jueves, 15 de noviembre de 2012

MANIFESTACIONES


He ido a muy pocas. No me gusta. Me siento incómodo.

Alguna en mi época universitaria. Pero en estos últimos dos años he estado en más que en toda mi vida.

¿Qué hemos conseguido? Nada.

¿Nada?

El ciudadano que se manifiesta ejerce un derecho que, de lo contrario, lo convierte en siervo. El ciudadano que se manifiesta le dice a un gobierno lo que no puede decirle de otra manera. En momentos como los actuales, con una oposición que no sabe o no puede hacer frente en el parlamento al expolio de derechos, no queda otra.

Pero aunque no se consiguiera nada, basta con que veas a tus vecinos, a tus amigos, a tus compañeros de trabajo, junto a ti. Tenemos mucho de tribal, necesitamos la aprobación, y hasta el cariño, de los otros. Precisamos saber que no es una pataleta, sino un movimiento importante de mucha gente. “Dignidad”, oí ayer; posiblemente será ésa la palabra.

Y después tenemos que pensar nuestro voto, desde luego. Porque se legisla en los parlamentos, no en la calle. Pero éstos son la representación de un pueblo, y ese pueblo tiene que hacer llegar mensajes a sus representantes. El más importante es el voto, lo tengo claro. Como también estaría más que enfadado si me seducen con un programa para hacer justo lo contrario cuando obtienen el poder. Sólo por eso merecería la pena salir a protestar contra los nuestros, por mentirosos, por estafadores. Incluso por realistas.

Hace ya muchos años estuve en la manifestación de duelo del 11-M. Estaba recién llegado a la ciudad en la que vivo desde entonces. Fui solo. Llovía y hacía mucho frío. Y recuerdo que a algún familiar le dije palabras muy parecidas a éstas que ahora he escrito.

10 comentarios:

  1. Yo también estuve en la manifestación del 11-M. Era la primera vez que iba a una manifestación, creí que la última.
    Al igual que tú, en los últimos dos años he asistido a un montón de ellas. Lamentablemente tendré que seguir; tendré que seguir diciéndoles que me han quitado mi trabajo, mis ilusiones y alguna esperanza.
    No sé si sirve de algo que nos manifestemos; por lo menos que nos vean, porque escucharnos, no lo van a hacer.
    Hoy he escuchado en las noticias del canal de mi ciudad una crítica importante hacia el gobierno regional( mi ciudad está gobernada por el PP);decían que no es cierto que a la manifestación del 14-N sólo hubieran asistido 3000 personas(cifra dada por el gobierno); no, la cifra es muy superior, superior en varios miles de personas.
    En fin, creo y quiero pensar que no hay mal que cien años dure, y que empezaremos a ver la luz al final del túnel. yo seguiré luchando por ello desde mis capacidades, claro.

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    1. Fuimos bastantes. No sé cuántos, pero sí que muchos deberían volver al cole, pues en aritmética no progresaron adecuadamente.

      En todo caso, hay cosas que se hacen porque se deben hacer. No quiero ponerme kantiano, pero el cálculo utilitarista no siempre es el móvil de la acción. Luego, entonces sí, hay que pensar en votos, representantes, etc. Porque lo asombroso es que el electorado pepero apenas se mueve, tienen un núcleo duro que le va a seguir a todas partes. Mientras tanto, como dijo Zigmunt Bauman, estamos ante un estado de modernidad líquida: un imposible cauce de todo este descontento social.

      También la izquierda debe reflexionar. Y el sindicalismo.

      http://elpais.com/diario/2011/10/17/cultura/1318802401_850215.html

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  2. Tengo fobia a los espacios llenos de gente, me agobio. Por éso voy a pocas, y no suelo aguantar todo el trayecto. También me agobian los sitios cerrados, aunque esté sola: no sé, un mezclerío entre claustrofobia y agorafobia. Pero salgo todos los viernes con mi cazo a la puerta del curro, y el año pasado los miércoles. Y he ido a varias manis desde que empezó todo ésto. Porque algo hay que hacer, no podemos cruzarnos de brazos.
    Pd: ese cuadro que has puesto es precioso, ¿sabes de quién es?

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    1. Más mérito, pues.

      El cuadro es del pintor argentino Antonio Berni, y su título es "Manifestación 1934". No voy a dármelas de entendido: ni sabía quién era este señor, ni lo había visto hasta entonces. Google Images ayuda mucho. Es duro, es hermoso, es sobrecogedor. Y, viéndolo hoy, me parece que no ha cambiado mucho: "pan y trabajo", dice la única pancarta. casi un siglo después seguimos igual: pan y trabajo. Y encima tenemos que aguantar el discurso fatalista: no hay más remedio. Si eso fuera así, podemos, señor ministro del ramo, ahorrarnos su función y su sueldo. Váyasae. Sí, al mismo sitio del post anterior.

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  3. Fui a una pila de manis en mis días ingenuo-mimosines.

    Acudo hoy a ellas -cuando lo hago- menos como ejercicio político que como práctica antropológica. Veo, anoto y conclusiono.

    Son un derecho, también una obligación. Si con ellas se pretende -en última instancia- hacer valer la dignidad, entonces tenemos el derecho y la obligación.

