En la ciudad en la que vivo la primavera no avisa. Un día te das cuenta de que el chaquetón que te ha abrigado hay que dejarlo en el armario y ponerse la manga corta. La tarde se expande y pasadas las nueve aún luce el sol y no sabes si hacer la cena o salir a tomar una cerveza.
Es que estamos en mayo/junio.
Bajo por primera vez en meses el toldo de la terraza. Limpio
mis comodísimos sillones estivales que
pasan allí el invierno, despreciados, y me doy cuenta de lo poco que queda de
curso, no de año (porque los profesores no contamos por años, sino por cursos).
En mi mesa de trabajo se apilan 29 exámenes por corregir.
Llegarán más en los próximos días, y trabajos, y tareas burocráticas infinitas,
tan inútiles. Se terminarán pronto. Si todo va bien, a comienzos de julio
quedaré liberado y podré leer sin hora, vivir a ritmo de cuerpo. Dormir cuando
se me cierren los ojos.
Porque para mí el verano sirve para leer. A veces hago otras
cosas, pero pocas. Sobre todo, leo.
Miro a mi alrededor y encuentro la pila de libros que tengo a
medias o pendientes. Tengo ese Quijote
que disfrutaba morosamente hace meses pero que quedó atascado por unos exámenes. En el mismo atasco se quedó La fortuna de Matilda Turpin, que no me
acaba, pero cuyo autor, Álvaro Pombo, me es tan simpático que acabaré leyéndolo
completo.
Tengo Volver a Canfranc,
de Rosario Raro, en la página 99. Necesito más tranquilidad porque me cuesta
entrar en él, pese a que está muy bien construido y documentado.
Y luego, cuatro novelas de las que no he descubierto aún casi
nada, salvo el olisqueo habitual de portada, contraportada y faja -si la hay-. Asesinato en la Plaza de la Farola, de
Julio César Cano, parece un policíaco mediterráneo; veremos, para el final del
verano. Intemperie, de Jesús
Carrasco, promete, ya le tenía echado el ojo, he leído (y muy bien) sobre este
texto. Estoy seguro de que me reiré mucho en playa y piscina con El secreto de la modelo extraviada,
de Eduardo Mendoza, un valor seguro, siempre brillante, agudo, genial. Y tengo
para terminar el Manifiesto incierto,
de Frédéric Pajak, ensayo gráfico de un autor que conozco por el magnífico
libro sobre Nietzsche y Pavese La inmensa
soledad.
Habrá más, esto es el aperitivo, la carta. Puede ocurrir
incluso que cambie de plato, que no me guste uno de ellos y le pida al chef
otra cosa. El verano tiene el placer de la pereza infinita y la lentitud
gozosa.
Debería preparar un poco las nuevas asignaturas que tenemos.
Pero, por otro lado, vivo en un país que ha pasado del gobierno a sangre y fuego
al desgobierno y al singobierno. De modo que nada sabemos acerca del futuro, ni
siquiera si la ley de educación cambiará, se modificará o se derogará. Y, por
otra parte, me voy a declarar antikantiano, un pelín epicúreo, nietzscheano
según para qué y hombre objeto a tiempo completo. Que llega el verano.
Este verano me he propuesto leer más, pero también quiero descansar y dedicarme tiempo a mí(no siempre lo uno a la lectura). Algunos de los libros que mencionas tienen muy buena pinta. Si los reseñas, te leeré con mucha atención.
ResponderEliminarEn nada estás disfrutando de los placeres del verano.
El verano (como vacaciones) es un gran invento. Cada uno hace lo que mejor le parece. A mí me gusta también viajar, pero la pasta no es infinita.
EliminarNo sé si haré reseñas. No creo. A mí esto de reseñar un libro me gusta poco, poner los datos que uno encuentra en cualquier lado y poco más... no me pone. Hay muchos blogs literarios (y algunos de gran calidad), pero éste no es uno de ellos. Supongo que a finales de verano o de año haré una recapitulación, no lo sé.
