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miércoles, 15 de junio de 2016

EL ODIO

Ésta es una de esas ocasiones en las que hablo desde el desconcierto, una de ésas en las que tengo mucho que callar y poco que decir.

Veo en televisión que han matado en Orlando a 50 personas en una discoteca gay. Lo primero que pienso es que no es relevante la  orientación sexual de las víctimas. Luego me doy cuenta de que sí.

Resultaría idiota que alguien se metiese a un lugar donde la gente disfruta para liquidar a miopes, a gente con juanetes o los quintos del 87. Ridículo.

Pero hay algunos antropoides iluminados que se creen con derecho a liquidar a homosexuales, sólo porque su particular sentido del orden humano y divino parece exigírselo.

Algunos dicen que están enfermos. Yo creo que el mal existe, que es la elección consciente y deliberada de causar sufrimiento al distinto, al débil o al que no puede defenderse. Al enfermo se le puede curar, pero ¿quién cura al fanático, al que elige libremente no ser libre, al que no quiere que lo sean los demás? La moral elemental no siempre puede disolverse en la patología: desaparecería la responsabilidad en todos sus ámbitos.

Me llama la atención la fijación de algunos con la risa, la música, el sexo, el fútbol y todo aquello que signifique placer. Unos tipejos barbudos atentaron contra peñas madridistas en Irak. Otros seres ametrallaron a quienes disfrutaban de una cena o un concierto en París. Un ente liquidó a medio centenar de personas que disfrutaban en una discoteca.

Se divertían, disfrutaban de eso que tenemos entre el no-ser y la muerte. No poseemos otra cosa que la vida.

Su visión de lo bueno, de lo recto, no era la misma que los asesinados. Y como el dios de turno no dice nada (es lo que tienen los dioses, siempre hablan por persona interpuesta, y hemos de fiarnos, vaya faena), ellos se erigen en salvadores de esencias, purezas y ortodoxias.

Calvino -se nos ha olvidado- persiguió la risa, el teatro y el baile en Ginebra. Los calvinistas de la época no sólo querían no reírse, ni bailar, ni ir al teatro: querían que nadie más lo hiciera. Eso se llama fundamentalismo.

De dónde saca ese fundamentalismo su combustible (el odio) es algo que no se me alcanza. Dicen algunos que es una mezcla letal de miseria, ignorancia, resentimiento y pertenencia tribal. Puede ser.

Estoy tentado de decir que a mí los homosexuales no me han hecho nada. Sería una estupidez: tampoco me han hecho nada los gaditanos, ni los que llevan un clavel en la solapa. No hay nada que tolerar porque no tengo una posición moral dominante, no soy tan soberbio. Cuidado con esos tolerantes desde las alturas que misericordiosamente permiten (que buenos son, cuánto los debe amar su dios) otros modos de vida, por muy envenenados y retorcidos que sean (según su criterio, claro está). No son tolerantes en sentido estricto: nos miran por encima del hombro de su revelación. Se sienten superiores y buenos, pero sobre todo superiores.

Al menos no matan. Porque a los otros hay temerlos, protegernos de ellos, señalarlos y poner a la policía tras sus pasos. Porque yo no soy homosexual, pero sí miope. No he ido nunca al Ba Ta Clan, pero sí he cenado muy cerca. No soy del Madrid, ni iraquí, pero si del Atlético y circunstancialmente español. Digo esto porque no creo que haya que buscar razones en su laberíntica y alambicada moral de esclavos obedientes a voces, a palabras que tienen tantas lecturas como personas interesadas en que sea la suya la única.

Así que, tras casi dos folios de escritura, estoy como al principio: estupefacto, irritado e ignorante como al principio. Porque no conozco a ningún asesino, pero cada vez veo más engreimiento, chulería a lomos de musculación de bote, fascinación por el absoluto y rabia cuya finalidad me da miedo. Mucho miedo.


https://www.youtube.com/watch?v=XZGwHtGBZJU

12 comentarios:

  1. Atrévete a saber, a pensar, a razonar, a discrepar con la palabra, a escuchar... quizás así no pensarían algunos en matar. Tampoco tengo la total certeza de que así evitaríamos la maldad, ¿cuántos nazis había cultos, capaces de disfrutar escuchando música, filósofos, científicos...?

    En todo caso hay algo clave en la raíz del mal: creerse en posesión de la verdad, creer en esencialismos como la raza, el género, dios, la opción sexual y tantas otras creencias posibles.

    Yo también estoy cabreada e indignada con lo poco que es capaz de aprender el ser humano de la experiencia, la facilidad en caer en los mismos errores. Soy treméndamente escéptica, la verdad.

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    1. "Sapere aude!", qué grande Kant. Llevamos más de 200 años desde aquello y la humanidad como si tal cosa... Pero pensar no sólo es poseer conocimientos, sino criterio, empatía. Como dices, entre los nazis había muchísimas personas cultas, incluyo a Heidegger, uno de los grandes de la filosofía del XX (aunque yo lo conozco más bien poco, lo confieso).

