sábado, 13 de febrero de 2016

CELULOSA O ELECTRÓNICA

Es muy frecuente que la brecha digital entre jóvenes y no tan jóvenes se etiquete diciendo que los primeros son nativos digitales y los segundos colonos.

Una mutación (será eso) hace que los de menos edad manejen divinamente los pulgares para wasapear; la generación que les antecede, por el contrario, utiliza torpemente un solo dedo índice y se equivoca mucho más (algunos mensajes son delirantes).

Esa generación más añosa ha leído toda su vida en papel y tiene libros por todas las habitaciones de la casa. Los más jóvenes han comenzado a leer en formato digital, les parece natural,  y son capaces de hacerlo hasta en las minúsculas pantallas de un móvil, además de en tabletas, e-books o portátiles.

Yo, que pertenezco a los colonos, tengo el corazón partío. Desde que descubrí que en un pen drive caben más libros de los que leeré en varias vidas, y desde que me di cuenta de que en mi Kindle puedo aumentar la letra según mis necesidades visuales, me pasé al formato digital.

O no. O no del todo. Del mismo modo que a los amantes del cine no nos bastan las salas (por su precio, por la distancia a casa, por los palomiteros irredentos…) y vemos también películas en casa, a los amantes de las historias no nos molesta el formato digital. Creo que es cuestión de costumbre, pero que en absoluto va a darse una sustitución ni es el fin del libro, como llevamos tiempo escuchando.

Muchos románticos dicen que les gusta pasar las páginas, sentir su tacto, no depender de baterías o conexiones wi-fi. Se sienten ridículos, dicen ellos, dando un golpecito en la pantalla para pasar de página. Buenos argumentos. Los que gustan del libro electrónico replican que mover una hoja o golpear suavemente una superficie son gestos equivalentes a los que pronto se acostumbran la mente y las manos. Lo importante, como suele decirse de la belleza, es el interior; y no me refiero a los circuitos electrónicos ni a la celulosa, sino a la historia, a la calidad de lo que se nos cuenta.

La polémica me parece estúpida y artificial. ¿Papel o e-book? Ambos, según gustos, situaciones y apetencias. Cervantes no es ni más ni menos interesante en papel que en pantalla.

¿O va a resultar que lo importante es la forma y no el hecho de leer?  Porque conozco personas que tienen decenas de miles de libros en sus cacharros electrónicos, aunque no leen ninguno. Y también conozco a muchos otros, cuyos problemas económicos son acuciantes, que leen centenares de libros prestados por la biblioteca más próxima que, por cierto, también cede libros electrónicos.

Si una sociedad es más o menos culta, no dependerá del formato.


Procedencia de las imágenes:
Primera: http://rincondelbibliotecario.blogspot.com.es/2009/08/libro-electronico-vs-libro-papel.html
Segunda: http://www.mirartegaleria.com/2015/09/radiantes-retratos-al-oleo-del-genero.html



10 comentarios:

  1. Querido Atticus,

    Esta vez discrepo contigo. Creo que el formato importa y mucho. Estoy de acuerdo en todas las ventajas de un libro electrónico provee (letra amplia, espacio reducido, accesibilidad, diccionario incorporado). Sin embargo, el mero hecho de mirar un trozo de plástico o metal para leer, o buscar un archivo pdf o pub lo hace, bajo mi punto de vista, completamente repulsivo desde el punto de vista psicológico.

    Yo no tengo libro electrónico y espero poder sobrevivir años sin él. Sin embargo, cambié de mis CDs a ipod hace ya años y desde entonces mi relación con la música cambió. Se acabó el mirar mi colección de CDs y elegir el que más me apetecía degustar. A cambio, se convirtió en buscar en una serie de archivos uno de ellos que te apeteciera. Y ahí cambia todo.

    Un libro, un CD, una botella de vino y tantas otras cosas, dependen del formato inicialmente. Si después, su interior no está dentro de nuestras expectativas, lo desecharemos posteriormente. Pero esa entrada visual es necesaria y está siendo despojada por oscuros archivos electrónicos.

    Creo que no se trata de romanticismo. Se trata de psicología.

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    1. Tampoco es una discrepancia tan grande, Timonera. Es más, creo que ni siquiera discrepas. Justamente es algo psicológico lo que diferencia un modo de leer de otro. Cuando digo "romanticismo" me refiero a ese apego al pasado, al origen; me refiero a esa resistencia al cambio. Pero creo sinceramente que no hay para tanto. Un papelero recalcitrante como yo se ha habitado sin grandes problemas, y eso que temo pertenecer a una generación mayor que la tuya (¡debería ser al revés!).

      Ya he dicho que me parecen buenos argumentos y no seré yo el que diga que hay que tirar los libros. Sin embargo, miro a mis espaldas donde reposan los mil y pico libros sobre baldas de Ikea y me doy cuenta de que algunos están en estado lamentable. En la mesita de noche me espera "La peste", de Camus, con unas páginas que de tan amarillas me parece estar leyendo en pergamino; eso por no hablar del microscópico tamaño de letra...

