martes, 9 de marzo de 2010

ROMÁN DE LA CALLE

Román de la Calle fue mi profesor en dos ocasiones: en 1º y en 4º de carrera. Daba Estética, era el catedrático. Román impartía clase en 1º a un grupo de alumnos que no elegimos Latín ni Griego, en mi caso porque venía de un bachillerato de ciencias, no porque tuviera especial interés en la Teoría de la Comunicación Artística, que es como se llamaba pomposamente la asignatura. La Facultad de Filosofía y Letras estaba saturada, por lo que Román daba clase en la capilla, tras el altar. Como era muy teatrero en sus formas, sus lecciones tenían algo de iniciático y sobrenatural.

Era un tipo duro y serio. Retomaba siempre la clase anterior (en lo que empleaba más tiempo que en la clase retomada) y no daba tregua en lo que se refiere al nivel académico. Allí escuché por primera vez los nombres de McLuhan, Benedetto Croce, Umberto Eco, etc. Solía decir frases como éstas: “El libro Apocalípticos e integrados, que todos ustedes han leído…”, “La estética hegeliana, que todos ustedes conocen…”. Y nosotros, que ni habíamos leído tal libro ni conocíamos tal estética, a casa con la depresión a cuestas. Pero tenía razón: la filosofía no es un pasatiempo en el que cada uno dice lo que le parece, sino una actividad crítica y reflexiva que requiere lecturas, análisis y mucho tiempo. Mucho. Nada de ocurrencias: pensamientos.

Cierto día, alguien le indicó que sus clases eran muy difíciles, que no conocíamos los libros y autores de los que nos hablaba. Él nos miró largamente y nos dijo una frase que no he olvidado: “Lean, lean ustedes hasta quemarse los ojos”. Eso hice. Durante años me impuse la disciplina de leer entre 50 y 80 páginas diarias, de lo que fuera, novela, ensayo, poesía… No siempre he podido, pero la disciplina ha derivado en costumbre. Naturalmente, en poco tiempo necesité gafas. Y esa misma frase se la digo a mis alumnos de Bachillerato, que me miran con apatía y desdén.

El primer examen de la carrera lo hicimos con él. Fue el 25 de febrero de 1981. Sí, dos días después de aquello. Pensamos que el examen se aplazaría, pero no fue así. Román de la Calle no encontró motivo. También les cuento eso a mis alumnos cuando me dicen que posponga un examen porque no han estudiado: “A mí no me lo aplazaron por un golpe de estado, así que comprenderéis que lo vuestro es un argumento muy endeble”.

Hoy he visto a Román de la Calle en televisión. Era el director del Museo de la Ilustración y la Modernidad de Valencia. Ha dimitido porque se había ordenado la retirada (o sea, la censura) de unas fotos relacionadas con el caso Gürtel. Lo he visto serio, digno, pero no crispado. Sigue usted dando clase de verdad, auténtico magisterio.

Yo sólo puedo felicitarle por su decisión y mandarle un abrazo, aunque únicamente soy un mediocre alumno al que tanto enseñó usted, que tanto le debe. Gracias por todo, maestro.

12 comentarios:

  1. Muy interesantes tus vivencias con Román de la Calle.
    También fue profesor mio. Me daba estética y creo recordar que fue la única asignatura que suspendí en la carrera.
    Lo recuerdo muy serio, nombrando a B. Croce, R. Arnheim, J. Buckhart, etc y dejando toneladas de papel de estos autores en la fotocopiadora de la facultad.
    Era obligatorio hacer, por lo menos, un seminario de estética durante el curso...y gracias a esto, conocí a Joan Fontcuberta!!

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  2. A mí no me suspendió porque siempre he sido un cagón ante los exámenes. En ese que cito me puso sobresaliente, pero a final de curso sólo notable. Injusto, pero tampoco es que le guarde rencor. Es más, su actitud distaba mucho de la de cierto penenes progres, que no estaban a la altura y creían que cualquier cosa valía (excluyo de ellos especialmente a Llinares, cuya seriedad rozaba el malhumor crónico).

    Es verdad lo del seminario obligatorio. Yo lo hice sobre un autor checo cuyo nombre he olvidado (pero era casi imposible de escribir en castellano). No sé quién es Joan Fontcuberta: ilústrame, ya que entras por primera vez en esta modesta bitácora a la que serás siempre bienvenida.

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  3. No lo acabo de reconocer aquí, lo recuerdo con cabello y barba obscuros. En una oposición a cátedras -me contaron- le preguntaron genéricamente por Sartre. Y que se interrogó a sí mismo por dónde empezar, se lo sabía todo.

    En la ex-capilla aquélla se sentaba en el altar, arriba había una claraboya que derramaba sobre él una luz cenital. Cuando en aquel contexto abría los brazos, parecía que nos iba a dar una hostia (la eucarística, se entiende).

    Sabía de Kant una jartá, de fenomenología, Eco y de otros que yo oía por vez primera, no sé, algunos checos. Me felicitó por un trabajo sobre Kant en el que me inventé un personaje que hilara la argumentación. Estrechó mi mano mientras me daba la nota.

    Era una buena persona. Un hombre cercano y amable. Me felicito por haber disfrutado de su magisterio y bonhomía. No sé por qué se metió en las fauces halitosas de la derechona. No le pega. Otros lo hicieron en las de los sociatas.

