Uno de esos días inconcretos de verano, a hora difusa,
más o menos a mediodía o después de comer, pongo la tele y salgo de la
habitación: vuelvo con la sensación del déjà-vu
mezclado con estupefacción retrospectiva. En efecto: Verano azul.
Concretamente, la escena en la que Chanquete, Julia y
la muchachada antisistema entonan eso
de “…del barco de Chanquete, ¡no nos moverán!”. Porque el barco de Chanquete
era la representación avant la lettre
de los derechos sociales y la cuadrilla de adolescentes el símbolo de la
resistencia perrofláutica a que especuladores y voraces depredadores del estado
de derecho terminen con todo.
La escena remite a cualquier
acción de la PAH y a la resistencia civil sesentaiochista, pero con un
delicioso punto naif, con su anciano pescador, abuelo maravilloso de todo aquel
que precise un abuelo. Con una Julia posthippie,
pero despojada de los molestos aromas de la maría,
y privada del comunitarismo ibicenco de lechuga, abalorios y amor libre.
Los chicos son punto y aparte. Representan arquetipos. No
recuerdo la razón, pero en la escena no están Bea y Desi. Bea es la guapa,
lánguida y etérea, de hermosa y distante sonrisa. Con Desi fueron crueles hasta
con el nombre, diminutivizado para
evitar el último toque de fealdad sobrevenida; a ello añadieron aparato en los
dientes, padres separados… y los pies en la tierra, y cercanía, realismo. “Qué
maja”, se decía entonces de las chicas así, para pasar inmediatamente a entrar a la amiga.
Javi y Pancho son los dos gallos del corral, los
machos alfa de la camada. Javi es el gallo forastero, rubio, guapete, urbano.
Pancho es el gallo local, de familia pobre (sabemos, suponemos, apenas se
muestra); sabe pescar, tiene recursos, pero es esquivo y se avergüenza a veces
de sus orígenes humildes. Los dos asedian sin éxito a la inalcanzable Bea. Pero
no caben dos gallos en el mismo corral.
Piraña es un gordito nada estigmatizado y tiene unos padres sacados de las viñetas de Forges. Lleva su
sobrepeso con alegría, se zampa interminables bocadillos y cree que sabe más de
lo que sabe. Se considera a la altura de los mayores de la pandilla, y por eso
tiene una conducta entre paternal y displicente con su amigo Tito, el pequeño,
hermano de Bea, que es la inocencia, el asombro, la gracia infantil.
Y luego está Quique. No sabemos nada de él. No tiene
un rol claro. Está, pero no es. No tira los tejos a Bea, ni siquiera a Desi. Y
tampoco se ven confusas miradas con los chicos. Sus frases son contadas y su
personaje… ¿qué personaje?
Es Quique el cuchara, el que ni pincha ni corta. Una
suerte de pagafantas. Si hubiera guateques pondría la música, llenaría los
vasos e iría a comprar el hielo a la gasolinera. Cuando está no se hace sentir
y cuando no está nadie lo echa de menos.
No sé si los guionistas quisieron representar con él a
los invisibles, esas personas que pasan por la vida sin dejar huella. Porque
han pasado casi 35 años y la gente recuerda los personajes, la muerte de
Chanquete... Pero ¿quién recuerda a Quique? ¿En qué estaba pensando Antonio
Mercero cuando diseñó los personajes? ¿Alguien ha escrito una tesis
universitaria sobre su función y significado en la serie?
Nota final: Este post surge como resultado de una estival
cena familiar, ricamente regada por cervezas y vinos, con altas temperaturas y un
parchís de seis en la mesa. Espero que me perdonen mis lectores por tanto
desparrame insustancial. Y ahora, más en serio, a ver si conseguimos que los
delincuentes cuya crueldad esté probada vean Verano azul. Varias vueltas a sus 19 capítulos. Antes de que la
Convención de Ginebra diga algo al respecto.
