Vistas de página en total

jueves, 9 de junio de 2011

LES QUEDA UN MES

Sábado, a esa hora en la que la tarde se va confundiendo con la noche. Córdoba es una ciudad hermosa y paseable, un pelín ruidosa -como todas- cuando le da por decir que es fiesta, y que hay que celebrarla en la calle, con un par de buenos altavoces y mucha gente hablando a voces. Callejeamos, mirando con parsimonia esos patios llenos de geranios y del rumor del agua. Decidimos que tenemos hambre y buscamos despaciosamente un lugar para calmar los apetitos. En una de las terrazas se agrupan personas que se quieren: sólo una mano basta para sujetar el tenedor, mientras la otra acaricia la mano de ella o de él, alguien da a probar un calamar a otra boca, a la que no importaría la entidad del alimento. Me llama la atención una pareja: no hay aún nada en su mesa; ella mira hacia su derecha; él, erráticamente hacia el cielo o hacia la nada. Sin mucho fundamento, una vez los hemos dejado atrás, le digo a mis acompañantes: “les queda un mes”. Medio se enfadan, medio se ríen. Que por qué, que qué sé yo. Y no lo sé, en efecto: sólo sé que no se miraban, más aún, que sus ojos se rehuían, que no deseaban acortar ese espacio ni darse a probar puerilmente los alimentos. Sé que imaginé que se darán besos funcionariales y que tal vez hagan el amor sin deseo y con costumbre, que fugazmente se cruzarán entonces sus ojos y sabrán dolorosamente lo que ya saben. Sé en ese instante que puede ser esta noche o en un año: “les queda un mes”, insisto. No tengo derecho, no es un juicio. Sólo constato la tristeza en la distancia, todo el aire que cabe en unos centímetros. O será que conozco bien ese modo de no mirar.

14 comentarios:

  1. Es curioso cómo pueden existir grandes distancias en un único y pequeño espacio. Me ha venido a la mente el caso contrario, las pequeñas distancias existiendo grandes espacios en medio. Ahí me encuentro yo. La distancia no deja de ser distancia, pero cuando uno enferma de amor no importa el mar o el desierto que le pongan delante. ¡Qué ganas de abrazarla!

    Un saludo, Atticus, a ti y todos tus lectores.

    ResponderEliminar
  2. Ese modo de mirar es tan doloroso como un cuchillo que rasga y mata.
    A veces en lugar de una mirada, son las palabras las que te traspasan: "quiero tomarme un tiempo", "hay otra( más joven,más guapa,más inteligente...)".
    ¡Qué triste es el amor cuando se acaba!!!! Y cómo nos cuesta a veces aceptar el final.

    ResponderEliminar
  3. Hombre, Juan, me alegro de que la distancia se minimice; no siempre es precisa la mirada, pero los ojos hacen un gran daño cuando están sin mirar, cuando ponen el congelador a todo trapo y toda posibilidad se convierte en cubitos.

    De las palabras, Elena, mejor ni hablamos. Hay frases que hieren, se nota que conoces el paño. Pero, con todo, lo que más odio son los silencios. Lo malo de las palabras es que te obligas a cierto grado de lógica conversacional, pero el silencio es impenetrable y oscurísimo.

    Nos cuesta. Siempre. Y el que diga otra cosa es que ha ido de compras a El Corte Inglés y pide devolver el producto. Pero ya no es el mismo.

    ResponderEliminar
  4. ¿ qué son besos funcionariales? ¿ hay que aprobar una oposición para darse besos? Pues... algunos somos un caso perdido, entonces jiji. Interinos hasta la muerte.
    Las parejas de adolescentes o gente muy jóven,en la mayoría de los casos terminan rompíendose; pero en otros se acaban casando y siendo " felices".
    No sabemos dónde está nuestro destino. Pero el amor, sólo merece la pena si te cambia la vida a mejor; si no... es mejor dejarlo pasar. Aunque, también creo, que el ser humano necesita amar y que le amen. El problema es que ese amor no siempre es correspondido y alguien termina herido.

