Es un pecado capital, y tal etiqueta se lleva mal. O bien, según se mire. Está al lado de la envidia, de la soberbia, de la ira, de la avaricia, de la gula… De la lujuria. Raras compañías, no sé si malas compañías. Ponerlas una al lado de la otra no me parece justo: ni son lo mismo ni son equivalentes en su contenido moral. Es más, creo que la pereza no tiene los males intrínsecos de las cuatro primeras ni la actividad estupefaciente de las dos últimas.
Una vez le pregunté a un cura qué tenía de malo la
pereza. Muy sereno, respondió que nada en sí misma, a no ser que eso te impida cumplir
tus obligaciones, te paralice la vida y te distraiga de lo bueno, que requiere
actividad. No está nada mal el argumento. Pero yo llamaría a eso desidia, nunca
pereza. Tal vez es que entendemos distintas cosas y convendría definir.
Cuando escribo estas líneas acabo de comer. Por la
ventana entra un sol de invierno que entibia y enturbia mi pensamiento. Me
invade un dulce sueño mientras escucho cada vez más a lo lejos no sé qué cosa
de un grupo de un mundial de fútbol. Terminé el jueves todo el trabajo
pendiente. La casa está limpia, la compra hecha, la plancha liquidada. No
descuido ninguna obligación. La comida estaba deliciosa (patatas con chorizo y
níscalos, naranja, helado).
No sé dónde está el mal de cultivar la pereza en este
instante. Podría seguir argumentando, qué pereza.
(Grabado de Félix Vallotton).
Bueno Atticus, piensa que has conseguido vencerla y escribir estas líneas, que ya es un logro. Yo no veo nada de malo disfrutar de ella de vez en cuando. Es magnífico quedarte una tarde entera tirada en el sofá viendo series y bebiendo té. Eso es pereza ¿no?
ResponderEliminarBesotes
Por partes. Escribir unas líneas no es pereza sino placer, pero tampoco es como para tirar cohetes lo que he escrito. O sea, es un post perezoso, en la línea.
EliminarLas series me van poco y el té menos aún (en mi casa caduca, tengo por las visitas y por si me duele algo). Pero este finde he visto ya varias películas, y hoy caerán dos más. Por cierto, esta noche, "Invictus", por si no la conoces, con el gran Morgan Freeman haciendo del aún más grande Nelson Mandela.
Escribiría más, pero me da pereza.
A mí me gusta perrear el fin de semana. Después de toda la semana sin parar, una se merece un descanso. No sé si eso es pereza o que soy una vaga.
ResponderEliminarBesos.
Pues no sé qué decirte. Creo que me voy a comprar un diccionario. Lo que sí tengo muy claro es que no es lo mismo ser un vago que vaguear. El que es un vago (o perezoso, o codicioso, o malo...) lo es a tiempo completo. Si uno puede elegir, entonces no es vago, sino que hace el vago. Tiene muy mala prensa esto de no hacer nada, y aquellos que están siempre haciendo cosas, y además cosas muy importantes, son los que de verdad parece que tienen mérito moral o vital. Qué cansancio. De vez en cuando hay que mirar por la ventana, dejar que caiga la lluvia, leer poesía despaciosamente, contemplar el guiso en su delicioso borboteo... Qué maravilla.
Eliminar“Contra pereza, diligencia”, rezaba la catecúmena admonición.
ResponderEliminarLa pereza de quien debe procurarnos un servicio, una atención o apoyo es censurable. Me gusta la diligencia en el ámbito cotidiano y profesional, pero también en el de las relaciones personales.
La demando porque yo mismo la procuro -creo- con reciprocidad.
Otra cosa es la coloquialidad, ahí sí, qué rica la pereza.
En las clase de religión (tiempo ha) nos hacían aprender los pecados capitales y su contrapunto: las virtudes. Recuerdo perfectamente que aprendí eso que dices sin entenderlo. Para mí no había otra diligencia que la que salía en las películas del oeste.
EliminarAhora que lo pienso, entre las virtudes que se oponen a los pecados capitales hay una que se encuentra entre las virtudes cardinales, la templanza (las otras son prudencia, justicia y fortaleza). Y también hay otra que se cuenta entre las virtudes teologales, la caridad (las otras son fe y esperanza).
Desde luego, no puedo hacer otra cosa que compartir tu matización. La pereza la reservo para mi tiempo libre; cuando el dinero con que te pagan es de otro, y hay terceros perjudicados, no es tolerable. En las relaciones personales ocurre algo parecido, pero al no haber dinero ni contrato explícito de por medio, todo es más laxo, y más de uno se siente legitimado para ejercer esa pereza intolerable. Son, por cierto, los del aversi.
La palabra desidia parece haber caído en desuso. Tienes razón cuando dices que se confunden los términos. ¡Qué recuerdos de cuando remoloneaba para hacer las cosas y en casa una voz decía: "No tengas desidia y hazlo ya" o "No seas desidiosa"!
