viernes, 1 de mayo de 2015

DEJAR LIBROS A MEDIAS

Distingo entre aquellos libros que se han de leer y estudiar profesionalmente de los que se leen por placer y curiosidad. Los primeros son obligatorios, qué pena si no nos proporcionan gozos intensos, es lo que tiene el trabajo…

Hay muchas personas que, si hablamos ya del segundo grupo, tienen una visión kantiana y misionera del asunto de la lectura. Más vulgarmente: libro que empiezo, libro que termino.

Como yo no tengo tal concepción de los placeres, no dudo lo más mínimo a la hora de abandonar un libro. Cada vez vacilo menos y cada vez renuncio antes. Siendo como es el tiempo un bien escaso, no entiendo por qué he de fustigarme con frases ininteligibles o con tramas irrelevantes que me importan una higa. Lo dejo y a otra cosa: partida de mus, ronda de cañas o ruta del aspirador por los rincones de la casa.

No nos parece razonable soportar a personas a las que no aguantamos; sin embargo, creemos lógico seguir día tras día con un libro que nos aburre. ¿Masoquismo?, ¿promesa?, ¿pura cabezonería? Los libros, al contrario que las personas, no sufren, por lo que olvidar el tomo en cuestión nos sale a ambos bastante barato: sin culpa, sin orfidales, sin remordimientos, sin reproches… Además, si hay muchas personas por conocer, con los libros ocurre lo mismo. No se pueden leer todos: ¿por qué empeñarse en permitir que los pestiños ocupen el tiempo de los magníficos?

Soy de los que hacen catas. Y de cada tres libros que comienzo, tan solo termino uno. Hay quien me dice que lo bueno puede estar en la página 100, incluso más adelante. Se lo concedo, pero si un autor quiere tenerme resoplando de indignación o bostezando, no merece que llegue allí. El argumento es débil. Es como pensar que una persona a la que no soportamos puede cambiar a los diez o veinte años de ser tan insufrible. Vale, puede ser, pero mejor que fuera maravillosa desde ya mismo, que uno tiene la capacidad de sacrificio muy mermada.

Así que, concluyo, nada atractiva me parece la postura del que exhibe con orgullo eso de “yo me acabo todos los libros que empiezo”. Pues yo no. Me pierdo algo, puede ser, pero creo que gano mucho más.

Con la de gente que hay en el mundo.

18 comentarios:

  1. Yo estoy en el grupo de los que acaban los libros. Precisamente mi anterior me costó muchísimo, pero al final, y digo al final porque fueron las últimas páginas, conseguí que me gustara un poco. Además con el poco tiempo que tengo y la presión mental a la que estoy sometida, sé que debería leer novelas que me agradaran y mi actual lectura me está gustando.
    Es verdad, los libros no sufren, pero me da rabia dejarlos a medias.

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    1. Qué te voy a decir. Haz lo que te parezca mejor. Ahora bien, tú misma dices que te cuesta acabar determinados libros; yo no llegaría al final, menos aún si pasas momentos de estrés y poco tiempo. Porque en la vida siempre tenemos poco tiempo; o sea... ¿cuánto?

      Piénsalo de otro modo: hay millones de libros que no te vas a leer. Todos esos los dejas más aún que a medias.

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  2. Hubo un tiempo de neurosis lectora en mi vida.

    Un tiempo relativamente corto -es decir, relativamente largo- en que me podía la tensión de abandonar la lectura de un libro.

    Y me leía la primera mitad por ver si la segunda mostraba todo aquello que las reseñas de los críticos biencebados decían de sus amiguetes.

    Hoy ya no llego a la segunda mitad porque no empiezo ni la primera.

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    1. Veo que tenías fe en la humanidad, es decir, en que los críticos decían lo que creían de verdad, que sus análisis eran rigurosos y no rijosos...

      Espero que no hayas dejado el vicio por resentimiento: Federico no te lo perdonaría.

      Creo que todos hemos tenido esa fase de neurosis lectora. A mí no me ha abandonado. Lo que sí que he adquirido a lo largo del tiempo es criterio, esto es, capacidad de juicio y elección. Por eso pienso muy bien lo que leo, a pesar de lo cual abandono mucho. Ni todo vale ni todo vale igual.

      Creo que llegar a la mitad es un buen criterio. Es difícil abandonar a partir de ahí.

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  3. Está bien ese paralelismo que haces entre personas (poco interesantes) y libros (que no interesan). A mí ya no me da ningún remordimiento abandonar libros a las pocas páginas de haber comenzado su lectura; es más, los abandono casi todos. Con las personas me empieza a pasar lo mismo: a las cinco páginas ya estoy buscando cualquier excusa para largarme. ¡Qué vida!

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    1. Me parece elemental. Lo malo es que también se da el caso de libros a los que no hay manera de acceder y personas que... lo mismito. Yo me canso de muchas y muchos, pero también me gustarían más páginas, muchas más, de algunas y algunos.

