domingo, 30 de diciembre de 2018

REGALOS DE NOCHEVIEJA

Este bloguero se despide por este 2018 de sus amigos. En 2019 habrá más si tenéis paciencia. Perdonad mi escueta presencia durante este año que se acaba: escribir es importante, pero no lo único. Y los ritmos del espíritu no son siempre fáciles de comprender.

Os regalo una hermosa versión de la canción "Hallelujah", de Leonard Cohen, recreada por la extraordinaria Andrea Motis.

Y unos versos de Borges, ya que me pongo. "Con la arena se nos va la vida", dice el maestro. Y también se posa en otros lugares: la vida se recrea.

Os deseo a todos un maravilloso 2019.




No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.


(Jorge Luis Borges: "El reloj de arena")

miércoles, 19 de diciembre de 2018

FELICITAR


No sé por qué debo felicitar, pero si eso indica que deseo y me alegra la felicidad ajena, entonces felicito universalmente. Incluso a los resentidos, a los amargados, a los invisibles, a los vengativos, a los rencorosos.

Deseo, como es natural,  muchísima felicidad a los míos. Sobre todo a ellos. Entiendo por “los míos” a todos esos en los que pienso con agrado y tengo algo que hacer gozosamente con ellos. A mi familia, a unos escasos amigos a los que veo poco pero sé que son buenos y duraderos. A una persona que me quiere o dice que me quiere (parece que no son equivalentes, pero sí).

Llegará el tiempo libre. No soy persona religiosa, pero estoy dispuesto a aceptar que hay que agradecer ¿a Dios, a vida, a la fortuna? los alimentos que vamos a tomar. 

Sobre todo porque tengo la suerte de poseer una nevera e ingresos suficientes como para tenerla siempre llena. La vida me ha sonreído y hago lo posible para me siga siendo propicia.

Llegará el tiempo libre y podré leer y mandar a escaparrar al despertador. Estaré más en casa, hace frío. Veré alguna peli y seguro que jugaremos alguna partida de mus o dominó. Hablaremos, sin prisa. Estaré a gusto con los míos.

Así que al lío, disfrutemos. De la comida y de la bebida con moderación. De la compañía sin freno ni mesura. Que es necesaria y gratis. Y las personas algún día se van y a veces lo hacen para siempre.

De modo que felicidades. A todos. Sobre todo a los míos.

Y a los que frecuentan pacientemente este blog, también. Me gusta el tiempo que se toman y las palabras que escriben.



A Laura, claro. Uno de los nuestros, una de las nuestras.



Procedencia de la imagen: https://es.picmix.com/stamp/Parabens-429897

miércoles, 12 de diciembre de 2018

ALGUNOS HOMBRES BUENÍSIMOS


Hoy veía con mis alumnos de 1º de Bachillerato la película Doce hombres sin piedad. Y pensaba que Henry Fonda (Número 8) era un hombre bueno.

Luego he recordado a James Stewart, que casi siempre hace de hombre bueno en sus películas, especialmente en la deliciosamente moña ¡Qué bello es vivir!

Y qué decir de Humphrey Bogart en Casablanca, bueno y generoso aunque se vista con un cinismo que no se cree ni él. Por supuesto, tampoco Ilsa.

Sin duda alguna, Atticus Finch/Gregory Peck en Matar a un ruiseñor. La bondad en estado puro, un arquetipo del Bien.

Algunos más: Harvey Keitel en Smoke,  Tom Hanks en La milla verde o en Forrest Gump, Russell Crowe en El dilema, Philippe Torreton en Mañana empieza todo, Philippe Noiret en Cinema Paradiso, Omero Antonutti en El sur, Fernando Fernán-Gómez en La lengua de las mariposas

Nos gustan y nos conmueven porque en la realidad hay pocos. Siempre hay pocos.




Procedencia de las imágenes:
https://www.abc.es/play/pelicula/doce-hombres-sin-piedad-4493/
https://sites.google.com/site/tkmbstoryelements/home/characterization/atticus

domingo, 2 de diciembre de 2018

TEORÍA DE ALGUNOS NÚMEROS



Leo espantosas noticias sobre parejas que se llevan mal y acaban en lo peor y pienso que en una relación afectiva 1+1 deben sumar siempre 3. El uno, la otra (o los otros, las unas) y lo que han creado entre ambos. En muchas ocasiones la suma da 1,5 o 1 un cachito minúsculo del otro. Lo difícil es conservar y crear a la vez. Lo otro es un repugnante acontecimiento impropio de personas.

Veo que algunas de esas personas conservan la entereza pese a los reveses de la vida. Siempre me ha llamado la atención que haya números enteros. Pero claro, es que también hay fracciones, igual que esas personas que no lo son del todo (por culpa casi siempre de congéneres). Si tiramos de imaginarios tenemos todo el arte, la fantasía y el escaso asiento en la realidad.

Los irracionales son los peores. No los números, claro, los hombres. Los números siempre son amigables, aunque su amistad sea exigente. Por culpa de los (seres) irracionales muchos humanos están quebrados, son ceros a la izquierda, se les divide infinitamente, tienden a cero, limitan con ese número.

