Escucho últimamente mucho esta palabra. Lo que no tengo muy
claro es que entienda lo que quieren decir quienes la utilizan.
Natural puede referirse a la naturaleza de modo más o menos
directo. En ese sentido, lo natural sería vivir en ella, como ella indica y
exige, sin artificios.
Natural puede ser también lo normal, lo normal estadísticamente,
es decir, lo más frecuente. No es lo mismo que lo anterior. En algunos casos,
pareció natural zurrar a la parienta, liquidar a los judíos o arrojar por el
acantilado a los bebés defectuosos.
Todo el mundo lo hacía, era lo natural, lo normal. Sin embargo, no es natural
en el primer sentido, sino fruto de un uso social en el que el odio o el
desprecio se ha aprendido; natural aquí es lo acostumbrado, lo que se ha hecho
siempre, aunque no sepamos muy bien si ese siempre
tiene origen y cuándo fue.
Casi prefiero lo primero. Lo natural fue durante mucho tiempo
la supervivencia del más apto en un contexto biológico hostil. Hoy vivimos de
otra manera. Hoy tenemos ciudades, medicina, agricultura, internet… Nada de eso
es natural.
Lo natural es vivir en cuevas o dormir al raso. Lo natural es
enfermar y morir joven de cualquier infección curable con los artificios de la
medicina y la farmacología. Lo natural es tomar de los árboles lo que producen
y morir de hambre si no producen nada. Lo natural es comunicarnos con sonidos
guturales y poco más.
Pero la humanidad ha construido una segunda naturaleza: la
cultura, el modo de vivir en sociedad. No es perfecta, pero a mí me parece
mucho mejor que vivir bajo la amenaza de muerte por viruela, inanición o frío.
Prefiero la riqueza de la poesía y la posibilidad de comunicarme por internet
con personas de las que me separan muchos kilómetros.
Nada de eso es natural.
He tenido varios esquinces de tobillo, pero no cojeo gracias
a la tarea de competentes traumatólogos. Padezco migrañas que alivio con
paracetamol e ibuprofeno. Estoy vacunado y sé que no padeceré enfermedades que
han llevado a la tumba a humanos de tan solo dos generaciones atrás.
Compro en el supermercado y no dependo de sequías o plagas.
Hablo con familiares y amigos a diario.
Ya sé que todo esto tiene peajes, muy graves en algunos casos.
Pero la agricultura, la medicina, la tecnología, la educación, son violencias que hacemos a la naturaleza
para salir de ella e instalarnos en otra naturaleza de segundo grado.
Obviamente, el planeta no es infinito y hay que procurar que la naturaleza en
su sentido más primigenio no se deteriore más allá de lo razonable. Los seres
humanos tenemos la obligación de mantener (y en la medida de lo posible
mejorar) la Tierra. No hay que ser angelicales, pero sí procurar que nuestros
hijos hereden algo mejor o al menos igual.
A lo que no estoy dispuesto es a hacer de eso una religión.
Es cierto que yo sé poco de Ecología, pero algunos de los que se dicen
ecologistas saben menos aún, precisamente porque la ecología (una ciencia) y el
ecologismo (una militancia, una toma de conciencia) no son lo mismo. Por eso
creo que conviene dejar que los que saben de verdad sean los que expliquen y
actúen. Lo otro, en no pocos casos, es la sustitución del Dios de turno por
otro dios, más new age, posmoderno y
guay, pero una divinidad al final, un absoluto. La muerte de Dios ha fomentado
la aparición de divinidades de todo pelaje, muchas personas necesitan creer. En
esto yo también soy agnóstico. Por eso escribo naturaleza y no Naturaleza.
No presumo de vivir de acuerdo con la naturaleza, pero al
menos procuro que mi huella en el planeta sea la menor posible. Desde luego,
alguno de esos que (dice que) vive en/según la naturaleza haría bien en
replantearse si son más ecológicos que yo (más ecologistas ya sé que sí): viven
lejos de la ciudad, necesitan coche para todo, tienen grandes casas para cuya calefacción
necesitan muchísima energía, comen productos ecológicos que vienen de la otra parte del mundo, etc.
No hablo de las personas consecuentes con sus palabras,
claro, sino del postureo cuasi religioso e impermeable a la argumentación. Es
que no me gusta el fariseísmo. Ni en religión tradicional ni en sus nuevas
formas. Por lo demás, que hagan lo que les parezca. Pero sin dar lecciones a
nadie. El apostolado, con otros.
Confieso que tengo automóvil, calefacción individual y aire
acondicionado en el salón, adsl, teléfono fijo y móvil, electrodomésticos
varios, viajo en avión a veces y no fabrico compost porque vivo en un piso y mi
tierra se reduce a una jardinera y un par de macetas. En un piso, repito, eso
tan poco natural… De modo que los fundamentalistas de la cosa ya pueden irme
borrando de sus naturales agendas, naturales móviles, naturales cuentas de Facebook y Twitter y naturales ordenadores. Al resto de amigos, naturalmente, los
quiero. Con naturalidad.
Procedencia de las imágenes:
http://www.nacentralohio.com/rethinking-cancer/
https://www.newyorker.com/magazine/2015/10/19/pond-scum