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viernes, 7 de enero de 2011

AZAR


Llevo unos días leyendo el maravilloso libro de Stefan Zweig Momentos estelares de la humanidad. Además del interés de las historias y de lo bien que escribe este individuo, me llama la atención que la mayor parte de ellas acentúan la importancia del azar. Scott no pasó a la Historia como el primer hombre en pisar el Polo Sur porque el noruego Amundsen se adelantó unos días. Las tropas de Mehmet II tomaron Constantinopla porque alguien olvidó cerrar la Kerkaporta, una entrada menor a la ciudad que no tenía uso militar. Napoleón perdió en Waterloo porque su subordinado Grouchy tomó sus instrucciones al pie de la letra y se empeñó en la persecución de un ejército prusiano inexistente en lugar de reforzar al emperador…

Hace pocos años, Woody Allen nos regaló su última obra maestra: Match Point, que no es otra cosa que una reflexión narrativa sobre el azar. (Lo que ha hecho desde entonces es obra menor, filmografía alimenticia o simple burla al respetable).
En cada instante hay un delicioso y también temible elemento que se debe al azar y a la libertad (dejemos la necesidad para los deterministas). Ambos no son incompatibles. Como decía Savater en su Ética para Amador, no elegimos lo que nos pasa, sino qué hacemos ante lo que nos pasa. Eso que nos va sucediendo tiene mucho de azaroso: no elegimos encontrarnos con alguien, una enfermedad que nos contamina o el tiempo atmosférico. Todo esto es azar. Pero sí elegimos qué decimos a esa persona, de qué hablamos. Sí elegimos la reacción y disposición ante la enfermedad. Y también nuestro estado de ánimo ante un día lluvioso como el de hoy o de calor aplastante. No diré, como Sartre, que no estoy triste sino que elijo estar triste; un pelín exagerao el existencialista, pero sí creo que ante ese azar real e inexplicable somos creadores. Ante una mirada que se posa unos segundos en nosotros podemos reaccionar: mantenerla, decir la palabra exacta, arruinar el momento con torpeza o ausencia… No actuar es también actuar.
Se suele decir que la vida da una segunda oportunidad. Pues no, da muchas, todos los días y a todas horas. No es que vuelva a pasar el tren, es que hay un cercanías que tiene a bien deslizarse por las vías con errática frecuencia e ignoto desino. Otra cosa en que queramos subir, que decidamos arriesgar. También podemos fingir que no pasa, o no pisar nunca la estación y quejarnos de nuestra mala suerte. La ceguera consentida es un modo frecuente de vivir, pero no el mejor.


16 comentarios:

  1. elegir es complicado, es difícil,e incluso, en ocasiones, puede resultar tortuoso (chocan partes de ti y no hay acuerdo)...
    "la ceguera consentida"... supongo que funciona como una especie de flotador, pues se necesita mucho coraje para ver. ¿Por qué?Puedes salir herido para siempre.

    ¡¡un abrazoOOO, Atticus!!

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  2. estupendo libro, no reparé en esa presencia que dices

    por los ejemplos que citas, me repetiré: los griegos sabían todo eso, esa “fatalidad” ingénita, y lo dijeron en la tragedia sin que ello los llevase a renegar de la vida

    lo paradójico del azar es que no lo es

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  3. Elegir es complicado, en efecto. Especialmente cuando se da lo que en psicología se llama el conflicto atracción-atracción o evitación-evitación, es decir, cuando dos estímulos tienen (o lo creemos así) el mismo valor, tanto positivo como negativo. Pero es el momento de ser valientes, de conocernos, de dar los pasos y ser consecuentes.

    Eso es precisamente de lo que quería yo hablar: hay momentos de nuestra vida en que hay que decidir. No tenemos un criterio firme, pero hay que elegir. Y eso nos marcará el futuro. Por eslo tenemos miedo a la libertad, como muy bien explicó Erich Fromm. Eso es lo que he llamado "ceguera consentida", la que poseen "voluntariamente" aquellos que fingen no ser libres para no tener que elegir, los que dejan que sea otro, o el supuesto destino, o las circunstancias... Sartre llamó a esto "mala fe", aunque en castellano parece significar otra cosa, pero quiere decir que pretextamos no ser libres para no ser responsables de nuestras acciones.

