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viernes, 13 de noviembre de 2015

ONTOLOGÍA BLOGUERA

Es recurrente, ya lo sé. De cuando en cuando se cuela en éste, en otros blogs, la pregunta por el ser.

No es lo mismo preguntar por qué se escribe que indagar para qué se escribe. Mucho menos para quién.

Pienso en estas cosas mientras me pongo presentable una lluviosa mañana de domingo, que me gusta por su lentitud casi de ausencia.

Estoy hojeando un libro que escribió  Antonio Muñoz Molina hace algunos años, La vida por delante, y me pongo en su lugar, cosmopolita y reconocido escritor. Muñoz Molina sabe que escribe para alguien, pero no es lo mismo un artículo en El País Semanal que redactar Plenilunio. Sus públicos son diferentes, la atención, la disposición de tiempo…

El blog pone a disposición de cualquiera un espacio para escribir. La gente lee lo que uno escribe. A veces comentan.

Hace seis años que lo abrí. Treinta y pocos seguidores, media docena de fieles, amigos algunos. Dos de ellas (porque son ellas) absolutas desconocidas. Escribo sin saber por qué, pero agradezco sus palabras.

Lo de los seguidores no lo entiendo bien. Prefiero alguien que escriba alguna vez que 400 seguidores (no sé lo que esto significa: seguidores mudos, ¿seguidores de qué?, ¿lectores?).

Creo que todos los que estamos en esto poseemos un pasado (¿se posee el pasado?) de poemas perpetrados, relatos infames e ínfulas de escribidor sin formación ni fundamento. Un bloguero es alguien que no se ha rendido del todo.

También, creo, hay mucho de soledad. Escribo en la retiro de mi casa. Me acompañan Bach, Wim Mertens, Pat Metheny. Pero escribo solo y casi siempre cambiaría estas palabras escritas por otras susurradas. Un bloguero es también alguien que sufre de soledad en un laberinto y que entiende al minotauro en el relato de Borges.

No siempre, ya lo sé. Hay blogueros exhibicionistas. Se vanaglorian de sus ligues, de sus lecturas, de sus películas, del profundo conocimiento que ellos poseen del manga en su versión coreana, de la física de partículas… Es una variante feisbuquiana. Como también lo es ese picoteo en blogs ajenos para no decir absolutamente nada: una línea, un saludo, un “te sigo” (“me gusta”). Eso debe ser lo que se entiende por red social; algunos preferimos la caña y la paciencia. No sé si Hannah Arendt tenía razón con lo de la banalidad del mal, pero creo que hay una banalidad (rampante, ramplona y epidérmica) de la cultura, un disfraz, una máscara hecha de referencias mutuas y presencias fugaces. El equivalente a la antigua cultura de tapas de libros.

Escribo no sé por qué. Por necesidad, por una prisa que no sé de dónde viene ni a dónde conduce. Me acosa una ansiedad que el orfidal no remedia: es la consciencia o la patología de que la vida se me pasa y, como en el poema de Gil de Biedma, me doy cuenta de que iba en serio. Quiero creer que las palabras son terapéuticas, que lo que escribo interesa a alguien. Pero soy consciente de que lo utilizo también para pensar en voz alta, esto es, clarifico mis confusiones y obsesiones a medida que la gramática se me impone y disciplina, a medida que me fuerza a seguir la senda, la obligatoria educación y precisión que debo a quien esto mira de cuando en cuando.

La mayor parte de lo que leo no me interesa. La mayor parte de las personas con las que me cruzo diariamente y con las que hablo con urbanidad y decoro no me interesan. No digo esto con orgullo ni me arropo con un elitismo que no tengo derecho a esgrimir. Es el síndrome del poema de Gil de Biedma. Y seguramente me equivoco. Media docena de blogs me interesan mucho: sus autores también me interesan, aunque a algunos (algunas) no los conozco face to face. Hablo de comunicación, naturalmente, hablo de amor, de sucedáneos, de piel y conexión ADSL. Del tiempo y del espacio; en consecuencia, de física.

Será eso: al final la ontología es sólo una variante filosófica de la física. El ser. O que el no-ser nos produce horror vacui, yuyu, escozor y sarpullidos.


https://www.youtube.com/watch?v=l-ZfqxrRzxI

10 comentarios:

  1. Me produce envidia esa soledad creativa en la que acompañado de Bach o de otra música eres capaz de escribir. No veo importante el para quién, para tí mismo, para sentirte bien, para ordenar tus pensamientos como bien has dicho o para dar rienda suelta a tu creatividad. Que sepas que te envidio, de niña escribía mis propios cuentos y era una sensación sublime. Con la edad perdí el don. Dichoso tú que lo tienes . No le des más vueltas a quién le gusta y quién no o a quién banaliza el acto de escribir.

