martes, 3 de junio de 2014

DIA DE PRIMAVERA EN MADRID

Para D., O., G. y B., con los que compartí día y amistad.

Sucedió el 31 de mayo. Sábado.

No eran las 12 del mediodía cuando ya estábamos con el coche bien aparcado, muy cerca de la Puerta de Alcalá. Breve paseo y el Retiro nos recibió con su anual Feria del Libro. Día precioso y sin calor asfixiante. Casetas para detenerse con calma. Autores con los que hablé en alguna ocasión, que agradecen esas palabras de los lectores (bajo las elementales normas de educación). Joaquín M. Barrero estrechó mi mano por dos veces (librería La Felipa). Marcos Chicot también me concedió unos minutos para comentar El asesinato de Pitágoras. A otros me hubiera gustado atreverme a hablar con ellos, excluidos esos famosetes que tal vez no hayan puesto en el libro más que su nombre. Una caseta milagrosa: “Atticus-Finch”, con cuya dueña perdimos muchos, muchísimos minutos. Y hablamos de libros, claro, de Atticus, de este nick, de su librería, de algunas historias que no caben aquí. Se sumó una joven pareja a la conversación sobre Irène Némirovsky, qué delicia de minutos.

Eran casi las tres cuando nos fuimos. Nos habían recomendado Kasanova, un excelente italiano, muy cerca. La comida no decepciona, aunque la decoración resulte previsible y tópica, incluso poco elegante, casi kitsch. Dos entrantes para compartir entre cinco comensales: Melanzane alla parmigianana, muy flojas, y Burrata di Puglia, una maravilla que nada tiene que ver con la mozzarella que se vende en el híper. La pasta es para alucinar. Cuesta unos 15 €, pero el contenido lo vale, nada de lo comido lo habíamos probado antes. Yo comí Fagottini formaggio e tartufo nero. Uno de los platos se sirve con una copa de whisky, maravillosa idea. Los postres no están a la altura: sólo hacen ellos el tiramisú y no es gran cosa. Café, poleos… 31 € por persona, moderado coste a mi juicio.

Por la tarde paseo por la Castellana hasta la Biblioteca Nacional, en la que hay un museo con una exposición de fotografías del XIX, que no me dijo gran cosa. Otra cuestión es lo que se expone de forma permanente. Debo volver con calma. Próximamente “Fernando Pessoa en España”. Otra razón para regresar.

De allí, en metro, al Teatro Guindalera. 90 minutos con una sola actriz sobre el escenario: María Pastor. Ya la había visto en otra obra, allí también. Reconozco que en la obra “me fui” en un par de ocasiones. No es para todos los públicos, no es fácil. No busca otra cosa que la excelencia. Y lo consigue. María Pastor sobrecoge, emociona, sabe moverse, quebrar la voz, envejecer, susurrar, recitar, narrar una vida siendo una y múltiple… Es la poetisa estadounidense Emily Dickinson y la obra se llama La bella de Amherst. Por 12-15 € se asiste a algo único. Al terminar, el teatro obsequia al respetable con un licor de guindas. Pudimos hablar con la actriz, felicitarla. Nos contó que tienen problemas económicos, que es su peaje por la independencia, que lo digamos, que traigamos a los amigos. Y eso hago: que nadie se pierda esta sala, esta obra, esta actriz mayúscula.

Intentamos cenar en un restaurante francés del que nos había hablado una compañera de trabajo, pero tenían una cata de vino para amigos y estaba cerrado para el público. Pese a ello, uno de los dueños salió a la calle para explicarnos y disculparse; me ofrecí a hacer coupage en un par de horas, sin éxito. Lo intentaremos más adelante.

Terminamos en mi casa una hora después. El horno se ocupó de calentar una pizza (casera) y vacié de restos la nevera. Bebimos vino tinto (“Habla del silencio”, extremeño, evocador nombre). Unos chupitos de Glenfiddich concluyeron la jornada a las dos de la madrugada. Discretamente ebrios (de alegría, de belleza, de single malt), nos fuimos a dormir.






4 comentarios:

  1. Libros, conversaciones, personas de inteligencia, buen comer, bibliotecas, museos, teatro, el coupage ése y unas copas…, todo eso en plena Primavera.

    Joerrr, Atticus.


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    1. Placeres baratos. O al menos accesibles. Algunos gratuitos. Madrid en primavera es gratis y el espectáculo de la calle, la gente, el cielo..., todo eso no cuesta nada.

      Lo del coupage tiene su aquél: es lo que aquí llamamos mezclar vinos. Pero en francés quedas como Dieu.

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  2. Una jornada deliciosa de la que disfrutaste y nos has hecho disfrutar a tus lectores: completa, con todo incluído, La buena comida, los libros , el teatro y Madrid.
    Yo estuve un mes antes con cuatro amigas: también un día para recordar. Pequeños placeres los del paseo, la amistad, el viaje, los libros: ¡pero tan grandes!!!!

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    1. Deliciosa, sí. Placeres que no a todos agradan, pero a mí sí. Y eso me importa. No son pequeños placeres.

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