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viernes, 9 de febrero de 2018

POR QUÉ NO SE DISCUTE CON LA PSEUDOCIENCIA

Hace unos días estuvo en el instituto en el que doy clase Ignacio Martínez. Para los que no lo ubiquen, uno de los responsables de Atapuerca. Dio una charla a más de 150 estudiantes. Me interesó mucho una frase que dijo (cito de memoria): “Lo que más me gusta de hacer ciencia es que puedo estar equivocado. Al contrario que en las creencias de cualquier tipo, de las que no te apartas fácilmente, en ciencia siempre puede ocurrir algo que te obligue a cambiar, reformular o simplemente eliminar tus hipótesis”.

Se me abrieron los ojos como platos. Los que seguís con regularidad este blog y su correlato en Facebook y Twitter sabéis que pongo mucho material en este sentido, es decir, contra la pseudociencia y la charlatanería. Es decir, creencias que se presentan como ciencia: ciencias ocultas a veces, oxímoron donde los haya.

Por supuesto, cualquier persona es libre de creer en lo que desee, pero eso no convierte a las creencias en respetables ni en equivalentes. Entiendo que uno puede creer en Dios, en Alá o en Shiva, ningún problema. También me parece estupendo que la gente crea en el Atlético de Madrid, en el cocido madrileño o en Harry Potter.

Otra cosa es eso que dice mucha gente: yo es que no creo en la medicina occidental, yo no creo en los medicamentos, yo no creo en las vacunas, etc. Miren, no es una cuestión de creencia. Si la ciencia es el gran logro de Occidente, el producto final de la razón, es precisamente porque ha deslindado las creencias personales, religiosas y metafísicas de lo puramente científico.

Lo explicaré muy brevemente. En primer lugar tenemos un problema, algo que queremos explicar y resolver. Para ello elaboramos una hipótesis, mejor si es verosímil. Esa hipótesis, de momento, explica el problema, pero sólo provisionalmente. Lo que diferencia a la ciencia de lo que no lo es viene ahora: si es posible, se verifica experimentalmente; si no es posible, hay que intentar falsarla una y otra vez y sólo se aceptará si, tras una serie de intentos de falsación, sale triunfante. Aun así, los futuros conocimientos o descubrimientos podrían modificarla o falsarla.

Esto es lo que decía Ignacio Martínez: hay que cambiar la teoría de la evolución si los fósiles que van apareciendo obligan a ello. Por el contrario, un sistema de creencias se mantiene inmune a la crítica, no genera mecanismos de falsación e interpreta todo como verificaciones, evidencias a favor. Cuando no es así, acude a la teoría de la conspiración o a intereses espurios. Es decir, genera explicaciones ad hoc para no reconocer nunca que se equivoca, ni siquiera que se equivoca en algo.

Un científico estudia muchos años. Es modesto. Un charlatán apenas tiene estudios o directamente es un ignorante. Según él, posee un don, lo cual es una suerte, ya que otros sólo poseemos estudios… Obviamente, cuando se le piden pruebas, evidencias, ensayos clínicos, experimentos, estadísticas, etc., se pone muy nervioso y a veces agresivo.

Por eso no se puede discutir con él. Se mueve en otro terreno. Si se aviniese a contrastar lo que dice, tal vez algo de todo ese batiburrillo podría ser aceptado. Pero se niega. De modo que lo mejor es no perder el tiempo.

Lo peor es que muchos de esos charlatanes predican supuestos remedios contra graves enfermedades, y pacientes que lo están pasando muy mal recurren a ellos y dejan ese tratamiento convencional que tal vez les cursase. No en todos los casos, ya lo sé, la medicina no lo cura todo ni lo sabe todo.

Soy de los que cree que son un peligro para la salud pública. Soy de los que no entiende cómo no se les entrulla justamente por eso.

Si leyeran a Popper a lo mejor aprendían algo. Lo del falsacionismo, como todo el mundo sabe.

8 comentarios:

  1. Pues sí, la ciencia se "retroratifica" a lo largo de los años y los siglos. Eso la hace fiable. Por otro lado, el temple de un verdadero científico, que también los hay que son un fake, es humilde y trabajador. Fiable.
    En el terreno de la creencia, sin embargo, también te puedes encontrar a personas humildes y trabajadoras, que llevan años, décadas, poniéndola en tela de juicio. ¿Hay alguna razón para no poner la fe bajo el prisma del fuego, como hace el científico?
    ¡Buen finde, que este es largo!

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  2. Por cierto, últimamente estoy empezando a dudar de que me llame Antoine!!!!!

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  3. Si un científico es un fake no es un científico. Otra cosa son los que se hacen pasar por tales. Por eso hay que contrastar: universidad, publicaciones, estadísticas... Toda comprobación es poca. Y, aún así, y tal vez con la única excepción de las matemáticas, siempre provisional. Es decir, mejorable.

    No tengo nada contra las creencias, excepto si dan el salto a la verdad, que no es su campo, o hacia el dogma, especie bastarda de la verdad que suele ir acompañada de actitudes violentas. No obstante, la creencia es, por definición, acientífica, lo que no la convierte en un conjunto de chorradas; simplemente es otra cosa y tiene su función. Desde Kant sabemos que su función no constituye conocimiento, pero es regulativa de la acción y de la esperanza.

    Y no dudes tanto, que en eso también hay límites...

    Buen (y largo) finde carnavalesco.