En cualquier caso, ya estoy disfrutando. Me encantan los días tan largos, el caloret (que diría Rita) mientras no sea excesivo y el leve fresco de la noche, especialmente de la noche castellana.
Parece que no va a llegar nunca, pero ya está aquí.
Parece que hablas de Aragón... sería una coincidencia más. El curso se acaba sí, el verano propicia el tiempo libre y las lecturas. Aparte del Quijote, he leído y me gustó mucho (aún no me he animado con el segundo), Intemperie. Otra causalidad, estoy leyendo Manifiesto incierto y me está encantando, me va a durar poco tiempo, lo sé.
ResponderEliminarRespecto a la situación de la educación es denigrante lo que está ocurriendo, recortada y moneda de cambio político para propiciar el caos.
Abrazos y ánimo que queda poco...
Pues no vivo en Aragón, lo siento, sino en una ciudad castellana. Por lo que dices, en Aragón sucede algo parecido. Acabo de subir del trastero: he guardado un calefactor que uso para el cuarto de aseo (me ducho a las 7:30 y la calefacción del piso no me resulta suficiente a esa hora) y he subido el ventilador, que comenzaré a utilizar ya mismo.
EliminarRespecto a los libros, tengo muchas ganas especialmente de "Intemperie". También "Manifiesto incierto", que conocí por el magnífico blog que indico al final. Si no lo conoces, es excelente. Me animó también el dramaturgo Juan Mayorga, al que conocí hace poco y que es un especialista en Walter Benjamin (del que yo tan poco sé, me flagelo las espaldas con los tomos de "Crepúsculo").
Lo de la educación... Dejémoslo, que me pongo violento. Cuando empecé nos peleábamos por que no hubiera afines, por desdobles, por derechos. Ahora es el sálvese quien pueda y los políticos se la pasan por el arco de los esfínteres. Perdón, no suelo ser tan soez, pero me toca de cerca y siento vergüenza, propia y ajena.
Una pregunta curiosa: ¿cómo se consigue la cursiva en los comentarios?
http://www.devoradoradelibros.com/
A ver si logro explicarlo sin que salga la cursiva (he mirado a ver si tienes un correo pero no lo tienes).
EliminarLa palabra que quieras poner en cursiva debe ir precedida por:
Cuando acabes de escribir la palabra debes cerrarla con:
Si quieres negrita, es lo mismo pero en lugar de la i, sera con la letra b
Espero haberlo logrado, si pongo el ejemplo sale en cursiva y no se ve el proceso.
Yo soy de Zaragoza y ocurre tal como tú lo dices, al mencionar el libro sobre Canfranc... he pensado que era Aragón. Yo vivo en Barcelona.
Miro el blog que me recomiendas.
Nada, no lo he logrado, que puñeta!
EliminarSi quieres te lo digo por correo:
marebrava08@gmail.com
No lo veo claro. A ver si pronto abro un correo para los asuntos blogueros, que no lo tengo y de la cosa personal soy muy celoso, perdona. Pero si pronto ves que hay un email nomadasquariano, soy yo. Y me lo explicas.
EliminarVivo cerca de Madrid, pero no en la capital. De modo que estos centralistas españolistas y esos periféricos pueden entenderse muy bien, me parece, cuando se encuentran por aquí. (Espero que se capte el tono irónico: me temo que he sido periférico muchos años y que la cosa españolista me produce tanta urticaria como el resto de los nacionalismos; excepción hecha del nacionalismo del Señorío de Molina, que eso sí que es una unidad de destino en lo universal, identidad histórica e idioma propio...).
Lo comprendo. El mío tampoco es el personal y tampoco tengo correo en U-topía. Además el tema de las cursivas es intrascendente.
EliminarEn fin, el tema de los nacionalismos lo tengo muy vivido aquí, allá y acullá. Me resultan todos odiosos, soy, como dije en un escrito: agnóstica nacional.
