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lunes, 1 de febrero de 2016

LA INSOPORTABLE NECESIDAD DE ELEGIR (PELI)


Elegir peli es francamente difícil. Si vives en una ciudad pequeña lo tienes a huevo: argumento lentejas. Pero como vivas en una de tamaño medio (no digamos Madrid, Barcelona, Valencia…), lo llevas claro. Cartelera al canto: multicines, rosario de títulos. ¿A cuál?

Lo primero es la actualidad. En el telediario han dicho que Spielberg estrena. Y también que la última de la cadena en cuestión patrocina y de paso promociona. Y luego están las rarezas para puretas, las versiones originales, las filmotecas. Por último, lo que dice la pareja, especialista en no estar nunca de acuerdo. O el grupo de amigos, divididos entre los que tienen criterio -dicen ellos- y los que van “a la que queráis”.

De manera que mejor nos informamos. Filmaffinity le da un 7. Fotogramas se divide entre los que le dan un 5 y los que la consideran fallida. En El País, Javier Ocaña hace un análisis sesudo y a la vez amigable; la recomienda con matices. Pero a Boyero no le conmueve.

Horror. Esto es más difícil que elegir entre la Fenomenología del Espíritu y la Crítica de la Razón Pura.

Yo creo que hay un criterio fundamental a la hora de elegir: el económico. Y no hablo del indecente precio de la entrada, sino de la necesidad de ajustar el tiempo que tenemos y la horda de títulos. Conviene no equivocarse. Las personas que lo tienen muy claro, siguen como fieles a determinado director, actores (algo menos) o género (aún menos). Otros dicen que eligen por la ‘pinta’ que tiene la película, algo tan inconcreto como elegir casa por el color del pomo de la puerta o libro por lo bonito que es el azul de las letras del título.

Elegir película, me parece, combina ese criterio con ciertos conocimientos o expectativas. Es frecuente que contemos con una serie de publicaciones de las que nos fiamos… con reservas. El anteriormente citado Carlos Boyero me gusta en sus desenfadadas críticas y análisis. Son muy personales, desde luego, pero he descubierto que conecto con ellas, y esa expresión (“me conmueve”) la aplico a menudo, también la contraria. Por supuesto, un dogmático sigue esos dictámenes como ‘palabra de Dios’. No hay para tanto. Una distancia crítica siempre es precisa.

Si carecemos de toda referencia, siempre podemos leer después de la  película. De ese modo, alguien nos informará de que el ladrillo insoportable que nos ha hecho mirar el reloj cada cinco minutos es una de las cumbres del cine mundial y una reflexión subyugante y certera de los más hondos problemas de la existencia humana. Ese director, nos dirá alguien, es capaz de penetrar como un cuchillo en el alma humana. El tono desvaído del film apunta a la soledad existencial del protagonista, que no encuentra un horizonte en el que anclar sus ansias vitales.

Cuando escucho o leo todo esto me pongo a resoplar como una morsa con ansiedad. Y me dan unas ganas locas de ver Torrente o similares. Pero debo tener algo mal en la azotea porque siempre incurro en los mismos errores y me voy al cineclub a sufrir, a reflexionar, a cerciorarme de que el tiempo puede pasar muuuuuuy  lento (Einstein dixit algo así).


9 comentarios:

  1. Pues sí, elegir peli se convierte en una ardua tarea. No voy demasiado al cine (solo de vez en cuando), aunque sí que veo bastantes pelis en casa. Cuando digo "en casa" no me refiero a las que echan por la tele. No suelen atraerme nada las típicas de los domingos de antena 3. Como trabajo en una biblioteca lo tengo fácil, tengo bastante donde elegir. Me suelo guiar por las recomendaciones de algunos bloguer@s de lectura habitual (como Atticus por ejemplo, jeje) en los que confío y también por las que me hacen los usuarios con los que suelo compartir libros y películas que me han gustado. Encima soy la encargada de hacer listados de recomendaciones de ambas cosas, ello me lleva a tener que estar enterada de esos temas y lo intento.
    En fin, que unas veces se atina y otras no tanto, pero ¿que se le va a hacer? La pena es el poco tiempo que tengo (también necesito ver series, estar enganchada a alguna serie que me atrape y me haga desconectar del mundo). Al final entre lecturas, pelis y series paso mi tiempo libre y me gusta que así sea
    Besos
    Besos