      Te concedo, desde luego, que no se puede sacar a una cena romántica un brick de vino, por mucho que dentro hayamos metido Vega Sicilia. Del mismo modo, se puede regalar un libro, pero obsequiar un archivo pdf es muy cutre. Lo admito.

      No obstante, insisto para terminar, yo soy un poco toxicómano con esto de los libros y lo que quiero sobre todo es leerlos. El formato me importa poco. Hago excepción con media docena de libros casi sagrados, regalos de personas que quiero y unos poquitos dedicados por el autor.

      Pero no pontifico. Ni siquiera lo hago con la lectura, así que con el cacharro que contiene las historias menos aún.

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  2. Yo era totalmente contraria al libro electrónico. Me parecía horroroso y pensaba que no me animaría a leer en un aparatito. Sin embargo, me regalaron uno y gracias al aparato leo el doble de lo que solía leer en papel. La razón es que no se te cansa la vista ni la mitad que con el papel, selecciono letra grande y el cacharro se ilumina por la noche, con lo que no necesito estar pegada a la luz de la mesita de noche. Y así me ha pasado de estar leyendo hasta las tantas de la mañana porque un libro m ha atrapado sin darme ni cuenta. Así que lo recomiendo, especialmente para leer por la noche que es cuando desgraciadamente encontramos algo de tiempo la mayoría de nosotros. Eso sí, yo en vacaciones vuelvo a mi querido papel a leer al lado de la piscina, en el jardín o en esas horas de siesta veraniegas lentas y deliciosas.

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    1. Lo comprendo perfectamente. Yo leo en ambos formatos, según y cómo. Me resulta muy cómodo el lector electrónico, y eso que el mío es anterior a la luz incorporada. Yo, excepto a la playa, lo llevo a todas partes, especialmente de viaje.

      Te digo lo mismo que a Timonera: los que tenemos el cacharro electrónico no hemos desertado del papel. Por lo tanto no es uno u otro, sino ambos.

      A veces he necesitado un determinado libro, y comprarlo inmediatamente por internet y que tarde un par de segundos en estar a tu disposición es francamente cómodo.

      Cuánto tiempo queda aún para piscina, siestas infinitas y pereza ingobernable...

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  3. Alguna vez volveré a leer algo más que recetas de cocina sefardí.

    Y releeré mis viejos libros. Opto por el papel, sin que tal cosa suponga rechazo de los nuevos formatos. Opto por la sensualidad.

    Nuestra especie, y abundando en ella la cultura occidental, es muy “ojista” y “cabecera”, a saber, visual e intelectualista, olvidando la totalidad corpórea en la que fluimos.

    El tacto de los libros y su olor, el sonido de las hojas apelan al cuerpo.

    Pos eso.

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    1. ¿"Sefardí" o "sefardita"?

      Ya veo que a ti lo que te gusta de los libros es su sensualidad. Pero, como he dicho antes, prueba a abrir viejos libros, especialmente los de Austral y Alianza: verás como los sentidos de dan imagen de decrepitud y mal trabajo de encuadernación. Y si los lees... eso de enfrentarnos al pasado es duro. Sólo unos pocos resisten.

      Otra cosa que puedes hacer es quitarle a la chica de tu blog un par de libros. Y en cuanto se de la vuelta hablamos.

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  4. Pues yo estoy de acuerdo cien por cien contigo. Yo era una de las románticas, disfrutaba oliendo el papel, pasando mis páginas, eligiendo mi marcapáginas..., pero cuando me regalaron un ereader y lo probé, ya no me despegué de él. La comodidad de llevar varios libros sin que el bolso parezca que va a reventar y mi espalda a fallecer, el poder agrandar la letra y leer incluso en lugares donde no hay luz suficiente, eso no tiene desperdicio. Porque al final como tú dices "lo que quiero sobre todo es leerlos" y de la forma más cómoda para mí posible y disfrutar del contenido, que es lo que de verdad importa.

    Aunque también te reconozco que todavía a veces doy rienda suelta a mi antiguo romnticismo en la biblioteca donde trabajo, abro un libro, lo huelo, paso lentamente sus páginas...., pero lo que es leerlo, lo leo en formato electrónico, ya no hay vuelta atrás y estoy encantada de ello

    Besos

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    1. Creo que eres más radical aún que yo, que combino ambos formatos. Ahora mismo tengo prestado mi e-reader (mejor que e-book) y le doy al papel sin problemas. Bueno, algún problema sí tengo porque la letra es muuuuuy pequeña. Porque estoy con el Quijote, que lo sepa España entera y el mundo mundial, así, a pelo, sin anestésicos.

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  5. No es radicalismo, más bien es ser práctica. Los libros pesan y la vista ya no es la que era. Eso de poder agrandar la letra y modificar la luminosidad de la pantalla, no tiene precio. Quizás el hecho de tener contacto físico (suena un poco mal, ¿no? jeje) con libros en papel a diario, me quita el mono.

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    1. Eso mismo. Cuando hago un viaje meto el lector electrónico. Menos peso, menos bultos y posibilidad de leer más de un libro. Y para contacto físico...

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