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  4. ¡Lástima que no se pueda hacer lo mismo en un concierto! Si abandonas a medias, te conviertes en objeto de todas las iras. ¿Y en un centro comercial? te lo tragas todo, incluida la música. Reza por no tener un vecino melómano o cacomelómano, término que seguramente no existe pero que, hoy en día, debería acuñarse obligatoriamente. ¡No podrás abandonar si el vecino no abandona primero!
    Los libros son como los árboles, acogen a todo aquel que quiera acercarse y disfrutar de su frescor sin pedir nada a cambio. Benditos sean, se abandonen, se terminen a regañadientes o se quemen. Están ahí siempre, transmutando la soledad en alegría íntima, como ese amigo que hace tiempo y tiempo que no vemos y sin embargo lo tenemos con nosotros.

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    1. Hombre, lo del concierto... por educación. Porque los músicos sí sufren, son personas. Claro que si la cuestión es tomadura de tupé al cubo, entonces lo merecen.

      Lo del centro comercial es punto y aparte. Se escoge y es se puede/debe huir de él.

      Te acepto lo de los árboles. Pero, como en ellos, en los libros se resguarda uno si quiere, en los que quiere y cuando quiere. Y si nos apetece el sol abrasador, pues qué.

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  5. Nos subimos a la copa y con la copa, nada de alejarnos de seres tan amables y amigables.

    A menudo me asomo por la ventana de casa y miro los árboles. Puedo decir que los leo emocionado. Me pregunto si nos leerán a nosotros...
    Ese secreto aún no me lo han desvelado.

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    1. Me tienes que pasar tu dieta. Porque los árboles los miras, sólo los miras...

      O estás defintivavmente anirvanado.

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    2. Ozú, anirvanao. Mas quisiera. En todo caso lomcevaneao, que es como un quijote que ha dejado de luchar contra los "elementos". Sí, esos que estás pensando...

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    3. Lo llevas claro, chaval. Primero por el lomcevamiento, no te arriendo la ganancia. Y luego por "ésos"; aquí aún te envidio menos. Ya te dije que no te dieras a las drogas duras...

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  6. Un buen tema... Imagino que ya sabrás que soy de las que abandonan y a otra cosa, mariposa (lo he dicho varias veces en mi blog). Todo lo que dices es exactamente lo que yo pienso. Yo no podría haberlo expresado mejor. Cato libros y si desde el principio no consiguen engancharme, si no consguen despertar mis ganas de volver a sentarme cuanto antes a leer, ahí se queda (anda que no habré dejado yo libros en mi vida, uff muchísimos) Y es que como tú dices, hay tanto libro suelto por leer (y más trabajando en una biblioteca, que los ojos se me van detrás de todo lo que va llegando y de todo lo que voy colocando en las estanterías) y tengo tan poco tiempo, que necesito disfrutar con ellos desde el minuto uno. También creo que gano más de lo que pierdo. Al menos mi tiempo lo dedico sólo a pasarlo genial.
    Besos

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    1. A mí me parece de cajón, pero hay gente que se empeña en leer cosas que no quiere, algo tan tonto como hacer cosas que no quiere, comprar cosas que no quiere...

      Creo que si trabajase en el mismo lugar que tú me echarían por estar todo el día leyendo, sin trabajar...

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    2. Pues no creas, que al principio (hace ya muchos años de eso) me volvía loca. Todo lo que caía en mis manos era digno de echar un vistazo. Pero poco a poco te vas acostumbrando y aunque ojear los libros que no conoces y que van llegando nuevos a la biblio sigue siendo inevitable, aprendes a dosificarte para que no interfiera en el trabajo.
      Me considero una privilegiada por trabajar donde trabajo, rodeada de tanta cultura. Un placer...

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    3. Ni se te ocurra decir eso con nombre y apellidos, que te bajan el sueldo y te hacen trabajar más. Pero, desde luego, mejor un entorno de trabajo agradable que esa esclavitud consentida y legar que tiene tanta gente.

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  7. Me ha gustado este post. Precisamente llevaba tiempo preocupándome por dejarme casi todos los libros a medias desde hace ya años. ¿Qué me pasa? ¿Los libros son malos o soy yo que no capto la esencia? A todos les saco pegas y errores, por no hablar de erratas y otros descuidos graves más básicos. Lo cierto es que lo dejo todo a medias y me inquieta que no encuentre lectura que me saque del hastío como solía hacer antaño. Recurriendo al dicho "Mal de muchos, consuelo de tontos", veo que no soy la única. Pero yo tengo una cosa clara, si un libro me deja la sensación de pérdida de tiempo en la primera parte, ya tengo que verme en una isla desierta con ese único libro para terminarlo, un libro debe llenar de principio a fin y, en mi experiencia, nunca he leído una segunda parte buena si la primera careció de interés.

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    1. Cuando uno ya ha leído lo suyo y tiene unos añitos no vale cualquier cosa. Bienvenida al club.

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