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sábado, 9 de septiembre de 2017

RECIPROCIDAD

Las relaciones humanas son complejas. Ninguna novedad. Abandonado o al menos alejado el sendero del instinto, no tenemos instrucciones, no hay nada que nos asegure cómo relacionarnos con los demás y, sobre todo, cómo hacerlo bien.

Algunas de las cuentas de Facebook de amigos tienen chorrocientos amigos, 20 veces los que tengo yo.  La mayoría suelen tener unos 10-15 likes y… a veces uno o dos comentarios, incluso ninguno. Cuando se trata de entradas menos personales (incluso íntimas), menos aún. Es lo normal. Me sigue asombrando esta pereza escribidora de la gente. Sin embargo, parece lo habitual: casi nadie escribe unas líneas y cuando lo hace suelen ser frases cortas y tópicas, pero darle un dedazo al ratón es fácil, y con eso parece que hay comunicación.

Algo es algo. No obstante, ese algo es poco algo.

Los que somos blogueros hacemos algo más que poner una foto del lugar en el que abrevamos o la playa en la que nos tostamos (“Sufriendo”). Como casi todo juntaletras sabe, escribir cuesta, las palabras no salen solas. Pero aquí ni siquiera hay un “me gusta” que confirme al menos que alguien lo ha leído y tiene una cierta proximidad con lo escrito; o, al contrario, que tiene ganas de discutir con el autor.

Me asombra que muchos de mis amigos dicen leer lo que escribo. Pero son muy pocos los que comentan, con los que intercambio argumentos. Muy pocos. Algunos han abandonado no sólo el comentario, sino también la lectura. Según parece, seguimos siendo amigos. Pues será. Pero me duele. Mucho en algunos casos.

CrisC y yo hemos hablado a menudo del tema. Ampliándolo un poco diré que toda relación humana, del tipo que sea, necesita reciprocidad, cierta reciprocidad. No digo igualdad, que en rigor nunca existe, pero sí al menos un cierto feed-back. Al igual que ocurre en una pareja: no es cierto que los dos den lo mismo. Hay quien tira de la relación, quien planifica viajes, programa cenas, organiza compras, enciende velas y hornos para cenas románticas, preludia amor y relaciones íntimas… Pero hay que responder, alimentar la relación. Mínimamente al menos. O nos cansamos. No es posible que algo funcione si una de las partes se instala en la pasividad, eso que ahora se llama malamente “zona de confort” (porque el confort es otra cosa, algo distinto a un dejarse llevar).

Igual con los amigos. Hay quien llama, wasapea, organiza, planifica… Y hay quien no. Hay quien da excusas, quien conjuga muy bien el aversi (a ver si nos vemos, a ver si la semana próxima, a ver si encuentro tiempo…). Es cierto que algunas personas son más activas que otras, pero quien nunca toma iniciativa, quien nunca tiene tiempo, quien se excusa una y otra vez sin proponer alternativa… Está claro: es señal de adiós sin montar el pollo, una relación que languidece civilizadamente.

En cualquiera de los dos casos nos movemos en un terreno resbaladizo, de señales borrosas y fácil interpretación en un sentido o en el contrario. Por eso precisamente hay que ser algo más preciso y activo.

Debemos tener en cuenta que hay algún que otro analfabeto (yo mismo) en eso de leer señales correctamente. Por eso agradezco las llamadas, los mensajes, las quedadas y el tiempo. Procuro hacerlo también. Sé que no estoy libre de estos pecados sobre los que reflexiono; es más, tiendo a la misantropía y entiendo que alguno de mis amigos esté un poco harto. Debo mejorar esto.

Quien no tiene tiempo para ti es que no te quiere. No digo esta tarde, mañana o la semana que viene: “quien no tiene tiempo”, quien prioriza y  prefiere otras obligaciones (la palabra no es casual). Estas señales sí debemos leerlas bien. Es doloroso, pero al menos no se nos queda la cara de gilipollas, como dijo en aquella descacharrante canción el inolvidable Javier Krahe.

Nos cargamos a menudo con obligaciones que no son tales. Dejo aparte la familia, ésos que dependen de nosotros. También el trabajo, al menos el trabajo contratado, que también los hay que lo utilizan como narcótico. Yo hablo de otra cosa. Hay personas con las que se hace imposible contactar porque tienen tantas cosas que hacer que no tienen más tiempo. Estudian arameo, van a senderismo, al club de lectura, a los partidos de curling, a las reuniones del sindicato de escayolistas y a un proyecto genial de podadores de nubes. Claro, no tienen tiempo. Y como digas que tú si lo tienes te miran raro.

Otra variación es la de los que quedan funcionarialmente, una vez cada mes, una hora, de reloj, que no dudan en mirar una y otra vez en el móvil. “Me tengo que ir”, dicen, por no decir “Se acabó tu tiempo”. O añaden que tienen que madrugar, que quieren pintar la casa antes de dormir o que empieza Anatomía de Grey.

Y entonces es cuando adquirimos consciencia del lugar que ocupamos en su vida.