Me gustan ciertos números más que otros. Me gusta el 13, que coincide con fechas gozosas para mí. Sí, ya conozco la superstición, pero es eso: superstición; sólo es malo sentarse 13 a la mesa si únicamente hay comida o sitio para 12.

Me gustan los impares, el 7 sobre todo. Sin razón aparente, a no ser que el freudiano numerológico venga a hacer un análisis de urgencia. De entre los pares me gusta el 6; el compañía del 9 tiene su morbo, matemático y de lo otro.

Me maravillan los números primos, cuyo nombre me hacía gracia en edad escolar: esas rarezas infinitas que sólo son divisibles por sí mismos y por la unidad. Creo que sufren bullying por los números gregarios, que son los pares, sus pares, que llaman nones a los que no son de los suyos (si eso no es acoso que venga Euclides y lo vea). De hecho sólo hay un número par primo: el 2.

El 10 tiene prestigio. Pitagórico y futbolístico, académico, admirativo. Pero es par y eso es un agravante.

El 1 posee atrevimiento, cierto egoísmo, representa la moral del señor y el vértigo de la soledad. Por eso pasamos al 2, hace frío ahí fuera, el 2 tiene hombros para reclinar la cabeza y palabras que prolongan las nuestras. A veces es también el 3, como decía al principio, siempre 3, impar, añade algo, crea; el 3 es crecimiento, voluntad de ser, poder, hacer.

Nunca restar, nunca menos. Las operaciones estimulantes son la potencia, la suma, la multiplicación. No los límites, nunca irse por la tangente. Mejor buscar la perfección zen de la esfera.

O buscar la raíz, no la raíz cuadrada: la otra. Pero eso ya es filosofía, otra historia.



Procedencia de las imágenes:
https://www.wengo.es/tarot-videncia/blog/numerologia/568-los-numeros-y-la-numerologia
https://yucatancultura.com/comics/una-busqueda-epica-de-la-verdad-bertrand-russell-en-logicomix/

(Por cierto, recomiendo pinchar en el segundo link, interesantísimo).

domingo, 25 de noviembre de 2018

‘BERTA ISLA’



Comenzaré diciendo que Javier Marías me gusta. Mucho.

Descubrir su narrativa fue un deslumbramiento: Todas las almas y El hombre sentimental fueron los primeros que leí. Aún me estoy reponiendo. Después llegaron Corazón tan blanco (mi preferido) y Mañana en la batalla piensa en mí, que profundizaron en mi aprecio por su prosa. También leí Los dominios del lobo, que no me interesó nada y que perdono por su juventud, la tengo por una novela anecdótica y circunstancial.

Me regalaron Negra espalda del tiempo y ahí terminó mi historia de amor, aunque aún lo intenté con eso de Fiebre y lanza. Sin éxito. Vi ejercicio de estilo y poco más, palabras, frases… Pero ningún sentido. En un club de lectura la emprendimos con Los enamoramientos…, que tampoco me enamoró. Y, como soy un cabezota, aún me empapé más de él en Ahora empieza lo malo, texto del que no recuerdo más que el título.

De modo que empecé con Berta Isla con prejuicios y dispuesto a abandonarlo pronto. Error. Me he encontrado con el Javier Marías que prefiero, el narrador que me hipnotiza, que me envuelve y me lleva donde quiere. Y que, además, lo hace con una historia que me interesa, que progresa (lentamente, eso sí) al ritmo de acontecimientos que se entrelazan con la vida de Berta y de Tomás. El libro podría haberse titulado Tomás Nevinson, pues es de ambos. Y es la vida de ambos la que circula por las páginas, con azar, errores, ilusión de libertad y voluntad de amor.

Porque es una historia de amor, sí, a ratos. Es sobre todo una historia de ausencia, de culpa, de remordimientos, de espera casi sin esperanza. Marías habla de todos estos sentimientos y a veces casi parece uno estar en un libro de Freud, de Nietzsche, de Husserl (por su estilo casi fenomenológico). En algún momento me ha recordado a Zweig y a Sándor Márai, lo que son palabras mayores.

Esta mañana lo he terminado. Y lo aconsejo. Especialmente a los que amen la literatura y no la banalidad hecha páginas.


Adjunto la dirección web del autor, en la que se indican los últimos premios recibidos, uno de ellos ayer mismo:



Procedencia de la imagen:
https://www.google.es/search?biw=1366&bih=626&tbm=isch&sa=1&ei=2mr6W5f4IMnLgAabsayABQ&q=javier+marias+berta+isla&oq=javier+marias+berta+isla&gs_l=img.3..0i19.22684.25088..25476...0.0..0.92.889.11......1....1..gws-wiz-img.......0j0i30j0i8i30j0i24.A6JkPH_m9qI#imgrc=3LaoFro3dcu6XM:



sábado, 17 de noviembre de 2018

LA FILOSOFÍA ESTÁ DE-VUELTA


No me he equivocado. La Filosofía está de vuelta, pero también está devuelta, es decir, mal regurgitada.

