miércoles, 8 de abril de 2020

MUGS (O TAZAS)


No soy muy amante de la nostalgia. Más bien soy de los que creo que todo tiempo pasado fue anterior, como decían Les Luthiers. Sin embargo, hoy voy a ceder.

En mi casa hay diez mugs; vamos, eso que toda la vida han sido tazas, de esas más bien grandes, con un asa al lado. Las utilizo poco, a veces para ponerme un café del tiempo (café, hielo y una rodaja de limón) o para tomar un caldo caliente. Otros habitantes de la casa las usan para una leche con cacao o para ese mejunje que llaman té.

Estoy pensando que tengo muchas y veo que tienen distintas procedencias, cada cual una historia.

La primera que compré fue la verde con unos dibujos geométricos en la parte superior. Fue un flechazo. En Galerías Preciados. Sí, eso que los mileniales no saben ya qué es, casi arqueología. Le dije a mi pareja que con café humeante me acompañaría para todo lo que tenía que escribir. De ese tiempo sólo me queda el mug, que sigue conmigo. Grandes libros he escrito pocos.

Tuve únicamente esa taza hasta que unos pocos años  más tarde un comercial de una editorial trajo a los profesores del instituto un obsequio (lo único que me han regalado en toda mi vida profesional): una taza con motivos académicos. A los de filosofía nos tocó una frase de Wittgenstein. Por cierto, está mal transcrita. El original dice: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (no ‘conocimiento’, en alemán ‘Welt’). La he utilizado mucho, es la que más ha perdido el color.

De un familiar fallecido heredé tres: dos de los Beatles y la del dinosaurio. Una de las tazas beatleanas sirve para soporte de bolígrafos. Creo que cuando uno hereda algo, el mejor homenaje es usarlo; puede romperse, claro, pero en el fondo de un cajón solo habita el olvido.

Uno de los mugs, algo más pequeño (por eso lo uso más) tiene motivos parisinos. Me la trajo una amiga de París, la mandó su empresa a una reunión y no le dio tiempo a turistear, pero en el aeropuerto se acordó de mí y se lo agradecí muchísimo. Un día decidió desaparecer y dedicarse a la maternidad. La encontré en el Eroski, su hijo rubísimo tenía ya casi dos años y ella estaba igual. Le envié algún whatssapp por su cumple y por Navidad que contestaba (o no) con desgana días después. Dejé de escribir y desapareció de mi vida.

Hay una taza blanca, con frases entre wonderfulistas y divertidas a la que tengo mucho cariño. Un grupo de amigos me preparó una fiesta de cumpleaños con motivos de la película Casablanca. Recuerdo aquello con lágrimas en los ojos. La taza tiene algún borde descascarillado, la uso poco para no cortarme, pero posee un enorme valor sentimental. A muchas personas de las que estuvieron allí les tengo un cariño inmenso.

De mi pareja actual tengo dos: la amarilla y blanca luce esta frase: “Puedo dejar de ser un Montesco, pero no puedo dejar de ser un lector”. Cómo me conoce. La otra lleva motivos de mandalas y la usa sobre todo ella con sus tés y mejunjes varios.

Especialmente grande, bella y emotiva es la de los búhos, regalo de mi hijo. No necesito ahondar más.

Efectivamente, no necesito ahondar más. Tengo muchos años y veo que estos objetos de uso cotidiano marcan personas y acontecimientos, casi todos gozosos. Y a estas personas, en estos momentos de zozobra, me gusta dedicar unos minutos de recuerdo y gratitud.

