viernes, 7 de marzo de 2014

ELOGIO DE LA EDAD MEDIA

Pongo este título al post para que salga en los buscadores y se me llene de nuevos lectores y comentaristas sesudos. Porque no va de ese largo y oscuro periodo que aparece en los libros de Historia.

No, va de esa franja de edad que pone delante el 4 o el 5. La edad mediana o edad media… Porque para los menores de esos años suele ser lo mismo edad media y Edad Media: criaturas, yogurines ingenuos, cuerpos de veloz recuperación tras los excesos, comedores de mundo… Ya os llegará el turno.

Los mayores de los dígitos 4 y 5 son la voz de la experiencia, el haber vivido, la guerra, el hambre, el desarrollismo, el almacén de fechas, nombres y conocimientos. A veces nos miran por encima del hombro con una mezcla de superioridad y conmiseración.

Pero los que estamos ahí, en esa tierra de nadie, ya no somos ni somos todavía. Demasiado jóvenes para según qué cosas; demasiado mayores para el resto, las que más.

Somos muchos, los hijos del despegue económico, del baby boom, de la EGB y del BUP. Pese a la cantidad, ocupamos poca atención de comerciantes, empresas y gobiernos.

Porque, para qué voy a disimular, el objetivo de este post es mostrar mi cabreo de decenios. Cuando era un adolescente cobraban entrada (y cara) en las discotecas; sólo a los varones, por cierto. Unas zapatillas de marca costaban un año de ahorro. Los billetes de avión estaban por las nubes, más altos aún que los aviones. No existía la Tarjeta Joven ni los descuentos en casi nada por ser menor de 25 años, estudiante o algo así. En la Universidad las becas eran escasas y semiclandestinas, a menudo con nombre y apellidos. No había Erasmus (llegó después) y muchos menos orgasmus de lo que nos han dicho después (o yo no me enteré, que todo es posible). Hicimos la mili, nos cortaron la melena y perdimos un año de nuestra vida aprendiendo cosas que después nos han resultado absolutamente inútiles. Nos incorporamos a un mercado laboral en crisis, como siempre, no accedimos a las oposiciones restringidas (se terminaron por ley). Empezamos a pagar impuestos. Alquiler o compra de vivienda eran algo estratosférico; no se habían inventado las ayudas o subvenciones.

Y cuando dejamos de ser jóvenes aparecieron la Tarjeta Joven, las líneas low coast, las becas para estudiar en el extranjero, la Tarjeta Dorada, los viajes del IMSERSO, los billetes gratuitos o baratísimos en museos y otros espectáculos para jóvenes y mayores. Y las páginas de descargas gratuitas, el CD y el DVD, e-bay, las bibliotecas virtuales…

Es lo malo de ser los más, que tocamos a menos. Nos avisan de que conviene que nos hagamos un plan de pensiones porque en cuanto nos llegue la edad, que será pronto pese a los esfuerzos gubernamentales por retrasarla y rejuvenecernos, las clases activas no van a poder soportar la presión de tanta pensión a tanto improductivo abuelo Cebolleta, que ya no contará sus historias de la guerra, sino los tiempos aquéllos de la movida, las carreras delante de los grises, los promiscuos 80… Qué pena que algunos ni siquiera nos enterásemos de las cosas mientras ocurrían. Qué débil, traicionera y vengativa es la memoria.

(Y que no se me ofenda nadie, por favor, que éste no es un escrito contra nadie, sino a favor de algunos. Un ejercicio de autoestima casi crepuscular. Soy poco aficionado a echar la vista atrás, pero hoy tocaba).

8 comentarios:

  1. Me alegra leerte, porque esa sensación que cuentas aquí la he tenido siempre, atribuyéndola a cierta mala suerte de nuestra generación. Es como si solo sirviésemos para contribuir, arrimar el hombro, dejarnos la piel...pero sin ningún beneficio a cambio, antes al contrario. Mirándole el lado positivo, ese estar en tierra de nadie nos hace algo etéreos e invisibles, lo cual puede ser ventajoso, aunque ahora no se me ocurre exactamente ni el cómo ni el dónde. O sí, pero no sabría explicarlo muy bien.
    Pd: lo que no he pillado es esa referencia al "orgasmus" que dices... ¿podrías ser más explícito? :P

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  2. No sé si somos invisibles. Creo que no. Pero se nos ve como cotizantes mantenedores, y de beneficios ni uno ni medio. Acabo de volver de viaje y veo que en otros países es igual: gratis a menores de 18 y a mayores de 65; reducido a estudiantes hasta 25 y otros colectivos a los que naturalmente nunca pertenecemos. De manera que pagamos la entrada a todos ellos.

    Lo del "orgasmus" era un juego de palabras. Así es como a veces se llama a los estudiantes Erasmus, y también me refería a esos años 80, tan promiscuos y libertinos... según me he enterado recientemente.

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  3. Yo estaba en el filo de la treintena cuando mi padre sostenía que la mejor edad para un hombre eran los cuarenta y tantos.

    Decía que a esa edad un hombre tenía un trabajo, familia, estaba bien físicamente y la cabeza vacía ya de pájaros. O algo así. Esto lo decía desde la altura de los sesenta y no sé si eso me hacía restar fuerza a su parecer.

    Desde hacía años yo ya no podía comprar un InterRail.

