domingo, 19 de enero de 2014

MOTIVACIÓN

¿Qué es un motivo? Es un combustible para llevar a cabo cualquier acto. ¿Una razón? No exactamente, sólo a veces. Un motivo es todo aquello por lo que hacemos algo, el detonante, los cimientos también.

Esta semana he explicado a mis alumnos de Psicología el tema de la motivación. Me motiva. Intento que no “psicologicen” en exceso; o mejor, que no acudan a las infinitas excusas que se dan en su nombre: todos sabemos que cualquiera se siente autorizado a justificar una acción, propia o ajena, porque “no estaba motivado”. Esta recurrente frase significa, entre otras cosas, lo siguiente: “No me gusta”, “No me pagan (bastante)”, “No me divierte”, “No me pone”… Es decir, “No me motiva”.

El mundo de verdad, ése que les espera tras las vallas del patio, es poco motivador. Está infestado de sapos que tragar, de tiburones hambrientos y de virtuosos del látigo. No les va a motivar lo que encuentren. No a la mayoría, no la mayor parte de las veces.

Es obligación de los adultos enseñarles la diferencia entre obligaciones y devociones. No siempre estaremos motivados, pero eso al tiburón del látigo le importa poco, y al que extiende facturas menos aún. Por eso es conveniente que insistamos en que hay factores involucrados en la conducta que dependen de nosotros y otros que no. Y no podemos esperar siempre una motivación extrínseca en forma de recompensa o reconocimiento. Es preciso potenciar los elementos que la libertad pone a nuestra disposición: la razón, la deliberación, el criterio. Todo lo demás es bajar cada vez más el listón de la frustración y hacerlos dependientes, caprichosos y violentos.

A menudo hay que hacer algo por deber, en conciencia, gratis. Sin esperar motivación (o poniendo en marcha la mejor de las motivaciones: la voluntad), sabiendo que incluso puede llegar el desplante y la sanción.

Les hablé de Primo Levi.

10 comentarios:

  1. No me atrevería a negarle a las "exomotivaciones" el rango de motivación, pero desde luego ninguna otra tiene más fuerza que la que uno siente, sin contradicción, natural y poderosa crecer en su interior.

    La trilogía de Primo Levi que empieza por ese "Si esto es un hombre"... De imprescindible lectura.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No diría (ni digo) yo tal cosa. Porque muchos de los motivos nos vienen de fuera, desde luego. Trabajamos por dinero, sin ir más lejos, es una buena motivación, aunque no sea suficiente en ocasiones. Lo que quería decir en este post es que, además de ella, somos en gran parte dueños de nuestras decisiones y no simples autómatas que responden a reflejos condicionados o a premios y castigos.

      Cuando les hablo de un libro o de una peli no sólo pretendo poner un ejemplo, una imagen, sino que lo lean, alguna vez, tal vez en unos años. Recuerdo unas páginas en las que el rabino les decía a otros judíos que utlilizaba parte del agua que les daban para lavarse porque el hecho de asearse lo convertía en una persona.

      Eliminar
  2. Qué razón tienes, querido Atticus, o la motivación sale de nosotros mismos, de nuestras ganas de mejorar personalmente, de nuestro compromiso moral con nuestra profesión, de nuestro sentido del deber, del compañerismo, de la ayuda a los demás etc. o nos podemos pasar la vida desmotivados y quizás también frustrados.

    Estoy hablando como docente, una profesión la nuestra muy ingrata donde la mayor parte de las veces nuestros alumnos sólo nos reconocen nuestro esfuerzo cuando pasan años y se dan cuenta de que ese profesor que a los quince años parece que sólo piensa en fastidiarte la existencia con trabajos, exámenes etc. en realidad sólo pretendía darte una buena formación. Y eso los alumnos en el mejor de los casos, de la administración educativa, ya ni hablamos. Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No creas que veo yo entre la profesión docente mucho de lo que dices. Más bien veo adocenamiento, conformismo e insolidaridad. Me duele decirlo.