Sé que se han roto dos o tres y -qué fascinante y puñetera es la memoria- no me acuerdo de ellas.


https://www.youtube.com/watch?v=-hp7CTiQxPE


17 comentarios:

  1. Me ha conmovido tu relato sobre mugs. Nosotros tenemos más y nuestro yerno vikingo más todavía.Yo intento usarlos con frecuencia, en el desayuno sobre todo, y voy cambiando de sitio para verlos y usarlos durante una temporada. Como sabes, las cosas que guardo en cajones y otros espacios no son olvidados. Están descansando, en stand-by. Mi actual compañera disfruta de lo que tú llamas despectivamente mejunjes. Tienes que ser más tolerante. Tambien se puede beber cerveza en ellos si te falta el cristal. Se nota que yo me aficioné a ellos en U.K.

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    1. Muchas gracias, QQ. No te pasabas por aquí desde la entrada sobre "Blade Runner". Ya sé que no te gustó, pero no seas rencoroso: afortunadamente tenemos gustos distintos. Y este es un blog que se perderá como lágrimas en la lluvia, como es lógico.

      Ya sé que eres un guardador y a veces un reutilizador. De hecho, cada vez que tiro algo que a mi juicio están en mal estado me acuerdo de ti, seguro que tú no lo harías. Al stand-by, como dices.

      Tu compañera tiene juicio y criterio. A mí esos mejunjes (palabra nada despectiva) no me van, aunque no es como las crucíferas, que no las probaría ni muerto. Por supuesto, cada cual en su casa hace lo que le parece, otra cosa bien distinta es que yo tenga que hacer lo que a los otros les parece bien o correcto. Temo que la tolerancia es un asunto complicado.

      Y la birra en cristal, por favor. Un respeto.

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  2. Es sorprendente leerte ...iba a decir cada semana, pero no. Uno nunca sabe cuál será el tema o tipo de entrada que encontrará, pero todos guardan un denominador común:calidad literaria y humanidad.

    Los objetos nos traen recuerdos y los recuerdos a personas, por ello me alegra que digas que tienes muchas tazas, señal de buenas vivencias.

    Un abrazo, y hasta el siguiente, Atticus.

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    1. Bueno, Miguel, esto no es un blog monotemático, literario, cinematográfico o de Tomás de Aquino (existe). Escribo mucho menos que antes, pero lo hago sobre lo que me apetece. Y cada vez que abro el armario y veo las tazas me acuerdo. También de algunos platos, de vasos, de las circunstancias en que los compré y los uso. Es curioso, estoy terminando un libro de relatos (espero publicarlo) y me he dado cuenta de que en muchos de ellos los objetos son parte de la trama.

      Entre las vivencias hay de todo. Esto en lo que estamos ahora también es la vida, pero...

      Gracias siempre. Hasta el próximo.

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  3. Maravilloso paseo...
    De la nostalgia no trae cuenta ser amante. En todo caso, de forma esporádica y haciéndose el desinteresado. Cuando llega de verdad, arrasa y es capaz de hacer de los sentimientos humanos una ruleta rusa y no todo el mundo la soporta. Con temple desgranas tu prosa colocando las cosas en su lugar. La nostalgia las tiñe de vida.
    Un placer

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    1. Te agradezco enormemente el comentario, mejor que el post. Me da qué pensar y me da que pensar. No todo el mundo soporta la verdad cierto, no toda. Para eso están los narcóticos, y hablo sobre todo de los simbólicos, de las ideologías, de religiones y creencias. El placer es mío, gracias.

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  4. En mi casa tengo un montón con pinceles y lapiceros. En cada una de ellas una técnica, o un tipo de dureza específico, pero todas diferentes, como el collage de recuerdos que visten. Abrazos nómadas para tod@s.

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    1. Los objetos no son la vida, pero amueblan la vida, la dejan a resguardo. No entiendo nada de dibujo o pintura, imagino que hablas de eso. Abrazos para ti también y agradezco tu paseo por esta plaza que estuvo a punto de ser demolida.

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  5. Es bonito, casi siempre, que los objetos nos traigan recuerdos. Ayer, precisamente, un libro de colección de quiosco que vi en un blog. Me recordó como compré a medias la segunda entrega: dos libros que quedaron separados, que nos han permitido ahora compartir no la lectura pero si aquella anécdota, esa y otras que compartieron espacio físico y temporal. Supongo que esa es una de las razones por las que sigo prefiriendo el papel para leer. Un abrazo.

