No pasa un día en el que no desee hacerme noruego. Debo aclarar que Noruega no es un país, sino un concepto, una idea regulativa, algo así como la Isla Utopía. No quiero saber nada de la real realidad de Noruega porque probablemente eso me haría tener que expulsarla de mi idea de paraíso.
Digo esto porque quiero borrarme de este país. Cada vez veo más gente que piensea y menos que piensa. No soporto su mala educación normalizada, ni la arrogancia estúpida de tantos indígenas, ni la abundancia de pelaos con pendiente y gorra en bemeuve. No soporto la cultura del “tengo derecho”, de la tropa que cree que todo les es debido, del todo gratis. No tolero al mononeuronal con un ruido entre las piernas (moto lo llaman) que va a escape a cualquier hora, ni al policía que mira para otro lado. Ni me gustan los toros (quiero decir, los toreros y los que jalean tal tortura transfigurada mendazmente en arte, los bichos me dan igual).
No soporto a mi gobierno, por qué no decirlo. Un ejemplo: de repente, a nuestro presidente le entró la fiebre neoliberal y el ansia ahorradora y se dedicó a recortar por todos lados sin el menor atisbo de argumento, tan solo una llamaditas a la solidaridad y al supuesto bien común. Su partido, en un alarde de sentido crítico, no sólo no le pidió explicaciones (o lo cesó por su nefasta gestión precedente, porque está ahí por los votos de su grupo parlamentario), sino que se puso incondicionalmente a su lado. Prietas las filas, adhesión inquebrantable. Leire Pajín (ésa que dice cónyugue en vez de cónyuge, esa tal Leire Paguín) salío a los medios cual leal escudero, y Pepe Blanco, y tantos otros. Y llegó la votación: oiga, hasta los enfermos acudieron, no vayamos a dejar solo al presidente en estos difíciles momentos. Y al acabar, tan contentos. Vaya, todos a una. Lo importante era arropar al presidente; al país que le vayan dando, a los perjudicados más aún.
Unos días después, en el Senado, asistimos al enésimo y previsible rifirrafe entre PSOE y PP. No lo comentaré. Sólo hay que ver las imágenes que adjunto, y especialmente la cara de los (y las) que se sientan tras Zapatero. Prietas las filas.
http://www.youtube.com/watch?v=UqSQ4IRqSpI
Obviamente, no es el único partido que hace las cosas así. Recordamos aún una nueva versión de “prietas las filas” cuando el PP apoyó la guerra contra Irak, o la congelación de sueldos de los funcionarios por Rajoy, cuando era ministro, desobedeciendo impunemente un acuerdo firmado. Hace más de diez años, creo que aún colea el asunto en los tribunales. Apoyo incondicional de su partido, claro. Prietas las filas.
¿Y qué decir de Camps, de Barrionuevo y Vera, de Pujol, de Matas, de Fabra, etc.? Prietas las filas; ladran, luego cabalgamos. Parece que cobran por el pensamiento autónomo (pleonasmo: el otro no es pensamiento, sino consigna), que todo el mundo tiene una deuda (no sé si moral o de algún otro tipo) con el poderoso de turno. No discrepar, no analizar, unidad sin fisuras. Prietas las filas, tierra de hordas.
Me borro de este país de hooligans. Se deg snart.
Básicamente estoy de acuerdo en todo, excepto en que yo no me iría a Noruega: hace mucho frío. Bromas a parte, la verdad es que España va cada vez peor. A mi no me gusta ninguno de los políticos que nos han tocado. Se supone que este país es una democracia, yo no la veo por ningún lado. Ni siquiera es anarquía, es una auténtica mierda. Perdón, por la expresión. Parece que los ciudadanos no tenemos derechos, sólo obligaciones y prohibiciones: los 110 km/h. Una auténtica tontería de cara a las elecciones.
ResponderEliminarNo voy a exponer al bloquerío lo que pienso de la señora Pajín, pero creo que mi silencio lo dice todo.
He pensado tb irme de España y creo, que sin duda, me iría a USA. En Europa me iba a ir igual de mal y no entiendo el idioma. jajaj
Yo pregunto, ¿ por qué tenemos los funcionarios y los pensionistas que sufrir las consecuencias de todo? ¿ por qué no se bajan ellos el sueldo y se quitan las atribuciones y derechos que ellos mismos se han adjudicado?. En fin, me caliento cuando hablo de este tema. Sinceramente, cre4o que poco podemos hacer para poner solución: nunca han escuchado al pueblo y nunca lo harán. Saludos, Atticus
Yo no sólo hablaba de los políticos. Al fin y al cabo no han caído del cielo. No diré que cada país tiene los políticos que se merece, pero sí que somos corresponsables. Al final tenía razón la señora aquella que se manifestaba contra Berlusconi con una pancarta que decía "Basta con no votarle". El fatalismo electoral es muy peligroso y propio de pueblos adormecidos, rencorosos o asilvestrados. Virtudes éstas bien poco democráticas.
