Hoy es el primer día que salgo a la terraza a estar y no solo a asomarme. De hecho, estoy escribiendo en la mesa que tengo en ella permanentemente. Se oyen dos niños a lo lejos, no hay gente en el parque, es pronto y hace calor. Más lejos aún se oye el ruido de los coches.
Estoy recordando el silencio absoluto de hace poco más de un
año. Y también que la vegetación urbana creció asalvajada y selvática. Salimos
a la calle con alegría, conscientes de que esa libertad era la misma a la que
no dimos importancia. Hoy hace sol y lo recuerdo. No quiero olvidar.
Esta mañana he ido a comprar: mucho, como aquellas veces en
las que salía temeroso y tenso y hacía compra para varias personas; casi no
podía con todo. Ahora el supermercado está lleno y la gente tiene poco cuidado,
pero yo sigo agradeciendo a las cajeras que estuvieran allí en esos meses tan
duros. Sé que están enfadadas porque no se las considera esenciales a la hora
de vacunarse. Y tienen razón: ellas por el contacto directísimo con las
personas, no siempre amables ni cumplidoras de las normas más elementales (de educación
y de seguridad sanitaria); también todos los que hicieron posible que los demás
siguiéramos comiendo. Siempre gracias.
Se decía entonces que saldríamos mejores porque nos dimos
cuenta de que vivimos en una sociedad, es decir, en un sistema de interdependencia
mutua. Basta con estar un rato en la calle para percibir que somos los mismos,
lo mismo: suciedad, gritos, mala educación, conducción temeraria, desprecio al
otro…
Saldremos, eso seguro. Por la gente que se ha dejado la piel
y la vida. Mejores creo que no. La gente buena sigue siéndolo, los miserables
lo son más aún.
Voy a seguir mirando las nubes, los árboles y las amapolas.
Completamente de acuerdo contigo. Cada vez que se decía que saldríamos mejores yo me preguntaba a mi mismo ¿por qué? ¿En que se basa para decir eso? Y concluía que era una afirmación “gratuita”
ResponderEliminarCreo que necesitábamos esperanza, sentir que el vecino o el conciudadano era eso y no simplemente un otro. Pero era una ilusión, vana y muy cortoplacista. No estamos dispuestos a aprender.
Eliminar
ResponderEliminarYo también estoy de acuerdo contigo. Hemos salido, o estamos saliendo, creo, pero no mejores.
Lo peor es que tampoco tengo una solución a cómo derribar las distancias entre nosotros, cómo confiar y ayudarnos los unos a los otros.
He pensado estos días en la sociedad y nuestros comportamientos, y creo que no miramos a largo plazo y que tampoco somos auténticos los unos con los otros.
Como nota positiva puedo decir que el hecho de salir de esta se debe a la inteligencia, a la medicina, a esas personas que a pesar de todo han buscado soluciones.
Si no es por los demás, no me hubiera podido vacunar, por tanto, algo le debo a alguien, y no es poco.
Gracias por seguir ahí, Atticus, un abrazo.
Nada que añadir: la racionalidad y la bondad constituyen la solución. Y la gratitud.
EliminarGracias a ti por leer.
Buena reflexión, Atticus. Creo que se han olvidado los valores mínimos, y la gente confunde libertad con anarquía. Cada vez veo más mascarillas bajadas por la calle, menos distancia de seguridad... Cierto lo que comentas de las cajeras. Voy poco a los supermercados, pero es verdad que han estado y están al pie del cañón. Saldremos, claro; de hecho, ya estamos saliendo, pero no creo que salgamos reforzados. En unos años, nos olvidaremos del Covid, y seguiremos igual o peor.
ResponderEliminarBesos.
Somos los mismos, tal vez más radicalizados, para lo bueno y para lo malo. No creo que olvidemos la pandemia, pero enseñanzas de provecho... Más bien pocas.
ResponderEliminar