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    1. Jaja, te he mandado besos dobles. Pensaba borrar el mensaje y volverlo a escribir, pero no. Ahí quedan

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  2. Pues a mí me gusta ir al cine. Las pelis están bien, pero ir al cine es otra cosa. De hecho fui anoche a ver "B" y he vuelto esta mañana con los chicos de mi instituto a ver "Sufraguistas"; van a empezar a sospechar de este tío que siempre está por aquí.

    A las series no acabo de cogerles el punto. Sorry. Me golpeo el pecho por ello, pero cada uno tiene sus vicios y sus querencias.

    Y no te disculpes por tanto beso. Nunca están de más. Nada, nada, cuantos más mejor.

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  3. Bueno, cada uno tiene sus gustos, sus hobbies y sus preferencias. Si todos fuéramos iguales, que aburrido sería el mundo... ¿verdad?

    Respecto a las series, no te golpees el pecho. Yo antes era como tú en ese aspecto, hace mucho. Y alguien me recomendó "Perdidos" y ya, desde entonces me convertí en una seriéfila sin remedio ¿qué le voy a hacer?. Eso sí, siempre siempre con un libro que me enganche entre las manos, eso que no falte NUNCA

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    1. Pues sí, la verdad. La igualdad para los cementerios. En todo lo demás, desiguales y discrepantes. Con la debida educación y relativismo amable, desde luego. Rotas tengo las costillas flotantes, las superiores tirando a la izquierda y una medio tonta que se extravió un día de furia. La culpa es de las series, de tanto golpearme el pecho con ellas...

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  4. No sé si sea un instinto primitivo o algo que tengo retorcido pero cuando apagan las luces, siento un cosquilleo en el estómago que me encanta. La película puede ser buena, o mala pero me encanta que me abstrajo, que el mundo fue otro.

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    1. No sé cuándo fue la primera vez que fui al cine, pero ese cosquilleo del que hablas sigue sin abandonarme. Espero que, cuando llegue el momento de ir a la residencia, me lleven alguna vez al cine. Porque en casa no es igual, desde luego que no. De modo que te entiendo perfectamente.

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  5. Hubo un tiempo de fidelidades en mis elecciones.

    Rohmer, Fellini, Truffaut, Shoei Imamura, Herzog, Altman, Kurosawa, Wajda, Blake Edwards, Wenders y algunos que olvido o que vinieron después, como Subiela, Ridley Scott, Coppola (los dos), Von Trier o Iñárritu; pero también Wilder, Chaplin, Lubitsch, Capra o Renoir y tantos otros a los que venero y agradezco tanto.

    Antes y ahora también el olfato, la intuición. Y siempre la pela.

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    1. Algunos de esos los tuve en mi agenda; pero se han caído algunas hojas. Hoy me resulta un tanto cansino el cine de Rohmer y Hertzog nunca estuvo. Sí los demás.Incluso más aún muchos de ellos al cabo del tiempo (Edwards, Truffatut y esos últimos. De Scott hay que hablar despacio: tiene cine alimenticio al lado de obras maestras; siempre tiene una "excelente factura técnica", pero a estas alturas eso me da igual.

      Lo de Lars von Trier te lo tienes que mirar. Y lo de los dos Coppola más aún: es mejor que lo dejes en uno.

      Pero claro, el olfato es muy relativo; la intuición no digamos. Y la pela... si le quitaran ese indecente IVA seguiría siendo indecente.

      Un caso: a comienzos de la semana pasada llevamos a los estudiantes al cine, una mañana. Casi 400. ¿Cuánto crees que nos cobraron? 5,5 € por muchacho, más de 2000 € en total por cuatro horitas de trabajo en el cine (dos turnos), que ventilaron con dos trabajadores. Luego queremos que se promueva el cine, que los jóvenes vayan. La pela, friend, el precio de la entrada no es razonable, como prueban las avalanchas el día del cine.

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