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viernes, 17 de marzo de 2017

EL CIUDADANO ILUSTRE

El ciudadano ilustre es una coproducción hispano-argentina. Parte de la narración se sitúa en España (en Barcelona) y otra, el grueso de la película, en Argentina.

Un premio Nobel de literatura, natural de un pueblo argentino, está en una crisis creativa más o menos voluntaria. Es un tipo áspero, misantrópico, que rechaza con vehemencia su participación en cualquier tipo de acto público, para desesperación/resignación de su secretaria. Pero un día, inexplicablemente, decide aceptar la invitación a su pueblo natal, Salas, que quiere nombrarlo ciudadano ilustre.

Va solo, se deja llevar de un sitio a otro, en un tono que al principio es divertido, después desconcertante y más adelante esperpéntico.

Hay escenas delirantes, como la exhibición en coche de bomberos por el pueblo, flanqueado por la reina local de belleza y por el alcalde. También lo es la entrevista en la cutrísima televisión local, interrumpida ocasionalmente por el anuncio de zumo que hace el propio entrevistador en directo. Lo del concurso de pintura es una traca que solo se comprende viéndola.

Pero no es exactamente una comedia, sino una mirada nada amable hacia ciertas formas de conducta humana ancladas en tradiciones inexplicables, en atavismos y en costumbres que determinan roles sociales de los que es casi imposible desprenderse.

Tenemos al cacique, primario y más apegado a la tierra que una piedra. También al antiguo amigo que envidia/desprecia la suerte de quien se fue a tiempo. A la novia de juventud (casada con el amigo) que envidia/recuerda pero no se atreve a dar un paso más, que justifica su triste existencia sin que nadie se lo pida. A la hija de ambos, que sí se atreve, que envidia ese otro mundo más allá de los límites del pueblo, que transgrede. Tenemos a personajes que rozan el cociente intelectual mínimo y lo suplen con un servilismo bovino (el novio, el empleado municipal que lo recoge en el aeropuerto, los matones…).

Y la película, que termina dramáticamente, tiene una especie de epílogo en el que ya no sabemos qué ha ocurrido, si ha ocurrido o si todo es una ficción -parafraseando a Borges, presente siempre en la película- de las palabras con las que el ciudadano ilustre recuerda y cuenta, inventa y cuenta.

Si Luis García Berlanga fuese argentino, sin duda le atribuiríamos la autoría de El ciudadano ilustre.




4 comentarios:

  1. A estas horas de la mañana hablando de esta peli!!!
    ¿Aún no te has sumergido en tus labores?
    Me desconciertas, Atticus.

    Tuve ocasión de verla y me pareció muy imaginativa a la vez que descarnadamente realista. Narra esa realidad escondida que es lo oscuro que todo ser humano lleva dentro y la reparte magistralmente entre varios personajes, cada uno con su perfil particular.
    No recuerdo como acaba, creo que se libra por los pelos. ¡Ah, si! el discursito final es como un mal postre después de una buena comida. Lo mejor, ese humor corrosivo, sobreactuado pero eficaz.
    Feliz día, compi

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  2. Ya lo ves, la cabra tira al monte.

    Vi la peli hace poco, me gustó, y al día siguiente me gustó más aún. Le venía dando vueltas al tema, así que he hecho esta pobre reflexión (¡nunca reseña, qué manía tiene el personal con las reseñas!).

    No comparto contigo tu valoración sobre la parte final, ni que estén sobreactuados, pero supongo que forma parte del gusto, personal e irreductible.

    Feliz día a ti también, primaveral y soleado. Una maravilla. Y gratis.

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  3. Por lo que cuentas, parece un film lleno de o con más de un tópico. Ya se ha hecho demasiado cine con las crisis creativas de un escritor.

    Intento imaginar ese esperpento que relatas del coche de bomberos.

    Caciques, amigos y novias de juventud, chica que sueña con irse de allí, de acá, de cualquier lugar a cualquier otro. Y al final, quizás, todo resulta ser una ficción.

    Berlanga… Eso indica un protagonista coral.

    Diría que es una peli amable.

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    Respuestas
    1. Yo diría que es una película sobre el esperpento... argentino. Y supongo que por aquí se nos escapan muchas cosas, desde luego. Divertida y amarga a la vez. No sé cómo habrá caído en el mundo rural argentino; no es exactamente una burla.

      Hazte con ella si puedes.

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