miércoles, 30 de enero de 2013

LIBERTAD


Escribí unos posts atrás que Libertad era el mejor libro leído en 2012. Como el tiempo es más sabio que nosotros me toca rectificar o matizar. Repaso los libros que leí el año pasado y me encuentro con otros seguramente mejores. Por ejemplo Algo que brilla como el mar, de la japonesa Hiromi Kawakami, o El cielo es azul, la tierra es blanca, de la misma autora. Ambas son delicadísimas historias del cómo (he olvidado el qué). Debo incluir en la lista El Sunset Limited, de Cormac McCarthy, obra de teatro cruda, visceral y valiente, prohibida para buenistas, cocacolistas o disneymanes. También Kafka en la orilla, de Murakami, que me pareció uno de los mejores de él; no tanto Sputnik, mi amor, cuyo final me desconcertó, como muchos otros del autor (incluido El pájaro que da cuerda al mundo, cuyas últimas páginas se me hacen más cuesta arriba que el Tourmalet). Entre los muy buenos está igualmente Los perros de Riga, de Mankell, que no había leído, y Pulso, de Julian Barnes, colección de relatos de un autor desconocido hasta entonces.

Pero la joya del año es La estepa infinita, de Esther Hautzig. Ya hablé de ella.

Me merezco un tirón de orejas por afirmar que Libertad es el mejor libro que he leído en 2012. Debo decir también que lo leí junto con mis compañeros del club de lectura de la Biblioteca de la ciudad en la que vivo. Hemos terminado, hemos discutido vehementemente. Y creo que casi todos hemos coincidido en sus virtudes, en sus descosidos y en su catastrófico final. Porque el texto de Franzen atrapa, está bien escrito, es muy complejo y ambicioso, pero hay muchas cosas que no se pueden pasar por alto.

En primer lugar, es una novela estadounidense, con muchas referencias internas que tal vez a nosotros nos son un tanto opacas. Si esto se combina con unos actos y decisiones de los personajes más que discutibles y muy a menudo indignantes, a veces resulta difícil seguir la lógica de la acción. No siempre nos gusta lo que hacen; es más, muy a menudo no lo entendemos. Algunos de los lectores decían que habían tenido que dejar el libro, “castigarlo” por las tonterías o las decisiones equivocadas de sus personajes. Esto, para mí, no es necesariamente un defecto, que no comprendamos no quiere decir que hagan mal. Los personajes son muchos y muy distintos, incluso demasiados, por lo que algunos simplemente son dibujados y carecen de desarrollo (pienso en Connie, en los padres de Patty y de Walter, en su hija, sus vecinos…). Probablemente necesitaría 400 páginas más que añadir a sus 667. En realidad hay varias novelas, una especie de saga familiar y alrededores a lo largo de la última mitad del siglo XX.

Uno de los núcleos del libro es la torpe búsqueda de la felicidad y el sentido de la existencia que hacen sus dos protagonistas, Patty y Walter. Reconozco que no acabo de asimilar la psicología de Patty y que, tras unos días de reflexión, sigo sin entender sus reacciones ante lo que le va pasando en la vida. Mucho menos al final, que no puedo contar sin destrozar el libro. Pero anticipo -y es una opinión que compartimos creo que todos- que me parece una cagada (con perdón), impropia de la complejidad de la novela.

Me interesa sobre todo Walter, un puritano en sus convicciones ecologistas, y también una persona inquebrantablemente recta en su vida -yo diría que es un sectario-,  que no tiene más remedio (¿o sí?, ¿o es que quiere convencerse de que no ha tenido otra opción mejor?) que entrar en las reglas de ruego si quiere hacer algo de verdad. No puedo dejar de ver un personaje patético (pathos: pasión, sufrimiento, desamparo, entusiasmo) que, cuando llega finalmente a la meta, el sentido de todo le es arrebatado por un azar tan trágico como posible. Es un puritano, decía, en su amor por un pajarillo y su imprescindible protección, lo que no le impide aceptar minas a cielo abierto o padecer una especie de fobia gatuna poco razonable.

Libertad no es un libro que pase de largo. Seguramente, repito lo dicho al principio, no es el mejor libro de 2012, pero vale la pena. Por cierto, no fuimos capaces de dar una explicación a su título.


sábado, 26 de enero de 2013

lunes, 21 de enero de 2013

PELIS DE PROFES



He visto recientemente Profesor Lazhar (Ph. Falardeau, Canadá, 2011). Me la recomendó un compañero del gremio y alguna otra persona que trabaja en los alrededores de la docencia. No ha sido muy de mi agrado. También debo decir, si pongo mis prejuicios a la vista de todo el mundo, que voy prevenido contra este tipo de películas.