Porque si hay una cierta relación, la que sea, hay que nutrirla. Como digo, con mínimos al menos: la reciprocidad no es igualdad y todos no tenemos el mismo carácter.

Tengo ya unos años. Miro hacia atrás y veo cuántas personas se quedaron por el camino. A muchas no las echo de menos. Casi nunca he roto relaciones ruidosamente (dos o tres, que recuerde); muchas de esas sombras del pasado están bien ahí: nos dimos cuenta de que los senderos se bifurcaban y de que ya no teníamos nada que compartir. En otros casos -pocos-, me arrepiento de haber sido la parte silenciosa o poco sabia. Me arrepiento mucho. Y también me duele ese silencio de algunos (y algunas, casi siempre algunas), que no quiero o no quise olvidar. Si es desidia, merecemos la separación; si es simple pereza, también. Por eso que decía antes, por gilipollas.




Procedencia de las imágenes:

http://www.tusexosentido.com/2013/07/01/dialogo-de-reciprocidad/
https://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/15031997/Que-es-la-Misantropia.html



9 comentarios:

  1. ¡Que razón tienes! Soy de las que tienen pocos amigos en el facebook porque lo tengo como algo personal, solo para familiares y buenos amigos, los de verdad. Por eso no tengo tropecientosmil. Pero con ello me aseguro de que cuando subo una foto o lo que sea solo lo van a ver las personas que me conocen realmente, que me tienen cariño y saben como soy.

    Respecto a lo que dices sobre los blogueros, cierto es que escribir cuesta, lleva su tiempo y se agradece tanto saber que te leen..., pero que te leen de verdad y pierden unos minutitos en dejarte algún comentario también de los de verdad. No como esas personas que se meten en tu blog y te dejan alguno, sin haberse leído más que el título y algún párrafo suelto, por dejar, o por si bien hubiera suerte y después decides devolvérselo en el suyo. Yo no tengo "pereza escribidora" en los blogs que suelo seguir y que me gustan (no son demasiados, menos de diez). Esos, que aunque el libro que reseñen a priori no me interese demasiado, me gustan leer por cómo escriben, por cómo lo cuentan, porque siempre consiguen transmitirme algo distinto. También es cierto que a veces no dejo comentario alguno si siento que no tengo nada que decir que no sea "me apetece ,mucho leer este libro" o "lo anoto en mi lista de pendientes". Creo que me entiendes perfectamente...

    Respecto a las relaciones de amistad, yo también tengo unos años y la vida me ha hecho darme cuenta de muchas cosas. Antes era de las que estaba siempre muy pendiente de mis amigos, (incluso de aquellos mas perezosos) la que siempre escribía. Ahora no, desde que fui consciente de necesitar RECIPROCIDAD (hace un tiempo ya de ello). Si alguien no demuestra interés por ti, por tu vida, por tus cosas, por verte de vez en cuando y siempre pone excusas, es que realmente no merece la pena formar parte de tu vida. Eso ya lo tengo claro. Cuantos supuestos amigos habrán quedado en el camino..., pero no importa, los que siguen ahí son los buenos, son los que se preocupan por ti.

    ¡Vaya rollo te he metido Atticus!! Lo siento, a veces tus entradas y tu blog me induce a explayarme, no puedo evitarlo
    Un beso

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    1. De rollo nada, Marian, al contrario. Agradezco que te tomes tu tiempo. Eso sí, es más largo que alguno de los posts que publicamos, pero ningún problema, al revés.

      Respecto al blog, yo también prefiero tener pocos comentarios, pero de enjundia, a esos que citas. Son más propios de blogs monográficos, que no es mi caso. Observo que en muchas ocasiones ni respondes. Otros aprovechan el comentario para remitirte a su propio blog. Por educación, cuando me ocurre, le pego un vistazo. Glups, el hecho de que todo el mundo pueda abrirse un blog no significa que tengan algo que decir. Eso que se dice a veces ("Internet es democrática") significa sólo que las insensateces y las bobadas están al alcance de todos. La calidad es otra cosa. Porque la hay, desde luego, muchísima. A mí es lo que me interesa. Perder el tiempo no. Tengo la sensación de que muchas personas utilizan este sistema para hacer relaciones sociales, lo que no me parece mal. Lo que me parece más preocupante es que crean que son críticos literarios, agudos analistas de cine o filósofos respetables...

      Lo de la amistad es otra cosa. Duele perder personas, pero hemos aprendido que es así, que debe serlo, que lo que sentíamos no es lo que la otra persona siente. Y somos dolorosamente conscientes de la fragilidad del hilo que cose las relaciones humanas.

      Quedan pocos. Alguno. Seguramente es lo que importa y la ilusión de la web no debe diluir la diferencia entre lo virtual y lo real.

      Siempre agradezco tus comentarios. Y perdona que no sea recíproco: muchos de los libros que reseñas no los he leído y no tengo nada que decir, así que lo dejo pasar, de momento lo aparco...

      Un beso dominical.

