Iba un poco acelerado, la sala era pequeña. Por cierto, muy
sucia, de palomitas y otros desechos comestibles. Parece que los que no comemos
en el cine debemos llevar mascarilla, pero los palomiteros están dispensados
por mor del negocio del maíz.
Éramos siete personas, dos parejas y tres personas
distribuidas por la sala. Tranquilidad, menos mal. Y apenas un móvil durante la
proyección que -oh, qué detalle- tenía muy baja la luminosidad de la pantalla.
La película era El último duelo, de Ridley Scott,
director que no necesita mayor presentación. Me gustó, aunque abusa innecesariamente
del metraje. La idea de dividirla en tres capítulos me parece interesante: la
verdad según cada uno de los protagonistas. Lo malo es que hay vueltas atrás
con redundancia de situaciones y conversaciones que ya hemos contemplado.
La recomiendo, sin duda, pese a sus dos horas y media. Aunque
está ambientada en la Baja Edad Media, su tema es el de la verdad. Una mujer se
enfrenta a un contexto de costumbres, leyes, honor e incomprensión por un
delito que ha sufrido y que nadie acaba de creer. Se enfrenta a algo más: la
muerte.
La verdad no es asunto baladí ni relativa. Muchos han sufrido
por ella, por no callar, por no resignarse. Por cierto, también he visto hace
poco Mr. Jones, que habla de los mismo: la verdad, no callarse, pagar
peaje vital por ello.
Los actores están espléndidos, Adam Driver, Matt Damon (da
miedo)… La fotografía, las batallas… Merece la pena verla, aunque el tema es
duro ya alguna secuencia también lo es.
Entronca con Los duelistas, su primer largo, que sigue
siendo una obra maestra y que conviene ver o volver a ver.
Espero que no pasen otros veinte meses. Una película en el
cine es otra cosa.
Procedencia de la imagen:
https://agenda.diariovasco.com/evento/pelicula-el-ultimo-duelo-702260.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
A%2F%2Fwww.google.com%2F.