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miércoles, 11 de junio de 2025

EVOCACIÓN DE NUEVA YORK

Este sábado iré a la Feria del Libro de Madrid. Lo hago casi todos los años, aunque no siempre compro, pero me gusta ir. Reconozco que me molesta un poco esa devoción por el famoso, que a menudo no ha escrito su libro, sino que lo ha hecho el correspondiente negro, que seguramente es mejor llamar escritor fantasma.

He leído que este año la invitada es Nueva York. Y eso me ha llevado a rememorar aquel viaje maravilloso que hice en julio de 2011, y que aquí plasmé en una especie de crónica personal en cinco entregas: «Crónicas neoyorkinas».

Prometí volver. Prometí llevar a mi hijo, que entonces era menor de edad, para que me acompañase al Smoke. Han pasado casi 14 años, él no quiere ir a la ciudad y a mí se me han pasado las ganas de visitar ese país nuevamente. Tampoco he conseguido que se aficione al jazz, por cierto.

He recordado especialmente la ciudad de Nueva York porque acabo de terminar un libro de Eduardo Mendoza, El rey recibe, que se desarrolla parcialmente allí. Aprovecho para decir que el libro no es, a mi juicio, un Mendoza de primera. Más bien parece escrito dejándose llevar, introduciendo personajes y narraciones sin demasiado sentido, sin que la narración progrese con un hilo. Es Mendoza, por supuesto, con su fina ironía y sus observaciones punzantes, pero está muy lejos de ser el mejor. A mí es el que menos me ha gustado y he leído casi toda su obra.

Sin embargo, he recordado otro libro de él, que leí a raíz de aquel viaje, Nueva York, muy poco conocido y agotado. Lo busco en mi modesta biblioteca... y no está. Veo que Amazon lo vende. 72 pavos. Aprovecho para pedir a quien lo tenga que me lo devuelva. O que me dé la pasta que ha debido obtener por él. Recuerdo que no era una guía de viaje, sino una serie de reflexiones en calles, plazas y gentes, una curiosidad que leí con devoción y que ojalá pueda recuperar.

También leí, para preparar aquel viaje Lugares que no quiero compartir con nadie, de Elvira Lindo. Esta vez sí es una especie de guía personalísima y muy divertida de sus lugares favoritos en esa ciudad. Visité algunos, por ejemplo el Smoke, uno de mis mejores recuerdos de entonces.

Sí tengo una edición cochambrosa de Poeta en Nueva York, que leí de camino, en el avión, y a la que vuelvo a veces. Es el Lorca que más me gusta y recomiendo igualmente un disco que se grabó con versiones internacionales de los poemas de ese libro.

Tampoco tengo en mi biblioteca Brooklin Follies, libro que regalé a una mujer con la vana esperanza de ir juntos a Nueva York. Lo leí años después, no en ese ejemplar, tan desaparecido como ella. No acabo yo de entrar en ese autor, pese a que lo intento una y otra vez. Igual es por lo referido antes (psicoanálisis de baratillo).

Así que aquí estoy, en esta nublada mañana de junio, recordando aquel tiempo neoyorkino. No soy nostálgico, es raro. Por favor, que alguien me devuelva mi ejemplar del libro de Mendoza.


https://www.youtube.com/watch?v=vqU9449nwYI&list=PLaOZk80wy1COC-pWmSXp-92-NaJCQxIti



Procedencia de las imágenes:

https://www.goodreads.com/book/show/4462759-nueva-york

https://www.anagrama-ed.es/libro/panorama-de-narrativas/brooklyn-follies/9788433970923/PN_629


viernes, 30 de mayo de 2025

‘HIJOS DE LOS HOMBRES’

La vi hace poco. Me la sugerían las plataformas a las que estoy suscrito y yo, que no sabía nada de ella, la dejé pasar. Anoche, por uno de esos pálpitos, en un corte publicitario de Forjado a fuego (sí, lo siento), decidí darle al play.

Es una película apocalíptica. Se rodó en 2006, la dirigió Alfonso Cuarón, y se sitúa en el ya muy próximo 2027. La humanidad ha perdido su capacidad de reproducción y, en consecuencia, se encamina hacia su extinción. Hablan de una pandemia de gripe en 2009, pero no queda clara la razón de esa esterilidad planetaria. El humano más joven tiene casi veinte años, desde entonces no ha nacido nadie.

