He hablado alguna vez de mi manía por la puntualidad. A
finales del curso pasado mi evaluación era la primera. Llegué antes de tiempo y
preparé las cosas. A las 16:00 dije: “Bien, vamos a empezar”, consciente de que
faltaban cuatro profesores. El jefe de estudios me pidió cinco minutos de
cortesía, a lo que me negué: la cortesía es no hacer esperar a los demás. Empezamos
sin ellos. Uno llegó 15 minutos tarde, no se disculpó.
Este verano me he fijado en muchas faltas de educación
elementales. He visto coches en un párking público ocupando una plaza… Esto,
dos plazas. He visto coches, por supuesto, en plazas de minusválido, coches en
pasos de cebra, coches encima de la acera… He visto hacer adelantamientos
estremecedores y ay de ti si les dices algo, un gesto reprobatorio, un breve
toque con el claxon. He visto un coche meterse en dirección prohibida para
pillar una plaza de aparcamiento, no como esos pringaos que cogen la calle correctamente para encontrarse con que
alguien más listo que ellos ha
ocupado la plaza a la que se dirigían. Y luego esa mirada chulesca.
He visto niños muy maleducados. Como suelo decir, hijos de
padres maleducadores o simplemente ineducadores, de los de la escuela de la felicidad.
Ayer mismo, mientras hacíamos trámites en correos, un par de infantes campaban
con patinete y monopatín por la estancia, mientras que diez personas se
amontonaban al lado de la puerta. La vocecilla de su madre decía: “Pepito, estás
molestando”, “Kevin, salid fuera tu hermano y tú”. Os podéis imaginar el caso
que hacían los muchachos: ninguno, ignoraban completamente a la madre. Los
chavalines ni siquiera dijeron que no, siguieron salvajeando y la mami a lo suyo. Cuando tenga problemas de verdad
con ellos qué hará. Hablo de niños que
no son capaces de respetar normas de convivencia. Que, naturalmente, se
aprenden. Y alguien ha de enseñarlos. Es cansado, lo sé.
Una tarde en la piscina, mientras me ausentaba unos minutos
de mi toalla, un grupo de niñas (menores todas de 10 años) se puso a nuestro
lado. Cuando digo a nuestro lado, digo a cinco centímetros. Son niños, claro,
jugaban, gritaban… Y, por cierto, miraban el móvil, casi todas llevaban su
móvil. Se metieron al agua. Al salir se persiguieron entere la gente. Al pasar
a mi lado una de ellas me salpicó y protesté: “¡Haz el favor de tener más cuidado,
me has mojado!”. La niña ni se inmutó, pero oí a la madre decirle: “Ve y pide
perdón al señor”. A lo que su criatura respondió: “¿Por qué? ¿Sólo por mojarle?
Por eso no pido perdón”. Y ahí quedó la cosa, la niña no pidió perdón, la madre
tampoco y yo me quedé pensando que pobrecita madre, lo que le espera.
Porque la educación es una regulación trabajosa que conviene
que se convierta en costumbre. Es un conjunto de normas por las cuales nos
respetamos unos a otros mínimamente: llegando a la hora, no gritando en lugares
inadecuados, aparcando donde se debe, no molestando. Cuando nos equivocamos
(quién no lo ha hecho) pedimos disculpas, eso tan fácil y tan facilitador.
Tenemos cuidado del otro, de no-yo, del que necesita la plaza de aparcamiento,
del que ha de usar silla de ruedas. El caso es que, pensándolo bien, tampoco es
tanto esfuerzo, especialmente si lo hemos interiorizado y convertido en
costumbre. Y lo malo es cuando hemos interiorizado lo contrario, que la hijoputez avasalladora es lo mejor en
este mundo en el que la convivencia se fundamenta en que unos respetan las
normas (y las enseñan a sus hijos) y otros se aprovechan de los débiles en su
propio beneficio, pues son seres de derechos y no de deberes. Hasta ahí
podíamos llegar.
