lunes, 14 de agosto de 2023

PÁGINA EN BLANCO

Voy a confesar que, además de este blog, que ya va por su post 620, he escrito y publicado algunos artículos en revistas de filosofía y he hecho mis pinitos en la poesía y en el relato, géneros en los que me siento menos cómodo, pero que me han dado unas cuantas páginas que añadir a mi ridículum vitae. No me considero por ello un escritor, desde luego, lo que llega al banco todos los meses por esos conceptos es muy poco. Pero muy muy muy poco.

Llevo escribiendo desde que era adolescente. De entonces recuerdo unos torpes poemas nerudianos, mi cultura no daba para más. Después leí a Aleixandre, a Guillén, a Machado… y ya fue otro nivel. Dejé de escribir mucho tiempo, cuanto más leía menos escribía, supongo que es una buena cura de humildad. Borges es otro de esos que te deslumbra de tal manera que cada cosa que yo pergeñaba me parecía insignificante, detestable y artificiosa. La literatura se mantuvo en mínimos durante largos años. Hablo de la escritura, porque la lectura siempre estuvo ahí. En eso soy como el autor argentino, que no se enorgullecía de lo que había escrito, sino de los libros leídos. Y eso que yo no tengo ni la milésima parte de su cultura (por supuesto, tampoco de su talento).

En ese tiempo de sequía pensé que padecía el síndrome de la página en blanco. Pero no, simplemente no tenía nada que decir o no sabía como hacerlo. Cuando lo encontré -o lo creí-, las palabras se deslizaron sobre el papel, cualquier papel, y posteriormente sobre el teclado del ordenador. Aún recuerdo esa pantalla azul del WordPerfect con la que nos iniciamos, tan tosca al lado de lo que permite hoy el Word con el que escribo.

Estoy con unos poemas, con unos relatos y, de vez en cuando, escribo aquí. He terminado dos ensayos que tal vez vean la luz. Es como si, de repente, el atasco hubiera encontrado su conducto de salida. Queda mucho por releer, corregir, contrastar y tachar. Soy bastante perfeccionista, cualquier cosa no vale. Aquí tampoco: leo blogs escritos apresuradamente, sin revisar, incluso con faltas de ortografía. Supongo que sus autores creerán a pies juntillas en el mito de la inmediatez y la espontaneidad. Yo no. La página en blanco, para mí, es una invitación a escribir, pero no una autorización para escribir cualquier cosa ni de cualquier manera. Agradezco, por cierto, a los pocos comentaristas que se aventuran en Nómadas Square: su prosa sin faltas, su buen aliento al escribir y su falta de pereza al hacerlo. Y, como siempre digo, echo de menos a muchos. En verano aún más, muy especialmente a Coeliquore, que siempre escuchaba los enlaces musicales antes de leer el texto.


 

Procedencia de la imagen:

https://orarconelcorazonabierto.wordpress.com/2015/07/24/la-pagina-en-blanco-de-mi-vida/

2 comentarios:

  1. ¡Hola! sé que se te da bien escribir, de eso no tengo duda, así que me alegra el desatasco y me encantaría que esos ensayos vieran la luz (sí como tus relatos y poesías). Estoy de acuerdo contigo en lo de que cualquier cosa no vale. Yo también tiendo a ser demasiado perfeccionista, lo que tiene su lado muy bueno, aunque a veces pueda jugar un poco en nuestra contra, y reviso y reviso mil veces mis entradas blogueras antes de publicarlas porque cualquier falta de ortografía que se me escape, cuando soy consciente e ello, pues me fastidia bastante. Sabes que yo tampoco digo cuando no tengo nada que decir, jeje, así que lo dicho, ya nos (me) tendrás al día en tus avances literarios. Cualquier cosa que necesites de una bibliotecaria..., ya sabes.
    Besos

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  2. Ser perfeccionista (hasta un límite razonable) es un imperativo de respeto hacia los demás. Cuando escribo, lo intento. Respecto a lo de la publicación... Despacio, muy despacio. También bastante ghosting por parte de editoriales. Bueno, y de algunos conocidos, pero eso es otra historia. Y lo del bloguerío más aún, a veces de terror: veo a gente que apenas lee opinar como si fueran eruditos. Bueno, dejemos eso, que estoy de vacaciones y no quiero amargarme. Gracias siempre y un beso

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