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miércoles, 8 de noviembre de 2017

RECUERDOS

Hace unos días estaba escuchando fragmentariamente el programa No es un día cualquiera. Era sábado. Recogí la casa, hice la cama, saqué la vajilla del lavaplatos… Hablaban de recuerdos, o reliquias, como algunos las llaman.

Algunas personas dicen que guardan cosas que no les gustan, la cristalería horrible de la abuela, ropa…

¿Soy de esos? Me doy cuenta de que he cambiado. En los últimos 10-15 años muchísimo. Antes era más guardador que ahora. Nunca he sido un Diógenes acaparador, en mis casas había poco sitio y hasta la que ahora habito, tampoco trastero. Pero solía conservar lo de pequeño tamaño, entradas de cine, pequeñas notas, folletos…

De vez en cuando abro un libro antiguo. Hay papelitos dentro. Casi siempre los tiro. Las anotaciones ya no me dicen nada, ahora las tomo directamente al ordenador. Salen muchas entradas de cine, casi siempre dos. Recuerdo todas las ocasiones con precisión, tal vez por eso me desprendo de ellas.

A veces aún aparecen recuerdos de viajes, planos, tickets de restaurantes. Hago lo mismo. No me recreo en el pasado, tal vez porque muchas de esas personas con las que compartí felicidad ya no están o ya no están conmigo. Sería de ese modo un mecanismo de defensa frente a la nostalgia o la devastación afectiva.

Por supuesto, tengo algunos objetos de uso diario que pertenecieron a personas queridas que murieron. Los hago míos y los recuerdo cuando como una ensalada en el bol que fue de ellos. Son pocos los objetos que guardo en el trastero, la mayor parte porque no me gustan o porque no caben en casa. De algunos me desprenderé, como ya he hecho en parte: libros, platos, adornos para la casa…

De mi madre me quedan unas cuantas manías, un sentido del deber casi kantiano, la puntualidad, cierta impaciencia vital y un modo fantástico de cocinar la tortilla de patata. Otras cosas (lo siento, madre), las hago distintas; muy pocas, mejor. Pero no tengo fotos suyas en casa.

Dicen mis hermanos que soy desapegado. Es posible. Me ha gustado la independencia y he pagado un precio por ello en forma de soledad. Aún vuelve de vez en cuando a quebrar mi frágil equilibrio emocional. A lo mejor por eso quiero pocos recuerdos materiales y los papeles son cada vez menos en mi casa.

Este verano encontré una carpeta en la que iba guardando papeles relacionados con una mujer a la que quise. Todo lo deseché sin dolor. Borré igualmente sus mensajes en el móvil.

Nos cuesta decir adiós. No insistiré en lo necesario que es.


Imágenes:
http://oficiodescribir.blogspot.com.es/2016/09/papeles-en-los-libros.html
http://barbara-bodymindsoul.blogspot.com.es/2011/05/las-notas-y-un-mechero.html





10 comentarios:

  1. Uffff, tema complicado el que abordas, los recuerdos... Yo soy mucho de tirar todo, de vez en cuando hago limpieza profunda y tiro y tiro y me quedo muy a gusto. Pero hay cosas que nunca tiro ni tiraré algunos recuerdos de re-donas que ya no están como de mi madre, me refiero a recuerdos físicos. No se porqué verlos, tocarlos, me hace sentirla cerca. Y yo si tengo fotos de ella, unas cuantas repartidas por toda la casa. Ahora que ha pasado un tiempecito desde que nos dejó, me gusta verla, aunque no me hacen falta para recordarla cada día (se me saltan las lágrimas cuando te cuento esto)
    Un beso

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    1. Vaya, un alma gemela... Como dices, algunos objetos nos comunican con esas personas. Yo tengo algunos, no demasiados. Recuerdo a mi madre en conductas y costumbres, algunas las llevo adheridas a la piel y me alegro. Aunque no de todas, porque era un ser humano con defectos, como todos, y temo que algunos también son los míos. Pero creo que el recuerdo alegre lo tenemos en ese modo de cocinar, en los ojos con que nos enseñó a leer y a viajar, a estar en el mundo...

      Entiendo bien lo de las lagrimitas. Estoy parpadeando y eso que estoy solo en casa y nadie puede verme. Un beso también para ti y gracias por tu emotivo comentario.

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  2. Yo también era un poco Diógenes y guardaba de todo.

    Ahora me gusta el vacío, lo minimalista, el silencio, lo despojado y desnudo..., aunque aún hay “islas diogenésicas” por la casa. La miro y veo poco, muy poco, que me hundiese si se quemase entera.

    Que se vea eso de la tortilla de patata, yo pongo las birras.

    Excelente post, Atticus.

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    1. Gracias, mil gracias. Lo de la tortilla, a la primera ocasión. Llevo dos en la última semana, francamente buenas, perdón por la inmodestia.

      Cuidado con esas islas. Corren el peligro de convertirse en continentes.

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    2. Joé, no sé si ir corriendo al oftalmólogo o al loquero, en vez de "inmodestia" he leído "indonesia".

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    3. Debes visitar al oftalmóloco. Oh, indonesio.

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  3. ¡Qué bonito ser consciente del homenaje involuntario que haces a tu madre cada día! Puede que la relación donde el amor es más intenso, puro e incondicional sea la de una madre con su hijo. Y en justicia una madre no sólo se merece que se guarden sus recuerdos, sino que se revisen, se mimen, y se siga aprendiendo cada día de lo que hace muchos años, cuando no estábamos preparados para la vida, con cariño, nos enseñó.

    Luego hay otros tipos de amor, de vez en cuando con mentiras, puede que dolorosos, caprichosos, “eternos mientras duran”. Cuando desaparecen, podemos agradecer a Madre que nos haya preparado para el lado ingrato de la vida. Y si pensamos que eso era Amor, sólo tenemos que compararlo con el que recibimos desde niños. Nos reiríamos, y mucho.

    Me ha gustado tu post. Gracias.

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    1. Sin duda, es la más pura y desinteresada. No fui el hijo que quería mi madre, no lo soy. No obstante, le agradezco casi todo lo que hizo y lamento no haber estado a la altura siempre. La recuerdo con alegría.

      Agradezco mucho tus palabras. Curiosamente, es un post muy poco elaborado.

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  4. Saber decir adiós es necesario. No aferrarnos al pasado, también. Llevo escribiendo en mi blog desde el 2008 y un día decidí borrarlo todo y empezar de cero. Alguien me pregunto: ¿por qué? y yo pensé ¿y por qué no?. No me cuesta hacer limpieza, deshacerme de cosas, aunque sigo guardando dibujos, entradas de conciertos y cosas así. Hasta que las tire sin ningún motivo concreto.
    Yo tampoco tengo fotos de mi padre en casa, creo que lo único que tengo es un libro suyo de Poe y mucho de lo que soy.
    Puede que este sea un post muy poco elaborado, pero es bonito y entrañable.

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    1. Decir adiós es necesario. Y extremadamente difícil en ocasiones.

      No seré yo quién reproche nada a quienes deciden deshacerse del pasado o de sus huellas. Las motivaciones de cada uno son personales y sólo puedo decir que a mí me han resultado liberadoras.

      Gracias también a ti. Es curioso lo que decís, no tenía consciencia de haber escrito nada especial y parece que gusta a casi todos. Seguramente es porque compartimos mucho de lo que se dice.

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