Procedencia de las imágenes:
https://www.pinterest.es/pin/547680004671510695/
https://www.pinterest.es/pin/547680004671510695/
https://www.eldiariocantabria.es/articulo/espanha/desfachatez-ocupar-plazas-aparcamiento-tiene-castigo/20171113134342036981.html
https://paginasdemujeremprendedora.net/anna-conte-pedir-disculpa-un-acto-dificil-y-al-mismo-tiempo-deseado/
La mala educación no es casual. 40 años de democracia (muy mal entendida en algunos de sus vectores) y de sistemas educativos plebeyunos de corte electoralista y buenista dan en lo que describes.
ResponderEliminarNo me atrevo a hacer un diagnóstico que supongo de causas múltiples. Seguramente ese igualitarismo mal entendido y esos sistemas educativos "a la baja", no de las oportunidades (que las hay) sino de lo que todo vale, han tenido algo que ver. El caso es que estamos como estamos: nenes sin rumbo que comparten existencia con otros bien educados. Es lo que tenemos.
EliminarHe leido atentamente tu texto.La conclusión me apena :allende los mares la mala educación tambien avanza. He visitado -como turista- Europa y me han tratado " educadamente" salvo algunas excepciones.Pensé que solo latinoamérica vivia una crisis de educandos...entiéndase por tales a los de adentro y fuera de las aulas...que se educa en todos lados.Pero veo que no es asi...Será cuestión de refugiarnos en sitios como tu página.Un saludo argentino, que incluye sonrisa...Buena semana.
EliminarComo turista yo también tengo buena experiencia (contadísimas excepciones), pero es que ahí anda por medio el dinero y las normas para atraerlo no tienen la misma sinceridad.
EliminarMe he quedado un poco a cuadros con lo que dices. Porque veo en mis estudiantes venidos de Latinoamérica una mayor formalidad. Y en sus padres más aún. Yo pensaba que era cosa de los bruscos españoles. Ya no emigro...
Muchas gracias siempre por tus palabras. Mejor si te buscas un nick. Esto de hablar a Anónimos...
Pues vente a USA y multiplícalo por dos. Media hora peleando para que guarden el móvil y la otra media para que no coman en clase.
ResponderEliminarTe veo de vuelta antes de Navidad... Y así nos cuentas y te reconcilias con la madre patria y la poca educación de los de casa, conocida y eso...
EliminarQué pena lo que cuentas. Qué pena no saber qué y dónde se puede hacer cada cosa. Pero -más pena aún- no e extraña.
¡Hola! cierto que hay mucho maleducado por ahí y mucho niño igual. Pero ¿que se puede esperar de ellos si tienen unos padres que pasan de todo y hasta les hace gracia las salidas de sus hijos? Yo lo sufro cada día en la sala infantil de la biblioteca (gracias que no es mi sala y solo estoy por allí cuando es necesario ayudar a la compi. Niños que hacen o intentan hacer de todo menos leer, ojear cuentos y cuando les llamas la atención, el comentario de los padres es: "¿que quieres que haga? son niños..." Uffff, me saca de mis casillas.
ResponderEliminarUn beso
He oído eso de que son niños muchas veces, en el restaurante, en el cine... Hace poco hice un comentario al respecto en Twitter y me escribieron unos energúmenos con la misma cantinela. La verdad es que algunos no sé para qué tienen hijos si no están dispuestos a educarlos, bastaba con un peluche.
EliminarVoy a veces a la Biblioteca y sé de lo que me hablas. Imagínate un colegio, un instituto.
Besos.
La educación, esa cosa olvidada que muchos no saben lo que es ni saben utilizarla. Una pena, lo malo es que esa mala educación que tienen algunos niños, la sufrimos nosotros en el aula. En fin, mucha paciencia, compañero.
ResponderEliminarPerdemos mucho, muchísimo tiempo en cosas que no deberían ni discutirse. Eso que estás diciendo, pensando y sufriendo.
EliminarY lo malo es que eso oculta y perjudica a esos otros, estupendos, maravillosos y bien educados.
hola! que buen tema o mal tema segun se mire, porque los maleducados avanzan y avasallan ! es mas, si te dicen gracias miras para todos lados, al menos en Argentina y lo quiere hacer pasar por moda, son chicos, etc, etc,Basta!!Basta!!!
ResponderEliminarMal tema. Sin duda. La educación es el aceite lubricante de las relaciones sociales, lo que impide que nos tratemos a coces. Buenos días, por favor, gracias, lo siento... Todo eso es elemental. En España, en Argentina y en Siberia.
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