Lorca: ”Norma y paraíso de
los negros”, incluido en el libro Poeta en Nueva York
Si yo fuera un romántico cultural (que no lo
soy) diría que todo es maravilloso, una especie de paraíso en la tierra. Pero no. NY tiene
aspectos muy mejorables que van incluidos en el lote.
En primer lugar, el
metro. Necesita una renovación urgente. Está sucio, entre las vías se acumulan
todo tipo de restos y a veces huele mal. Dicen que es frecuente ver ratas como
gatos, aunque no tuve el placer. Los
andenes no poseen aire acondicionado, de modo que el golpe de calor en verano
es más que importante. Eso sí, en el vagón hace un frío que pela. Además, es
muy confuso en su trazado (debería explicarse en las escuelas). Algunas líneas se
detienen en todas las paradas y otras no. Incluso algunas no circulan los
sábados (deben ser las líneas judías).
En segundo lugar, las
basuras. Va a tener razón Ana Botella: no se recogen todos los días en muchas
ciudades del mundo. Pero, además, en NY no hay contenedores, así que se apilan
en las aceras grandes pirámides de bolsones negros, especialmente a las puertas
de los negocios y restaurantes. Muy agradable a la vista no es. Tampoco muy
higiénico.
En tercer lugar, lo de
pagar en bares y restaurantes. Lees los precios en la carta, pero a la hora de
la cuenta (the check, creo) te añaden
las tasas (casi un 9%) y… la propina. Que debe ser entre un 15 y un 20% (menos
es considerado casi un insulto). En muchos comprobantes ya viene calculado lo
que es cada uno de los márgenes que te ofrecen: 15-18-20. Incluso te lo dicen:
debes dejar al menos un 15%. Como los sueldos con bajos hay que ganárselo en
propinas, de modo que en cuanto llevas la cerveza (carísima: 5-10 $) por el
tercio final se acercan a ver si quieres otra. Y cuando pagas te preguntan si quieres
que te devuelvan el cambio. Vamos, que te sale por un 25% más caro de lo que
has pensado, así que más o menos puedes calcular que pagas en euros el precio
de la carta.
Ayer estuve con una
neoyorkina que coincidía conmigo en algunas de esas cosas. Pero no en lo del
pago. Según muchos de ellos, eso estimula el trabajo bien hecho y la
competencia, pero a mí me parece que fomenta la inestabilidad, el trabajo
basura y la competencia entre compañeros. En Macys (léase Meisis) se peleaban por atenderte y apuntarse las comisiones, y
estaban dispuestos a ofrecerte hasta un 15% más de descuento sobre el precio ya
rebajado, incluso sobre productos no rebajados. Vamos, como en el Gran Bazar. En
GAP me preguntaron al pagar si había tenido una buena experiencia de compra…
Aún no me he recuperado de la pregunta: la próxima vez que vaya tendré
preparada la respuesta.
Pero lo demás sí me
gustó, que no se me enfade nadie. Otro día cuento lo que me encantó. Que fue
casi todo.
No está mal: empiezas por lo menos bueno y luego sigues por lo estupendo (como aquel chiste de las dos noticias, la buena y la mala :-)
ResponderEliminarLo de las ratas en el metro me ha dejado patidifusa: si veo una me muero directamente; asi que iré con el testamento hecho. Las basuras las vemos como las cuentas en las películas. ¿Sale también tanto humo de las alcantarillas o sólo en invierno?
Lo que cuentas de las propinas es propio del mundo anglosajón y de su concepto de la vida. Es bueno saberlo para no llevarse sustos...
La buena era que iba a ir. La mala que había que volver.
EliminarDe las alcantarillas a veces sale humo, sí. Imagino que en invierno más, por el contraste de las temperaturas.
¿Os dais cuenta de que nuestro conocimiento de NY es fundamentalmente cinematográfico?
Me alegra que hayas vuelto, aunque sea la mala noticia. Y me gusta lo que escribes, con ese espíritu crítico propio que te caracteriza. Yo también tengo una idea bastante cinematográfica de NY, espero que sigas escribiendo post para acercarme más a la ciudad tal y como es fuera del cine. Los americanos suelen mostrarnos sólo la parte bonita y espectacular de su país.
ResponderEliminarPor otro lado, espero no tener que subir nunca al metro neoyorkino. En Atenas estaban borrados todos los pasos de peatones y cada vez que cruzabas la calle te jugabas la vida, toda una aventura. Aún así, lo prefiero al metro que nos has dibujado.
A mí el tema de las propinas obligatorias no me gusta: se supone que una propina es algo voluntario. Tal y como lo describes es como un impuesto más y, sinceramente, tener que estar haciendo cuentas de lo que tienes que pagar cada vez que vas a un bar o restaurante me estresa. Supongo que allí la gente estará acostumbrada a hacer porcentajes, yo me veo con la calculadora de acá para allá. Desde el punto de vista del camarero, estoy totalmente de acuerdo contigo. Nunca puedes saber si es una amabilidad sincera o interesada si nos estamos jugando una buena propina.
Bueno, Elena, este verano es un poco alocado. Temo que sea el último en el que pueda viajar: el domingo me vuelvo a ir.
EliminarDe lo de NY y el cine... mejor no te fíes de mí y ve. Como en casi todo, ésta es una versión deliberadamente subjetiva. Si quieres algo más objetivo, hay excelentes mapas geográficos, con sus cabos, sus islas, sus carreteras... Nada, nada, que vayas.
Lo del metro, temo que tienes pocas opciones si quieres moverte por allí: las distancias son kilométricas (no es metáfora).
Yo también supongo que los usamericanos estarán acostumbrados a esos porcentajes, pero a mí no me gustaba, ni hacer cuentas ni lo que eso significa. No obstante, recuerdo las camareras de un restaurante irlandés al que fuimos dos veces: si su amabilidad era postiza, eran excelentes actrices: magnífico servicio, atención y comida. Cuando recuerde el nombre lo diré, por si alguien va.
Pero tú no debes tener envidia: ¡Atenas! Te puedes encontrar a Platón en cualquier esquina, a Sócrates borracho en el bar, a Epicuro en la orgía que te pille más a mano... Qué más da que los pasos de cebra no se vean. O serán los recortes.