La película se inserta en la tradición cinematográfica de profesor que llega de repente a sustituir a una maestra con una clase muy diversa en procedencias culturales y étnicas, intereses, afectos, caracteres… La novedad aquí es doble: por un lado se trata de niños de primaria y no de adolescentes más o menos tardíos, que suele ser lo común. En segundo lugar, la maestra titular ha muerto, se ha suicidado; además, en la propia clase. Esto es una  novedad narrativa que tiene muchas posibilidades y que creo que el director sólo rasca, pero no ahonda en el tema del duelo, de la incomprensión por los niños, incluso de la rabia. Tampoco se profundiza en las relaciones con los padres, y se recurre a tópicos: por un lado los padres tocapelotas, y por otro la madre agradecidísima; en ningún caso se explica bien la razón de tales filias y fobias. Otro tema tangencial -que no debía serlo- es el papel del psicólogo en el centro, en el que se muestra un suave enfrentamiento con el profesor, pero nada más.

Entre lo que me ha gustado está la figura del profesor y el estupendo actor que lo interpreta (Mohamed Fellag), un inmigrante argelino que intenta obtener asilo político. Aquí hay una excelente historia… de la que sólo tenemos noticias epidérmicas (eso sí: apuntan a un drama). Bashir Lazhar es una persona corriente, que pone a los alumnos en pupitres individuales y en filas, en lugar de en semicírculo como hacía la profesora anterior. El profesor se equivoca con la elección de los textos, con los dictados, incluso con el trato que da a los chicos, pero transmite más honradez que algunos de sus acartonados compañeros, fieles cumplidores de la norma, pero que seguramente no son buenos maestros.

El personaje del profesor Lazhar, como el resto de los personajes de la película, no está desarrollado. Hay una cena con una compañera que prometía… pero nada. Si desaparece la escena, no lo notamos, y en cine todo lo que aparece debe ser relevante. Creo que sólo me ha interesado de verdad una especie de reunión del claustro en el que se abordan problemas y se discuten las posibles soluciones. Al contrario que a otras películas, a ésta le faltan minutos.

Su principal defecto -creo- es que, como otras muchas, parece estar pensada y dirigida por personas que no han visto un centro escolar… salvo en las películas.

Emparentada con ella está La clase (L. Cantet, Francia, 2008) que pretende centrarse en el tema del conflicto en la relación profesor-alumnos y en la escasa aceptación de la autoridad, sea la que fuere. Levantó pasiones, se discutió sobre ella y sobre la realidad que supuestamente reflejaba hace unos años. Yo me aburrí enormemente. Si esto es un conflicto para los franceses, que visiten algunos institutos españoles. Tópicos y más tópicos, ningún interés en la narración. Innecesaria.

Gustó mucho en su momento la para mí detestable El club de los poetas muertos (P. Weir, Estados Unidos, 1989), llena de trampas, supuestos falsos, realidades inexistentes y una historia que nos han contado demasiadas veces: el profe-héroe que se enfrenta al sistema y es finalmente derrotado por él, aunque su mensaje permanecerá para siempre en el corazón de los jóvenes. Cargante Robin Williams, un tufo insoportable a moralina. Absolutamente ajena a la realidad que conozco.

Hace muchos más años vi (era un veinteañero) Rebelión en las aulas (J. Clavell, Reino Unido, 1967). Como a casi todos, me encantó. Volví sobre ella al doblar mi edad y acumular vida y experiencia, y no pude terminarla. Seguramente estaba tan enfadado con la película como conmigo mismo por mi ingenuidad juvenil. Por esa misma razón, he empezado y no he pasado de los 15 primeros minutos de Mentes peligrosas (J. N. Smith, Estados Unidos, 1995) y El sustituto (R. Mandel, Estados Unidos, 1996). Más de lo mismo.

Para que no todo sea negativo, debo decir que vi con tanto sufrimiento como agradecimiento la realísima, honrada y militante de la verdad Hoy empieza todo (B. Tavernier, Francia, 1999). Sin artificios, sin tonterías bienintencionadas y mendaces. Dura. Estoy seguro de que es la menos conocida. Hay cosas que preferimos no saber; o preferimos disfrazarlas.


http://www.youtube.com/watch?v=W6MHmMSenIM

http://www.youtube.com/watch?v=A_DIx70DxgM

http://www.youtube.com/watch?v=Ghrh_WqgWWg

http://www.youtube.com/watch?v=wA8GsL-R1qI

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=gIjLUKO7bRY

http://www.youtube.com/watch?v=J3jvy9LxKjw

http://www.youtube.com/watch?v=oQikW9bvRW4


miércoles, 16 de enero de 2013

ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Cuando alguien de otro país me pide alguna referencia literaria actual española, le doy siempre el nombre de Antonio Muñoz Molina (del Quijote andamos un poco saturados). Como ya he dicho otras veces, sólo soy un lector, y nada fiel por cierto. Pero AMM es un novelista que nunca me ha defraudado.