Dice la ministra de educación -que no deja de sorprenderme- que la Filosofía es una asignatura imprescindible y todos los partidos apoyan la cosa y proponen que en forma de Historia de la Filosofía retorne a las aulas como asignatura obligatoria en 2º de Bachillerato.

Pero no les importa. Es postureo, pedadogía epidérmica.

Durante unos años tuvimos la asignatura de Religión y su alternativa (no alternativa-entre, sino alternativa-a), la Ética. En los tres cursos de BUP, dos horas a la semana, es decir, una mierdecilla de asignatura. Luego teníamos la Filosofía de 1º de Bachillerato y la Historia de la Filosofía de 2º, a cuatro horas semanales cada una.

Llegaron las rebajas y se redujeron a tres, en algunas comunidades incluso a dos (la lengua vernácula le comió una). Después se eliminó lo de la Ética como alternativa (no tienen valor para denunciar el Concordato y eliminar la asignatura de Religión) y pusieron dos asignaturas obligatorias en la ESO: Educación para la Ciudadanía y Educación ético-cívica. Otra vez dos horas semanales, pero al menos obligatorias.

Pero llegó la LOMCE y el ministro Wert (elefante en cacharrería) arremetió como nunca con la materia filosófica: desaparecieron la Epc, la Ética y la Historia de la Filosofía. Llegaron los Valores éticos, otra vez alternativa-a, esta vez con una hora a la semana. Sí: una hora a la semana en tres de los cuatro cursos de la ESO. No sé si alguien está dispuesto a llamar asignatura a esto. En el recreo están más del doble de tiempo. Es una tomadura de pelo, una broma de mal gusto, un castigo para que se llenen las aulas de Religión que suelen tener crisis de fe cuando no hay nada a la misma hora.

Y ahora llega la ministra y vuelve a reformar todo lo reformado y reformable. La enésima reforma de la contrarreforma de la reforma de lo reformado. Con una legislatura blandengue y sin seguridad ni siquiera en el próximo curso. Valores éticos desaparecen y vuelve la Historia de la Filosofía. Parece que también la Ética. Lo que no se dice es en qué condiciones, con qué programa, cuántas horas. Pasa el tiempo y no se concreta nada. Perdemos una ocasión tras otra de hacer las cosas bien.

Queda bien esto de la Filosofía, da una pátina de humanismo y énfasis en la argumentación. Pero ese dialogismo de escaparate rechina en su aplicación. Parece una reforma de despotismo ilustrado: los profesionales no somos escuchados (una vez más) y los profesores de filosofía menos aún, no vaya a ser que digamos que no nos gusta demasiado eso de ser apuntaladores del gobierno de turno o de la Religión. No vaya a ser que no nos guste lo que tenemos obligación de explicar, ni las horas que se le dedica a la cosa filosófica ni, por supuesto, las ratios insoportables y el número indecente de horas que tiene que impartir un profesor con sus estudiantes a cargo. Esto último ni se nombra, como es natural: cuesta dinero.

No les importa. Ellos a lo suyo, salir en la prensa, cuadrar horarios y números. Postureo. No les importa. En este país la educación reglada no importa. La otra, tampoco demasiado.


Procedencia de las imágenes:
http://filosofiacavernicolas.blogspot.com/2012/12/el-valor-de-la-filosofia-o-lo-que-no.html
http://www.ocesaronada.net/filosofia-y-ciencia-en-la-antigua-grecia/

jueves, 8 de noviembre de 2018

NU SOM ESPAÑOLS



El padre del niño golpeó sus zapatos contra un árbol y aún se agachó para recoger un palo con el que rascar en las suelas y que la tierra se desprendiera sobre un trozo de periódico que llevaba fecha del 19 de marzo. El padre de ella escarbó con sus dedos hasta tener un puñado de la misma tierra, que metió directamente en el bolsillo de su gabán. El niño y la niña se dieron la mano. Los dos notaron su calor y el de las manos duras y agrietadas de sus padres. Caminaron unos metros hasta que alguien de uniforme se dirigió a ellos con palabras incomprensibles. El padre de ella levantó la mano que no sujetaba a su hija tras dejar la maleta en el suelo. Sacó un papel del bolsillo y leyó en voz alta: Bonyur mesié, nu som españols. No le gustó que las armas les apuntasen, pero eran otras armas, no hablaban su idioma y sintió que lo que parecía una amenaza era algo tranquilizador, era otra vida. Se acercaron más, notó su aliento a tabaco y escuchó palabras que no comprendía. Miró a las mujeres, algo más atrás, nadie entendía aquella lengua.


-Abuelo, es para el instituto, el profe de Historia dice que hagamos un trabajo. Mira, éste es el título: Les réfugiés syriens.
   
Eduardo miró a su nieta despacio, recordaba el intenso frío de aquel día de marzo, los gritos en francés y la mano de su padre que apretaba la suya intentando que no tuviese miedo.