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    1. Nada que envidiar, es más soledad que creativa. Menos mal que JSB no falla nunca never.

      Escribir tiene algo de alcoholismo: sabes que te gusta, que no, que depende, que para qué, que con quién. Y quieres dejarlo, o no. Pero al final vuelves. Lo malo es que no siempre es un destilado de postín: a menudo son esos engendros de marcar "blanca" que te destrozan el cuerpo y destrozan el cerebro a tus amigos.

      Yo no he perdido el don: nunca lo tuve. Creo más bien en el trabajo, la lectura, el trabajo, más lecturas, trabajo, trabajo, trabajo... Así que no le doy más vueltas.

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  2. I


    Acuerdo en eso que dices de que hay una “banalidad epidérmica” y que equivale a esa cultura de libros al peso, de “tapas de libros”. Es brillante.


    Lo mejor de todo es que aunque no sepamos por qué escribimos o quizás sólo lo sospechemos, seguimos escribiendo.


    II


    Pero habíamos quedado en que no harías público lo de mis ligues, mis lecturas, mis películas, mi profundo conocimiento del manga en su versión coreana y de física de partículas y, además, olvidarte de mi singular destreza en la confección de tortillas de patata con cebolla categoría premium master.


    III


    Mal amigo.

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  3. Gracias en capítulo I. Lo de las redes sociales ha aumentado mucho esa banalidad. Y la facilidad para publicar ni te digo. Me incluyo, desde luego.

    Lo del capítulo II ha sido un desliz. Perdóname, digo contrito. Aunque, lo siento, lo de las tortillas tiene marca de la casa, lamento decírtelo. De todos modos, esfuérzate, que conseguirás aproximarte si progresas adecuadamente y ves los programas de cocina en lugar de leer cochinadas bukovskianas.

    Capítulo III. Me voy a leer lo que dice Aristóteles sobre la amistad. Si viene algo de revelar secretos en blogs, me arrodillo y peregrino hasta tu casa. Lugar en el que me obsequiarás con una de esas tortillas máster chef del universo gastronómico a la derecha de Ferrán Adrià. Amén.

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  4. Yo escribo para mí misma, para recordar siempre los libros que leo, y sobre todo porque siempre desde pequeña, he adorado escribir (aunque muy probablemente no lo haga demasiado bien ¿Y que importa?). Recuerdo recién creado el blog, la sorpresa tan grata y tan grande que me producía ver que me leían, que me comentaban y que algunos volvían a visitarme de vez en cuando. Realmente nunca lo esperé.

    Lo de los seguidores..., yo opino igual que tú, prefiero mil veces pocos y buenos, de esos que te dejan jugosos comentarios, comentarios un poquito elaborados, con algo de significado, no el típico "no me atrae nada, lo dejo pasar" o "tengo pendiente a este autor, a ver si me animo" (que por cierto yo también hago a veces, en según que blogs, aunque las menos), o cosas así ¿Me entiendes, verdad?. Porque tener tanto seguidor mudo, no sirve para nada (no envidio en absoluto esos blogs que tienen miles de seguidores, aunque no dejan de sorprenderme)
    Por cierto, espero estar al menos entre tus fieles seguidoras...

    Lo único que te puedo asegurar no es mi caso, es lo que dices de la soledad. No me siento sola, nunca, aunque soy de esas personas que saben disfrutar de su soledad, de estar consigo mismas, pero disfruto escribiendo, plasmando mis opiniones sobre lo que leo. Y me gusta mucho recibir las visitas de unos pocos fieles a los que tampoco conozco personalmente (pero que por sus comentarios siempre interesantes me hacen sentir casi como si los conociera, o que me encantaría conocerles)

    Besos

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    1. Marian, por si alguien no ha pinchado en su enlace, tiene un excelente blog literario. No escribe con mucha frecuencia, lo que indica que no quiere hacer relaciones sociales, sino penar en los libros que lee. Los que no la frecuentéis, ya estáis pinchando. Efectivamente, veo en tus comentarios de todo, algunos sesudos, otros absolutamente prescindibles. A mí no me hacen ese tipo de comentarios porque este blog no es temático, pero no sé qué interés tienen (salvo el exhibicionista más ramplón) los que dicen "tiene buena pinta", "lo dejo pasar", "tengo ganas de leer ese autor" y cosas parecidas. Veo que muchos de estos comentarios no los respondes.

