Cada 23 de abril, sin embargo, veo mucho postureo. Personas
que se acercan poco a los libros hoy hacen ostentación de lo importantes que
son. Se lee el Quijote en voz alta, porque leerlo cada cual en su casa
es menos frecuente. Las instituciones del ramo se exhiben cual pavos reales. Las
bibliotecas (que hacen una tarea maravillosa todos los días) organizan actos
especiales. Las librerías (que mañana seguirán abiertas) salen a la calle, como
diciendo que son esenciales en la ciudad. Y así todo.
Supongo que está bien dedicar un día
al libro. Aunque yo sospecho que tras todos esos días-de se esconde el
quebranto y el peligro de lo que se celebra. Es un síntoma.
A mí me gusta leer y lo hago varias
veces al día, en papel y en digital. No considero inferiores ni más feos o
peores personas a los que prefieren otras actividades que no son para mí.
Obviamente, creo que se pierden mucho, pero también los que no hacemos
espeleología o taichi nos privamos de su conocimiento y goce.
Este día es especial para mí porque
ayer salió por fin un libro en el que llevo trabajando unos cuantos años. Es una
modesta autoedición, lo sé. He intentado sin éxito buscar una editorial: al sexto
intento (rechazo amable o silencio significativo) me cansé. Tal vez no tiene
gran interés, supongo. Hace unos años publiqué un libro de relatos que no fue
del todo mal. Algunos de por aquí lo leísteis o, al menos, os lo envié.
En todo caso, escribir es la otra
cara de leer. Yo, si tuviera que elegir, me inclinaría por la lectura, sin
duda. Creo que, salvo Borges y unos pocos más, el resto son escritores buenos
sin más, incluso puede que muy buenos. Pero imprescindibles hay muy pocos. ¿Cervantes,
Shakespeare? Sin duda. Los que emborronamos páginas no podemos ni aproximarnos
a ellos. Sin embargo, su lectura, la lectura en general, es imprescindible como
aprendizaje. Me encuentro con muchos escritorcillos que leen muy poco y eso se
nota; creen que todo vale, que lo importante es la espontaneidad. Y no es así,
no solo. Están orgullosos de lo que han escrito sin muchos motivos para
estarlo. Yo -perdón por el consejo- les diría que empleasen más tiempo en leer
y algo menos en escribir. Y, ya puestos, que lean a los buenos, a los muy
buenos y a Borges, porque nos influirán, qué duda cabe, por lo que siempre es
mejor que lo hagan los gigantes de la cosa literaria a esos insignificantes
juntaletras con ínfulas.
Yo soy un juntaletras, desde luego.
Pero sin ínfulas.
Y hasta aquí mis reflexiones en el Día
del libro de 2024. Leed también mañana. Si os place.
Procedencia de la imagen:
https://www.planetadelibros.com/seleccion-editorial/libros-dia-del-libro/121