Ayer tuve claustro. Nuestro equipo directivo nos contó
maravillas. Tantas que tenía la sensación de haberme equivocado de centro de
trabajo. Y no es que no se hagan todas las actividades que allí describieron
con entusiasmo, no, es que la tarea de un centro educativo es otra. Yo a esto
lo llamo “fuegos artificiales”.
Acabo de ver a mi consejero haciendo lo mismo por televisión.
Habla de una comunidad que seguramente es la mía, de un plan de formación de
profesorado que no coincide exactamente con el que conozco y de un instituto
(está de gira) del que habla como si estuviera allí día y noche; por supuesto,
con despliegue de adjetivos halagadores. Dice, entre otras cosas, que todo el
profesorado de ese centro está implicado en proyectos en valores, incluso en su
tiempo libre… Uf, apago la tele.
Pero en la radio siguen con la misma murga. Según quién,
vivimos en Mordor o en el País de las Maravillas. Por supuesto, las propuestas
en educación (muy hábilmente escondidas, todo hay que decirlo) se caracterizan
por su irrealidad distópica, por su interés mercantilista mal disimulado y por
el postureo ignorante de quienes las perpetran.
Soy pesimista. En mi trabajo, en mi país. Y me gustaría que
no fuera así. Tengo la sensación de que no nos queda más que la resistencia
moral.
Y en esto va y llega la Semana Santa y la campaña electoral,
todo a la vez. Penitencias.
Interesante e importante tema el que tocas, Atticus, casi como cada semana.
ResponderEliminarDesconozco cómo es tu centro, pero coincido con tus conclusiones. Muchas veces pretendemos ponernos unas gafitas rosas para ver otra realidad, sobre todo, dependiendo del cargo que se tenga, éstas serán más o menos rosas.
Yo trabajo en un centro en el que, de momento, no me quiero ir, aunque podría hacerlo fácilmente, creo. Esta ubicado en un barrio con un alto porcentaje de paro y con muchos problemas de integración, uno se puede imaginar la motivación con la que vienen muchos alumnos.
Yo me pregunto, en un centro donde los alumnos vienen sin material, donde en algunas clases no están prestando atención y solo pasan el rato o pierden el tiempo, me pregunto, alguien a quien de verdad le interese la educación, ¿se encargaría sólo de ver en un despacho qué hacen los docentes en grupos donde no hay alumnos disruptivos o entraría en el barro y vería en primera persona qué está sucediendo?
Esa es la diferencia entre involucrarse defendiendo unos valores o quedarse en lo superficial defendiendo un estatus socioeconómico personal.
En mi centro hay de todo. Tiene un alumnado modesto económicamente, poco viajado y cuyos padres no pueden pagar clases particulares y también de los del otro poco. No estoy descontento con ellos, no más que en otros centros en los que he estado. Veo talento en todos, pero muy poco deseo de saber y poco hábito de estudio. O sea, problemas de voluntad. También de atención.
EliminarLo que me molesta es que en la enseñanza pública se está imitando el postureo de la concertada, hacer cosas, "vender" el centro, enseñarlo... Los equipos directivos intentan poner buena cara a todo, pero luego están los problemas reales con los que convivimos. Esos se ignoran, se puentean, se disimulan, se ningunean. Lo importante parecen los fuegos artificiales. Lo superficial.
Todo son promesas y nadie cumple nada, todavía no he escuchado a ninguno hablar sobre educación, me cansan, todos son iguales. No nos valoran, para los políticos somos un cero a la izquierda... No sigo porque me caliento y no pararía. Yo también soy pesimista.
ResponderEliminarMenos que eso. Los político ignoran la educación, sus propuestas son una sarta de ocurrencias insustanciales. Eso sí, los recortes han venido para quedarse, no me cabe duda.
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