-Les réfugiés syriens… Ven a mi lado, Julie, mon amour. Les réfugiés... Voy a contarte por qué tus padres ya nacieron en Francia y aquel día en el que tu abuela y yo cruzamos los Pirineos de la mano.


https://www.youtube.com/watch?v=D_RO5B5x4pc



Procedencia de la imagen:
https://eltransitohaciaelolvido.blogspot.com/2018/05/las-montanas-de-la-libertad-ricardo-pes.html


martes, 30 de octubre de 2018

REUNIÓN



Es aburrida y poco práctica, casi todas lo son. Diez personas ante mí. Ocho son mujeres. Una de ellas lleva unos preciosos zapatos planos. A su lado, su compañero de Historia parece ocultar los suyos tras unos pantalones demasiado largos, rotos; tal vez ya lo estaban cuando los compró, pero la erosión contra el suelo pudo hacerlo también. Pienso que los eligió cuidadosamente, mucho más que si has de ajustarlos a la longitud natural de la pierna, un centímetro más o menos, según los vaivenes de la moda. La que está a su derecha, la de los zapatos bonitos, ha elegido unos pantalones que no llegan a ser blancos, de tela de gabardina, muy elegantes, planchados con esmero seguramente pocos minutos antes de venir: conservan la raya incluso en las rodillas. Concluyen cuando comienzan los tobillos, qué fragilidad sugerente. Entiendo que en algunos tiempos y lugares hubiera una fijación fetichista con ellos. Su piel, no más de ocho o diez centímetros, es perfecta, delicada. Y termina en unos zapatos planos muy limpios, de charol en los talones y tela en el resto, excepto la puntera, en la que unas discretas flores motean el mismo color oscuro que en los talones. El siguiente profesor imparte Tecnología. Pienso que su atuendo es él: práctico, resolutivo, sin concesiones a detalles innecesarios. Veo bajo la mesa unos zapatos náuticos, oscuros por el uso, demasiado consistentes para esta hora calurosa de la tarde. Seguramente son para él instrumentos de trabajo como puede serlo la tiza, el ordenador o los cables con los que a veces lo veo por los pasillos del instituto. A esos zapatos les sienta bien el paso del tiempo, que los convierte en viejos amigos, parte de la piel. Nos acompañan con las arrugas y hasta un descosido les da prestancia y trienios. Más allá, el siguiente mantiene las piernas hacia atrás, como con timidez. Alguien le pregunta y habla con calma y lentitud. Después estira las piernas y un tobillo asciende al otro, con seguridad, sin arrogancia. De la solapa del zapato derecho emerge una etiqueta roja que informa de la marca. No es un profesor especialmente cuidadoso con su atuendo diario y nunca le he visto fuera de aquí pero, ahora que lo tengo enfrente, me doy cuenta de que la limpieza y el cuidado personal no son sinónimos de exhibición sino de respeto hacia sí y hacia su trabajo. El que le ha interpelado, junto a la tutora, un miembro del equipo directivo, es sin duda el más clásico y aburrido de todos: vaqueros de siempre y mocasines marrones con calcetines negros. Calcetines negros, no puedo evitar un gesto mental (que no se note) por esa prenda y color que me parece fuera de tono hasta en los funerales. Será porque los calcetines son lo más absurdo que viste a una persona, lo más ridículo. Será porque cubren la parte más incomprensible del cuerpo humano, la más inarmónica, definitiva e inapelablemente fea. Un calcetín discreto no puede ser un calcetín prescindible. Basta una licencia en forma de color, dibujo, forma, para convertirlos en otra cosa y amortizar ese desatinado final del cuerpo. Mi compañera de Matemáticas me pone la mano en la rodilla, me estás poniendo nervioso, dice. Perdona. Muevo acompasadamente una pierna cuando estoy impaciente. La vibración se transmite a ese prodigio de orden y educación. Una pierna que se mueve en una reunión no es concebible, indica un estado de ánimo impropio e inadecuado, un deseo de marcharse que ella no tiene porque no se lo permite. Observo al resto, nadie mueve las piernas; tres las mantienen hacia adelante, el resto, recogidas, cruzadas. Nadie mueve las piernas y debo ser el único al que esto le afecta por lo innecesario, por el despilfarro de recursos humanos en reuniones de las que solo salen informes, papeles y más burocracia con la que alimentar a los devoradores de vacío con cuños y firmas. A mí hoy solo me interesan los pantalones, los zapatos y los calcetines. Hay un estudio de psicología por hacer: “Moda, lenguaje postural y sentimientos. El mensaje de las emociones en la competencia social”, creo que podría escribirlo. La memez del título me divierte, podría citar prestigiosos estudios de universidades americanas aún más prestigiosas en las que los profesores llevan calcetines de colores mientras hacen como que resuelven sus problemas en una reunión de trabajo. O de eficaces trabajadores alemanes, con el tiempo prefijado y un respeto hacia las palabras de otro, seguridades. “Dice el profesor Heinrich Manturbäcker, de la Universidad de Heidelberg…”. O “Según la revista Science, Psichology and Behavior existe una correlación no circunstancial entre el atuendo informal requerido en reuniones de trabajo más allá del horario estándar y la personalidad del empleado”. Leí que un profesor había escrito artículos falsos con nombres ficticios y referencias bibliográficas inexistentes, y que nadie puso objeciones a su publicación. Me divierte pensarlo en esta reunión que está llegando a su fin. Oigo como a lo lejos al Jefe de Estudios, a la Tutora. Piden unos informes que nadie leerá pero que es imprescindible realizar y sigo mirando, tomando estas notas en mi ilegible letra que nadie tomará por distracción sino por interés, proyectos y deberes. Tengo ganas de decir que me aburro, como impúdicamente manifiestan los alumnos, pero demasiada educación a mis espaldas lo impiden. La Tutora nos despide con palabras amables, le sonrío. Me gustan sus zapatos azules de medio tacón. Lamento no haberle prestado más atención.