ResponderEliminarPero estoy en desacuerdo con lo de los usa. Ni jarto vino me hago ciudadano de allí. Allí, como mucho, eres cliente. Y si no me voy a Noruega es justamente por el idioma.
Hooligans de chupar del bote, de la picaresca, de la ley del mínimo esfuerzo, de los cargos vitalicios, de la corrupción.
ResponderEliminarTambién me borro, y aunque en Noruega haga frío, seguro que es más llevadero que el que tenemos aquí...
Oye, ¿y si convocamos una quedada frente a las embajadas y consulados noruegos y pedimos asilo político? No sé, a ver si podemos reunir unos pocos centenares de miles. O si no, que al menos nos den la ciudadanía honorífica por desertar de todo este caos al que se llama ser español.
ResponderEliminarLo peor de todo es que no se trata de borrarse de este o de aquel país, se trata de un mal globalizado que es todavía peor. Ya lo dijo mi admirada Mafalda ¡Que paren el mundo que yo me bajo!
ResponderEliminarA pesar de todo, habrá que hacer lo posible por vivir, para ello es bastante recomendable toparte con buena gente que te hace sentir menos rara en un mundo tan unidireccional. En fin... qué te voy a contar que tú no sepas!!!
Abrazos.
PD: Yo que iba simplemente a vacilarte con lo del tiramisú y me encuentro con este post profundo e interesante.
Tú vacila lo que te parezca, que bienvenido es. Pero no sólo de tiramisú vive el hombre. A veces me pongo grave y sesudo; otras, ligero y banal. Es que somos así, de muchas caras. Lo contrario es francamente aburrido. No suelo meterme en asuntos políticos, pero es que a veces uno está hasta los mismísimos forúnculos.
ResponderEliminarY lo malo es que no se puede bajar. Así que conviene una idea de Noruega. Por lo menos, pòr ideal de la razón, por sucedáneo. Por higiene.
Este país aún no ha pedido cuentas a los "vencedores" de la guerra civil por sus crímenes. Y Garzón en la picota.
ResponderEliminarVeo que alguien entiende uno de los posibles significados del título: prinetas las filas, nosotros aquí; frente a nosotros los enemigos, los anárquicos, los distintos.
ResponderEliminarIgnoro los entresijos legales, pero dice poco de una democracia que su juez más conocido tenga que "exiliarse" y sea procesado. Es cierto que la ley debe aplicarse a todos por igual, que todos debemos ser iguales ante la ley, pero justamente eso es lo que los ciudadanos no vemos por ningún lado. La idea griega de isonomía es la base de toda democracia. ¿Dónde está? Wanted.
Con el comentario de Alcor hay motivos más que suficientes para darse de baja y buscar el exilio en esa Noruega utópica. Mientras, hagamos como sugiere Montse: rodearnos de los que nos hacen sentir bien. Que no es poco...
ResponderEliminarNo es poco, no. Montse tiene razón. Una presencia, unas palabras. El calor de un cuerpo o la certeza de una amistad.
ResponderEliminarPero a veces uno quiere salir de ese reducto. No basta con lo privado. Noruega, sí.
Bueno, pues a Noruega. Es un país magnífico...en verano. Cuando sobre el Circulo Polar Artico no ven la luz del sol de noviembre a marzo, jo! debe ser duro de llevar.
ResponderEliminarSuecia también podría ser una buena opción.
Y como Montse, creo que rodearnos de la gente con la que estamos BIEN, porque queremos, nos ayudará a sobrevivir en cualquier país, que ya es mucho.
Que no, que no. Que tú hablas de IR a Noruega, y yo del concepto "Noruega". Por mí como si los renos se comen la aurora boreal con salmón fumé.
ResponderEliminarSé de uno que fue a la embajada sueca en Madrid y dijo que esstaba harto de ser español y que quería hacerse sueco. Cuando le dijeron que había que aprender el idioma, cambió de opinión. Además, Suecia, después de la novela negra que está produciendo me empieza a dar miedo. Estoy leyendo a Liza Marklund. De hecho, me voy a la cama a leer. Me voy con una sueca a la cama.
Yo también quiero hacerme noruega. Noruega siempre ha sido mi país ideal. No me gusta su clima tan extremadamente frío, pero me atrae su ritmo de vida tranquilo, la educación de sus gentes, el aire limpio que se respira, los paisajes de ensueño... Precisamente en este momento estoy terminando de leer un libro del premio nobel Knut Hansen (premiado en 1920), que describe la vida de unos colonos que se asientan en tierras virgenes noruegas. En esta novela se refleja claramente el caracter escandinavo: tranquilo, introvertido, comprensivo, educado... Cuando pienso en Noruega, siempre lo hago en positivo. Pero, igual que Atticus, no quiero saber nada de su real realidad, porque probablemente eso me haría tener que expulsarla de mi idea de paraíso.