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  4. Sin saber mucho de ello, creo que el azar del que yo hablo no es el mismo que aquél al que te refieres, CrisC, el de la tragedia griega. Por lo que conozco, me parece que ese fatalismo era una especie de determinismo teológico o del destino, que llevaba al hombre a volcarse sobre la vida, puesto que en este ámbito era él y no otro. De todos modos, coge el teclado y dinos algo más, oh Glaucón, digo oh CrisC.

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  5. Siempre es difícil elegir, pero especialmente cuando la vida nos pone patas arriba y nos obliga a actuar. Aquello del sí o sí.

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  6. Es verdad, Elena, aunque precisamente ahí no podemos elegir. Salvo nuestra disposición. y difícilmente porque a veces la sacudida es tan grande que nos sentimos en medio del huracán. Muy difícil. Lo grandioso del ser humano es que, pese a eso, hay quien hace frente a esos terremotos con entereza y hasta con alegría. Y esos son gigantes morales.

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  7. Los gigantes morales se pueden contar con los dedos de la mano. Yo creo que la mayoría de las personas nos enfrentamos a menudo al dilema de tener que elegir, y si nos sale mal la cosa, le echamos la culpa al azar y a la mala suerte. Es una manera de consolarnos. No obstante, la experiencia me dice que con la edad se van teniendo las ideas un poco más claras, y cuesta menos elegir. O ¿será que hay menos cosas que elegir? No lo sé.

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  8. El tema del azar daría para mucho. Para los budistas edestino es elq ue rige su vida. Nosotros no podemos hacer nada contra el destino, pero sí podemos contribuir a que éste sea un poco mejor, o que nosotros mismos lo llevemos mejor.
    El estado de ánimo ayuda mucho o nada en los momentos de la vida. A veces, es muy dificil elegir con la cabeza fría porque la situación está caliente.
    Unas veces se tienen las ideas claras y elegir es fácil, pero otras.....
    Saludos, Atticus.

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  9. “lo paradójico del azar es que no lo es”

    lo que quería decir con esta frase es que lo único no azaroso que hay es el mismo azar, ocurre sí o sí (elenapegé dixit), y pretendía continuar la explicación, pero la frase me quedó tan lapidaria, redicha y chula que la corté ahí en un no más (dejéme llevar por un cierto esteticismo, sorry)

    mañana digo algo, si sé, de la libertad y el azar

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  10. Los gigantes morales... no creas, AAGlez, yo he conocido alguno, de esos casi invisibles, de los que saben distinguir lo inevitable de lo decidible, de los que alegran el mundo y la vida.

    Tal vez con el paso del tiempo hay menos donde elegir... No sé, será que algunos habéis escogido bien a su debido tiempo. Creo que simplemente es distinto. Nunca peor, otra cosa. Pero me has dado en qué pensar. Estaba a punto de colgar unos cuadros, pero vas a ser la responsable de la austeridad de mis paredes.

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  11. Rachel, conozco poco el budismo, por lo que sería injusto hacer un juicio lapidario. Así que pido perdón de antemano por mis errores. Hace unos años asistí a una mesa redonda entre un monje budista (un tal Dokusho Villalba, o algo así) y el filósofo Javier Sádaba. Aprendí bastante, y recuerdo que el budista reconoció con humildad que, siendo mucho lo que Oriente puede enseñar a Occidente, también es al revés. Por ejemplo, dijo, el budismo hace un excesivo hincapié en el destino, en el cosmos, y deja de lado, casi rechaza, la libertad y el individualismo. Lo dijo en todo de falta, no con orgullo. Yo me alegré de oirlo porque siempre he tenido esa impresión: a todo lo oriental le sobra una excesiva aceptación y le falta el ímpetu de la libertad. Que tal vez sea ilusioria. Tal vez. Pero prefiero esa ilusión.

    Ahora ríñeme.

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  12. Te ha quedado fetén, o chévere. Esteticista, lapidaria. A ver que digo yo ahora. Y encima, mañana más. Me voy a pasar la noche estudiando. Yo que tenía previsto irme a las rebajas en un rato. A practicar meditación trascendental, naturalmente.