Procedencia de la imagen:
https://movimientoprofesoralut.wordpress.com/2016/01/28/comunicado-asamblea-general-de-profesores-universidad-del-tolima/


sábado, 20 de octubre de 2018

APUNTE DE BAR


Tenían aspecto distinguido y cansado.

Venían -también yo- a indagar (¿a saber?) a un bar
de ésos que llaman de barrio, de toda la vida:
ésa que iba en serio para casi todos, aunque algunos
aún no sabían que existió Gil de Biedma.

Allí estábamos: en la vida exterior del que todo lo ignora.








Procedencia de la imagen:
http://www.kebuena.com.mx/2015/chiste-un-hombre-en-un-bar-25028.html

domingo, 7 de octubre de 2018

CUATRO FRASES EN UN CLAUSTRO


Este año, durante el siempre aburrido claustro inicial de curso, saqué unos folios en los que había anotado cuatro frases tomadas de la primera novela que he leído de Alicia Giménez Bartlett, pronunciadas/pensadas por la comisaria Petra Delicado. Mientras el runrún previsible y clonado de otros cursos se sucedía, a mí me dio por escribir sobre ellas, a partir de ellas.


1.     Sin testigos infamantes de la mediocridad. Nunca es posible. Por eso buscamos el silencio y la impunidad, nada tan bajo como la mediocridad, hasta el crimen precisa inteligencia y no una simple chapuza coyuntural dictada por instintos bajunos. Lo peor es que tantos mediocres exigen complicidades, testigos, de su bovino proceder.
2.     Yo podía subir o bajar por su escalera según me lo dictase el humor. No paro de dar vueltas a esta frase con el curso por delante. A veces tengo ganas de dar la batalla; otras, me enroco en el conocimiento de lo que sé que no se puede hacer y mi yo más zen entra en el silencio. Éste debería ser el camino, el otro me hace daño. Elegiré el error.
3.     Me compadecí de él, sus esfuerzos por convertir los prejuicios en argumentos. A esto sólo se puede decir: nada que añadir, señoría. Sin embargo, ese esfuerzo, cuando es sincero, convierte a sus actores en personas meritorias. Porque prejuicios tenemos todos y ser consciente de ellos es un primer y gran paso. Para trascenderlos, claro, no para apuntalarlos.
4.     La gente acepta mucho mejor las broncas que la frialdad educada.  Claro, el desprecio nos ningunea, mientras que el odio o el más vulgar rechazo nos hace alguien, algo. No existir, ser un gusano, sólo nos hace dignos del silencio, el olvido o la frialdad. Algo así como ser invisibles: no ser.

Procedencia de la imagen: https://ined21.com/claustro-profesores-sistema-amigo/

domingo, 30 de septiembre de 2018

SPAM


Miro mi correo electrónico casi todos los días. Tengo una cuenta de Gmail. La abrí hace años porque me dijeron que filtraba muy bien el spam. Así es.

No obstante, al principio, y durante varios años, todos los viernes, sin excepción, tenía unos correos en la bandeja de spam que me ofrecían Viagra y Cialis. Cada vez un remitente distinto (siempre una identidad femenina) de nombre absurdo: Vannessa Girolamo, Dominique Smith, Sandra París… Sin embargo, el sábado aparecían otros, también con nombres curiosos que me ofrecían Rolex y otros adminículos que no se corresponden a mi sueldo y condición social.

Desaparecieron de pronto. Ahora, desde hace un par de años, tengo un spam cada semana de Kerala, que me ofrece cosas  fantásticas: curso de cartas Oh, un retiro espiritual no sé dónde (pero suena bien), Chi Kung, Senderismo Cascada del Purgatorio, Bosque de Finlandia, etc. Pese a sus nombres, están cerquita de Madrid y (hoy he abierto el correo) piden una aportación de 15 €. Vaya con la cosa espiritual…

También aparecen en la carpeta de spam algunos residuos de contactos comerciales que tuve y que, pese a los años transcurridos, siguen inasequibles al desaliento, con el raca-raca. Uno muy curioso es de Iberia: hace años hicimos un viaje en grupo con esa compañía. El primer billete que reservé fue a nombre de Alejando. Pues nada, ya va para diez años que Iberia se dirige a mí como Alejandro. Les he escrito, pero da igual: para ellos seguiré siendo Alejandro.

Aprovecho para preguntar al bloguerío: ¿alguien sabe cómo bloquear esos correos basura?


