La primera vez que visité el Museo del Prado no tenía más de
14 años. Fue en un viaje de fin de curso a Madrid y no me interesaba gran cosa
la pintura. No recuerdo mucho de aquel viaje, pero sí la impresión que me
produjo Goya. Muy especialmente dos cuadros de él: El 2 de mayo de 1808 (también conocido como La carga de los mamelucos) y El
de 3 de mayo en Madrid.
Son muy grandes, enormes. En el primero el pueblo de Madrid
lucha con sus manos y con cuchillos de cocina contra el ejército invasor, a los
que seguramente importan poco cuestiones como la patria y las banderas y
bastante más la paga del que los contrata o fuerza a combatir. El cuadro tiene
un desorden que le crea un movimiento imposible; tiene historia y dolor, tiene
suciedad, honor, miedo, furia…
En el segundo vemos las consecuencias del primero. En la
montaña del Príncipe Pío, unos españoles esperan la muerte. Algunos cabizbajos,
resignados, humillados, también desesperados. Algún otro, ese anónimo de camisa
blanca (“España camisa blanca de mi esperanza”), desafía con resignación pero
con entereza las balas que van a terminar con su vida. No hay piedad ni perdón,
no hay posibilidad de escapar. A sus pies, los cadáveres de la tanda anterior
de madrileños condenados verifican el destino. A su izquierda, otro grupo (¿o
son espectadores, familiares?) es testigo del horror, de que la máquina de
matar no se detiene. Los soldados franceses no muestran su rostro: es un ente
no individualizado, no pensante, un automatismo obediente a estrellas y
galones.
Veremos eso en muchas ocasiones en la historia de España, ese
país que parece condenado a no entenderse. Poco más de un siglo más tarde, siempre
en España, unos ciudadanos serán fusilados nuevamente, esta vez por sus
compatriotas.
He vuelto al Prado en muchas ocasiones. Goya me sigue
conmoviendo. Reconozco mi predilección por las pinturas negras y por la serie Desastres de la guerra. También me
gusta, me duele, ese cuadro en el que dos campesinos hundidos hasta media
pierna en la tierra se golpean. Duelo a
garrotazos, creo que se titula. La mejor metáfora de este país en el que
Goya ha sido nuestro particular Nostradamus. No podemos huir, no tenemos más
remedio que vivir juntos, y aún así preferimos golpearnos entre nosotros,
liquidar cualquier posibilidad de convivencia razonable.
Hay muchos más, desde luego. Pero estos días, fiesta mayor en
la capital de este país, he recordado esos cuadros y tenía ganas de escribir
sobre ellos desde mis pobres conocimientos de humilde visitante de esa
maravilla que se llama Museo del Prado y que acaba de cumplir 200 años.
Procedencia de las imágenes:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/mirar-un-cuadro/mirar-cuadro-carga-mamelucos-goya/1888749/
https://www.biografiasyvidas.com/monografia/goya/fotos/22g.jpg
https://herodotoycia.wordpress.com/2017/10/03/comentario-de-obra-duelo-a-garrotazos/
¡Cómo disfruto siempre en El Prado! ¡Cuánto nos cuentan sus cuadros! Saludos.
ResponderEliminarNo me canso de ir. Al ser profesor tengo entrada gratuita, por lo que puedo ir un rato, ver unos cuadros... Es un lujo.
EliminarSí, hay mucho más. Yo también he visitado El Prado en varias ocasiones y todo me flipa. No sabría elegir un pintor para mí sobresaliente, me quedo embobada viendo las obras de Velázquez, El Greco, Rubens, y Goya por supuesto. En fin... hay tanta maravilla que ver por allí, que al leerte me has dejado el gusanillo de volver pronto
ResponderEliminarBesos
Reconozco ciertas debilidades, Goya entre ellas, por supuesto. También las que citas. Y "El jardín de las delicias", de El Bosco, una maravilla pre-freudiana de la que no me canso. Creo que es gratuito a partir de las 18 horas para todo el mundo. Yo suelo ir a la hora de comer, que es cuando menos gente hay. Besos.
EliminarMe han comentado que el Museo del Prado es de los más lindos. Nunca he estado en España ¿cómo voy a opinar objetivamente? Sin embargo de Goya sí sé un par de cosas. Pude ver sus grabados en uno de los libros de mi hermano. Son brutales. El realismo de guerra entraña humanidad y tragedia. Basta ver los Goya que citas o la brutalidad del Guernica de Picasso. Es como si la historia nos escupiera en la cara. Botero intentó hacer lo mismo con el conflicto colombiano pero su mediocridad me impide ver sus cuadros de masacres como la panacea. Al contrario, Jesús Abad Colorado me parece sensacional y delicado.
ResponderEliminarEs cierto que nunca es igual la estampa en un libro que el cuadro en vivo y en directo (como no es igual el disco que el concierto). Efectivamente, brutales. Yo creo que hay dos goyas: el pintor de la corte, el que tiene que comer (que es maravilloso, ojo, no lo despreciemos) y el genuino Goya, el de las pinturas negras, los desastres de la guerra, las brujas, la gente corriente a la que ve sufrir y pasar por la Tierra con tan escasos momentos de dicha. Ese me interesa más aún, con su pre-existencialismo e incluso su pre-impresionismo.
EliminarNo me gusta especialmente Botero, aunque desde luego tiene un sello propio. Anoto lo de Jesús Abad Colorado. Gracias.
Estuve en Madrid hace unos años, pero fue una visita relámpago, vi algunos lugares emblemáticos pero me quedó pendiente el museo del Prado, a la próxima no se me escapa. Prefiero ir con tiempo y disfrutar de sus obras de arte.
ResponderEliminarGoya era un gran pintor, así lo demuestran sus cuadros. Un post muy interesante. Gracias por compartir un trozo de nuestra historia, aunque sea doloroso y trágico.
No tienes perdón de Dios. Vente pronto, antes de que las autonomías os declaréis todas en rebeldía unilateral conta la capital opresora llena de madrileños opresores y de españoles muy españoles y muy opresores...
EliminarY tras la chorrada de la tarde, que sí, que Madrid es una maravilla, más aún en primavera. Y que, entre sus muchas maravillas, destaca el Museo del Prado, lo mejor, inagotable experiencia estética. Eso sí, ve con tiempo, con mucho tiempo. Yo lo tengo cerca y voy a menudo y estoy una o dos horas, según el día y la gente que haya. Y, si vienes, no dejes de visitar el Museo Sorolla. No demasiado conocida y soberbia. Ahí va el enlace. Sólo por verlo hay que venir a Madrid; hay muchos valencianos que ignoran su existencia. Un oasis de paz y de belleza en el núcleo de la capital.
http://www.culturaydeporte.gob.es/msorolla/inicio.html