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  4. Tampoco tengo nada en contra de las creencias, siempre que no intenten imponer(me)las y que no pongan en peligro a nadie. Pero, a veces, da un poco de miedo todo esto. Conozco un par de casos muy cercanos de personas con enfermedades graves que optaron en su día por dejar los tratamientos que estaban llevando y ponerse en mano de uno de esos charlatanes que prometen todo a cambio de mucho dinero. Los resultados no fueron buenos. Me revienta la gente que se aprovecha de la desesperación de los demás. Por desgracia, hay muchos de esos.
    Feliz carnaval, Atticus.

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    1. Si las creencias son conscientes de cuáles son sus límites, ningún problema. Lo malo es cuando algunos dan el salto y pretenden ir más allá de esos límites.

      Los casos que dices son muy frecuentes. Cuando sus supuestos tratamientos fallan echan la culpa a la medicina (ellos llegaron tarde, ya se les había hecho demasiado daño), a conflictos emocionales o a cualquier otro disparate ad hoc. Como nada de eso es contrastable, sus pseudociencia siempre está a salvo. Qué asco. Sobre todo por eso, porque juegan con el miedo, la desesperación y el desamparo.

      Afortunadamente, casi todos los familiares y amigos que han pasado por enfermedades graves están conmigo. Gracias a la "malvada" medicina occidental, gracias a la quimioterapia, la cirugía y otras supuestas maldades. Gracias a médicos que se han dejado su juventud y su vida académica aprendiendo para que podamos sobrevivir. Sin dones, sólo con muchos años de estudio y trabajo.

      También feliz carnaval para ti, Hécuba.

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  5. El último comentario de Páraq en criscractal me despierta…

    Y advierto que no comenté tus dos últimos posts, cosa que -creo- no había pasado nunca. Te pido disculpas. Algo me pasa. Tendré que ir a algún santero, a alguien con bola de cristal o ouija o algo así.

    O a alguna echadora de cartas a que me eche algo.

    En efecto, si las creencias son por lo común sistemas (es un decir) inamovibles, la ciencia es pura mutabilidad. Todos puede ser de otro modo. “Dos y dos son cuatro hasta nueva orden”, algo así parece que dijo Einstein.

    Lo malo de las pseudociencias empieza, fíjate qué cosas, en la propia palabra. Decimos “pseudociencia” o “paraciencias” cuando no merecen nombre alguno que contenga el vocablo “ciencia”. Lo malo de ellas es que “parecen” con sus alambicados lenguajes algo serio, cuando son sólo humo.

    Y además inciden en los temores que son consustanciales a la condición humana.

    Descorazona contemplar la mentalidad supersticiosa y mágica que aún anida en tanto espíritu. Y ver que la lucha contra todo ello, que arranca desde el Renacimiento para aca, por lo menos, sirve para tan poco en muchos casos.

    En cuanto a lo del Atlético de Madrid, ¡todo el mundo en pie!, se trata de algo que roza la inefabilidad y que no es creencia, ciencia o munificencia sino mucha paciencia y una Unidad de Destino en lo Universal.

    Y hablando de entrullar, que te entrullen a ti como vuelvas a escribir un post tan enjundioso, extenso y propilenglicólico por la parte de Murcia. Había que decirlo.

    ¿Popper? Ése juega de qué.

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    1. No hay nada por lo que disculparse. Uno comenta cuando quiere, cuando le apetece, cuando tiene algo que decir. Por aquí ha habido mucha gente asidua que de repente ha desaparecido. Es su derecho, faltaría más. De modo que agradezco que vulevas.

      Por cierto, con un comentario largo, larguísimo, infinito. Ya estoy llamando a los geos para que vayan a por ti. Habrase visto.

      A la echadora de cartas no vayas. Todo lo más pilla una baraja y nos juntamos a echar un mus. Que en eso creo mucho.

      Una de las paradojas de la pseudociencias, como dices, es que reniega de la ciencia, pero se autodenomina ciencia. Eso sí, ciencia oculta, gran maravilla. Como no tienen nada serio que decir, lo enmascaran con un lenguaje críptico. Atención a algunas palabras: cuántico, holísitico, integrativo, heurístico, gnóstico... Cuando no, en su versión ecologista (no todos los ecologistas son de éstos, claro, especialmente los ecólogos): natural, orgánico, milenario, ecológico, ayurvédivo...

      Ante estas palabras hay que pedir deficiones compartibles y menos misticismo. Un ejemplo: el yoga es una actividad enormemente saludable que ayuda a muchas personas. Otra cosa son los místicos del tema, los que convierten el yoga (yogaterapia, dicen en algún caso) en un sustituto de algo que sí curaría. Cada cosa en su sitio. Yo soy profesor de filosofía, pero no se me ocurre poner una consulta de filoterapia o de filosofía para curar enfermedades. Cada disciplina tiene sus límites. No estoy diciendo que una sea mejor que otra, sino que debemos saber dónde estamos y qué se puede hacer con lo que tenemos.

      Que soy de la Ilustración más que del Romanticismo es algo conocido por aquí. No en todo, claro. Pero en estas cuestiones, desde luego que sí. No fanáticamente, sino con argumentos, científicamente, sin temor a cambiar mis siempre provisionales conocimientos.

      Lo del Atlético es aparte. Eso sí es romanticismo.

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    2. Corrección: el Atleti es una Unidad de Destino en lo Sobrenatural. Así sí.

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