Estoy oyendo la SER mientras trabajo en casa. Están hablando
de Antonio Machado, de cuya muerte se han cumplido 75 años hace tres días.
Voy a mi estantería. Campos
de Castilla y Juan de Mairena. No
son muchos y no he leído más. Están deterioradísimos, señal de su uso frecuente. El segundo, en lamentable encuadernación, que no sujeta las páginas.
Releo algunos trozos al azar. Resisten bien el paso del tiempo (el contenido,
no el continente). El primero lo leí a finales de los 70 y el segundo a
mediados de los 80, decenio en que leía con ansia y sin criterio.
Hace pocos años llevé a mi hijo a Soria. Omnipresente
Machado: disfruté más que él, que no tenía edad. Espero que germine su nombre y
que alguna vez abra estos libros que a su padre aún conmueven.
En el verano de 2012 Machado volvió a cruzarse en mi camino. Viajaba
a Francia en compañía de una machadiana y, cuando íbamos a pasar la frontera, un
incendio aconsejó el desvío del tráfico y cruzamos por la costa. Varias horas de atasco nos
permitieron divisar el pueblecito de Colliure, en cuyo cementerio descansa el
poeta. En otras circunstancias nos hubiésemos detenido. Soy de los que cree que
Machado debe quedarse allí (aunque entiendo que la única opinión de peso es la
de la familia), para que no olvidemos su historia, que es una metáfora la
historia de España.
Hoy lo revisito. Me encuentro poemas en los que hay hasta un
fino sentido del humor, como en éste (XXXIX de “Proverbios y Cantares”):
“Dicen que el ave
divina,
trocada en pobre
gallina,
por obra de las
tijeras
de aquel sabio profesor
(fue Kant un
esquilador
de las aves altaneras:
toda su filosofía
un sport de cetrería),
dicen que quiere
saltar
las tapias del
corralón,
y volar
otra vez hacia Platón.
¡Hurra! ¡Sea!
¡Feliz será quien lo
vea!”.
Pero me detengo en Juan de Mairena y encuentro verdaderas
maravillas de la filosofía o de la poesía, o de ambas. Valgan estas cinco:
“Cuando el hombre deja
de creer en lo absoluto, ya no cree en nada. Porque toda creencia es creencia
en lo absoluto. Todo lo demás se llama pensar” (p. 122).
“Es cosa triste que
hayamos de reconocer a nuestros mejores discípulos en nuestros contradictores,
a veces en nuestros enemigos, que todo magisterio sea, a última hora, cría de
cuervos que vengan un día a sacarnos los ojos” (144).
“Uno de los medios más
eficaces para que las cosas no cambien nunca por dentro es renovarlas -o
removerlas- constantemente por fuera. Por eso -decía mi maestro- los originales
ahorcarían si pudieran a los novedosos, y los novedosos apedrean cuando pueden
sañudamente a los originales”. (200)
“Que usted haya nacido
en Rute, y que se sienta usted relativamente satisfecho de haber nacido en
Rute, y hasta que nos hable usted con una cierta jactancia de hombre de Rute,
no me parece mal. De algún modo ha de expresar usted el amor a su pueblo natal,
donde tantas raíces sentimentales tiene usted. Pero que pretenda convencernos
de que, puesto a elegir, hubiera usted elegido a Rute, o que, adelantándose a
su propio índice, hubiera usted señalado a Rute en el mapa del mundo como lugar
preciso para nacer en él, eso ya no me parece tan bien” (229).
“…el hombre no hubiera
inventado el reloj si no creyera en la muerte” (258).
http://www.rtve.es/.../cronicas-antonio-machado.../2396207/
http://www.youtube.com/watch?v=AXg1MCkuky0