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sábado, 20 de noviembre de 2021

VEINTE MESES SIN IR AL CINE: ‘EL ÚLTIMO DUELO’

Pues sí, veinte meses me he tirado sin pisar una sala de cine. Algo un tanto patológico, porque sí he ido al teatro y a algún concierto. Pero, por alguna razón, al cine me daba miedo. Y me decían que no, que va muy poca gente, que no hay mayor problema, no más, desde luego, que ir al trabajo o ir en metro, experiencia esta nada grata que sufrí el domingo pasado.

Iba un poco acelerado, la sala era pequeña. Por cierto, muy sucia, de palomitas y otros desechos comestibles. Parece que los que no comemos en el cine debemos llevar mascarilla, pero los palomiteros están dispensados por mor del negocio del maíz.

Éramos siete personas, dos parejas y tres personas distribuidas por la sala. Tranquilidad, menos mal. Y apenas un móvil durante la proyección que -oh, qué detalle- tenía muy baja la luminosidad de la pantalla.

La película era El último duelo, de Ridley Scott, director que no necesita mayor presentación. Me gustó, aunque abusa innecesariamente del metraje. La idea de dividirla en tres capítulos me parece interesante: la verdad según cada uno de los protagonistas. Lo malo es que hay vueltas atrás con redundancia de situaciones y conversaciones que ya hemos contemplado.

La recomiendo, sin duda, pese a sus dos horas y media. Aunque está ambientada en la Baja Edad Media, su tema es el de la verdad. Una mujer se enfrenta a un contexto de costumbres, leyes, honor e incomprensión por un delito que ha sufrido y que nadie acaba de creer. Se enfrenta a algo más: la muerte.

La verdad no es asunto baladí ni relativa. Muchos han sufrido por ella, por no callar, por no resignarse. Por cierto, también he visto hace poco Mr. Jones, que habla de los mismo: la verdad, no callarse, pagar peaje vital por ello.

Los actores están espléndidos, Adam Driver, Matt Damon (da miedo)… La fotografía, las batallas… Merece la pena verla, aunque el tema es duro ya alguna secuencia también lo es.

Entronca con Los duelistas, su primer largo, que sigue siendo una obra maestra y que conviene ver o volver a ver.

Espero que no pasen otros veinte meses. Una película en el cine es otra cosa.



Procedencia de la imagen:

https://agenda.diariovasco.com/evento/pelicula-el-ultimo-duelo-702260.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

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lunes, 1 de noviembre de 2021

OBJETOS

Supongo que, como todas las personas, tengo una relación desigual con los objetos. Estaba pensando en ello esta mañana, mientras preparábamos la comida en casa de mi bro. Tiene unos cubiertos con la parte superior de color rojo que regalé a mi abuela allá por 1989 o 1990. Ella nos dejó en 1998 y, no sé aún por qué, acabaron en manos de mi hermano. Son de mala calidad, los cuchillos no cortan bien. Se los compré porque tenía un cubierto de cada manera, como restos individuales de los naufragios de la vida. Sin embargo, aquellos tenían más historia, más enjundia. Los del mango rojo llevan mucho tiempo pidiendo la jubilación.

Nos unen afectos y desafectos con los objetos. Tengo una taza que compré pensando que me acompañaría con el café humeante en la escritura de libros que nunca vieron la luz. Tiene el color desvaído y he pegado el asa, pero me recuerda los desafectos de la escritura, los propósitos incumplidos.

Ayer paseamos por la huerta de Alboraia, precioso lugar que nos hace caer en la cuenta de que hay alguien que procura nuestro sustento. Vi una casa demolida, me aupé a sus ruinas. Un plato de metal me hizo pensar quién fue la última persona que comió en él, qué alimento fue, por qué lo dejó allí cuando se fue para siempre

Y al deshacer la maleta he visto muchos libros en casa. Algunos perfectamente prescindibles, otros son parte de mi historia y de mi formación. A unos pocos les tengo un especial cariño. Creo que no me costaría renunciar a la mayoría de ellos, no así a lo que me han nutrido. Tengo un exlibris desde hace unos meses y creo que hay muchos que no lo merecen. Tengo que pensarlo. Son objetos, algunos solo esto, otros mucho más.

No tengo síndrome de Diógenes, al contrario. Tampoco sé precisar ni detallar las razones por las que tengo una relación de apego a algunos objetos y de total indiferencia ante otros. Será la vida, la cosa emocional. Qué se yo.