Un género: el péplum.
Un montón de títulos semanasanteros. Toda nuestra infancia los veíamos uno y
otro año, trufados de otro cine estacional, de índole nacionalcatólica: Marcelino pan y vino, Diálogos de Carmelitas…
Tras ese empacho de Semana Santa obligatoria llegó un periodo
de descreimiento. Y ahora vuelvo a ver muchas de aquellas películas. Y me
asombro de que me gusten tanto, aún más que entonces. Sin duda, Ben-Hur es de las mejores, una de las
grandes epopeyas del cine, con Charlton Heston en estado de gracia (nunca mejor
dicho). ¿Y el Nerón de Quo vadis?: un
amoral, un arquetipo (por cierto, a mí Bárcenas me lo recuerda). ¿Y qué decir
de Victor Mature, tan hierático que parecía una estatua, pero tan eficaz
siempre? ¿Y la monumental Los Diez
Mandamientos, tan pía, tan grandiosa que casi dan ganas de empezar a creer
en Dios? Añadamos Barrabás, La túnica sagrada… y Espartaco, casi marxista, chuéquica; tengo
ganas de verla otra vez. La última incorporación al género es Gladiator, de la que me gusta todo: el
tono, la primera escena, los planos (casi cursis) en los que acaricia el trigo
extremeño, la excelente banda sonora, el retorcido Cómodo (qué actorazo Joaquim
Phoenix, disfrutadlo en los cines en The
Master). Algunos incluyen La Pasión
de Cristo, de Mel Gibson; pero a mí
me parece cine gore, no aporta nada aparte de chorros de sangre y sufrimiento.
Todas ellas son de tarde completa, sofá y torrijas. No hay mejor
modo de pasar un jueves santo, un viernes santo, un sábado santo… Bueno, sí, se
me ocurre alguna manera mejor, pero no se puede hablar de ello en días de
recogimiento y oración…
Os mando
unos enlaces: para devotos y para heterodoxos: