No sé qué significa esta palabra. La escucho últimamente en las manis del 15-M, un cántico que ya creíamos olvidado: “El pueblo unido jamás será vencido”. Creo que se equivocan. Ni el pueblo está unido ni, en el supuesto caso de que lo estuviera, eso le garantizaría ser invencible. A las pruebas de la Historia me remito.
Aunque parezca una frivolité, me he acordado de esto hace unos días. Ponía a mis alumnos de 2º de la ESO la estupenda película Antz, subversión pura en dibujos animados. Al final, cuando la colonia de hormigas está a punto de morir ahogada, consiguen escapar. Sin embargo, el general pide a sus subordinados que los maten “por el bien de la colonia”. “La colonia somos nosotros”, dice Z, el líder. Que es como decir: el pueblo somos nosotros y no un concepto grandilocuente y vacío. El pueblo, o es algo más concreto y material, esto es, gente corriente, comida y vivienda, afectos, aficiones, o es una peligrosísima idea en nombre de la cual pueden ejercerse todo tipo de atropellos.
Hace pocas semanas estuve en Berlín. Nos contó el guía que, unos días antes de la caída del muro, se manifestaba cada vez más gente en la zona oriental. Mientras su
gobierno se autoproclamaba popular, el pueblo, ignorante de tales desvelos, iba por otros derroteros. De modo que, cuando fueron creciendo en número, empezaron a corear: “Nosotros somos el pueblo”, es decir, no una idea, no un destino, sino personas comunes.
Antes de irme de Alemania pasé por delante de su parlamento. No pone “Congreso de los Diputados” o “Asamblea Nacional”, sino “El pueblo alemán”.
Mit zwei Eiern.