Ya comenté hace poco tiempo que no voy al cine desde que
empezó la pandemia, solo he acudido en una ocasión. Sin embargo, sí veo muchas
películas en casa. Nada más comenzar el confinamiento me aboné a una plataforma
(no la que estáis pensando) y muy recientemente a otra. En la primera
especialmente hay películas para varias vidas, mucho cine clásico, mucho cine
independiente. De hecho, le hice la prueba del algodón: Érase una vez en
Anatolia (Nuri Bilge Ceylan, Turquía, 2011), película casi inencontrable, ni
siquiera mis piratas de referencia la conseguían. Pues estaba. Por cierto,
recomendabilísima.
Naturalmente, es como de cineclub, lo que soy. No reniego del
mal llamado cine comercial (soy un rendido admirador de autores de éxito en taquilla,
Steven Spielberg por encima de todos ellos), pero también me gusta buscar y a
veces encontrar esas joyas que pasan desapercibidas o incluso que no transitan
por las salas españolas.
Últimamente he visto tres. Vamos a ellas.Le bleu des villes (Stéphane Brizé, Francia, 1999), que yo traduciría como La
zona azul, es una película sobre los sueños, los sueños rotos, el postureo
vital, las mentiras que nos contamos a nosotros mismos para aparentar que la
vida es o será como imaginamos alguna vez. Pero después viene la realidad, la
frustración y todos los golpes que no imaginábamos. Y ahí seguiremos,
intentando acomodar nuestra vida a lo que es y no a lo que pudo ser o
hubiéramos deseado que fuera. Amarga y desazonadora. Transmite verdad. No
gustará a los wonderfulistas.
Me gustó mucho también No odiarás (Mauro Mancini,
Italia, 2020), ópera prima de su director. Vemos al comienzo que un médico, cuyo padre ha
estado en Auschwitz, es testigo de un accidente en el que un simpatizante de la
ideología nazi está perdiendo sangre, puede morir. Tiene tres hijos: la mayor
acaba trabajando como asistenta en casa del médico. El segundo es el más
activo, un skin de manual, rapado para que se vea el vacío existencial relleno
con ideología de gritos y exclusión. Y luego está el niño, maleable, la página
en blanco en la que todo puede escribirse. El que no puede escribir más sin
destripar la película soy yo. Me impactó el final.
Algo menos me gustó la que vi ayer, Los depredadores
(Pietro Castellito, Italia, 2020), aunque reconozco que tiene algo especial, un
ritmo, un modo de filmar… No lo sé. Me recordó a ese estilo surrealista bajo el
cual se esconde una crítica social profunda. Berlanga era un maestro. Dicen que
es una comedia negra; más negra que comedia, diría yo. A veces es dispersa,
pero tiene escenas antológicas, muy especialmente las que protagoniza el
nietzscheano joven y su disparatado entorno. Tal vez demasiados personajes, no
estoy seguro. No acabé de conectar, pero habrá gente a la que le chifle.
Y ahora, en esta mañana de domingo, mientras desayunaba he
comenzado a ver Disobedience (Sebastian Lelio, Reino Unido, 2017). Llevo
poco, me gusta. Y sale Rachel Weisz. Con eso me vale.
Procedencia de las imágenes:
https://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/once-upon-a-time-in-anatolia-5607.html
https://www.filmaffinity.com/es/film101078.html
https://www.filmaffinity.com/es/film114875.html