    De las mujeres a esas edades no recuerdo que dijera nada, lo diré yo, algunas están para comérselas vivas, vuelta y vuelta y, al amanecer, moviola y ponerlas el desayuno en el mismo lugar en el que antes las has puesto boca abajo.

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    1. Creo que te voy a tener que moderar. Porque estos comentarios, a la hora de misa de 12 no sé yo si son homologables...

      ¿Cómo dices que es lo del desayuno?

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  4. Hola Atticus. La menda está en la franja de la edad media y hace tiempo (desde que empecé a entrar en ese tramo) que pienso que es injusto. Me he sentido muy identificada con tu entrada y por cierto, muy ingeniosa la elección del título. Seguro que más de un@ te visita pensando que se va a encontrar con otra cosa.
    Yo no me he decepcionado, todo lo contrario.
    Besos

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    1. Pues te agradezco tus palabras, siempre amables. A mí me parece que eso de "madurita interesante" es un halago estupendo, aunque a muchas os parezca despectivo. De modo que me alegro de saber que estás en ese club. Se nota, la verdad, porque el bloguerío está repleto de adolescentes (cronológicos y mentales) y lo que escribes denota conocimiento y madurez.

      Y si algún medievalista cae por aquí... el verá. Eso pasa por tener esos vicios, que internet está llena de páginas guarrillas.

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  5. No tengo ningún interés en polemizar. Quizás, sí, en revitalizar tu interesante post.
    Estoy en gran medida de acuerdo con lo que me parece el mensaje, o el ánimo, que quieres trasladarnos.

    Pero, en mi opinión (ya, ya sé) se pueden apuntar muchas puntualizaciones, no sólo matices, sobre lo que comentas:

    Nunca tuve zapatillas de marca. Pero eso nunca me marcó.
    Todos mis estudios los realicé con beca. Renta muy humilde y expediente académico adecuado. Formularios exigentes pero los cumplía y cumplimentaba. Conozco a muchos más. Los datos eran públicos, salían en el BOE y los auditaban los sindicatos. Algo puedo contar al respecto, aunque puede que existiera alguna irregularidad. Las becas eran escasas (dependía de los años de elecciones) pero no semiclandestinas.
    Estoy mucho más cerca de los 5 que de los 4 dígitos que comentas, pero yo funcioné mucho con TIVE. Trabajaba en los veranos y luego, con costes muy ajustaditos, acudía a campos de trabajo (gratuitos) viajes muy económicos (con TIVE) e Interrail. Incluso la definición de joven y la edad de acceso a estos programas iba aumentando a la vez que yo crecía.
    Lo de los orgasmus es un asunto absolutamente particular. Con frecuencia de dos.
    El mercado laboral está mucho, pero que mucho, peor ahora. Al terminar mis estudios tenía diversas y variadas ofertas, alguna en el extranjero.
    Objeté. Nadie me cortó el pelo. Me hubiera gustado no haber realizado la eufemística Prestación Social Sustitutoria, pero lo preferí mil veces sobre la mili (que, por cierto y para nuestra vergüenza, quitó la derechona, no la izquierdina).

    Todas las generaciones son complicadas.
    La anterior trabajó por sueldos mínimos, sin convenios, con frecuencia de sol a sol. Ellos casi ni pudieron volar, ni tenían vacaciones en su mayoría, ni hablar de salir al extranjero salvo como emigrantes. Ahora pueden disfrutar de pensiones cuasidignas, de viajes del IMSERSO… que pagamos la población activa pero, de forma general, se lo ganaron con creces.
    Sobre la generación que ahora accede al mercado laboral casi no me atrevo ni a hablar. Se van acumulando añadas de universitarios sin trabajo, o expedientes brillantes que salen al extranjero por salarios míseros. La bolsa de frustrados aumenta cada año. Los vacíos temporales en los CVs son de difícil explicación para encontrar trabajo, salen nuevas añadas…

    Dicho de otro modo. Estoy de acuerdo con tu elogio de la edad media. Nos lo merecemos, creo. Pero también de la edad media que fue y de la que será. Seguramente siempre son tierra de nadie.

    Sólo pretendo abrir el escenario, no discutir el tuyo. Tengo muy claro que nunca alimentas la autocomplacencia ni la nostalgia. Te mereces tu día. Y tu autoestima.

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  6. No hay intención de polemizar. Sólo cuento una experiencia. Ignorancia mía desde luego que la hubo. Y no poca vida de pardillo. Pero lo de las becas... había que ser Sherlock para enterarse de algo. Y que eran con nombres y apellidos, lo mismo. No niego lo que dices. Pero en mi universidad todo era bastante hermético.

    Que los ancianos (¿por qué tercera edad?, qué ridículo) merecen incluso más de lo que les damos, no lo pongo en duda. Espero no haber dado otra impresión. En su mayoría al menos, pero no era ése el tema. Reivindicar la propia generación no significa menospreciar a las demás.

    Porque prefiero mi vida y mi generación a la que ahora accede a estudios y trabajos. Cada una tiene sus problemas y sus ventajas. De todos modos, no puedo elegir, de modo que es un pensamiento bastante improductivo.

    Lo de la mili es para mí bastante inexplicable. No tenía nombre lo que ocurría (bueno, sí: esclavitud), ni esa PSS más larga, ni la criminalización de los insumisos. Y lo quitó el PP, lo recuerdo bien, como también que nunca lo ha explotado electoralmente, lo que creo que le hubiera reportado más de un voto. Misterios más misteriosos que los de Lourdes y Fátima juntos.

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