      Alguna vez he escrito por aquí que la mayor parte de los integristas "saben" que tienen razón, mientras que -a su juicio- los demás solo tenemos opiniones. Es imposiblen discutir así; vamos, es imposible discutir con un fundamentalista.

      No aprendemos. Haces bien en ser escéptica, nos dan motivos.

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  2. I


    Lo cierto es que la fe no mueve montañas, pero las levanta donde no las hay. Creo que lo dijo Nietzsche.


    Y los dioses serán o no, cierto, pero no abren la boca ni para reír: ocasión para todos los presbíteros, siesos hermeneutas y mercachifles de la trascendencia.


    Calvino, vaya un hijoeputa canónico.


    II


    Y no me digas que los homosexuales no te han hecho, dicho y/o propuesto nada, Atticus, joerrr, con ese cuerpazo esbeltísimo que haces deambular por las francas alamedas levantando suspiros y lubricious desires, king de kinges…

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    1. Nietzsche fue un visionario en muchos sentidos. Incluso vio lo que iba a ocurrir en Europa. Y qué mejor definición de integrismo: levantar montañas donde no las hay. Calvino levantó unas cuantas. Lo malo es que hacen creer a mucha gente de la existencia de cordilleras fantásticas, y liquidan a quienes no las ven, o no las ven igual.

      Lo que dices en la segunda parte del comentario... un poquito de please, que el comentario lo frencuentan personas de probada decencia y hombría de bien, y van a creer que... Pues que lo crean. ¿Cómo decías lo de lubricious desires?

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  3. Por lo visto, el asesino era cliente habitual de ese local. Así lo han hecho saber los camareros al ser interrogados. Esto abre más aún el espectro de las "razones" por las que hizo lo que hizo. Estas cosas no tienen explicación posible...pero quiero pensar que al igual que un ser humano es capaz de vivir con semejante negrura, es posible todo lo contrario: vivir con luz.

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    1. Lo he leído. Pensé enseguida en ese mecanismo de defensa de Freud: la negación. Es como el homosexual que no lo reconoce y no para de contar chistes de mariquitas para demostrar (demostrarse) que no es lo que es. Lo malo de este caso ya no es el desgarro interior, sino el aderezo fundamentalista. Lo otro, de ser cierto, sería el factor de inestabilidad emocional del que no acepta lo que es, pero eso no justifica sus actos.

      El ser humano es capaz de esas atrocidades y de lo contrario. Cuántas historias maravillosas habrá entre los asesinados, cuánta vida. Y cuánta luz, desde luego.

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  4. Fundamentalismo, fanatismo, matar en nombre de un dios..., cosas que no entiendo y creo que nunca entenderé.
    Todo esto genera frustración, porque al fin y al cabo el causante de la matanza no era más que un homosexual frustrado, que pretendía que todos lo fueran como él.
    En fin, me producen tanta pena este tipo de noticias...
    Besos

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    1. A veces escribimos para ver si al poner negro sobre blanco comenzamos a comprender lo incomprensible. Me cuesta, no lo consigo. Eso sí, obtengo mayor certeza de que las certezas absolutas (pleonasmo) son peligrosas. Un escéptico no mata: duda demasiado, tiene posibilidad de escuchar, de no atreverse a estar tan seguro.

      Porque no estamos seguros de casi nada.

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    2. Pues fíjate que yo no creo que sea cuestión de escepticismo. Creo que es más una cuestión de respeto, de tener y cultivar una mente abierta a distintas formas de vivir y de pensar

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    3. Pues claro. No quería decir que fuera una cosa o la otra. No entiendo escepticismo como un alejamiento estéril de la realidad, sino como una distancia respetuosa: el otro es el no-yo, lo que no significa que sea un peor-que-yo. La mente debe estar como la sociedad que propugnaba Popper: abierta. De lo contrario, llegan los enemigos y se apoderan de ella: el fanatismo, la intransigencia, el odio, el etnocentrismo, la xenofobia... Toda clase de bichos malévolos.

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  5. No me parece sorprendente que el asesino tuviera aplicaciones gay en su celular, que practicara la violencia domésticas con sus exesposas y que frecuentara el bar gay; los homófobos viven en la ambivalencia. En el templo de Apolo rezaba una inscripción, simple y aburrida pero no por ello menos importante: "Conócete a ti mismo".

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    1. No sabía nada de eso de la violencia doméstica. Lo cierto es que estos días (temporada altísima de trabajo para mí) apenas estoy pendiente de lo que pasa en el mundo, me entero a retazos.

      Parece que hay individuos que tienen la violencia por norma de vida. Y encuentran eco en sus actos, cierto éxito y un triunfo social de esa estética del hijoputacabrón (disculpen ustedes).

      Tal vez le daba miedo conocerse. Tal vez no le gustaba lo que iba encontrando.

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