"Heimweh se llama en alemán este dolor, es una bella palabra y quiere decir 'dolor de hogar'".
Primo Levi: Si esto es un hombre
Se han cumplido 75 años desde la Noche de los Cristales Rotos.
El 27 de enero hizo 69 años desde que las tropas soviéticas
liberaron Auschwitz.
De aquellos tiempos hay muchos testimonios y no pocas
recreaciones, muy fieles la mayoría. El mundo judío optó desde el principio por
no olvidar, es más, se autoimpuso la tarea de mantener viva la memoria. Y
escribieron y filmaron sin cesar para que el olvido fuera imposible; otros
colectivos tuvieron menos suerte y casi nadie ha contado su historia: gitanos,
homosexuales, incluso españoles. De las películas me ocuparé otro día; hoy toca
literatura, y entre los muchos textos escritos, creo que vale la pena leer los
siguientes:
El Diario de Ana
Frank fue escribiéndose entre 1942 y 1944, hasta que la policía encontró su
refugio en Amsterdam y deportó a toda la familia a Auschwitz. Sólo regresó su
padre. No es gran literatura, no fue escrita para serlo, y se ha discutido su
autenticidad, pero eso no empaña la historia: pudo ser verdad, hubo muchas
historias similares que sí lo fueron.
El niño con el pijama
de rayas, de John
Boyne, cuenta la imposible amistad
entre un niño judío (el del “pijama”) y el hijo del jefe del campo de
concentración en el que está encerrado el primero. La mirada infantil muestra el
absurdo y la crueldad como un adulto no podría hacer. Estupendo para que niños
y jóvenes comiencen a interesarse por el tema, aunque bastante menor en su
estilo e intensidad para los adultos.
En La llave de Sarah,
Tatiana de Rosnay narra un episodio real: la policía y gendarmería francesas
colaboraron con los invasores nazis y una noche fueron arrestados centenares de
judíos y encerrados de inmediato en el Velódromo de Invierno, en París, a la espera de su traslado a campos de
concentración. Que nadie busque ese velódromo: fue demolido, un eficaz modo de
que las generaciones venideras no puedan recordar esa vergüenza colaboracionista.
También puede leerse Sin
Destino, del húngaro Imre Kertész: un adolescente va voluntariamente a
trabajar para los alemanes. Poco a poco se da cuenta de que está en un campo de
concentración y de que se ha adentrado en una imparable máquina de matar; pero
es tarde. Se trata de un raro libro que puede ser leído por adolescentes y
adultos, sin edulcorar pero a su alcance, un buen trampolín literario de gran
calidad.
Más complicado puede ser el monumental libro de Irène
Némirovsky Suite francesa. Es un
complejo retrato de muchos personajes ante la ocupación alemana de Francia. Un
libro conmovedor y realista, casi un estudio de la condición humana. (La
historia de la autora es tan interesante como la novela y el resto de sus
libros, aunque más breves, también merecen ser conocidos).
Una princesa en Berlín, de Arthur R. G. Solmssen, se desarrolla en los años
previos a la guerra y expone, bajo excusa narrativa, un análisis de causas y
consecuencias. De los imprescindibles. Creo que no he leído nada que explique
tan bien el contexto socioeconómico que antecedió al ascenso del
nacionalsocialismo. Especialmente interesante para aquéllos que no se conformen
con una maniquea historia de buenos y malos y quieran explorar las causas
profundas. Es un libro de comprensión, nunca de justificación.
Conozco muy pocas novelas gráficas. La primera fue Maus, de Art Spiegelman. Soberbia. Muy
adecuada para los que no tienen costumbre de leer o para los que sólo tienen
cultura del cómic: se meterán entre pecho y espalda toda una lección de
historia sin sentirlo, con unos trazos que resultan goyescos en su etapa más
negra. Maravilloso. Explorar la historia del autor y su familia (como en muchos
de los citados aquí) también merece la pena.
El pianista del gueto
de Varsovia es una
historia autobiográfica de Wladyslaw Szpilman. Cuenta, como es sabido, la vida
de un célebre pianista que pasa de dar conciertos de Chopin a ansiar un trozo
de pan. Desoladora. Y también un grito por la necesidad de la belleza.
Polanski, niño en el gueto de Varsovia, ha hecho una excelente película que no
desmerece el libro. Después de verla, sólo imagino a Adrien Brody como el
pianista Szpilman.
Mi favorito, de todos modos, es Si esto es un hombre, de Primo Levi, judío italiano entregado a los
nazis por Mussolini. No es una crónica de los horrores sino un testimonio de
cómo es la vida en un campo de concentración y cómo reaccionamos los seres
humanos en situaciones tan extremas. Hay otros dos libros (no segunda ni
tercera parte) que forman una unidad con ese libro. Tras escribir el último, Los hundidos y los salvados, se suicidó
de modo incomprensible (hay quien lo niega). De este texto prefiero decir poco
y que cada cual lo lea y genere sus propias emociones.
En algunos lugares se llama a todo esto literatura
concentracionista. A mí me interesa, pero especialmente aquellos textos que van
más allá de la glorificación de los míos
frente a los otros, y de la
caricaturización del mal. Primo Levi, por eso, debe leerse. Habla de Auschwitz,
pero también es antropología filosófica, psicología social, darwinismo...
Adjunto una entrevista con él a mediados de los ochenta, que gustará, creo, al
bloguerío.