    Luego, o antes, están los análisis, los acuerdos o la discrepancia.

    Me gusta lo que dices de la manifestación como modo de despreciar la servidumbre. Rousseau se espantaba al decir de aquellos jurisconsultos que sostenían que el hijo de un esclavo devendría por necesidad esclavo.El Rousseau de los Discursos; ya tú sabes, Atticus.

    “La estrategia del caracol” (Sergio Cabrera. Colombia, 1993) es un film que eleva esa dignidad que mencionas a la más alta cota que he podido contemplar en una pantalla. Fabulosa película.

    Joé, que “jurisprudente” me salió el comentario :::

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    1. Yo no tengo una gran conciencia política. Nunca he militado en partido político alguno y sólo muy brevemente en un sindicato, del que me fui cuando me reñían por no seguir sus directrices. Pero ser un ciudadano es otra cosa. Es mucho más: hay cosas que hay que hacer, manifestaciones a las que no se puede faltar. Quiero decir con eso que yo siento que debe ser así; no estoy llamando miserables a quienes no van: ellos verán. Muchos hablan de que hay que hacer otro tipo de cosas, pero aún estoy por verles concretar en lugar de estar en sus casa meneando la cabeza con fatalismo, esperando a que escampe.

      Dignidad: Rousseau, Kant, Locke, Voltaire. El que quiera, que lea.

      Recuerdo la peli. Si la volviera a ver, creo que me seguiría gustando.

      Muy jurisprudente, sí. Tómate un single malt a mi salud esta noche, que yo me conformaré con un Frenadol on the rocks.

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  4. Atticus, ¿cómo era eso? Wir volen Merkel nicht? Pues yo digo Wir volen Rajoy nicht, Wert nicht, Cospedal nicht etc, ect.

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    1. Creo que era algo así como "wir wollen Merkel nicht". Pero que se pasen por aquí los germanoparlantes que mascullaron ese improperio y corrijan.

      Los que citas son unos "mandaos". Algunos ingenuos creían que eran los que los españoles habían puesto ahí. Pues no: son los que van a hacer lo que nos digan frau Merkel y "los mercados", esa entelequia huidiza pero dañina que está sustituyendo con eficacia al hombre del saco, al coco y al sacamantecas.

      Son unos "mandaos", lo reitero. Pero voluntarios. Por ello, nada les disculpa ni atenúa su catastrófica ¿gestión? Si gobernasen otros e hicieran lo mismo, deberíamos decir también estas mismas palabras. Pero quien debe responder es el capitán del barco, no los que aspiran alguna vez a gobernarlo. Que, por cierto, parecen empeñados en devorarse a sí mismos. Deben sustituir su logo por el cuadro de Goya.

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  5. Hola Atticus. Yo tampoco milito en ningún partido político, pero me horroriza lo que está haciendo este gobierno (también cosas que hicieron los predecesores). Todo el mundo se queja, todo el mundo está descontento, pero nadie hace nada. Llegado el momento, quienes más se quejan, son los que ni siguieran hacen huelga, quizás por miedo a represalias, quizás porque ya están bastante agobiados monetariamente hablando como para que les quiten un buen pellizco del sueldo. Puede que no sirva para nada, siempre me lo pregunto. Pero algo habrá que hacer...
    Besos

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    1. Esto de quejarse y no hacer nada es muy español. Luego dicen que no hay nada que nos vertebre como nación. ¿Cómo que no? La impuntualidad, El Corte Inglés... y ese agotamiento en vocear pero quedarnos ahí. Supongo que tú en tu trabajo, yo en el mío, lo vemos diariamente: gente que espera a que escampe y que no se moje demasiado, gente que cansinamente despotrica contra todo a la hora del descanso y que luego no se suma a ninguna iniciativa, gente que habla de soluciones imaginativas futuras sin que se le ocurra ninguna...

      También hay miedo a represalias, desde luego. Porque el miedo es muy humano, aunque no muy libre, como estúpidamente suele repetirse. Una historia del abuelo cebolleta. Comencé dando clase en un colegio privadísimo, muy caro. En la huelga de diciembre del 88 (La Huelga General, así, con mayúsculas), los profesores fueron convocados el día anterior por el Jefe de Estudios (o sea, de personal), para decirles que era tan legal que hicieran huelga al día siguiente como que el 15 fueran despedidos, con el finiquito correspondiente y legal, faltaría más. Eso se llama aviso a navegantes. Ahora es mucho más barato despedir que entonces, y hay más paro: ¿nos extraña que muchos no puedan de verdad hacer huelga (no hablo de funcionarios, gremio al que pertenezco, en el que esas excusas no valen)? Yo ya no trabajaba allí, pero hubiera ido al curro, que una cosa es tener cierta conciencia ciudadana y otra ser un héroe contra la pared.

      He leído recientemente un artículo de Luis García Montero que sugería que la población debe implicarse más políticamente. Y esto no significa que haya que militar en partidos políticos, sino no dejar que otros se ocupen de la cosa pública sin el conocimiento y supervisión de la ciudadanía. Creo que se refiere precisamente a este concepto. O quiero creerlo, porque es lo que hago yo en estos caso: ejerzo de ciudadano, nada más.

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