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    1. Recuerdos hay de muchos tipos. Confieso que algunos de los desagradables me han hecho deshacerme de ellos. No soy tan fuerte. Con otros, he logrado la indiferencia. Pero esos que están ligados a personas o acontecimientos gozosos, mejor guardarlos... y utilizarlos.

      Lo del papel y el e-book... Yo soy omnívoro. Ahora mismo voy a leer en doigital. Un abrazo.

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  6. Yo también guardo cosas que me recuerdan historias vividas.
    Son servilletas de bar donde he anotado algo, tickets de compra de suvenirs en algún viaje, entradas a museos o teatros...
    La que más me gusta es una nota que me dejó mi madre un día que vino a casa y yo no estaba: "Te he dejado unos croissants en la cocina. Luego vuelvo"
    Me encanta porque además de que tenía una letra preciosa, parece que en verdad pueda volver a mi casa en algún momento.
    Sin estas cosas, se nos olvidaría mucho de lo vivido.
    Yo no lo etiqueto como nostalgia, más bien como camino, de ida y vuelta, a veces.
    Por eso de la relatividad.
    Hasta el tiempo es flexible, como nosotros.

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    1. Qué historia tan bonita.

      Creo que hay recuerdos que necesitan seguir con nosotros. Como he dicho en el comentario anterior, aquellos que nos hacen revivir la alegría de esas personas que nos han acompañado, todas ya no están, pero está su letra, el libro que nos regaló e incluso ese jarrón horrible que no sabemos dónde poner. Todo suma.

      Yo regalé a mi madre una libreta para que fuera anotando las recetas de cocina cuando ya la memoria le empezaba a fallar. Sólo hay unas pocas palabras anotadas y se fue antes de que nos regalara ese tesoro. Cocinaba bien, muy bien, la imitamos.

      El tiempo es flexible. Y puñetero a veces.

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  7. Me hiciste acordar de un ánime titulado "Nana". Es lo que llaman un "Shojo", un dramatizado de mujeres (antes de que el feminismo tomara tanta fuerza). Dos chicas se van a Tokio porque su vida se volvió insoportable. Son distintas pero logran conocerse allí y convivir. Una es punk, la otra ingenua y apegada a las normas sociales. Desarrollan un cariño tan fuerte que deciden comprarse dos vasos (ni uno más) con motivos de fresas en la parte superior. Una de las chicas advierte que hay que cuidarlos muy bien porque esos objetos las representan. Pues nada, ocurre lo que debe suceder. Una de ellas rompe uno de los vasos y decide marcharse de la vida de la otra. Como bien lo has dicho, los recuerdos son para usarlos, aunque se corra el riesgo de romperlos. Bueno, vivir a veces es romperse un poco.

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    1. Temo que el género del anime no lo frecuento, así no sé muy bien de lo que me hablas. Pero la historia es bonita, sí. Yo creo que esos objetos que tienes de alguien a quien quieres o has querido (esté o no vivo) son para usarlos: ése es el homenaje. Vivir es siempre irse rompiendo. Y recomponiendo.

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  8. No tenía ni idea que se llamaran mugs, que boba. Y no conocía a ELE (me ha gustado). Es bonito que los objetos tengan su historia, acompañan mucho.

    Un abrazo!!

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    1. No creas que yo lo sé desde hace mucho. Y, dicen los anglófilos, debe pronunciarse como con a: mags. O sea, tazas un poco más altas. Todos tienen historia, sí, algunos objetos son una maravilla por eso, aunque naturalmente es por las personas que hay o hubo detrás.

      Me alegro de que te guste Ele; si va por tu tierra, saca entrada: es una maravilla. Un abrazo también para ti.

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