M'agrada aquesta expressió: 'agnóstica nacional'. Con tu permiso, me la quedo. Eso sí, me arriesgo a que me detenga la Benemérita o los Mossos. Daré tu nombre, que lo sepas. Y siendo Utopía lo llevas claro. Si llaman de madrugada a tu casa, ya sabes...
EliminarMayo y Junio son los dos meses más deliciosos del año.
ResponderEliminarPor ellos y porque en ellos eclosiona la Vida. Y porque preludian los de verano, esos meses en los que paso de leer poco (muy) a no leer nada. Uff, me pongo sólo de pensarlo.
Esa pila de libros te va a matar, Atticus, date a la ataraxia (radikal).
Los que más, cierto. Añado septiembre si no fuera porque comienza otra vez la cosa, pero ya no hace tanto sofoco y hay menos turistas en todas partes.
Eliminar¿Qué me de a la qué? ¿Eso que dices qué cosa es: una posturita sexy o una comida griega muy especiada?
¿Dices"que tu blog no es de mucha calidad? Pues yo no lo creo. A mí me gusta mucho leer tus entradas en las que, como en esta, mezclas la vida cotidiana que nos da de comer con la buena vida que los que amamos la literatura encontramos en los libros y en ese tiempo placentero en que nos vemos leyendo, qué inmensa gozada. Lo de reseñar más o menos no es tan importante.
ResponderEliminarDe los que tienes ahí apilados, leí "Intemperie" (bien, pero no tanto como algunos dicen) y me llama mucho el de Eduardo Mendoza, autor que siempre me ha dado muchas alegrías.
Ánimo, Atticus, que ya no queda nada para esa gozosa pereza infinita
Un fuerte abrazo
Muchas gracias, Juan Carlos. En realidad no decía que mi blog fuera de calidad o de baja calidad, sino que no era un blog de libros. Lo de la calidad siempre es discutible: a algunos gusta y también a veces he tenido que moderar comentarios (o sea, censurar, eliminar) por groseros o impertinentes. Son los que confunden libertad de expresión con derecho a insultar, los paladines de la sinceridad mal entendida.
EliminarBueno, que me enrollo, quiero decir que a unos gustará y a otros no. Bienvenidos los primeros. Lo siento para los demás (o no).
Para mí lo placentero es leer. Leer sin hora. Comentar es otro placer. Y disentir educadamente (con Marian disiento muy frecuentemente y me encantan sus comentarios). Leer, como el sexo, está bien en soledad, pero en compañía aún mejor.
Lo que me aburre es esta letanía que encuentro en algunos blogs de "me gusta", "qué buena pinta", "lo dejo pasar", "lo tengo pendiente", etc. Pero si a sus administradores les gusta, ¿quién soy yo para criticarlo? Parezco el Papa Paco, por Dios.
Esta tarde me pide pereza, pero mi director ha decidido hacer un claustro en una hora. Y luego me toca preparar los exámenes de mañana. Pero qué poco queda...
¡Qué envidia más sana que me has dado con esta entrada! Yo últimamente tengo bastantes viajes -de trabajo, no creas- y estoy aprovechando para leer en los aeropuertos y en los aviones pero aún así... Nada parecido a un verano como el tuyo.
ResponderEliminarÁnimo con esos exámenes, ese gobierno dudoso y esos posibles cambios en la educación. Disfruta esas bien merecidas vacaciones.
Muchas gracias, Timonera, pero la envidia nunca es sana. Será otra cosa...
EliminarUna de las cosas de las que nos quejamos los profesores de humanidades es el escaso tiempo que tenemos para leer si queremos llevar nuestro trabajo al día de un modo medianamente digno. Es que leer forma parte de nuestro trabajo: el mejor curso de actualización es un libro. Ya sé que también es un placer... casi siempre, porque ponerse a repasar los fragmentos de Wittgenstein que entran en examen de Selectividad no sé si es un placer para alguien (aparte de los enfermos mentales y algunos profes de filosofía, lo que casi es un pleonasmo). De modo que el tiempo es el mejor regalo, las mejores vacaciones. Estoy planteándome pedir una reducción horaria (y de sueldo, claro) porque siento que se me va la vida y no tengo todo el tiempo que quisiera para mí. Y no soy un vocacional a tiempo completo, lo siento.
Del gobierno (central o el que padecemos en nuestra comunidad, todos autistas, todos soberbios, todos escuchándose a sí mismos y no a los que saben, mejor no hablo, que hoy he tenido un claustro calentito y si digo lo que pienso me expedientan.
Gracias siempre por tus comentarios, Timonera. Últimamente se te lee poco.
En Colombia no hay verano, hay climas y catástrofes. Me explico, en Bogotá llueve o hace sol. La temperatura oscila unos cuantos grados alrededor de los cómodos 15 celsius. En la mañana llueve, en la tarde hace sol, es cuestión de minutos. La vida perenne de Marta Traba, o en sus palabras, la muerte constante.
ResponderEliminarGarcía Márquez estaba obsesionado con el tiempo porque al norte, el tiempo simplemente no pasa. El clima es cálido; a veces puede alcanzar los 40 grados (y durar así todo el año). Los nevados pueden estar cubiertos de nieve, la Guajira tiene un paisaje desértico y la Amazonía tiene la selva húmeda más grande del planeta.
Ahora voy al segundo punto. Así como hay climas, hay catástrofes. El fenómeno del niño hace que la ciudad se altere y suba a los 26 grados. Las zonas secas del país comienzan a morir de sed. Como buenos latinos, sufrimos de crisis energética. Luego viene la niña (quizás esta segunda mitad de año). Llueve en un mes, lo que debería llover en un año.
Tenemos climas distintos pero los mismos políticos. Cuando viene la catástrofe, año tras año, dicen que es un tema natural, incontrolable. Y cuando me refería a la muerte constante, nuestro paisaje ideológico también constela de de seres que matan a la población constantemente: Buenos parásitos que se alimentan pero no terminan de aniquilar. Son de apellidos Holguín, Uribe, Santos, Lleras y tantos más. Los profesores protestan angustiados mes tras mes porque con un doctorado aspiran a ganar lo que un financiero recién egresado percibe como sueldo.
Creo que España se está colombianizando. Ya ves, el presidente de Venezuela es colombiano y ha terminado de arruinar ese país. Quizás deberían elegir un colombiano, para que aceleremos la muerte y la descomposición de su cultura... Ojalá de apellido Holguín.
No sé si lo que escribes es un comentario, una crónica política, el parte meteorológico o un relato de esos que ahora se llaman "novela sin ficción". Me hace mucha gracia lo que escribes; no, mejor: cómo lo escribes, porque el contenido no tiene maldita la gracia.
EliminarNo conozco más que a un par de políticos colombianos y sólo por la televisión y por una maravillosa novela de Héctor Abad Faciolince. Creo que no nos deseas nada bueno. Claro que... ya llevamos medio año sin gobierno. Así que no sé qué es mejor. Por primera vez en mi vida tengo ganas de no ir a votar.
Siempre gracias por tus elaborados e inteligentes comentarios.
Los profesores tenéis unas vacaciones en condiciones, como las que yo tenía antaño cuando iba al colegio, instituto, Universidad. ¿Donde habrán quedado ya? Pero también es verdad que os las merecéis, que si no fuesen por ellas y por la posibilidad de sumergiros en esa pereza infinita y lentitud gozosa que se os brinda, no cogeríais suficientes fuerzas para afrontar el duro nuevo curso. Así que en cuanto acabes del todo... ¡A disfrutar!!!
ResponderEliminarDe los libros que comentas sólo te puedo decir que el de Jesús Carrasco me gustó mucho (durilla eso sí), pero seguramente lo sabrás porque habrás leído mi reseña.