ResponderEliminarEs, creo, lo que decíamos CrisC y yo en el diálogo anterior. Una cosa es la pereza voluntaria, elegida, de tu tiempo, que no perjudica a nadie, y otra muy distinta la desidia, que culmina en negligencia (personal y profesional).
EliminarPorque la primera pereza es un pecado sin víctimas; no así la segunda. Mi abuela decía que la pereza es la madre de todos los vicios. Y me reñía cuando me veía tirado en el sofá viendo una película o leyendo un libro. Consiguió poco, pobre mujer, porque se cuentan entre mis vicios favoritos. Claro que también me gano la vida con ellos, de modo que es un vicio provechoso.
Lo que no había oído nunca es el adjetivo. Empezaré a usarlo.
"Desidia", de Objetivo Birmania: http://youtu.be/l-Ex44pWziw
ResponderEliminarDios mío, menos mal que todo tiempo pasado fue pasado. Qué bailecitos, qué chiripitifláutico es todo.
EliminarUna vez me dijeron: "No hacer nada es hacer algo. Y necesario, además". Por cierto, yo ayer decidí perrear, como decimos en mi pueblo, y me fui al cine a ver "Vivir es fácil con los ojos cerrados". Por si no la habéis visto, preciosa.
ResponderEliminarMujer, el que "hace" a tiempo completo no necesariamente mejora las cosas. Nuestra cabeza tiene una instalación frágil, y a veces saltan los plomos. De modo que, de cuando en cuando, dejarla en ese stand by que llamamos pereza es, efectivamente, necesario.
EliminarMi abuela, la otra, también utilizaba la expresión "perrear", Naturalmente, para reñirnos para censurar.
Lo mejor de los fines de semana, de las vacaciones, es que puedo ser perezosa a tiempo completo. Yo creo que la pereza es una virtud: renueva por dentro y por fuera. Mi favorita, hasta la palabra es preciosa, porque entre otras cosas lleva la bellísima "z"
ResponderEliminarMenos mal. Una de las mías. Pereza como ocio, como gozo. Tienes razón: hasta la palabra es perezosa. Deliciosamente.
EliminarIba a dejarte un comentario remarcando la importancia y la necesidad de la pereza –aclarando primero esa definición, claro-, por su carácter reparador y me encanta ver que casi todos los comentarios se mueven por allí.
ResponderEliminarEn mi caso, más que perezoso, ha sido un puente “casero” –que quizá sea lo mismo que el tuyo en otra acepción del término-. Yo también me he dedicado a darme un poco más de margen para ver películas –genial “Invictus” ayer, por cierto- y leer ratos largos… pero a la vez, he acabado esa multitud de pequeños detalles que rayan la tarea doméstica pero a la vez proveen esa sensación de satisfacción, de hogar limpio, de tarea finalizada.
Da gusto vivir en una casa limpia y mínimamente ordenada. De repente en la mía hay más luz, pero no sólo es por estos días, tan fríos como soleados, sino por una limpieza concienzuda de cristales. A veces me agobia tener la casa hecha un desastre, lo que me impide relajarme y, por lo tanto, perrear. De manera que dedico un rato a esas tareas, y luego tengo el resto del día.
EliminarPero lo mejor es esa sensación que suelo tener en verano: no hay horarios. Puedo leer hasta que los ojos se me derrumben. Como cuando el cuerpo me dicta sus necesidades. Duermo hasta que vienen los geos a desalojarme. Maravilloso.
"Invictus" tiene la rara cualidad de ser una peli ágil y profunda, hagiográfica, pero no mentirosa. Para adultos y para niños.
Justo hace cinco días conseguí "El derecho a la pereza" de Paul Lafargue. Personaje franco-cubano, discípulo y yerno de Marx, pero mucho menos ortodoxo, menos grave, menos brillante. Mucho menos aburrido.
ResponderEliminarLectura muy interesante. En cierto modo, el excesivo rigor de Marx justifica, ordena, regula la explotación del ser humano, establece las reglas de juego en el sistema productivo actual. Lafargue, por su parte, prefiere soñar en un mundo en el que los avances tecnológicos –las máquinas en terminología de entonces- liberen al ser humano del trabajo.
Es mucho simplificar, lo sé.
Creo que Javier Krahe –otro gran trabajador perezoso- hace de re-editor de este texto junto a su último álbum, muy recientito.
Más francés que otro cosa. Parece que no merece una calle ni en Cuba ni en España, donde también residió y fue especialmente activo. No creo que sea por pereza.
Conocía la existencia de ese libro, sin leerlo. Me hizo gracia que Krahe lo "regalase" con el disco. Da la sensación de que es al revés. Pero tiene su punto.
EliminarTambién decía algo parecido Tomás Moro. No de la pereza, sino del derecho al trabajo y al ocio (otium/neg-otium). La paradoja actual es que medio país está sin trabajo mientras el otro medio está sobreexplotado. Raro estado de derecho.