He visto recientemente La
milla verde (Franz Darabont, 1999). Una estimable película con unas
interpretaciones estupendísimas. Desde Tom Hanks (siempre está bien, quién lo
iba a decir con tan lamentables comienzos), hasta sus compañeros maderos con vocación humanista. Pero la
estrella de la peli es el gigantón convicto John Coffey (Michael Clarke Duncan,
que por cierto murió el año pasado).
En un determinado momento de la película, antes de ser
ejecutado, John Coffey pide ir al cine, lo que nunca ha hecho. En la sala sólo
está él junto con los policías. La escena recuerda a la última de Cinema Paradiso (Gisuseppe Tornatore,
1988), pero aquí la seducción se produce por descubrimiento y no por
sobreexposición. La película que ven es Sombrero
de copa (Mark Sandrich, 1935, el mismo año en el que está ambientada La milla verde) y la música que canta
Fred Astaire la escucharíamos luego en esa otra obra maestra que fue El paciente inglés (Anthony Minghella,
1996).
No he encontrado la escena en castellano. Sorry.
Me gusta esta película, y la secuencia que glosas es ciertamente un homenaje al cine.
ResponderEliminarEl elenco de actores es inmejorable.
Aparte de Tom Hanks, que es uno de los pocos actores capaces de hacer creíble cualquier papel, y de ese magnífico actor de reparto que es James Cromwell (el director de la prisión) o su mujer, la actriz Patricia Clarkson, hay dos actores que son prodigiosos: Sam Rockwell (el pirao asesino de las niñas) y Doug Hutchison (el madero cabroncete).
Los demás son excelentes también. La historia fantástica es eso, fantástica.
A medida que transcurrían los minutos me daba cuenta de que no era una peli carcelaria convencional, ni siquiera un alegato (uno más) contra la pena de muerte. Está basada en un relato de Stephen King, autor que no me gusta especialmente, lo que apunta a que no es cierto el tópico de que los libros "siempre" son mejores que las películas.
EliminarSólo le pongo un pero: tiene excesivo metraje.
A mí no se me hizo larga la película, al contrario.
ResponderEliminarEsta escena es efectivamente maravillosa, me pone los pelos de punta cada vez que la veo.
Pd: voy a ponerme una buena ración de rabos de pasas, que ando de memoria fatal últimamente :-)
No se hace larga, aunque "es" larga. Y creo que con 20 minutos menos mejoraría en intensidad. Pero es que tiene algunas historias secundarias que daban para otra película. No diré cuáles: el quiera, que la vea, mejor ésta para el verano que las estupideces con que nos obsequia la cartelera (¿o es carcelera?).
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