En 1982 hubo un mundial de fútbol en España. Si no estoy mal informado, un día después de la inauguración terminó la Guerra de las Malvinas, absurdo conflicto criminal entre dos países cultísimos no siempre gobernados por personas razonablemente sabias.
Tres años después, Jorge Luis Borges escribió un hermoso poema que se puede encontrar en su libro Los conjurados. Murió unos meses más tarde.
Un ejemplo más de tanto absurdo como vivimos...
ResponderEliminarEl poema de Borges cuenta la historia de una manera sencilla y clara, extremadamente bella, enmarcando el comportamiento del ser humano con precisión absoluta: me quito el sombrero.
La rara rareza de Borges: conseguir que parezca sencillo lo que es muy elaborado, un poema de mensaje sencillo dirigido a dos personas que amaban la literatura. Las balas pudieron más que las palabras, la emoción de las banderas y de los himnos es más poderosa que la conmoción de las páginas escritas.
EliminarNo llevo sombrero desde 1985.
Borges siempre lúcido, magnífico. Creo que no estaría mal volver a ese momento previo a la parcelación... Gracias por compartirlo, Atticus.
ResponderEliminarBorges siempre acierta, con esa lucidez mental y con esa precisión lingüística. Me temo que las banderas y los himnos apuestan por progresar en la parcelación, cada vez más.
EliminarNo hay por qué darlas. Sólo había que poner el enlace. Aunque parezca raro, me acordé de este poema viendo un resumen de un partido de Argentina. Supongo que a los actuales jugadores les sonará lejano, esperpéntico, doloroso. Por un lado, la derrota en las Malvinas precipitó el fin de la dictadura militar. Por otro, fue un golpe al patriotismo. Pero las guerras no se ganan con el voluntarismo de unos jóvenes sin medios ni formación.
"Hubieran sido amigos"... Ese verso, eso es lo que duele.
ResponderEliminarNo sé si recuerdas (porque, como yo, tienes edad) que los jugadores argentinos que prestaban sus servicios en la liga inglesa tuvieron que salir por patas (me viene a la memoria un tal Ardiles, flaco y elegante). No hubo ningún problema en que el fútbol (o la literatura, o la cocina...) convierta en más afines a los que ya eran afines sin saberlo. Pero se cruzan las pertenencias, los agravios, las banderas... y la cagamos. "Hubieran sido amigos"... Qué difícil después.
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