ResponderEliminarEs bonito imaginar un lugar ideal donde vivir. Pero el lugar ideal en sí no existe. Como dice Elena, el lugar es ideal si nos rodeamos de gente que nos hace sentir bien. Busquémoslo, pues.
La educación, AAGlez. Das en el clavo, la amabilidad como modo natural de dirigirse a los demás, de tratarlos. De todos modos, te veo cerca del ideal noruego, mucho más que a mí (que me gustaría).
ResponderEliminarAnoto lo de Knut Hansen. Hasta los nombres suenan bien, porque en español sería Canuto.
Yo , a esa Noruega ideal, le añadiría nuestro solecito, la variedad y riqueza culinaria que nos caracteriza, y los caldos con la que acompañarla. Por pedir, lo pido todo.
ResponderEliminarPd: Canuto no suena tan mal, además juega con la ambigüedad...
Ya empezamos. La ambigüedad es lo de no saber hacer la "o" con un Knut, ¿no es eso?
ResponderEliminarAcuerdo con lo que dices, pero como Noruega es un ideal de la razón práctica, una utopía contrafáctica, y una querencia infinita (un fin final, Kant dixit), le añadimos el sol, los platos y los caldos (los de la sopa y los del Duero). Por pedir que no quede; son las ventajas de la utopía: ya dijo Platón (¡esos caldos griegos!) que todo ser humano querrá hacer lo que está en su naturaleza al servicio de la comunidad. Otro que soñaba en noruego.
¿Y si nos vamos a Naboo? ¿O a Krypton? ¿O al asteroide B 612? No, no... ¡Mejor a la fábrica de Charlie! I love chocolate!! Jajaja... :-)
ResponderEliminar¿Naboooooooooooo? Suena mal, ¿es un asteroide? Claro que mejor que el 612 que suena a píldora pancreática. Me apunto a la fábrica de chocolate.
ResponderEliminarAl final terminaremos como en "Blade Runner": los afortunados se irán a las colonias (o sea, Noruega) y los pringados terminaremos enmerdados en una realidad virtual que mancha y duele, a pesar que que una preciosidad asiática nos diga desde la valla publicitaria: "Enjoy Coca-Cola". Las cosas no parecen lo que son, pero acabaremos convendidos de que son como parecen.
¿Pero no estábamos hablando de utopías? Pues en esa utopía cabemos todos y no hay afortunados ni pringados. Tiene la fábrica de Charlie, está en el asteroide B 612 y se llama Noruega. ¡Bravo Clotho!!!
ResponderEliminarEso es lo malo de las utopías, que las hay más utópicas y menos utópicas. Seguro que a unos les toca el choco al 80% y a otros nos toca con leche, con arroz inflado o un simple sucedáneo de esos que había antaño.
ResponderEliminarLo de Clotho me gusta, pero soy perro viejo y al final todo es de cartón-piedra, cantan los Milli Vainilli y al Charlie le huele el aliento a ajo mohoso.
Pero bueno, supongamos, que es gratis y necesario, supongamos que el mundo se llama Noruega y es como queremos. Dios existe por un rato. O sea, Thor.
No es por tocar las "penínsulas" pero, ¿sabías Átticus, que la tasa de suicidios en los países nórdicos, escandinavos mejor dicho, triplica la de los "pigs".
ResponderEliminarTú mismo.
I know, I know. Por eso dije que no quiero saber la real realidad, por eso Noruega es un concepto de la razón, y no una ubicación geográfica. También sé que trata peor a sus mujeres que aquí (lo que ya es difícil), y otras cosas que prefiero olvidar. Ser "pigs" tiene sus ventajas, qué duda cabe, alguna.
ResponderEliminarLo de tocar las penínsulas nunca lo había oido. Ingenioso.
No me borro de éste país, aunque a veces siento la necesidad de huir. Con la fuerza que tiene mi gota de agua en la inmensidad del mar haré lo que pueda por mejorar las cosas. No voy a permitir, a estas alturas, que nadie ni nada me obligue a tomar una decisión.Si algún día me borro será por elección mía.
ResponderEliminarPues eso. Bien. Que nos da a todos la vena patriótica y nos ponemos como locos a ganar mundiales...
ResponderEliminarEs una broma, claro. Me parece muy bien lo que dices. Con una gota de cada uno hasta podríamos sentirnos más o menos satisfechos de ser lo que somos (seríamos) o estar donde estamos.