No he leído todos sus libros, pero casi. Entre los primeros por cuyas páginas transcurrí están Beltenebros y El invierno en Lisboa, de los que conservo el recuerdo de un ambiente, de un “aire” (no sé describirlo mejor): tengo en el fondo de mi alma literaria el poso de una sensación más que una historia, aunque recuerdo plenamente la del error fatal y no rectificado de Beltenebros. Ya me pareció cuando lo leía que había mucha afinidad de su autor por la causa de la justicia y una gran aversión por todas las variantes del fundamentalismo. Por cierto, dirigió una estupenda versión Pilar Miró basada en éste libro, y también hay otra (olvidable) de El invierno en Lisboa, de José A. Zorrilla.

Creo que después me puse con El jinete polaco, tocho ganador del Planeta, muy denso en su estructura formal, difícil de leer para perezosos. Cuenta una historia, varias, a lo largo de muchos años, que confluyen al final y encuentran unidad en el cuadro que da título al libro. En mi opinión está emparentado con La noche de los tiempos, el último suyo si no estoy mal informado, en el que el protagonista es un hombre que procede del mundo obrero pero que se convierte en importante arquitecto y emparenta con la alta sociedad madrileña; es la metáfora de una España en la que no se podía (¿no se puede?) estar más que sectariamente posicionado. Porque sus personajes me resultan complejos, en perpetuo tránsito del blanco al negro y sus infinitas gamas de grises, humanos (demasiado), miserables y héroes, atrapados en un destino del que quieren salir y lo consiguen sólo a veces, temerosos de decisiones que nunca van a ser las ideales ni las justas porque ni ellos ni el mundo en que viven son perfectos.

También me gusta su finísimo sentido del humor, muy logrado en Los misterios de Madrid y El dueño del secreto, con personajes que aparecen (creo que por primera vez) en El jinete polaco. No sé si incluir aquí su agridulce Ardor guerrero, que entendemos en su tragicomedia los que hemos pasado por el servicio a la patria. AMM juega con los tópicos personajes y arquetipos de su generación, con los que llamaban a los padres por su nombre de pila, con los profesores dogmáticos de uno u otro signo, con los que iban a cambiar el mundo, esos revolucionarios de salón y café que finalmente casaron con fortuna y regentan empresas. La historia reciente de España, claro.

He temblado de espanto con Plenilunio. Nadie, de los autores que he leído, se ha metido en la piel de un asesino para contar sus crímenes como AMM en algunos capítulos de ese importantísimo libro, en el que me toca especialmente el corazón la historia del comisario venido del Norte que traba una relación sentimental con la maestra. Personajes inolvidables. En la película que hizo Imanol Uribe (injustamente tratada, me parece), AMM hace un cameo interpretando al conserje del colegio en el que da clase la maestra.

Las historias entrelazadas de Sefarad me conmovieron, las de los personajes imaginarios, las de los reales, y las que mezclan los unos con los otros. Si me preguntaran quién protagoniza el libro, no sabría decir: un tipo de personas que han perdido en los avatares de la Historia, pero que no se han rendido.

También es rara avis Ventanas de Manhattan, que no es exactamente una novela, ni un libro de viajes, ni un ensayo, pero es todo eso y mucho más. Recomiendo leerlo antes de ir a Nueva York y también después.

No son libros menores Beatus Ille, El viento de la luna, El Robinson urbano, Pura alegría…. Probablemente no son sus obras cumbres, pero es que hablamos de AMM…

Me agrada especialmente el AMM articulista, el que escribía en El País Semanal, el que de vez en cuanto regala un sesudo artículo en el periódico, nada que ver con banalidades bien remuneradas. Sigo su magnífico blog casi diario (“Escrito en un instante”), en el que reflexiona serena y racionalmente sobre política, música, literatura… O cuenta una escena en el metro o en el parque, un trozo de vida, una ocasión para la literatura.

Tráiler de Plenilunio: http://www.youtube.com/watch?v=9AXzW5JfJcA

Página oficial: http://antoniomuñozmolina.es/

sábado, 12 de enero de 2013

BOLUDECES XIII ESCATOLOGÍA

Pido disculpas a los puristas y espirituales. Las fotos de hoy son un pelín escatológocias (en el sentido no teológico del vocablo). La de la pared está tomada en Riaza (Segovia), la de la planta es un envío wasapero de my brother minor, y la de la taza es de un restaurante de Saint Julian (Malta). Por cierto, angloparlantes, a ver quien encuentra una traducción rigurosa a la vez que rumbosa.





domingo, 6 de enero de 2013

BOLUDECES XII: GANADO



Mientras unos gobiernos tratan a sus ciudadanos (perdón: súbditos) como si fueran ganado, hay países en los que se transporta al ganado en autobuses. O se lleva a los residentes con el ganado, no estoy seguro…