Después llegó La linterna roja (1991), historia en la que varias mujeres se disputan la atención (y el poder, y el amor, y la relevancia social) de un rico terrateniente que distingue con una linterna la casa de la mujer con la que va a pasar la noche. Una historia feminista, pensé, de dolor, de existencia. Otra vez Gong Li.
Sorgo rojo (1987), aunque anterior, la
descubrí después y en televisión. Tal vez por eso, me gustó menos. Me pareció
menos universal, si se puede decir así. Pese a ello, es estupenda, pero claro,
tras las dos anteriores. Gong Li, desde luego. Se sufre mucho.
Qiu Ju, una
mujer china
(1992), ¡Vivir! (1994), Ni uno menos (1999) y El camino a casa (1999) son las
siguientes que fui a ver, según llegaban a la cartelera. De ellas tengo buen
recuerdo, pero soy incapaz de evocar la historia que contaban. Siempre Gong Li,
debe ser que empezaba a nublarme las entendederas en exceso.
Hero (2002) y, sobre todo, La casa de las dagas voladoras (2004),
marchan una inflexión: se trata de cine… ¿épico? No sé cómo decirlo. La
primera, indudablemente. La segunda tiene algo de mágico, otro poco de
coreografía de artes marciales, mucho de poesía. Algo parecido ocurre con La maldición de la flor dorada (2006):
gran despliegue visual, rencillas palaciegas, conjuras, batallas. Hermosa, un
festival para los ojos.
Amor bajo el
espino blanco
(2010) la vi tras una manifa. Necesitaba
mi dosis de buen cine. Y, aunque ya sin Gong Li, me maravilló que el director
hiciese una apuesta tan arriesgada, jugándose toda la película con las cartas del
sentimentalismo, siempre al borde de lo cursi, de lo no creíble. Y lo asombroso
es que lo consigue tras caminar casi dos horas por el alambre, con unos
prodigiosos minutos finales de sentimiento puro. Derramamiento de lágrimas, en
absoluto sentimentalismo barato. Hay que verla. Y darse cuenta de que, tras la
delicada historia de amor, se esconde una carga de profundidad: es también una
película política. Muy política.
No ha llegado a la ciudad en la que vivo ahora Las flores de la guerra (2011), pero la he visto en casa, en una copia
maravillosa en la que los apagados grises y marrones del paisaje de la batalla
contrastan con los vivísimos colores de los vestidos, de las banderas, de las
vidrieras. Una historia muy dura, con escenas casi insoportables. Y también una
de las narraciones más puras que conozco de la heroicidad. Final impecable: no
necesitamos saber más. En las guerras damos lo que somos y acabamos
convirtiéndonos en lo que seguramente siempre fuimos.
El director tiene algunas otras que no conozco, pero
creo que puedo recomendarlo a cualquiera con un poco de sensibilidad. Incluso a
aquellos que aprecian especialmente la fotografía y la música. También a los
que gusten de un cine algo menos al uso, pero no insoportablemente lento y
tedioso. Zhang Yimou también dirigió la ceremonia de apertura de los Juegos
Olímpicos de Pekín, pese a que muchas de sus películas no se han visto en China
por la visión que da del país y de su historia, no precisamente apologética.
En el debe hay que anotar su divorcio de Gong Li. Nobody is perfect…
Vi "Hero" hace ya la friolera de 10 años. Las otras no, pero con tu post apasionado y esos títulos tan hermosos creo que no me queda más remedio que ponerme a ello (aunque eso sí, de a poquito, que son muchas las que recomiendas).
ResponderEliminarPonte. Es gran cine. Algunos puretas dicen que a partir justamente de "Hero" comienza una etapa mediocre y esteticista. Coincide con el fin de los premios en todo festival que se precie. Bueno, ellos sabrán: a mí me gustan todas. Incluso aquéllas en las que no sale Gong Li. Por ejemplo, los protas de "Amor bajo el espino blanco", casi unos niños: maravillosos.
ResponderEliminar“Sorgo rojo” fue la primera que vi.
ResponderEliminarHace ya mucho de aquello y recuerdo poco, pero sí que me propuso una estética nueva y sensaciones encontradas. Aún veo la pantalla impregnada de rojo.
Recuerdo “La linterna roja” y sus mujeres, me llegó menos.
“Hero” fue un impacto. Como “La casa de las dagas voladoras”.
No he visto jamás secuencias tan plásticas, tan poderosas y dotadas de lirismo y épica. Jamás. El avance en “Hero” de unas tropas a ritmo lento y armonizado con tambores es sublime.
Y la secuencia del bosque de bambú en “La casa de las dagas voladoras” es insuperable.
“Amor bajo el espino blanco” es una deliciosa historia de amor que contiene algunos de los elementos eternos de las historias de amor. El ritmo es algo lento, es mi única objeción.
La ceremonia de los JJ.OO de Pekín tuvo momentos de una desusada y maravillosa belleza, no sabía que eran cosa suya y ahora entiendo mejor aquel despliegue.
Cierto: yo también recuerdo que la pantalla se inundaba de color. Muy especialmente en "Ju Dou". Rojo, amarillo...
EliminarA mí no se me hizo largo "Amor bajo el espino blanco". Me gustó su cadencia morosa.
Buscando la escena que dices del bambú me he encontrado con que la peli de las dagas está en You Tube en inglés. Pongo el enlace. La escena está a partir del minuto 62.
http://www.youtube.com/watch?v=8H-VIdLD_28
Dime algo de Gong Li.
Descubrí de tu mano a Zhang Yimou aquella tarde post-manifa como bien señalas y desde entonces La Casa de las Dagas voladoras una noche de invierno y en los madrileños cines Princesa Las Flores de la guerra en versión original, una película que toca el alma y te deja sin palabras, con la impecable participación de Christian Bale...
ResponderEliminarBienvenida, Grace. Pero no fue de mi mano: fuiste solita y yo llevaba la mano en el bolsillo. Que el bloguerío va a creer otra cosa... Toca el alma, cierto, y subyuga, atrapa, te deja sin aliento. Magnifico. Me alegro de que te siga gustando. Una vez abandonado el lamchusco ya solo ocurren cosas buenas...
ResponderEliminar