Procedencia de la imagen: 
https://www.kaspersky.es/blog/kaspersky-anti-spam-protection/6281/


sábado, 22 de septiembre de 2018

CAJERAS



Soy promiscuo e infiel en la cosa de comprar. Cerca de mí hay un Mercadona. Casi a la misma distancia un Lidl. Andando llego también, algo más lejos, a Híper Usera. Ya con coche visito a veces Eroski y al menos una vez al mes me paso por el Hipercor. Cada cual tiene lo suyo y no voy a discutir aquí la cosa de la calidad y los precios, que me parecen aceptables ambos, aunque confieso que la fruta y la carne las suelo comprar fuera.

Porque mi carnicero es un tipo que tiene su establecimiento como una patena. No os lo podéis imaginar. Es entrar y te dan ganas de llevártelo todo, palabra de alguien que come carne con mucha moderación. Sólo tengo una lucha con él: el sobreuso de los plásticos. Trabajan padre e hijo; a éste le pedí un día una pechuga de pollo fileteada, todo lo fina que pudiese. Sacó incontables lonchas (porque eso eran). Le dije que me encantaba verlo trabajar tan bien. “Es que soy un profesional”, me respondió riéndose. Pero ésa es la clave: son profesionales, incluso de los que te aconsejan una pieza, aunque sea más barata que la que tú solicitabas. Vuelvo por eso: no son vendedores a corto plazo, sino profesionales. Ojalá les vaya bien siempre, tan bien como ahora.

Mercadona está al otro lado de la calle. Lo conozco y voy a piñón fijo con mi lista. Cuando salgo procuro pagar en la caja de Estefanía. No siempre está ella, claro. Como ya llevo unos cuantos años en esta ciudad, conozco a alguno de los empleados: el tipo más seco que la mojama, la que se pasa de simpática, la que repite las frases de cortesía como un mantra… Estefanía lleva pocos meses, que yo sepa. Debe tener en torno a veinte o veintipocos años y es alegre pero nada chabacana. Repite las frases de rigor pero sin impostación: “Buenas tardes, ¿Parking?”. “Su cambio, que tenga una buena tarde”, etc. De vez en cuando hace un comentario a lo que paso por la caja: “Qué ricas las avellanas”, “Gambas, ay cómo las hace mi madre de bien”. Pero no es familiar en el peor de los sentidos. Estefanía dice las cosas porque es así. Y sonríe de verdad, sin un curso de portada del ¡Hola! Estefanía parece disfrutar del trato con la gente y yo procuro ponerme en la cola de su caja. Desconozco si les pagan algún plus por la gente que pasa por allí pero si puedo prefiero pagarle a ella. El señor Roig debería cuidar a empleados así, a ser posible con buenas condiciones de trabajo y sueldos altos.

En el Hipercor me pasa algo parecido. Busco a Marisol, que suele estar en las cajas de la derecha, más bien al fondo. Y huyo especialmente de una tipa amargada de cuyo nombre no quiero acordarme que te tira las cosas sin miramientos, no te mira y no te da los buenos días. Marisol es algo mayor que Estefanía, pero una profesional amable y competente. Junto a ella, otra cajera, mayor aún, trabaja bien, es rápida, intenta solucionar los problemas que tienes, pero detecto en ella mirada cansada y rostro melancólico, como si estuviera en otro lugar.

A veces he tenido que recurrir a las de atención al cliente. Conmigo han sido siempre amables y eficaces, cuando he tenido razón y cuando no. Y yo intento serlo con ellas. Pero en algún caso he visto atender a verdaderos cabestros sin perder la compostura. Son de gran mérito.

Trabajar cara al público es muy difícil. La educación elemental es un bien cada vez más escaso. No lo tienen fácil. En algunos lugares, los empresarios ni siquiera les dotan de un miserable taburete, esos emprendedores que siempre han pisado moqueta y apoyado su repugnante culo en magníficos sillones y que creen que hacen una labor social dando un penoso trabajo en condiciones penosas. Desconozco las condiciones de trabajo de esas cajeras de las que hablaba antes, pero me gusta cómo trabajan, del mismo modo que yo intento en mi trabajo que aquellos a los que presto servicio no paguen mis frustraciones.

Espero que el de lo alto tome nota. Y, mientras tanto, espero que sus empleadores también lo hagan: la calidad humana de quien te cobra forma parte igualmente de lo que te llevas a casa. Y no una pequeña parte. A veces son mejores que la marca que representan.


Procedencia de las imágenes:
https://mx.depositphotos.com/108398016/stock-photo-illustration-of-supermarket-cashier.html
https://perladelmar.wordpress.com/2011/03/18/trato-fingido-de-calidad-o-amabilidad-natural-en-el-trato-he-ahi-el-dilema/

viernes, 14 de septiembre de 2018

CAFÉ DEL TIEMPO


No deja de ser un café solo. Con hielo, una rodaja de limón y (esto ya es de luxe) un par de granos de café.

Se sirve en la zona levantina. Su nombre es absurdo porque se toma en verano y hace mucho calor, por lo que debería servirse caliente.

Me gusta recrearme en él. El hielo se derrite y el café se hace aguachirri. Da igual. Yo raramente tomo café cuando estoy solo. Y, cuando lo hago, el mejunje permanece junto a mí durante horas, como un animal de compañía.