Vemos muchísimas secuencias en un Londres terrible, inhóspito y radicalizado. Los refugiados son perseguidos, internados en campos, maltratados (“Me dais asco”, dice un policía). Se pide a la gente que los denuncie, tanto si se trata de su empleada de hogar como su dentista. La ciudadanía se convierte en el pasaporte a la supervivencia, pese a que en una escena no les sirve de nada.

La policía no es la que hace cumplir la ley, sino que es la ley. En una simbiosis con el ejército, se muestra brutal y despiadada. Los refugiados/inmigrantes son poco menos que escoria, infrahumanos, ratas.

Me interesan dos cosas fundamentalmente. En primer lugar, lo de la pandemia que lo cambió todo (con el COVID vimos algo así, aunque a menor escala), comprobamos lo débiles qué somos como sociedad y lo necesario que es tener unos servicios públicos fuertes y eficaces. En segundo lugar, los refugiados y cómo la identidad política mal entendida los convierte en el chivo expiatorio, sin percibir que son igual de humanos, que también están afectados por la infertilidad y que, como el judío Shylock en El mercader de Venecia, aman, sufren, se duelen, se ríen...

No puedo dejar de mencionar a esos resistentes, muchos de los cuales no dejan de ser terroristas, vengativos, sin más argumentos que un fusil con el cargador lleno. Por supuesto, aquí su resentimiento político parece tener causa noble. Otra cosa son los medios y los daños que van causando y que les acercan a los de sus represores.

Obviamente, no puedo dejar de proyectar lo que veo en lo que ofrecen los telediarios diariamente: quienes llegan a Canarias o a Lampedusa, quienes son casi exterminados en Gaza, los que masacran al diferente...

Lo peor que le puede ocurrir a una película apocalíptica es que pasen los años y se convierta en un pastiche ridículo. Esta no lo es.

Por último, además del protagonista, Clive Owen, conviene destacar en un papel muy corto a mi adorada Julianne Moore y al maravilloso Michael Caine, que interpreta un papel tan breve como glorioso: casi es el último hombre bueno. Porque también de eso va la película: de la condición humana en tiempos extremos, de los que no se apean de la bondad.

Una secuencia me ha estremecido especialmente (¡spoiler!): aquella en la que el protagonista sale con la mujer que acaba de tener un hijo y se abren paso entre los soldados/policías. Estos se asombran, lloran, se arrodillan, se santiguan, se enternecen... Quienes hayan visto Senderos de gloria descubrirán analogías.


Trailer de la película:

https://youtu.be/Ysl41vlR3aA



Procedencia de las imágenes:

https://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-60792/

https://www.sensacine.com/actores/actor-2535/fotos/detalle/?cmediafile=18670936




viernes, 23 de mayo de 2025

HETERODOXOS ANÓNIMOS

Bueno, no tan anónimos. Hablo de esos que son capaces de pensar contra ‘los suyos’, incluso de esos que no saben quienes son los suyos.

Me gustan. Son los que valen la pena.

Los otros, los de la ortodoxia, son los que dicen algo muy convencidos contra el partido que gobierna y, cuando el suyo llega al poder, mutan su discurso con el mismo arrebato.

Tienen un gran sentido de la familia. De la suya, claro; las demás son todas imperfectas. No oses decir nada de sus papis o hermanos, eso es terreno blindado y peligroso. Con los hijos menos aún.

Están en contra de los abusos sexuales a menores (hay que ser muy mostrenco para no estarlo) y, cuando se les pide que se pronuncien sobre la pederastia en la Iglesia, se indignan achacando una persecución a los católicos (o la religión que posea el interfecto).

Son los adeptos de cualquier ‘ismo’ y compran el pack completo. Hay muchos ismos y es difícil dialogar con ellos porque se consideran críticos y poseedores de la verdad. Pero ay de ti como intentes ser crítico con sus creencias. Porque son creencias. He de añadir que muchas de esas causas que defienden son nobilísimas, pero ellos no tanto.

Este post está emparentado con uno de hace pocas semanas: “Los brasas”. No solo son fieles a la ortodoxia, sino que su apostolado es francamente molesto y cargante.