Atticus, este es uno de los post que más me han gustado. Hace unos días me topé con un capítulo de Verano Azul en casa de unos amigos cubanos residentes en España desde hace unos cuatro años. El padre de la familia estaba absorto y encantado con los personajes y me hacía preguntas indignado porque nunca la pusieron en Cuba. Yo me sorprendí al ver con una perspectiva tan diferente la serie favorita de mi infancia. Y es curioso pero ese mismo día me hice las mismas preguntas sobre Quique al que no recordaba que apodaban "El cucaracha". En ese capítulo era un comodín, sólo asentía con la cabeza todo el tiempo y daba muestras de ser un amigo serio que sabe escuchar, pero que habla lo justo por no pecar. Ni siquiera le dejan elegir el sabor del helado al pobre, conformista y dócil como un corderito. ¿Alguien sabe si hizo algún otro papel a lo largo de su vida? Pues eso,que me ha gustado ese análisis crítico y descriptivo que haces sobre el carácter psicológico de los personajes y de la sociedad de la época. Yo echo de menos esa inocencia y ternura que desprenden los niños y adolescentes y que no percibo hoy en día. Ahora se gritan, se empujan, se insultan y se tiran cosas con inquina como algo habitual y no excepcional. Por cierto, primera comentarista en uno de tus post. Esto es nuevo. Me estoy enganchando.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. Y me dejas ojiplático con lo de tus amigos cubanos. A mí me parece ñoña y que ha envejecido muy mal, si es que alguna vez fue joven. O será que he envejecido yo.
EliminarPero a Quique no le llamaban el cucaracha; es que no has leído bien: el cuchara, porque ni pincha (como el tenedor) ni corta (como el cuchillo). Ya he dicho que todo empezó como una broma familiar.
Ten cuidado con enviciarte: Nomadas Square es droga dura. Va para cinco años ni dependencia. Eso sí, algunos me siguen en la sustancia, pero otros han logrado quitarse, así que igual no es tan dura como yo pensaba...
Poco puedo comentar aquí porque, aunque parezca mentira, nunca vi un capítulo de la serie. Ahora no sé por qué, véte tú a saber.
ResponderEliminarSí me gusta el post, cómo desmenuzas todo, las conclusiones que sacas, tu análisis.
Por último, decirle a Sun y Jing que yo no veo a la juventud e infancia actual como ella dice. Hay de todo, obviamente, pero también sigue habiendo inocencia, camaradería, ternura: igual que la hubo antes, como siempre la habrá.
Muy lamentable eso que dices. Para entrar a Oxford, a Heidelberg y a la Sorbona es requisito imprescindible. Pero no te preocupes, que habrá reposiciones ad infinitum...
EliminarYo también creo que Sun exagera. Al menos un poco. O que le han tocado los infantes más estupefacientes de la Hispania interior. No obstante, comparto con ella que algunos tienen una falta absoluta de control sobre sus impulsos y un nivel de frustración bajísimo, lo que se traduce en respuestas violentas. Pero también hay inocencia, no todo está perdido.
Me detengo en la figura de Quique y... ¡creo que tras este post no volverá a pasar desapercibido! ¡Me veo ya "enchufá" a las reposiciones de la serie! Jajaja... ¡Buen verano para todas!
ResponderEliminarNo te preocupes por las reposiciones. Volverán año tras año. Las podrás revisar en la jubilación, cuando tengas más tiempo. Y entonces podrás hacer una hermenéutica veranoazuliana comme il faut...
EliminarJajaja Atticus. ¡Me encantan tus boludeces!! Ya las estaba echando de menos.. Tienes razón, yo, fan número uno de Verano Azul en su día, más deuna vez me preguntaba por ese personaje, Quique, que "ni chicha ni limoná"
ResponderEliminarUn beso
Me alegro de que te gusten. Aún me veo futuro en el mundo del humor.
EliminarHoy he vuelto a casa tras unos días playeros. He comido y he puesto la tele. Estaba "Verano azul", último episodio. Y, como para darme un capón, Quique tenía muchas más frases de las que yo creía o mi recuerdo juvenil le atribuía. Como localice esto el actor me va a reñir, y con razón. Por cierto, que cuando una grúa se lleva el barco de Chanquete, alguien pregunta qué harán allí. Y Javi contesta: edificios. ¡Un clarividente!