“Café del tiempo” es el título de un poema de esos de la experiencia que no escribiré.

Es también el título de un microrrelato posible. Regalo el título.

Es también el encabezado que Aristóteles no puso al epílogo de su Ética a Nicómaco. Pero me dicen que Rousseau se tomaba uno cuando redactaba el Contrato social y murmuraba expresiones malsonantes acerca de Voltaire.

Estamos en septiembre. Dentro de poco dejaré de tomar café del tiempo. Winter is coming. El café del tiempo es el tiempo libre, las horas elásticas, poca ropa y una partida de lo que sea con personas queridas.

Es una quedada con la tarde por delante o con el mar susurrando muy cerca mientras la luna, ésa de sangre, hace las veces de luz.

Mientras termino de escribir este post está nublado, hace poco que ha amanecido, refresca por la noche. Pienso que el tiempo del café del tiempo se ha terminado y comienzan los días del café laboral apresurado, del on en lugar del off, del negotium: se acabó el otium, el café del tiempo, el tiempo lento y la pereza que, con razón, se declaró pecado por falta de productividad.

Pero aún quedará tiempo, amigo CrisC, de un café del tiempo a final de mes, antes de bajar la persiana hasta el próximo verano.




Procedencia de la imagen:
http://www.restaurantebruselasvalencia.com/este-verano-cafe-del-tiempo-1-e/


miércoles, 5 de septiembre de 2018

ARAMBURU 6: ‘AUTORRETRATO SIN MÍ’

Este es el sexto libro que leo de Fernando Aramburu. Llevo sospechando en los anteriores varias cosas. No diré que es un magnífico narrador porque es obvio, sólo hay que leerlo. No, me refiero a que es un escritor poético, no un simple contador de historias. En las obras anteriores hay un lirismo humanista que en esta explota sin contención. Además, llevo pensando a lo largo de las obras anteriores que Aramburu es un hombre bueno. Un hombre machadianamente bueno, bueno en el buen sentido de la palabra bueno.

En Autorretrato sin mí Aramburu habla de lo que quiere. Es un texto a medio camino entre la autobiografía, la reflexión sosegada y la poesía. Aramburu habla de su padre, de su madre, de la sidra, del piano de su hija, de las olas, del anciano que camina con dificultad... Se acerca a estos temas desde la empatía, desde el ser. El escritor no sólo muestra: se nos muestra, es él en esto que nos cuenta, se desdobla para ser-ahí y adquirir una distancia que no necesitamos pero tal vez él sí.

Autorretrato sin mí es un texto muy bello, para leer despacio, uno o dos ¿capítulos? cada vez, para disfrutar morosamente de literatura, de palabras que quieren expresar el mundo que es su mundo, el mundo filtrado y querido por Aramburu.

El modo de abordar la escritura y la estructura del libro me ha recordado otro volumen maravilloso que leí hace unos años: La vida humana, de André Comte-Sponville. Tienen mucho en común, en tono, en tratamiento.

Concluyo: recomendable, hermoso, lírico. Una joya.

sábado, 25 de agosto de 2018

BORGES

No conozco lo bastante a Borges. Ayer fue su cumpleaños: 119. Miré mis estantes: hay varios libros de cuentos y uno de poemas. Además, está ese otro que no sé si clasificar de poemario (sí, creo que sí, desde luego que sí), que es Los conjurados.

Comencé a leerlo tarde, creo que ya había comenzado la universidad o estaba a punto. Un compañero de esos que parece tener toda la cultura del mundo, que recitaba de memoria el comienzo de la Ilíada, me lo recomendó. Compré El libro de arena en una edición de Alianza que conservo. Recuerdo que me sumergí en algo único, que me contaba historias apelando a referencias cultas, a mitologías, a la filosofía, al mundo britsh, a los laberintos, a los espejos, a los números, a los tigres y a las bibliotecas.

Dicen que Borges es un escritor para escritores. No sé, yo no lo soy, pero noté que era para mí desde el principio. No ha dejado de conmoverme en alguno de sus poemas y de asombrarme en sus relatos, incluso hasta la parálisis: es tan perfecto que cualquier cosa que uno pueda escribir palidece a su lado. Dicen que el mejor es El Aleph, puede ser, desde luego puedo suscribirlo; también Ficciones. En cualquier caso, “La casa de Asterión” es el cuento que más me llega, me sigue sorprendiendo su abrupto final que te sacude: es la soledad hecha narración. También ubicaría entre mis preferidos a “Funes el memorioso”, “El sur” y “El otro”.

Un poco antes de morir escribió Los conjurados. Ya hablé aquí (enlace al final) de un poema que me toca el corazón desde que lo leí. En el texto titulado “Otro fragmento apócrifo” escribe Borges esta frase que contiene toda la historia de la ética, toda la ética posible: “Te incumben los deberes de todo hombre: ser justo y ser feliz”. Y este hermoso poema (me lo recordó CrisC ayer), fotografiado de mi ejemplar, que adjunto a la derecha de estas palabras, con el que cierra el volumen y que habla de algo de lo que siempre estamos necesitados: personas que se conjuraron para ser razonables.