Yo he estudiado Filosofía, también algo de Psicología. Hay abundante bibliografía respecto a estas cuestiones. Como no quiero ser muy plasta, recomiendo cualquier texto sobre lógica informal (en internet, por cierto, hay páginas excelentes), así como el libro de Ortega y Gasset Ideas y creencias. Y, si no es mucho pedir, que repasen a Kuhn, Lakatos y Popper. Al menos que vean Zelig, la peli de Woody Allen.

Los míos, concluyo, son los que no saben quiénes son los míos. Como decía Machado, los que viven en guerra con sus entrañas y, como proponía Hannah Arendt, intentan pensar sin asideros.



Procedencia de las imágenes:

https://deconceptos.com/ciencias-sociales/heterodoxia

https://www.todostuslibros.com/libros/ideas-y-creencias_978-84-206-4129-4


martes, 13 de mayo de 2025

EN FAVOR DE LAS NORMAS (JUSTAS)

Hace unos años, cuando existía la asignatura de Valores éticos, y antes en Educación para la ciudadanía, ponía un deber a mis alumnos: redactar, al modo de un breve ensayo o de un relato, cómo sería un día sin derechos, sin ningún tipo de derechos. El resultado, dejando aparte los rutinarios para salir del paso, era estremecedor. Los estudiantes eran conscientes al verbalizarlo de que podemos vivir más o menos tranquilos porque hay alguien que garantiza nuestros derechos. Es decir, que no nos roban impunemente y a todas horas, que no nos golpea el más fuerte, que la policía no nos asalta poniéndonos la pistola en la boca, que hay alguien que procura que podamos vivir en paz.

Sí, ya sé que no todos, que no todas. Y también sé que algunos lugares del mundo son el infierno. Tan ingenuo no soy. Hablo del país y el tiempo en los que vivo. Imperfectos, pero muchos mejores que otros.

El ejercicio tenía como objetivo hacerles ver la necesidad de las normas. De todo tipo de normas. De las simples reglas de urbanidad, que facilitan la convivencia. De las normas de circulación, que impiden los accidentes continuos, pese al empeño de algunos en vulnerarlas una y otra vez, ya que otros las respetamos y por eso conducir no es siempre la selva. De las leyes jurídicas, que permiten la custodia judicial, las garantías, la protección del ciudadano.

Los estudiantes tendían a decir que todo está muy mal. Es misión del profesor poner las cosas en su lugar. Es preciso que haya normas y aún más que sean justas. Porque en las dictaduras también las hay, muy rigurosas por cierto, pero nada justas. Siempre hay algunos que añoran las tiranías; a alguno de piel oscura le he tenido que recordar que en cierto régimen alemán acabaría, como yo, el el horno crematorio. El conocimiento del pasado (reciente) es necesario, la ignorancia es campo abonado para los fanáticos, para que los resentidos encuentren un abono que también terminará con ellos. La mayoría ignora que en España hubo campos de concentración y que muchos españoles murieron en ellos, aquí y también en otros en Europa, ahora que se cumple el aniversario de la liberación de Mauthausen.

La democracia no es perfecta, desde luego. Las tiranías no es que sean imperfectas, es que son el peor de los horrores imaginables. Les recomiendo que lean no solo sobre los campos de concentración, sino también sobre las limpiezas étnicas. Tenemos una en vivo y en directo y hubo otra en el corazón de Europa en los noventa. También lo saben en Latinoamérica. En realidad, no hay lugar en el mundo libre de la tortura, el asesinato y la ley del más fuerte.

Esa batalla sí hay que darla: contra la barbarie, la ignorancia, la intolerancia, el fanatismo, la crueldad, la injusticia, la miseria, la esclavitud...

Por eso, todo régimen que se precie, necesita normas. Insisto: normas justas, revisables, mejorables. Normas que respeten la dignidad y hagan posible la particular felicidad de cada cual.

Y, si alguien desea meterse en algo más hondo, le recomiendo consultar qué es eso del velo de ignorancia, algo que desarrolla John Rawls en su Teoría de la justicia.