Yo por mi parte, en mis cortas vacaciones de funcionaria, también leeré, aunque seguro que me hincharé a ver series y pelis
Besos
Pues sí, Marian, qué te voy a decir. Las vacaciones están bien. De todos modos, bastantes menos de lo que la gente cree. Estamos hasta el último día de junio todos y el 1 de septiembre como un clavo, examinando a primera hora de la mañana. Bueno, todos no: en algunas comunidades se despide a los interinos una semana antes de que termine el curso y no se les contrata de nuevo hasta bien entrado septiembre, con lo que ese trabajo lo debemos hacer (por imperativo legal) los funcionarios de plantilla. Los equipos directivos de los centros están buena parte de julio. Y luego están esas tareas que no se ven: tribunales de selectividad y de oposiciones, que se hacen en junio-julio y que de vez en cuando te toca, entra en las condiciones: lo llaman disponibilidad. Luego hay otras tareas extrañas: comisiones de baremación, exámenes de acceso a ciclos, etc. La gente no suele ver eso, y muchas de estas actividades son en julio, o cuando la administración educativa decida que haces falta.
EliminarNo me quejo, cada cual tiene su trabajo. Las condiciones del profesorado han empeorado muchísimo en los últimos años peperos, sin que los psocialistas hayan mejorado lo más mínimo las cosas cuando han recobrado el poder. Peor, desde luego, les ha ido a los que han perdido el trabajo, a los que han echado de sus casas, a los que no tienen derecho a ayudas por dependencia... No quisiera yo ser cansino con el tema docente porque seguro que a otros también les ha ido mal, peor.
No sé si las merecemos (legislación al margen). Sí sé que estoy agotadísimo, sé que esta mañana he tenido cinco clases, no he parado ni en los recreos. Y que ya llevo casi dos horas más corrigiendo, y me quedan al menos otras tres. Mañana será lo mismo, y pasado, y el fin de semana. La verdad es que cuando me hablan de 40 horas de trabajo me da la risa: en mi caso nunca bajan de 50, en temporada alta 60-70.
Y, curiosamente, de lo que tengo ganas es de que termine esto, de rellenar la infinidad de papeles estúpidos e inútiles que nos hacen cumplimentar y dedicarme a leer.
Miro estos libros de los que hablaba. Qué poco les queda. Y a alguna serie también. Por cierto, ayer no vi el debate, sino un capítulo de la serie Wallander que hizo K. Brannagh: maravillosa, muy creíble.
Bueno, tengo que dejar este comentario... porque me toca seguir corrigiendo. ¿Por qué no daré aprobado general? Nadie me lo reprocharía. Pero eso es una forma de corrupción. Creo.
Hola,
ResponderEliminarCuriosamente en verano a mí me cuesta leer. Me falta tiempo para hacerlo. ¿Qué pasó al final? ¿Los leíste todos? De los que mencionas he leído Intemperie. Una historia preciosa. A mí me gusta tu blog, lo que he visto en principio aunque todavía no he profundizado mucho. Pero lo haré, poquito a poquito porque yo también tengo que corregir, preparar, hacer cursos y mil cosas que añaden muchas horas a las que ya estoy en el insti. Bueno, qué te voy a contar.
Un saludo,
Los leí todos, salvo el de Rosario Raro, que se me agtragantó, no acababa de avanzar y los personajes me resultaban indiferenciables. Lo siento, porque además la autora y yo compartíamos una amiga ya fallecida a la que echo mucho de menos por aquí, Coeliquore, que se fue hace algo más de dos años.
Eliminar"Intemperie" es una de las historias mejor contadas y más perturbadoras que he leído. Casi no puedo creer que sea una ópera prima.
Muchas gracias por tus palabras. Intento hacer algo digno y no escribir tonterías (no muchas), aunque reconozco que paso una crisis de escritura. Porque el p... trabajo se me lleva casi todo el tiempo. Y lo malo no es el trabajo, sino el trabajo inútil, improductivo. De modo que comprendo lo que dices. Acabo de terminar de preparar las clases de mañana, es domingo, el día del Señor, fiesta de guardar. Así que..., eso, voy a guardar el maletín y hasta mañana.