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  2. Claro Atticus, tranquilo. Yo tampoco comento todos tus posts, aquellos en los que siento que no tengo nada que decir, pero sabes que te leo, siempre. Yo también sé que te pasas por mi blog a menudo que me sueles leer aunque no dejes comentario. Eso es reciprocidad...

    Lo de los blogs literarios, es verdad. Salen hasta de debajo de las piedras (cosa que no critico, todo el mundo tiene derecho a expresarse y a crear lo que le apetezca), pero lo que tú dices, de calidad, o que me gusten como cuentan las cosas, es otra cosa.

    Y esos comentarios tan típicos (he visto que a ti no te dejan demasiado de esos) únicamente con el link de su blog, sin nada más, sin un contenido un poco decente, me revientan. A veces ni los visito.

    Otro beso dominical para ti

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  3. Yo no le pido a los transeúntes, turistas o interinos de las relaciones humanas que me lean o comenten. Otra cosa son los amigos, porque lo son por algo.

    Nuestra amiga Coeliquore se dolía de esta desatención de los suyos. Ya no puede.

    Quienes dicen que nos leen, no lo hacen. Es mentira. A mí me parece bien, lo asumo sin reserva alguna, pero querría dejarlo claro y cambiar el título de amigo por otro que sea menester.

    “Quien no tiene tiempo para ti es que no te quiere”. Es exactamente así.

    Quien no tiene unos minutos para ti cada seis, siete u ocho días no te quiere, pero que no diga que no tiene tiempo porque es mentira. Que no diga que es amigo porque es mentira.

    Que no abra la puta boca porque mentirá. Un abrazo, Atticus.


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    1. Coe me reñía a veces por no comentar algunas de sus entradas en el blog. Yo me excusaba diciendo que no siempre tengo algo que decir y que no quería añadir obviedades o ruido. Ella siempre leía, siempre escribía con inteligencia.

      Tenía tiempo.

      No me gusta escribir eso de que quien no tiene tiempo para ti es que no te quiere. Pero es así. Es cuestión de jerarquías.

      Te veo más enfadado que yo. En realidad no me enfada el asunto, pero me entristece.

      Un abrazo también para ti.

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  4. Las relaciones humanas son complejas, tanto, que sigo sin entenderlas a mis 36.

    Facebook es otra cosa, quizá porque soy milennial, pero nunca lo valoré mucho, es una red social curiosa, simplemente eso, un entretenimiento de segunda categoría. Cuando uno se aburre, el hecho de que apetezca colgar una foto y comprobar los likes tiene algo de lejana gracia. Este verano hice un pequeño viaje y me aventuré a colgar algunas fotos en mi perfil, tengo que reconocer que me gustaba ver likes, pero eso tiene el valor de una palmadita en la espalda que te puede dar un desconocido cuando coincides en un ascensor y tienes una conversación amable, no es gran cosa, pero es.

    Es cierto que para que haya amistad tiene que haber tiempo, yo pido poco, aunque sea mensual, pero es necesario, tiempo y luego sinceridad. Tengo alguna amiga con la que hablo cada mucho tiempo, sin embargo, esa conversación es auténtica, sin tapujos, se dice lo que hay detrás de la piel, y eso es lo que me importa.

    Y es que como cantaban los Platero, sin tiempo, la vida muere: “ya no existe la vida, sólo hay gente en la calle, que camina deprisa, ya no habla con nadie”
    https://www.youtube.com/watch?v=ZFyyob9--vs

    Un saludo Atticus.

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    1. Muy complejas. Absolutamente complejas. No te esfuerces. O mejor, esfuérzate, pero sé consciente de que es en vano.

      Estos días he colgado unos enlaces en Facebook de artículos del periódico o programas de radio y televisión. Nada, ninguna reacción. Tendrás razón tú, es lo que tiene ser un milenial, los que vamos camino de ser bimileniales no acabamos de entenderlo. Creo que forma parte de lo mismo que escribía en el comentario anterior.

      Sigo prefiriendo esa imperfecta y maravillosa piel. Tienes suerte.

      Escucho en un rato la canción. Saludos.

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  5. Atticus,

    Sólo un par de líneas para decirte que te entiendo y solidarizo con lo que dices. Yo también disfruto de minorías perezosas.

    Y pido disculpas porque llevo unos meses desconectada de todo y de todos... Estoy en una etapa de "alta transición" y tengo aparcados mis "vicios" (mis lecturas, mis escritos, el arte...) para cuando el temporal amaine. En algún momento, volveré. Espero que más pronto que tarde. Porque además, lo echo de menos. Y mucho.

    Espero ponerme pronto al día en tus página.

    ¡Saludos!

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    1. Creía que te habías alejado del mundo blog... Me alegro de haberme equivocado, te echaba de menos, tus opiniones siempre inteligentes nunca están de más, al contrario.

      Espero que pronto soluciones esos problemas de tiempo que pareces tener. El día no posee más que 24 horas, son pocas, pero alguna es para nosotros y no para el trabajo o los demás. Vuelve, pero sin obligaciones. De mis posts anteriores te recomiendo los de Aramburu; en realidad, lo mejor es leer a Aramburu.

      Hasta pronto, espero.

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