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lunes, 17 de julio de 2017

LO CARO

La entrada al museo del Prado cuesta 15 €. No es barato, desde luego, aunque hay muchas reducciones por edad y condición y es gratis a partir de las 18 h. De todos modos… ¿es caro? Todo depende de lo que te den. Una película cuesta casi 10 y una obra de teatro a partir de 12-15. Una película es un clon, El jardín de las delicias algo único.

¿Es caro?

Un plato de pasta en un restaurante de postín me costó 24 € (sensacional, he de decirlo); la botella de agua de un litro 4,20 y, además, el coperto: 1 €. Esto fue lo  que me pareció más caro, la pasta lo que menos. El coperto no tiene justificación ni amparo legal (ya hablé de ello en otro post); el agua tampoco: han multiplicado por 7 su precio de supermercado y únicamente requiere frío. La elaboración de un plato es otra cosa, aquí hay que pagar personal y conocimientos para su elaboración.

¿Es caro?

Un libro en papel me cuesta 20 €. Miro cuál es su precio en formato digital: 15 €, carísimo. Todas las copias que queramos sin necesidad de gastar papel, distribución, librerías. Es más caro en digital que en papel, aunque cueste menos.

Los teléfonos móviles se suicidan a los dos años, raramente a los tres. Por lo tanto, son un dispendio sin demasiada justificación. Es hora de que los responsables de gobernar obliguen a los fabricantes a hacerlos más duraderos. O, simplemente, que no los fabriquen para tirarlos al poco tiempo. Muy caros.

Muy caras son también las tarifas de telefonía. Especialmente si tenemos en cuenta que cambian unilateralmente los precios y que estamos indefensos. Un contrato es un acuerdo entre iguales que obliga a ambos…, menos en este sector, en el que una de las partes se salta impunemente los acuerdos firmados y considera sin rubor que lo que ha entregado “para siempre” no era para siempre. No debieron aprobar la Lengua castellana en la ESO. La última vez que subieron mi tarifa hice amago de marcharme. Me llamaron de inmediato, cada vez que yo decía algo me bajaban el precio. Así hasta los 31 €, 17 menos que mi tarifa. Dicho de otro modo, me estaban tomando el pelo. Pero mucho. Porque supongo que a 31 siguen ganando dinero, son una empresa con legítimo ánimo de lucro. Ya se terminó el acuerdo: 24 € más, by the face y sin explicación.

Todos los domingos me voy a un pub irlandés que hay en la ciudad en la que vivo. Estoy una o dos horas. La media pinta cuesta 3,5-4 €. Hay música en directo y nos ponen una tapa. Qué barato, un regalo.

Una vez al mes me reúno con compañeros y excompañeros de trabajo (por lo tanto, amigos). Comemos. Menú y alguna cerveza de más. Total: 12-14 €. Estamos dos o tres horas; es fácil calcular a cuánto nos sale la hora de felicidad: muy barato.

Esto viene a cuento de la discusión sobre el valor y el precio de la cosa cultural. Yo no soy partidario del gratis total, lo que no significa que sea un masoca al que le gusta aflojar la cartera.

En el inconsciente del personal está grabado que lo que tiene un alto precio tiene un gran valor. Y al revés. Y no es lo mismo, como sabe cualquiera. Vuelvo a lo de antes: un autor al que no le pagan lo que hace acaba por no producir o por destilar basura. Por el contrario, los grandes imponen tarifa. Ya sabemos que no es lo mismo un concierto de los Rolling Stones que la verbena del pueblo (con mis respetos a todo trabajo honrado). Tampoco es lo mismo Borges que cualquier juntaletras que se autopublica. Un conferenciante tiene, como los cantantes, un caché y un agente. A mí no me iría a escuchar ni mi familia más cercana. El ibérico no sólo cuesta más que el chopped, es que es mejor. Hay ejemplos para aburrir.

La educación básica es obligatoria. Pero no gratis, cuesta y mucho, y hay que informar a la gente que eso viene de los impuestos, de su dinero. Debe ser gratuita. No entiendo, sin embargo, que se financie con dinero público la diversión, las peñas, los conciertos, los toros o cualquier otra actividad no imprescindible, que deben pagar sus usuarios.

Me gusta el jazz. Hace una semana fui a un concierto nocturno. El ayuntamiento decidió que fuera gratis. Fui también la semana anterior y la gente entraba y salía, miraba el móvil, hablaba… En invierno estuve en un ciclo precisamente de jazz: 15 € cada una de las sesiones. Lleno siempre. El sábado pasado dije a los amigos con los que fui que yo cobraría entrada: a mí me gusta y no sé por qué tienen que pagarme la entrada mis conciudadanos, del mismo modo que yo no quiero pagar los toros o la borrachería de las peñas (financiadas en parte por el ayuntamiento y a las que no se les conoce actividades especialmente culturales).

