Tengo para mí que la perfecta conjunción entre lo apolíneo y lo dionisíaco (que Nietzsche reclamaba) la encontramos en algunas propuestas de la danza contemporánea.
Cualquier lego que acuda a una
actuación de la Compañía Nacional de Danza, del Ballet de Víctor Ullate, del Nederlands Dans Theater, del Ballet de Maurice Bèjart, sabe que no va a ver jovencitas
etéreas y lánguidas con tutús al ritmo de Tchaikovsky.
Estas compañías conjugan como nadie el
respeto a la tradición, en la que hay que aprender siempre, con la vanguardia
más atrevida. El espectador no sabe cómo,
pero sí sabe qué: la Belleza no pasa
fugazmente, sino que está, es.
No soy un experto ni de lejos.
Cualquiera que sí lo sea puede venir y corregir. Pero del mismo modo que los
poetas no escriben sólo para poetas, ni los cocineros trabajan para otros
cocineros, creo que los que bailan sobre un escenario lo hacen para todo el
mundo. Si es precisa una preparación previa, unos estudios y prácticas, mal
asunto. Es como esas películas que hay que estudiar antes de ir a verlas. Otra
cosa es que el conocimiento enriquezca la percepción.
Estuve hace poco viendo al Ballet de
Ullate con su nueva propuesta, "El Arte de la Danza". Se trata de una sucesión de
breves apariciones encadenadas de un modo casi cinematográfico. Todo en ellas parece fácil, es ligero, divertido incluso.
Ni un error, todo funciona, hay perfección técnica, expresión actoral (no es
siempre perceptible), entusiasmo de los bailarines. Se nota que detrás hay un
excelente trabajo coreográfico (Eduardo Lao, el propio Ullate) y una química
especial entre los bailarines.
Me gustó especialmente cómo enlazan
unos bailes rabiosamente modernos con otros casi de tutú. Me encantó el baile
sobre el fondo musical de “Malo”, la desgarradora canción de Bebe. Y también el
aire de fado con el que se movía la bailarina mientras sonaba la voz de Teresa
Salgueiro, la solista de Madredeus. Y los que homenajearon al claqué, al cine
clásico. Hago excepción de la insulsa recreación de Gilda: ni sensualidad, ni melena pelirroja: innecesaria. (¿A qué
sí, R.?).
15 euros me costó el regalo. El teatro
estaba medio vacío en una única representación. Al salir a la calle pensé que
muchos no podían permitirse ese dispendio. Pero otros sí. En cualquier
restaurante de medio pelo ése es el precio de cualquier plato mediocre.
15 euros fue el precio de la Belleza.
Con esa resaca miro el mundo de otro modo esta mañana de domingo.
Soy poco de danza pero, paradójicamente, no puedo dejar de mover el body si oigo música.
ResponderEliminarNo comprendo el predicamento de la danza clásica, que veo insulsa, esclerótica y anacrónica. La contemporánea es otra cosa.
Hace unos días redisfruté West Side Story.
La primera vez que oí la canción de Bebe me descubrí lágrimas. Ahora la rememoro, y también.
Celebro esta resaca dominical tuya.
Tampoco te creas que yo. La clásica no me pone mucho, pero la moderna es otra cosa: es pura sensualidad, es armonía, es precisión, es color y forma. De todos modos, como en cualquier arte, uno no lo ve "todo", sino lo que puede o quiere ver. O sentir.
EliminarYa sabes tú que siempre hay alguien que nos lleva por primera vez a esos sitios. Ahora voy solo.
La canción de Bebe me sorprendió en aquel contexto. He intentado buscarla por internet, pero nada. Si alguien la localiza, que la ponga. Conocí esta canción gracias a una alumna. Les pedí que trajesen una canción que tuviese algún tipo de valor en su letra. Casi todos trajeron tonterías, pero una chica trajo ésta. Se lo agradecí, fue estupendo.
Sigo de resaca. Me voy con la bici. Debería corregir, pero hace una maravillosa tarde de sol y aún no hace mucho calor. Me voy.
http://www.youtube.com/watch?v=wiKJL8ABzIY
ResponderEliminarSi me lo permites, friend, prefiero esta versión, muy curiosa, con subtítulos en italiano. La que has puesto tiene unas cuantas faltas de ortografía que me hacen daño.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=01d0UhR75CI
Yo tampoco he visto mucha danza. Para ser exactos, una vez de estudiante, a Antonio el bailarín y me encantó. No he repetido porque siempre me pareció un espectáculo caro y nunca me entero de cuándo hay uno.
ResponderEliminarPrecioso el vídeo que pones.
La canción de Bebe es magnífica, como casi todas las suyas. Pero aparte de Bebe, hay también muchos otros que cantan con un letras valiosísimas :-)
La Belleza es siempre de agradecer, en todas sus formas.
El bailarín del que hablo es Antonio Gades.
ResponderEliminarLe vi alguna vez (a Antonio Gades). Con ciertos prejuicios, pero en cuanto empiezan a bailar, desaparecen.
ResponderEliminarLa danza no es cara. ¿Comparada con qué?
Comparada...con nada. Hablaba desde el desconocimiento y el prejuicio. So very sorry :-(
ResponderEliminarLa danza es cara comparada con el Maaaaaaaambó...., pab, paraba, pab, pab, parab... Qué diseh, Coeliq, de prejuiciossshh...
ResponderEliminarDice el filósofo alemán Hans Georg Gadamer (cómo se ta quedao el cuerpo, brother Atticus), que "no son tanto nuestros juicios cuanto nuestros prejuicios los que constituyen nuestro ser"...
De la danza no sé si dijo.
Pues entonces, si lo he entendido bien, debo tener un ser muy delgadito, ya que afortunadamente tengo pocos prejuicios (aparte de contra la pijería y la gente que sólo ve el dinero).
EliminarPues a mí las pijas me ponen (oh, sorry)... ¿Que no tienen conversación? Y quoi...
EliminarPor cierto, últimamente yo tampoco veo el dinero, ni mucho ni poco...
Prejuicios... Hay quien malescribe "perjuicios", "prejucios" o incluso "prepucios"...
A mí también me ponen... nervioso.
EliminarNo sé quién es el tal Gadamer: ¿una joven promesa del Ballet de München? Se debió herniar aquí el figura.
ResponderEliminarEl que sí habló de la danza fue Nietzsche: quiso ser bufón, bailar y reír. Conocer es alegre, de ahí el gai saber, la dicha por anclarse a la inocencia del devenir...
No le digas eso a CrisC, que te los encuentra hasta en los bolsillos (los prejuicios).
¿Dinero dices?