      Respecto a los alumnos, en unos años lo sabrán, de momento ahí están ante nosotros, muy diversos. Yo quiero creer que algunos ya vienen motivados de casa, es decir, se les ha educado bien y valoran lo que están haciendo y a quien lo está haciendo. Los otros... ahí están; también son víctimas de todos los engaños que han sufrido: del propio sistema, de sus padres, de no pocos profesores.

      ¿Y por qué no hemos de hablar de la administración educativa? Esa especialista en motivación del empleado público...

      Eliminar
  3. Pues sí Atticus, ahí radica creo yo la diferencia entre aquellos que saben cumplir con sus obligaciones, con sus deberes (morales, de trabajo, etc) aunque no encuentren motivación en ellos, y los que no son capaces de hacerlo. Los primeros, es muy probable que comprueben con satisfacción después de haberlo cumplido que la motivación les salió al encuentro, como por arte de magia (cuantas veces hemos hecho algo totalmente desganados, desmotivados, para al final descubrir que no era tan dificil y que incluso ahora nos motiva mucho más que antes...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la vida hay que hacer muchas cosas simplemente porque es nuestra obligación. El gusto llegará después, si llega. No es cierto que todo sea placentero ni que para todo haya recompensa. A menudo sólo hay satisfacción del deber cumplido. Ya sé que esto suena raro, antiguo y seguro que alguno hasta lo califica de derechista. Pues vale.

      Escuché una vez a Victoria Camps decir que no siempre podemos hacer lo que nos gusta, de modo que podemos intentar que nos guste lo que tenemos que hacer. No me parece mal plan.

      Eliminar
  4. Comparto absolutamente ese pensamiento de Victoria Camps. Creo que la motivación es muy importante para que, al hacer cualquier cosa, aunque no nos guste, no perdamos el ánimo y la sonrisa o, mejor dicho, el equilibrio interno. Personalmente, siempre trato de encontrar alicientes para todo lo que hago y, afortunadamente, lo consigo. ¿Por qué actuar así? Porque en lo que expreso un refunfuño (o dos) + el tiempo previo de convencimiento de que lo que hago es una mierda (para justificar el refunfuño), puedo tener ya hecha la tarea y además, haber empezado otra cosa completamente distinta que me entusiasme. Creo que aquí reside gran parte del buen humor con el que me caracterizan los que me conocen. Probad, de verdad que funciona.

    ResponderEliminar
  5. Rebienvenida, Clotho. Se te echaba de menos. Tus vitalísimos comentarios siempre hacen falta. Porque mira que hay refunfuñadores en el mundo, no descansan, siempre están de servicios mínimos y a veces máximos (no me libro, I know). De todos modos, creo que hablas de la automotivación, algo bastante parecido a la voluntad, y que no debe ser confundido con el estoicismo o la aceptación resignada del destino. Porque hay situaciones en las que automotivarse no es que sea difícil, es que es hercúleo. Pero en otra sí que es conveniente (para uno y para los demás) sobreponerse y hacer lo que no hay más remedio que hacer de la mejor manera posible.

    Y la risa que no falte.

    ResponderEliminar
  6. Me gusta ese distingo que haces con respecto a la diferencia entre obligaciones y devociones. Si tenemos unas, creo que hemos de guarecernos también en el dulce refugio de las otras, para equilibrar y limar asperezas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otium et negotium. No olvidemos que el negocio es la negación del ocio... De modo que cómo no buscar un refugio donde encontrar calor y libertad. Aunque a veces lo que hay que limar es tanto que necesitaríamos un set completo de bricolaje (con un vasco al frente, or course).

      Eliminar

Puedes escribir tu comentario. Agradezco la inteligencia, la educación y el sentido del humor. Por favor, no enlacéis páginas con contenido comercial, religioso o político. Tampoco las que claramente constituyen una estafa.