    Recuerdo una anécdota que contó. Cuando hicieron los nuevos departamentos, pidió un pequeño cuarto obscuro para revelar fotografía. Se equivocaron y el cuarto se lo pusieron al departamento de Ética. Román contaba, muy divertido, que los moralistas entrarían en aquella obscuridad a intentar vislumbrar los principios del bien y del mal.

    A mí sí me suspendió ese examen, luego lo recuperé. Recuerdo su consejo pirómano.

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  4. Divertida anecdota del departamento-cuarto oscuro!!

    En cuanto a Joan Fontcuberta, es un artista de la fotografía. Pionero en utilizar el retoque informático para crear nuevos mundos.
    Recuerdo la serie fotográfica "Fauna Secreta", en ella aparecen animales imposibles (elefante alados, serpientes con patas, etc)descubiertos por un biólogo. Parece imposible,,,pero los doce que éramos en el seminario, salimos de allí con dudas sobre la veracidad de las imágenes. Con un: Y si fueran ciertas....???

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  5. ¿Consejo pirónamo, CrisC?

    Yo también recuerdo a Román con barba negra, me extrañó el cambio, pero el tiempo...

    Era (lo seguirá siendo, supongo) una persona atenta, cordial educada. Nunca le oí una mala respuesta. Siempre accesible, elegante.

    Lo del cuarto oscuro, impagable. Y eso que no le vio otras utilidades menos morales...

    Gracias, Kriss, por esa lección de arte. Voy parcheando como puedo mi ignorancia. Ya tengo menos agujeros.

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  6. Pirónamo no, pirómano..., aquello de leer hasta que nos ardieran las pestañas.

    A saber..., si no le vio al cuarto obscuro alguna otra utilidad.

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  7. No conozco personalmente a Román de la Calle y tampoco me dio clase, pero siempre he sabido de él por vuestros comentarios. Nada más por eso, ya me cae bien. Todo lo que contáis me ha recordado vagamente a un profesor que sí tuve, Cesar Simón, que también decía mucho "lean, lean" y también hacía exámenes en la capilla de la facultad. Pero él, al contrario que Román, se ponía detrás y advertía: "Cuidado, no se confíen: estoy aquí detrás". Pero no era cierto, porque se iba al bar. Hace falta huevos para irse al bar mientras los alumnos se examinan. Eso no lo hacen hoy los profesores pro-Bolonia, adiestrados en la pedagogía anglosajona. Racionalizan los temarios, orientan al alumno, proponen trabajos, te dan clases (sesiones, dicen ellos) con power-point, te entrevistan para ver cómo has resuelto el trabajo que te propusieron. Pero, no sé, les falta ese toque de genialidad, esa lucidez que te enseñaba mucho más que toda esa metodología enlatada aprendida en páginas web. Pese a sus extravagancias, sus cuartos oscuros, sus toneladas de papel fotocopiado, los prefiero a esos profesores-tutores-orientadores actuales, gente sin ideas ni personalidad, que supedita el conocimiento a la metodología, la nueva 'pos-star' que ya lució sus encantos en secundaria y que ahora se sube a los escenarios de la universidad.
    Pido disculpas por haberme extendido tanto, pero es que me ha gustado mucho este post y sus comentarios.

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  8. Nada por lo que disculparse, Signos. Suscribo hasta las comas. No echamos de menos los manuales de pedadogía (tan utópicos yupi-yupi, tan rousseaunianos, tan nauseabundamente bobos). Pero recordaremos siempre a esos profesores: únicos, irrepetibles, que no habían leído un solo manual, ni falta que les hacía. Empleaban su tiempo en saber, no en ser adoctrinados.

    Tenemos que empezar a rebelarnos: el emperador está desnudo. En secundaria, en la universidad. A las barricadas (pedagógicas, que luego CrisC se lo toma en serio, pilla su AK 47, se toma unos vinos con el Reverte y ya la hemos liado). Pero hay que comenzar a extender la desobeciencia civil: somos ciudadanos, no siervos. Mucho menos gilipollas.

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  9. Se me fue la olla con lo de "pirónamo". Las erratas tienen bonitos resultados.

    Acabo de hablar con Brianda por teléfono. No escribe porque le parecemos demasiado cultos. Je, je, no conoce al personal. De modo que, por favor por favor, a partir de ahora los temas van a ser: culos, tetas, rockys y rambos, el precio del pollo en el carrefú y los pogramas de la entrepierna.

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  10. Me apunto a esos temas: culos, tetas, rockys y rambos, Jesulín y la Campanario, precio del pollo en carrefú o mercadona, etc. Dile a tu amiga Brianda que escribimos sobre temas cultos sólo para despistar, para hacernos los interesantes, pero que si rascas un poco..., na de na.

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  11. ¡¡¡Ra-ta-ta-tá!!! ¡Nasíos pa de matá!

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  12. Savia ke podia kontá con lo troncosh.

    ¿Dónde está más barato, Signos? Es que el carefú me queda apartao, por si vale la pena.

    Esta tarde me voy a ver "Calígula" a Madrid. Pero no es la obra de Camus, ese que palmó hace 50 años, sino la peli guarrilla de Tinto Brass. Me voy con 4 churris, engañás, claro.

    (De esto ni una palabra a Román de la Calle. Ay, con lo bien que empezó este post, nos hemos quitado la careta, por fin, es como tirar la faja y soltarse las carnes...).

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