    De cualquier manera, existen dos tipos de azar: el absoluto e irreductible, y aquél otro que llamamos así a falta de una explicación, siendo como somos los occidentales tan incapaces de concivivir con el misterio del cosmos. A ese lo tenemos amenazado de caducidad.

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  13. Excelente post Atticus, muy curioso el libro de Zweig, transmite una gran sensibilidad como todos sus libros.
    AAGlez con la edad no cuesta menos elegir, más bien diría que cuesta más pues tienes más “amarras” que mover, respecto a si hay menos cosas para elegir, que no te confundan Atticus no es que los demás hayan elegido bien, sino que es más fácil acomodarse y cuanto más “oveja” seas más sencillo es todo… esto enlaza con la libertad.
    Además del libro de Fromm, es muy interesante ‘Libertad’ de Zygmunt Bauman.

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  14. Bueno, Greeny, no estoy tan seguro de lo que dices. Hay gente que elige bien en la vida. Eso se sabe después, claro, y esa gente es razonablemente feliz. Y otros eligen (elegimos) mal, pero no en todo ni siempre. Además,insisto, eso se sabe después. Por último, hasta podría decirse que no hay error al escoger, sino la vida que, en su acontecer, convierte a unas opciones en mejores que otras. Supongo que la acttitud ante todo esto es clave.

    En todo caso, tienes razón en lo de las "amarras". Pero el barco a veces necesita navegar sin rumbo. Sentirse libre, aunque estoy dispuesto a aceptar que es una ilusión: lo mueven las mareas, los vientos... Una ilusión maravillosa.

    Anoto el libro de Bauman, que no había oído nunca.

    Por último, un azar que tú y yo sabemos: estoy viendo ahora un concerto de Leonard Cohen. Suena "Suzanne" y está lloviendo. Mejor me voy a comprar provisiones antes de que cierren.

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  15. Por supuesto que occidente tiene mucho que enseñar a oriente y viceversa. Es cierto que el budismo, quizá debido a su longevidad, se centra mucho en la espiritualidad y rechaza, o podíamos decir deja de lado, otras cosas que en occidente son más mundanas o normales. Según el budismo antes de nacer tenemos nuestro destino marcado y muy poco se puede hacer contra ello. Por eso, los budistas asumimos la vida, el que puede, con resignación o como quieras llamarlo. el destino o azar es diferente para cada uno. Siento si me estoy poniendo plasta con esto del budismo, pero ya sabes que una... pues eso que es un poquito pesada. jajajaj
    Una vez creo recordar que estuve hablando contigo acerca de este tema, y te dije que los budistas, como nuestro destino no se puede cambiar, no tenemos perdón por nuestros pecados o faltas. Sólo podemos, el que puede insisto, meditar sobre nuestros actos e intentar que éstos sean mejores. Algo así como alcanzar la paz espiritual y todas esas cosas.
    Saludos.

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  16. Bueno, bueno, pero esto del destino... como que es un concepto un tanto errático. ¿Asumimos que lo que nos ocurre es lo que nos debe ocurrir, que no hay posibilidad de cambio, que nada está escrito? Demasiado asumir para un occidental como yo.

    Desde mi desconocimiento, creo que no hay que asumir románticamente otras culturas o modos de vivir. Te escucho, y lo hago con atención, pero me siento más próximo al movimiento ilustrado. Es esto, claro, no me voy a poner ahora en plan hooligan de Occidente, talibán del logos y cosas así.

    Me gusta lo que dices de que no hay perdón por nuestros pecados. Supongo que es porque pertenecen a un orden universal. Sin embargo, yo diría que no lo hay porque el juzgador es una invención humana, por lo que no es trascendente, sino un instrumento interesado. Los valores trascendentes y sobrehumanos están lejos de interesarme, lo que no significa que no me interesen los valores ni que me arroje al relativismo. Es un poco largo de explicar, pero eso de los pecados... Se puede ser modesto, pero no humilde, porque el humilde se humilla, y lo hace ante alguna divinidad que está más allá de él. Es decir, pide perdón por sus pecados. No, esto no. Pido perdón, a quien haga falta, pero no por mis pecados, que no reconozco. Es decir, niego la mayor.

    Eso sí, la paz espiritual... Bienvenida.

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