El dinero público hay que tratarlo con mimo. No estoy diciendo que financiar actividades sea malversación de fondos públicos, pero sí que hay que tener un criterio muy claro: que no falte un euro para lo imprescindible y que lo otro se lo pague cada usuario. Es una variante de un clásico en filosofía moral: la justicia se exige, a la felicidad se invita. Se invita a pagar, quiero decir.


https://www.youtube.com/watch?v=8xgIBrsDR1g&list=RD8xgIBrsDR1g&index=1


Procedencia de las imágenes:


7 comentarios:

  1. Genial post, Atticus, de verdad. Clarividente y diseccionando realidades que muchas veces nos pasan desapercibidas. A veces intuyo que estamos tan indefensos que la única manera de seguir adelante es claudicando. Afortunadamente, seguimos en rebeldía.
    Lo del agua, te pasa por rana.
    Un abrazo

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    1. Haz el favor de no llamarme clarividente, que luego hay gente que me pregunta por el futuro para los Piscis...

      Claudico mucho, es muy cansado. No en todo, sería demasiado miserable.

      Con lo del agua tienes razón, pero la copa de vino costaba también más de 4 €, ya ves. No toda la botella, no, la copa. Es que no tengo mundo más allá de la charca.

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    2. Sí, a mí me pasa lo mismo, cuak, cuak.

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  2. Además de todo lo que citas, mantener congresistas es muy caro y también a los plutócratas, aunque suene incendiario. Rescatar a los bancos es costoso y financiar las bajas tasas de interés de las grandes empresas de infraestructura, pagar la recuperación de los ecosistemas destruidos por la extracción de minerales o mantener a un paciente crónico por cuenta de un contratante irresponsable.

    Tienes razón, el dinero público requiere para su administración de un juicio elevado. No sé en España, pero por lo menos en Colombia, quienes lo distribuyen son congresistas cuya única elevación a menudo es la de sus cuentas bancarias.

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    1. Es cierto que mantener a los políticos es caro, pero no creas que yo soy de los que creen que han de ser vocacionales. Al final, si no se les paga el dinero lo sacarán de otros lugares menos transparentes. Por supuesto, hay que tener cuidado con lo que se les paga, puede ser insultante respecto a un pueblo que está pasándolo más que mal.

      En España hay información acerca de lo que cobran y de su patrimonio. Sin embargo, a mí no me escandaliza ni preocupa lo que hagan con su dinero, sino lo que hacen con el mío. Dicho de otro modo, si hay dinero y desaparece la corrupción, ningún problema. Lo malo es cuando te dicen que es necesario recortar en educación/sanidad, pero se embolsan dinero desviando negocietes o dando contratos públicos a amiguetes (siempre a cambio de comisiones, claro, para ellos o para el partido). Esto genera una desconfianza radical en ellos que acaba salpicando a la democracia, de tal modo que mucha gente pasa de ser apolítica a ser antipolítica. Muy mala cosa, pasto de redentores y salvapatrias.

      Estoy leyendo que el rescate de la banca en España nos ha costado más de 60.000 millones de euros. Has leído bien. Ahora, explícaselo al personal, a ésos a los que se les ha dicho que no hay dinero.

      Veo, por lo que cuentas, que no es un problema de España. Mala cosa si universalizamos todo esto.

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  3. Creo que sería muy bueno conocer las causas de determinados encarecimientos. A veces intuyo qué hay detrás, pero no estoy del todo seguro.

    Un ejemplo cotidiano lo observé en un supermercado. Allí el precio del kg de naranja era de medio euro, mientras que al lado había una máquina que hacía un litro de zumo a tiempo real por el triple. Llego a la conclusión de que el pobre agricultor casi tiene que pagar por obtener naranjas, mientras que un intermediario trata de enriquecerse por un zumo que cualquiera puede hacer.

    Es cierto que hay que tratar el dinero público con responsabilidad. ¡Para algo es nuestro! ¿Qué es eso de becar a alumnos que no estudian? ¿por qué subvencionar a artistas de poca categoría? ¿por qué pagar deudas de equipos de fútbol?

    Quizá una sociedad es más justa sólo cuando, con luz y taquígrafos, invierte el dinero de todos en aquéllo necesario, y también cuando las diferencias económicas entre sus miembros es razonable.
    ¡Saludos Atticus!

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    1. Como decía más arriba, lo caro es relativo. Si detrás hay trabajo, originalidad, buen servicio, etc., no tengo problema. Dicho de otro modo, prefiero una estupenda comida en un restaurante maravilloso muy de vez en cuando que un engrudo llamado pizza en algún sitio que yo me sé cada semana.

      Lo de los productores de naranjas valencianos clama al cielo. Conocí uno que me decía eso justamente: me sale más a cuenta dejar que se caigan, casi me cuesta dinero trabajar. Se nos olvida que de eso comemos, que a estas personas hay que cuidarlas. Que Mercadona (solo es un ejemplo) hace negocio sobre la producción, pero que hay que cuidar más de los que producen, que son a base de la economía. Parece que no hemos aprendido la lección de la economía especulativa en lugar de productiva.

      En lo que dices de becas, futbolistas y demás, qué voy a añadir. Nada. Es algo impopular lo de las becas, pero creo que bien explicado no lo será: se beca al que lo necesita de verdad o al excelente. No al gorrón, no al vagazo mediocre. Las becas deben paliar las desigualdades sociales, en ningún caso provocar el efecto "dinero para todos hagamos lo que hagamos". Precisamente porque es dinero público: tuyo, mío.

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