Volver a Borges: ese género literario.


“No menos ignorante que nosotros,
no menos solitario, entró en la muerte”.

(Del poema “El gaucho”)


“El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj”.

(Del poema “El instante”)







viernes, 17 de agosto de 2018

UNAS PÁGINAS CONVERSACIONALES

17-A. Para todos aquellos de cuya vida y palabras nos privaron los asesinos hace un año.





Llevo todo el verano con un libro de Ángel Gabilondo, El salto del ángel. Es fruto de la recopilación de lo que publicó en su blog del mismo nombre. Lo reviso ahora y veo que escribió entre 2012 y 2015. No sé si seguirá con él alguna vez. En la primera entrada le hice un comentario.

Le he escuchado en directo en un par de ocasiones. Me maravilla la capacidad de relacionar lo cotidiano con lo metafísico, a Aristóteles con la cesta de la compra.

He puesto en Twitter alguna foto de las citas que voy subrayando en mi tocho, que hace mi visita a la playa/piscina un tanto pesada (tiene más de 700 páginas). Uno de los tuits lleva 317 “likes” y 127 retuits. Curioso, nunca me había ocurrido.

No obstante, lo que más me gusta del libro es la sensación de elegante conversación y reflexión con el autor. Me doy cuenta de que es algo escaso. Tenemos muchas palabras, pero poca conversación. Sé que estoy en un momento de mi vida de poca tolerancia con algunas situaciones y personas. No soy amigo de dar voces ni portazos, simplemente me retiro plácidamente y evito encuentros que no me satisfacen. Cuando puedo.

Algunos de éstos son directamente tóxicos y hay que protegerse con coraza. Muchas veces sí podemos evitar la presencia de personas cuyos hechos o palabras (las palabras son hechos) nos hieren, pero no siempre: está el trabajo y muchas e intrincadas relaciones familiares o de otro tipo. Este curso que comenzará pronto cambio de centro: me propongo implicarme sólo lo necesario, blindar estoicamente mi débil equilibrio emocional y pensar que el trabajo es parte de la vida, pero no es la vida.

Luego hay otro grupo de personas que son prescindibles en su relación conmigo. Ojo, no estoy despreciando a nadie, simplemente no son para mí, no son lo mío. Como yo no soy para ellos, naturalmente. Nuestros círculos e intereses no se tocan, nuestras palabras no se alcanzan. No siempre podemos evitar a estas personas y tampoco hacen daño: en el mundo somos muchos y las relaciones sustanciales se tienen con pocos. Y relaciones hay de muchos tipos.

Por último, está el otro grupo, muy reducido. No sólo hablamos de personas con las que estás bien, sino de personas con las que quieres estar. Esta es la clave. En unos casos es por afinidad de caracteres e intereses; en otros porque son seres humanos de los que hay mucho que aprender. En muy pocos porque la conversación es rica, incluso cuando se trata de banalidades.

Reflexionando este verano, me estoy dando cuenta de que hay algunas cosas que me gustan y otras que aborrezco en mi relación conversacional con otros.

Me gusta la ligereza en el diálogo, pero no la insignificancia. Como he dicho antes, la banalidad puede valer como punto de partida, pero no como único argumento: la banalidad full time es agotadora.

Me gusta el respeto en el intercambio de frases. Me doy cuenta de que algunos tienen un rígido sistema de principios (¿creencias?, ¿prejuicios?) que hacen imposible la escucha si no es bajo el paraguas de su cosmovisión. Muchos de ellos convierten cualquier conversación en un juicio sumarísimo a los demás. Lo siento, no soporto esa superioridad moral no solicitada. Tengo poco que decir, pero al menos dame la oportunidad de hacerlo. Los juzgadores a tiempo completo son especialmente insoportables. Prefiero evitar la presencia de la reencarnación de Torquemada.

Me gusta la conversación plácida, sin reloj, sin móviles. Me gusta la gente que tiene gracia al hablar (no hablo de ser gracioso). Muchos de éstos son personas de elevada cultura que no la exhiben pomposamente, sino que la utilizan para acercarse a ti e hilar juntos un tejido de afinidades. Es la generosidad del logos.

Por el contrario, esos que desprecian, ningunean, incluso insultan, me resultan insoportablemente fétidos. Mucho más los que extienden a su compañera/o sentimental ese desprecio y humillación públicas. Me dan más asco que la piel de un sapo.

Así que, como no siempre tengo la oportunidad de elegir interlocutores, me doy al vicio solitario de leer. Sigo con Gabilondo. Estoy también con una maravilla de Benjamín Prado (Marea humana) y a punto de empezar la novela gráfica Sufragistas.

A los que leéis -¡y más aún a quienes comentáis en el blog- os ubico en el grupo de las personas con las que quiero estar. No os conozco cara a cara, a muchos no. Bien, qué importa eso.




Procedencia de las imágenes:
1. http://cadenaser.com/programa/2015/07/28/hoy_por_hoy/1438073332_213059.html
2. Mi ejemplar del libro, p. 26.