Procedencia de las imágenes:

https://virtual.cuc.edu.co/blog/que-son-las-normas-juridicas

https://biblioteca.ufm.edu/opac/record/7532

miércoles, 30 de abril de 2025

‘PARTHENOPE’

He visto dos películas de Paolo Sorrentino: La gran belleza (2013) y La juventud (2015). Ninguna de ambas me ha acabado de llenar. Si tengo que elegir, me quedo con la segunda, aunque solo sea por el encuentro crepuscular entre Michael Caine y Harvey Keitel, así como por ese homenaje (o lo que sea eso) a Maradona.

La primera estoy viéndola de  nuevo, con mayor agrado que cuando la vi en el cine, aunque participa de lo mismo que la que Parthenope (2024). Porque La gran belleza me pareció demasiado larga, deshilachada y falta de interés, a no ser que entres en su universo narrativo y sus referencias a Italia, a Roma, al Fellini de La dolce vita (1960) y a sus filias y fobias. Que no son las mías, desde luego.

Vi Parthenope hace unos días. Y me ha pasado algo parecido. 136 minutos en los que se recrea en historias paralelas, personajes a menudo irrelevantes, encuentros, búsquedas y exploraciones de la vida y, muy especialmente, Nápoles, Nápoles y de nuevo Nápoles. Omnipresente Nápoles a través de los ojos de Parthenope, una joven de deslumbrante belleza, de cuyas motivaciones no sabemos demasiado, salvo que estudia antropología y que a su alrededor ocurren cosas, a veces extraordinarias y otras de una banalidad exasperante.

Y, cuando la película está avanzadísima y nos han mostrado multitud de instantáneas de la juventud de Parthenope, hay un salto de cuarenta años y poco después se termina la película. La vida de la protagonista se nos sustrae.

En ese momento yo no sé si me ha gustado, qué me han contado y por qué acaba de ese modo. Recuerdo todos esos personajes (muchos, demasiados) que han desfilado y cuyas historias parecían tener recorrido, aunque no ha sido así.

Sigo pensando si, como dicen algunos, Sorrentino es un genio y un outsider, o si solamente filma lo que le da la realísima gana sin atenerse a una narrativa convencional. En ello estoy. Porque Parthenope tiene, aparte de lo dicho en los párrafos anteriores, una extraña y fascinante belleza; es poética, metafórica, inquietante, sugerente, quebradiza, fragmentaria, exagerada, folclórica, elitista, pictórica...

 

Tal vez en esos enlaces alguien encuentre alguna clave:

https://anatomiadenapoles.wordpress.com/2016/11/16/mi-bella-sirena-parthenope/comment-page-1/

https://es.italiani.it/N%C3%A1poles-y-el-antiguo-mito-de-la-sirena-de-Parthenope/



Procedencia de la imagen:

https://www.aceprensa.com/resenas-cine-series/parthenope/

jueves, 24 de abril de 2025

DÍA SIGUIENTE AL DÍA DEL LIBRO

Suelo decir que los lectores no necesitamos el día del libro. Veo muchos fuegos artificiales, demasiados, y no poco negocio a costa sobre todo de la narrativa. También instituciones que justifican su pobre desempeño hinchándose como pavos este día, hoy ya no hay nada.

Veo a Álvaro Pombo muy delicado, pero con la cabeza en su sitio, recibiendo el Premio Cervantes. Leed a Álvaro Pombo; no todo lo suyo me gusta, pero merece la pena.

Veo el negocio legítimo de las librerías y grandes almacenes. Igualmente, la sinceridad apabullante de las bibliotecas, a las que nunca agradecemos lo suficiente su tarea. A diario.

El martes vi a un joven por la calle leyendo. Caminaba deprisa. Recuerdo que una vez me dijo una mujer, cuando yo hacía eso mismo, que no se puede andar y leer a la vez. Le respondí que yo sí puedo.

Ayer cogí el cercanías en Madrid. A rebosar. En mi vagón había cuatro personas leyendo, cuatro mujeres, diversas edades. Frente a mí, una joven leía The great Gatsby, así, en inglés. Y pensé que tampoco ellas necesitan día del libro.

A mí lo que me gusta es leer y olvidar que existen el tiempo y el mundo.



Procedencia de las imágenes:

https://www.tiktok.com/@larazon.es/video/7496466882556349718

https://www.lecturalia.com/blog/2012/06/14/leer-mientras-caminas/