En la era de la exhibición en pos de likes, ciertamente
son más frecuentes los dislikes. Algunas redes sociales (notablemente Twitter)
son el terreno abonado para los odiadores y resentidos, anónimos o no tanto,
que vuelcan en ese patio de vecinas sus resentimientos. Tema de estudio,
condición humana, sociología tóxica; acaso solo hemos refinado y hecho más
compleja la ley de la selva.
Pero, tal vez sea por el espíritu navideño que se avecina, hoy eso no toca. O quizá porque es el día más corto del año y hace frío y llueve. Y eso no me gusta nada.
Hoy, anoche más bien, pensaba en todo lo que me gusta, que es
mucho, mientras miraba las luces que algunos vecinos pusieron en sus balcones a
finales de noviembre. En otro tiempo hubiera gruñido abundantemente; ya no,
ahora parece que necesito ese plus de alegría (postiza o no, voluntaria en
cualquier caso). Los tiempos han cambiado, todos lo hacemos, todo fluye y nada
permanece.
Sigo sin ser un fan de la cosa navideña, no adorno la casa,
no pongo luces y he regalado el árbol que llevaba cuatro años languideciendo en
el trastero. Pero estoy a gusto con quienes sí lo hacen y el ambiente no me
molesta en absoluto. Tal vez porque estos días no trabajo y mi cansancio es
infinito.
Un cansancio ontológico, como decía un amigo que hace tiempo
que no se pasa por aquí. Pero junto a esa fatiga está el tiempo libre,
levantarme cuando el cuerpo lo pide, leer algo en la cama, desayunar
morosamente y preparar un zumo natural en lugar del envasado que la vida rápida
me ofrece.
Me gusta ir al salón a desayunar y ver una película antigua mientras
me tomo los primeros alimentos del día. El frío de la calle no me alcanza,
tengo café, zumo, tostadas, jamón… ¡Un banquete!
Y después sigue la lentitud, el paseo cuando algún grado más en la calle casi me invita a acercarme a las tiendas en las que puedo comprar lo que necesito. Hoy iré a una carnicería que me surte de buen producto y en la que unos profesionales de raza saben cuál es su oficio, te aconsejan sin atosigarte, y da gusto verles trabajar en lo suyo, con una competencia en lo suyo que ya quisieran otros. Por cierto, la limpieza es extrema. Hay que cuidar a esos conciudadanos, a esos comerciantes que dan vida a la ciudad.
Me gusta volver a casa por la mañana y leer hasta que se hace
la hora de comer. Estoy terminando un libro de Rafael Chirbes, La caída de
Madrid. Es Chirbes, uno de los grandes, nunca falla, no tiene un párrafo de
literatura menor. ¿Por qué lo he descubierto tan tarde? ¿Por qué se murió?
Preparar la comida también me gusta. No por alimentarme, que
eso es pura necesidad, sino por poder dedicar un tiempo a eso. Al final, la clave
es el tiempo. Si como solo también cuido la presentación y el equilibrio de lo
que pongo en los platos.
A veces me entra modorra tras la comida y, allá por los
minutos que el Telediario dedica a los deportes, me rindo y cierro los ojos.
Sin hora. Es uno de los grandes placeres, quienes hemos padecido el insomnio lo
sabemos. Me gusta dormir, saber que duermo, saber que voy a poder seguir durmiendo.
Y me acabo de dar cuenta de que este año he escrito poco en
el blog y eso no me gusta. Pero como este post iba de lo que me gusta, me
propongo escribir algo más. Me gusta eso de los propósitos, indica fe en el
futuro y cierta intención de hacerlo nuestro.
(Por si acaso no escribo más antes del 25, aprovecho para
desear a los comentaristas menguantes una felicísima Navidad. A los que leen y
no escriben, también. Los que se fueron tendrán sus razones; si deciden volver
serán bienvenidos).
¡Querido Atticus!!
ResponderEliminarantes que nada desearte ¡Feliz Navidad! No hay nada como esos pequeños placeres que nos reportan los días libres, las vacaciones. Yo ahora estoy también disfrutando de ese decidir qué quiero hacer en cada momento, sin prisas, sin agobios y leer y leer y ver capítulos de series y salir a hacer deporte cuando me viene en gana sin horarios.
No me gusta Twitter, soy más de Instagram y aunque las navidades sí me gustan, yo tampoco adorno la casa con cosas navideñas, ni un simple espumillón pongo, siempre me ha parecido una tontería y una pérdida absurda de tiempo (aunque respeto enormemente a los que sí lo hacen por supuesto)
No me disgusta cocinar, lo hago porque tengo que hacerlo pero tampoco es que me fascine y me gusta mucho dormir
Por cierto, de Chirbes leí "La buena letra" y me gustó mucho, es uno de los grandes, tengo que volver a él, aunque no sea con La caída de Madrid que no me atrae demasiado
P.D. lo de los comentaristas menguantes creo que son épocas, a mi también me sucede en el blog, pero al final siempre vuelven los mismos, se agradece
Besos prenavideños
Ese dolce far niente es una maravilla. Espero con impaciencia el día de mañana porque hoy aún he estado corrigiendo hasta la hora de cenar para poner desconectar del todo. Pero necesito estas vacaciones. Para lo que dices, mañana empieza todo.
EliminarDe momento voy a echar un sueño descomunal tras terminar las pocas páginas que me quedan del libro de Chirbes (¡qué escritorazo!). Y tendré que ir cerrando unos cuantos que tengo a medias.
Ojalá lo de los comentaristas sea por épocas. Alguno ha desertado creo que para siempre, temo que también de mi vida, no sé.
Besos ya casi navideños para ti.