No soy un entendido en poesía; más bien un ignorante
aficionado que, de vez en cuando, pasea sus ojos por los poemas que me gustan.
Me da un poco de vergüenza haber leído tan pocos libros de este género, y más
aún ignorarlo casi todo de esos autores. De modo que sólo me queda guardar
respetuoso silencio respecto a lo que han escrito y hacer propósito de
enmienda. No creo que haber asistido a un recital de Félix Grande hace pocos
años dé derecho a hablar sobre su obra.
Pero sí creo, modestamente, que la poesía es la literatura
por excelencia. Recomiendo frecuentarla a todos aquellos que deseen escribir. O
sea, escribir bien, porque poner una palabra tras otra está al alcance de
cualquiera como demuestra una mirada rápida por las novedades editoriales, el
bloguerío o cualquier informe o carta que recibimos a diario.
En la poesía el lenguaje explora los límites, se sobrepasa a
sí mismo, tiene que hablar hasta de lo que no se puede hablar. En la poesía el
autor habla de sí y también del universo. Habla de sus temores y esos temores
son los del mundo entero. El amor del poeta es todo el amor, es el de todos; y,
sin embargo, sigue siendo el suyo.
La poesía tiene el poder de catapultar los diccionarios y las
gramáticas a territorios inexplorados, áridos y deseados. Y allí ser otros. Se
conjugan en ella la navaja de Ockham, las matemáticas y el infinito, la armonía
universal y la geometría más precisa. Y también algunos ingredientes que nadie
ha descrito todavía; deben pertenecen al misterio cósmico.
Pero el poeta deja de serlo cuando no consigue traspasar el
umbral de lo irrelevante, cuando sus versos son prescindibles. Porque si en
literatura hay que practicar continuamente el acto de la renuncia, en poesía es
imprescindible. Cada verso debe ser necesario y cada poema autosuficiente. Sin
embargo, ha de reclamarnos. Si el poeta no ha escrito para nosotros da lo mismo
que figure en los libros como una de las más altas cumbres. No es poesía: sólo
palabras.
Hay quien no viaja a ese reino. Pero el que ha vivido en él
ya no regresa.
El objeto de la poesía es la condición humana.
ResponderEliminarLo demás es otra cosa aunque no sea desdeñable. En el film de Subiela “El lado obscuro del corazón”, el poeta vende poemas en los semáforos y en un puesto callejero los cambia por bocatas. Me vale.
Al sobrepasar los límites del propio lenguaje, los amplia, y nos lleva más allá de nosotros mismos hacia nosotros mismos. Oxímoron, ya lo sé.
“Quien se ha sumido en la poesía, ya nunca podrá salir” (Vladimir Holan, en “Dolor”).
“El amor del poeta es todo el amor”… Imposible mejorarlo.
No recordaba el verso de Holan, pero , efectivamente, es la idea. A veces sé si el que entra en la poesía no sale de ella o es la poesía la que no sale, como una enfermedad crónica. ¿No es lo mismo?
EliminarDices que el objeto de la poesía es la condición humana. Por eso dice lo que no puede decirse. Por eso los existencialistas son tan dramáticos en sus escritos: curiosamente optaron por la novela y el teatro y no por la poesía; se equivocaron. O creyeron que era un terreno con "otro" lenguaje.
Se nota tu amor a la poesía porque la describes con gran cariño. Me gusta sobre todo el penúltimo párrafo, concretamente ésto: "Se conjugan en ella la navaja de Ockham, las matemáticas y el infinito, la armonía universal y la geometría más precisa. Y también algunos ingredientes que nadie ha descrito todavía; deben pertenecer al misterio cósmico." La última frase me recuerda a cuando CrisC habla de co-crear.
ResponderEliminarBueno, la poesía me llama. Tiene ventajas: no necesitas leer tochos que te absorben todo el tiempo disponible, la puedes leer en cualquier lugar y en cualquier momento. Y es la esencia.
EliminarGracias por tus palabras. Quería decir que tiene ingredientes, pero que hay algo en ella que se nos escapa. Creo poco en magias, pero en la poesía hay algo inexplicable, una sustancia adictiva que no todos entienden ni conocen.
No recuerdo lo que decía CrisC al respecto. Que lo explique, que la poesía es su roca.
"Cocrear" es lo que hacen las gallirranas.
ResponderEliminarSon unos bichejos múfidos y cocroparlantes que cocrean un híbrido hiposónico entre el co, co, co... de su naturaleza gallifante y el croac, croac, croac de su naturaleza batracia. Y cuando sueñan a veinticuatro imágenes por segundo, hacen crisc, crisc, crisc...
Vamos, lo normal para una gallirrana.
Ya sabía yo que lo dejarías claro.
EliminarPoesía, vida, enfermedad, no hay elección para ninguna de las tres. O sí, posiblemente, la nada. A mí también me ha gustado mucho la parte que subraya Coeliquore, la convivencia de varios lenguajes, la mezcla, la síntesis. Hermoso post homenaje a tan grandes poetas. Gracias, Atticus.
ResponderEliminarGracias igualmente. Más que un homenaje era una petición de perdón. No se me ocurre escribir sobre lo que no conozco y a esos poetas los conozco poco.
EliminarPero sí quiero remarcar que la poesía no es un género elitista, mucho menos ininteligible. A mí me parece que es como la cantera de la que ha de nutrirse todo escritor, el manantial de palabras, metáforas y posibilidades. Gracias a ti.
Desconocía esa acepción de "cocrear", pero me ha encantado jajaja. Me refería al hecho de ser coautor de un texto.
ResponderEliminarPreciosa reflexión. En mi caso, siempre hay algo de poesía en mi mesilla de noche, es otra manera de leer, más parecido a paladear, saborear y no tanto como nutrirse como en una novela. También creo que, en general, un escritor deslumbrante en un género, no lo es tanto en otro aunque sean intentos nobles, por supuesto.
ResponderEliminarMientras escribías esto tenía entre las manos uno de los libros de poesía que más me gustan: "Completamente viernes", de Luis García Montero. Ese texto "me buscó" en momentos muy difíciles y fue el primero que leí de él. Lo sigo leyendo como tú dices, de otro modo, paladeando, despacio. Y me hace el efecto de una sustancia que necesito y que me trastorna.
ResponderEliminarHay escritores de género, qué duda cabe. Y pocas excepciones. Nadie puede ser sublime en todo, aunque puede ser muy bueno en muchas cosas.
Un regalo para todos. Especialmente para ti. (Por favor, blogueros, pinchad en el link de esta mujer, que anda por París y visita cementerios).
RESUMEN
No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso no medito el cuerpo que te doy,
por eso cuido tanto las cosas que te digo.
.... GRACIAS ....
ResponderEliminarSerá que hoy tengo el día sensible, pero también me ha tocado una fibra oculta.
En mi mesilla anda ahora mismo "Y, sin embargo" de Philippe Jaccottet (versión francesa-española) y, a su lado -y siento desencajar con este post-, "La Première gorgée de bière et autres plaisirs minuscules", mil gracias también por éste último. Delicioso.
De nada. Qué fácil.
EliminarDel libro de Jacottet no tengo noticias. Del otro sí: lo recomiendo, hay edición española. Una delicia. Sobre el placer, pero no sobre cualquier placer. Un estupendo regalo. Una inyección de vitalidad.
Bueno pues... me apunto cosillas... ¡Gracias a ambos!
ResponderEliminarTú no tienes que apuntarte nada: tienes que apuntarnos.
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