      Por cierto, hace mucho que no dejo un comentario: es por lo anterior. No he leído esos libros ni tengo inmediata intención de hacerlo, pero leo lo que escribes. Y, como sabes, a veces discrepamos. Pero me parece serio, original y muy trabajado tu blog. Lo recomiendo.

      Eres de ese par de fieles seguidoras, espero que no incondicionales, que escriben cuando quieren, con cierta frecuencia, y cuyos comentarios aprecio. La otra es Timonera, que hace unos cuantos posts que no escribe, y a la que imagino en París con todo lo que está pasando por allí. Espero que esté bien y volvamos a leer sus inteligentes palabras.

      Como dices al final, es asombroso que te lean desde sitios en los que ni has estado ni conoces a nadie. Más aún es que alguien juzgue importante lo que escribes sin conocerte, y se tome la molestia de dedicarte unos minutos pudiendo ver el fútbol o beber cerveza. Me encuentro cómodo con esos comentarios, incluso con los comentarios discrepantes, siempre que sean educados. La verdad es que casi siempre lo son, lo que es un lujo en este vomitorio en el que se ha convertido internet.

      Gracias.

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  5. Querido Atticus,

    Coincido con Marian (será que tus dos seguidoras femeninas tenemos un perfil bien marcado) en que yo también escribo básicamente para mí, para llevar un recuento de mis vivencias, para que además, si a alguien le sirve de algo, bienvenido sea.

    Por otro lado, me contradigo a mí misma porque más de una vez me he planteado cerrar las puertas de mis pensamientos al mundo y guardarlos para mí. Y la razón ha sido sobre todo pensar que es una pérdida de tiempo ya que no le importa a casi nadie. Los seguidores... forman parte de esto, y en efecto, me refiero a aquellos que te aportan un punto más allá de tus reflexiones.

    De todas formas, no he podido cerrar las puertas todavía. De alguna manera, el hábito, ocupar unas horas de mi semana para tratar de pulir -con mayor o menos éxito- un texto, una idea, se ha convertido en un ejercicio necesario, que de alguna forma tengo la sensación que me está llevando a alguna parte, que aún no acabo de vislumbrar.

    En cuanto a la soledad, quizá en algún momento de la vida de este blog me sentí sola, pero no es éste el principal motor del mismo. Sin embargo, es cierto que sólo ideas individuales y maceradas individualmente dan lugar a post interesantes en mi caso.

    En resumen, gracias por escribir, sea por lo que sea,

    Un abrazo

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    1. Me alegro mucho de tus palabras, de saber que estás bien. Es curioso, no nos conocemos, pero miraba tu blog esperando que dijeras algo. Ya habrás visto que he escrito unas palabras.

      Me gustan tus palabras, tu inteligencia. También me gusta mucho tu blog, tan personal, y a la vez tan universal. Algo que no entiendo es el escasísimo número de comentarios que tiene, por lo que lo recomiendo a los que pasan por aquí. De cualquier modo, como ya he dicho, cantidad no es calidad. Y lo tuyo es lo segundo, desde luego.

      Es más, me gusta mucho que seas alguien "de ciencias". Me molesta esa división del mundo. Escribes bien y argumentas más que bien. Desde luego, sólo faltaría que eso fuera privativo de unos pocos.

      Las ideas y los pensamientos se gestan en soledad. Algunas veces (al menos a mí) la soledad me ha pesado. Ahora no, creo que la necesito.

      Y nada de dar las gracias. A ti en todo caso. Entre tanta banalidad es un placer. Un abrazo especialmente fuerte en estos momentos.

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  6. Cuando veo las pinturas rupestres me pregunto ¿por qué pintar tu realidad? Y no es una pregunta mínima, nuestros primos los nehandertales no lo hacían.

    Se pueden apreciar toros y a veces cacerías.

    Creo que la escritura, aunque siempre busca al "otro", encierra el enigma de un humano que cuenta su realidad. El génesis y la visión paradisiaca de Mesopotamia, Beowulf y la percepción de Dios y la aventura, la Odisea y la Ilíada que hablan de una civilización costera que soñaba con minltauros, Moby Dick y la desazón de los barcos balleneros de Estados Unidos. La lista sería interminable.

    Pero aún me quedo con tu duda ¿por qué escribimo? Quizás porque sabemos, como diría Borges, que no somos inmortales. Y tal vez escribir, aunque no se haga bien, es el último suspiro desesperado de un ser efímero por decir "existí".

    "...Pienso con esperanza en aquel hombre que no sabrá quien fui sobre la tierra..."

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  7. Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. No obstante, necesitamos responder a ese silencio de Dios, o de lo que sea.

    Y menos mal que algunos escribieron. Y qué pena que otros no dejen de escribir. Pero tenemos la libertad de elegir, desde luego.

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