    ResponderEliminar
  5. Besos funcionariales son aquellos que toca dar, pero llevados a cabo (ejecutados) sin involucrarte en el asunto, porque forma parte de tus obligaciones, pero nada más. Desd luego, mejor besos interinos, de esos que no se sabe si llegará el siguiente, de los de comerte el universo, de los de hacer tuyos los pliegues de los labios de la otra persona. Hay que pensar que te puede atropellar un camión en media hora, y que lo último que has de llevarte de este mundo es ese sabor de otra boca, esas ansias de infinito.

    Lo otro... uf. Que se casen, que no, que sean felices, que lo crean, que se hieran, que se amen... Lo que sea, pero no dejar pasar una gota de lluvia, una mirada, una palabra.

    ResponderEliminar
  6. No están todos, pero no están mal.

    http://enblogs.com/los-10-mejores-besos-del-cine/

    Yo añadiría éste:

    http://www.wat.tv/video/rachael-and-deckard-romantic-3lvf1_3jjvp_.html

    ResponderEliminar
  7. La selección que haces, Aliénor, es bastante buena, aunque me quedo con el beso final, que vi en vivo y en directo. Objeto lo de los besos de dibus: es que a mí no me ponen. El último enlace, magífico, no sólo por los actores, sino porque es una interpretación trágica: su fin es la muerte, y su consciencia nos lleva a atrapar la vida en ese roce, en ese choque de piel contra piel.

    Por mi parte, creo que lo mejor en besos (de cine, porque como los propios, nada) está en este enlace:

    http://www.youtube.com/watch?v=kVMsnT0AbRU

    ResponderEliminar
  8. ¿No habíamos quedado que esta pareja ya no se quiere y que les queda un telediario? ¿Qué hacemos entonces con tanto beso?
    A mí me gusta el de "Encadenados", que no acaba nunca y es tan sensual... http://www.youtube.com/watch?v=yjy5WWgoyEE
    Y el que se dan Otto y Ana bajo la cama: ¡es que conseguir que se queden hasta la mañana es tan difícil...!!!
    http://www.youtube.com/watch?v=9ya0smc70kI

    ResponderEliminar
  9. Casi se me había olvidado. De los grandes, de los muy grandes, de los que se recuerdan, de los que se desean. No hay más que ver sus caras: actúan a gusto...

    El de Otto y Ana tiene su gracia, pero a mí el cine de Medem me parece impostado y artificioso. No me creo nada de lo que me cuenta. Lo siento.

    Y a los de arriba... ni medio telediario.

    ResponderEliminar
  10. Voy a darle una tregua a la pareja de tu post: en ocasiones es de agradecer estar con alguien que no se incomode por que mires "erráticamente hacia el cielo", alguien con quien puedas estar un rato en silencio (no sabemos si venían de una larga conversación, o de la Feria de Sevilla).

    paraqueloleas

    ResponderEliminar
  11. Tienes razón en que no siempre son necesarias las palabras. Hay una relación hecha de conocimiento, en la que no es necesario decirse nada; a veces, ni mirarse es preciso: el bienestar es grande, la felicidad, completa. Pero, lamentablemente, no percibí en ellos esa complicidad, sino más bien distancia, incomodidad.

    Y puedo equivocarme, desde luego. Al final, esto es una recreación de la realidad, no una descripción ni un juicio, a los que no tengo derecho.

    ResponderEliminar
  12. Miradas, palabras, silencios... ¿Y qué decir de las mentiras?. Me pregunto si cuesta tanto la verdad, que nos ahorraría mucho sufrimiento innecesario.

    ResponderEliminar
  13. No sé qué decirte. La mentira está mal, por principio. Otra cosa es la casuística. No digo que mentir esté bien, sino que no siempre está mal, y que algunas veces es mejor que su contrario.

    Porque no siempre la verdad ahorra sufrimiento. Muchas veces es justamente la causa del sufrimiento. Pero si me preguntas qué prefiero: la verdad, sin duda.

    ResponderEliminar

Puedes escribir tu comentario. Agradezco la inteligencia, la educación y el sentido del humor. Por favor, no enlacéis páginas con contenido comercial, religioso o político. Tampoco las que claramente constituyen una estafa.